Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

viernes, 8 de julio de 2011

476.- ADRIÁN GONZÁLEZ DA COSTA


ADRIÁN GONZÁLEZ DA COSTA. Huelva, 1979
La poesía, como todo arte, debe comunicar, no debe dejar indiferente. Hasta un puñetazo en el estómago comunica, transmite, dice aunque no sepamos exactamente qué es lo que quiere decir. Asimismo, la poesía debe, además, atender a unas reglas, a unas convenciones, aunque solo sea para tenerlas como base, apoyarnos y poniendo un pie en ellas, saltar hacia adelante, hacia nuestro propio estilo, superando reglas, fronteras, convenciones.
Publicaciones
"Rua dos douradores". Poesía. 2003.
Premios
Premio Adonáis de Poesía. 2002. Poesía. Editorial Rialp.
Premio Ópera Prima. 2003. Poesía. Asociación de Críticos Andaluces.


La pequeña mujer a quien le suelo

La pequeña mujer a quien le suelo
comprar la fruta cada día, hoy,
no ha venido hasta la plaza. Dicen
que no vendrá ya más hasta la plaza.

Movido por el hábito, interrogo
-sucede que soy hombre de costumbres-
en un puesto cercano, al vendedor,
si no tendrá melocotones buenos.
¿Melocotones, me pregunta, rojos
o amarillos? Usted dirá. De cuáles.
- Y mi respuesta me revela entonces
qué poco me conozco. La razón
de mi fracaso en esta vida y otras
futuras, si de cierto las hubiera.
démelos como sean. De los buenos

(De Rua dos douradores, ed. Rialp, Madrid, 2002)




Tengo los ojos llenos de recuerdos

Tengo los ojos llenos de recuerdos.

Adondequiera que la visa vuelva,
como quien mira a través de gafas
con una mancha en el cristal, el mundo
presenta inconfundible un sello fijo:
la imagen de tu rostro sonriéndome.

De tal manera vivo obsesionado
con tu cara, que toda cara es tuya;
similar más o menos, parecida
hasta la confusión y el gesto idéntico.

Saludo con sorpresa al transeúnte
que no conozco, y voy hablando a solas
por la calle, hundiéndome en un mar
de rostros, que son uno y es el tuyo.

(De Rua dos douradores, ed. Rialp, Madrid, 2002)




He cerrado la puerta y he, sin prisas

He cerrado la puerta y he, sin prisas,
bajado uno a uno los peldaños
de la misma escalera hacia la calle,
hacia la misma calle, con el mismo naranjo ante el portal,
podrida y pobre.

Vivo en el mismo cuarto desde siempre.
Siempre bajo a beber al mismo bar.
Y no importa que muede, es así.
Si cambiara de cuarto, de escalera,
sólo habría cambiado de escalera,
de cuarto. El resto nunca muda, sigue
dentro de mi cabeza, como antes.

No sé qué hacer, adónde ir, ni cómo.
Llevo días pensando, obsesionado.

(De Rua dos douradores, ed. Rialp, Madrid, 2002)


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