Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 9 de noviembre de 2011

VICTOR MANUEL DOMÍNGUEZ CALVO [915]


VICTOR MANUEL DOMÍNGUEZ CALVO

(Coria del Río, SEVILLA 1969). Hijo de emigrantes, quizá esta circunstancia influye en su especial sensibilidad ante la vida y en la forma de concebir su poesía.

Pasa su niñez en Coria, donde vive en compañía de sus abuelos. Estudia el bachiller en el Instituto Rodrigo Caro de la localidad y pronto pasa a trabajar en la empresa familiar de pastelería industrial que en la actualidad dirige.

Su inquietud cultural y literaria le lleva a estudiar Filología Hispánica en la Universidad de Sevilla. Funda en unión de otros compañeros el colectivo “Surco”, grupo poético que en 1995 crea el certamen internacional de poesía “Surcos” que se convoca anualmente y en la actualidad va ya por la VII edición.

Ha participado en certámenes y encuentros poéticos, habiendo obtenido el “Segundo premio del I certamen de poesía “Ligur” de Puebla del Río (1996); finalista en el I certamen de Poesía “Andalucía Viva” (Puebla del Río 1997) y Premio de Poesía “Universidad de Sevilla” en su VII edición (2000) por su libro “Pronombres Personales”. Finalista en el certamen de poesía “Adonáis” (Madrid, 2003).       

Ha publicado:

-«Pronombres personales», [Editorial Universidad de Sevilla, 2001], [Editorial Palimpsesto 2.0, Sevilla 2013], [Editorial Ediciones del Movimiento, Maracaibo, Venezuela, 2015]

-"El vértigo del águila", [Editorial Palimpsesto, Sevilla, 2015]





...la poesia es un jardín
en alta mar
y a la deriva.

Nada sabe el que llega,
nadie pretende a solas
regresar.


TEORÍA DE LAS ORILLAS

El hombre abre las páginas de un río,
sus aguas lo contienen.
Sabe,
porque ha seguido el ritmo de sus versos,
las gotas de sus olas y verdades,
que cuando cierre el libro
las líneas de su mano
también se habrán cerrado como párpados.

Aquel hombre que observa
cómo su mano forma al fin un puño
preñado de palabras
ahora es dueño de un lago.



LA BELLEZA DEL MUNDO

Vivo para morir y amo la vida,
sobre mi tierra como boca sedienta.
Gloria Stolk

Nadie dijo a las aves que se podía volar,
que en sus alas vivía
la mirada del pájaro.

Pero está todo escrito en las leyes del mundo:
el previsible azar de la caída,
el planeo irresistible sobre seres y cosas,
la tierna mansedumbre de posarse en un nido
o la fiel libertad contra toda frontera.

Nadie explicó a las aves que se podía volar
pero las aves vuelan
y en su trayecto cuentan,
a todos los que rinden sus pasos a la tierra,
la belleza del mundo,
toda la luz que puede
desprender una lágrima.



1980... UNA FOTOGRAFÍA

No son secas semillas lo que el aire te trae,
ni lejanas partículas de un jardín extinguido.

Será más bien la sabia,
resina del olvido,
canción necesitada,
perdida entre las células de la fotografía
lo que ahora en justicia abrigas en tus dedos
con la delicadeza y la fragilidad
del que cree que el acero
se rompe fácilmente.

El niño que un día fuiste
te llama desde lejos
aún te reconoce y camina,
despacio,
como si fuera polen flotando en un abismo
por los falsos senderos
de la melancolía.



BANDERA PLEGADA

El hombre que me piensa apura medio vaso
de mi vaso vacío. El que me siente traza
esbozos infantiles al polvo de mis pasos.
Quien me adivina sabe
curarme las preguntas con heridas.

Qué importa ya
si cuanto más la miro
la noche es más oscura, más terrible.

Sobre la cama dejo el frío de mi chaqueta.
Me empurpuran la voz los nombres de mis hijas.
Qué importa ya el saber
que si abro una ventana oigo llorar mis sombras
y si mato mis sombras descubro una ventana.

Qué importa ya
si todo lo importante se ha perdido.
Volver a regresar sobre el regreso,
saber que hablar de mi es hablar de todos,

que nunca seré el mismo
después de este poema.




«Pronombres personales», de Víctor Manuel Domínguez Calvo, el verso de ardiente lozanía. 

Por Pedro Luis Ibáñez Lérida

Una obra que revalida su intemporalidad con la reedición, tras doce años desde la primera y única,  con la consecución del Premio de Poesía «Universidad de Sevilla», en el año 2001.
             
La palabra poética no tiene prisa. Es el vuelo inalcanzable lo que propicia esa hilazón de tiempo y luz incierta, pero singular y única, que la hace intemporal e inmarcesible. El inveterado signo que permanece intacto como el corazón dormido en el agua.  «En uno de los muchos estanques de los bosques que rodeaban la pequeña ciudad flotaba una hoja, una única hoja». Peter Handke posee especial apego por la escritura autobiográfica. En La noche del Morava  una barca varada es el punto de partida de un monólogo dramatizado con la perspicacia y aguda introspección que el autor austriaco -al margen de las connotaciones políticas que le rodearon años atrás- tiene la capacidad de insuflar. El tono de la obra desprende verdad y la voz en primera persona reverbera en el interior del lector como latido sereno y acompasado. La corriente del afluente serbio del Danubio que da nombre a la obra  mece  la barca que permanece ensimismada, mientras sus aguas prosiguen su destino circular. El mismo que emprende el personaje, un escritor que lleva diez años sin publicar. La barca le sirve de refugio, de hogar, de anclaje. Mientras los amigos a quienes invita a pasar una velada asisten a la descripción de su viaje por Europa, la travesía no cesa con la fabulación de la palabra que realza el poderoso influjo de la expresión onírica.
            
Pronombres personales -Editorial Palimpsesto 2.0. Colección de-Sastre. Prólogo de  Concha Caballero- nos reconcilia con la vida desde la visión asertiva, y no por ello dócil, de atender a la evocación no como pérdida. Más bien como aliento de futuro, como enseña de lo que fuimos pero, sobre todo, como aguerrido sentimiento de resistencia, con una dosis de aparente y sutil ironía.

«Y es que como no cambies / ahora que eres joven / mañana será tarde todo intento / de lavarle el estómago / a tu corazón». 

El apremio de los días nos reduce a ese sino de indubitable  decadencia, de erosión emocional y afectiva que es mar de desaliento, «por todas las esperas que asoman en un día». De ahí que reducirnos a pronombres condensa el concepto de hacer las veces de sustantivo. Es decir, ser de verdad, reducirnos a la esencia misma de nuestras contradicciones, pero también de nuestros sueños y frustraciones ante el inexorable paso del tiempo. 

«La vida se desata en cuerdas impensables, / aparecen caminos en un tiempo preciso / y es una tierra ignota lo que antes era el surco / de los años sabidos en el aprendizaje». 

Lo señalaba Pedro Salinas en su obra La voz a ti debida, «¡Qué alegría más alta: / vivir en los pronombres!». El sustrato de esta obra poética contiene sencillez, claridad y emoción. Aspectos irrenunciables de principio a fin que configuran un perfil poético auspiciado por la transparencia como celosía de lo que aún está por llegar -«Puedo sentirte siempre, no lo olvides»-; por la medida ajustada que, sin embargo, no duda en coquetear con gestos irreverentes en forma y fondo 

-«¡olvídate de los libros por un día / siempre nos queda la / bibliotecaria!»; y por el trémulo y apasionado decir del amor que exhala aliento vigoroso -«Amanece en tus piernas, / me mezclo con todo y ya no existo / ni sueño (…) Esta paz tan pacífica me asusta / y me incita / a despertarte».
          
Vestigio de lo que fuimos y presagio de lo que seremos asoman en esta hermosa obra, porque 

«Recordar es un falso / genocidio de ausencia», 

y, quizás, por eso «El río siempre acompaña a quien pasea a su lado. / En su orilla la sombra subasta sentimientos». La edición -limitada, numerada y autografiada por el propio autor- ha sido rescatada tras haber transcurrido doce años desde su primera y única edición, cuando le fue otorgado el primer premio de poesía «Universidad de Sevilla» en su VII edición. Retorna  con mayor ímpetu si cabe y sin notoriedades oportunistas, como manifiesta el propio autor, «Poemas éstos (del Pronombres…) que ni están corregidos, ni aumentados, sino tal cual vinieron a la luz en su primera edición». Reconocimiento a ese tiempo que fue sin necesidad de refrendo presente. Profunda excepcionalidad por el compromiso con su palabra y la distancia con otras maneras adocenadas.  La frescura de su acontecer lírico la dota de  especial simbología, al encontrarnos  el espacio poético actual abrumado por lo críptico. La intensidad de las imagenes que nos propone  el autor son de poderosa transferencia al  conceder al lector su ubicación en el itinerario  a través de la advocación en los pronombres. Ellos, Tú y Yo son las  tres partes en las que se divide la obra, complementado por un Epílogo.  En cada una de ellas el poeta advierte el tránsito del tiempo y la necesidad de ceñir su voz a la dimensión cotidiana. Las tres personas son una sola, pero concebidas desde el argumento poético de una triada que intercambia miradas entre sí. La otredad que se manifiesta en el desdoblamiento de nuestro mundo, junto al de los demás, que es el mismo: Ellos son Tú y Yo. El determinismo emocional y reflexivo genera los motivos a los que se alude para compendiar lo que somos: naúfragos que arribamos del proceloso mar a la orilla de la incertidumbre, 

«Y con dudas y a solas y en tu cuarto / has consentido / que salga este silencio del espejo, / que nuble con abismos la mañana, / que parezca ajena tu memoria, tu mirada».
        
Victor Manuel Domínguez Calvo nos brinda la oportunidad de renovar nuestra mirada sobre el paisaje emocional del ser humano. Equidistante de otras propuestas enrevesadas y tendentes a lo arcano, esta obra hace especial énfasis en la clarividencia de lo visible y la búsqueda confesable de lo que ansiamos. El amor se descubre como fuerza a la que se orienta y dedica el ineductable canto de belleza del que no puede ni quiere desasirse, comoél mismo se define, este «poeta ocasional».
Desde esta afirmación tan arriesgada -la banalidad suele atender al canto de las sirenas- como íntegra que reafirma su ideario y sentir poéticos alejado de artificios hueros, el vate coriano nos refiere bellísimos pasajes en los que el amor discute con la fugacidad del tiempo 

-«Los labios del silencio han besado la tarde / y aún como al principio entre tus brazos / mi espalda acuna el filo de tus uñas (…) Los labios del silencio han besado la tarde, / quizás hoy seamos sombras / de un idioma olvidado»-. 

Aunque no deja lugar a duda de su identidad lírica cuando manifiesta la categorización de su quehacer, en la apreciación y el asentimiento que concretara Mario Benedetti. «El verdadero artista es siempre comprometido», porque «La paz del poeta es falsa: / con él habitan / la espada y la pluma, / la piel y la palabra, / la tinta de unos puños que no aceptan / la injusticia de un mundo descarnado». Así se manifiesta de rotundo el que también es miembro fundador del Colectivo Surcos de Poesía.
        
El tiempo poético es otro. Su medida la dispone el silencio. Mientras tanto, fluye la memoria de los días, «Porque sólo el presente puede matar al tiempo» y es en ese imperfecto momento en el que nos hallamos con la reedición de Pronombres personales, que bien pudiera reconocerse en aquella hoja que flotaba y refiriera Peter Handke: «En uno de los muchos estanques de los bosques que rodeaban la pequeña ciudad flotaba una hoja, una única hoja».




MENSAJE EN UNA BOTELLA

Hunde tu casa en la orilla del mar
y con paciencia espera;
espera que tu pelo crezca como las algas
y que la salidulce esencia de la brisa
te envejezca la cara, la voz, los recovecos
donde duerme el veneno que pudre nuestros días.

Y una vez instalado
con la avidez del buitre que busca su carroña
elige tu botella,
abrázala en tus manos
-tentáculos de anémonas
cansadas de tocar
la piel enmudecida de las cosas,
los senos emergentes de la nada,
la intimidad más gris del artificio-.

Y la trampa consiste que, entre aullidos,
despacio tus dedos la descorchen
como si fuera fruto de lo auténtico
para llenar de agosto el corazón
de octubres invadido.

Pero recuerda
que este brebaje siempre es para dos,
que a solas
no es más que otro veneno
de la vida.

La poesía es un jardín
en alta mar
y a la deriva.

Nada sabe el que llega,
nadie pretende a solas
regresar.

“Pronombres personales”




VÍCTOR MANUEL DOMÍNGUEZ CALVO. EL VÉRTIGO DEL ÁGUILA
ED. PALIMPSESTO, 2.0. SEVILLA, 2015

Pedro Luis Ibáñez dice: ”Víctor Manuel Domínguez Calvo nos brinda la oportunidad de renovar nuestra mirada sobre el paisaje emocional del ser humano. Equidistante de otras propuestas enrevesadas y tendentes a lo arcano, esta obra hace especial énfasis en la clarividencia de lo visible y la búsqueda confesable de lo que ansiamos. El amor se descubre como fuerza a la que se orienta y dedica el ineluctable canto de belleza del que no puede ni quiere desasirse, como el mismo se define, este "poeta ocasional". Desde esta afirmación tan arriesgada -la banalidad suele atender al canto de las sirenas- como íntegra que reafirma su ideario y sentir poéticos alejado de artificios hueros, el vate coriano nos refiere bellísimos pasajes en los que el amor discute con la fugacidad del tiempo, 

"Los labios del silencio han besado la tarde / y aún como al principio entre tus brazos / mi espalda acuna el filo de tus uñas (...) Los labios del silencio han besado la tarde, / quizás hoy seamos sombras / de un idioma olvidado". 

Aunque no deja lugar a duda de su identidad lírica cuando manifiesta la categorización de su quehacer, en la apreciación y el asentimiento que concretara Mario Benedetti, "El verdadero artista es siempre comprometido", porque "La paz del poeta es falsa: / con él habitan / la espada y la pluma, / la piel y la palabra, / la tinta de unos puños que no aceptan / la injusticia de un mundo descarnado". Así se manifiesta de rotundo el que también es miembro fundador del Colectivo Surcos de Poesía.”

Noel Rivas  en el prólogo a "El vértigo del águila" dice:”La verdad es que el tema central de este libro está en la meditación sobre el poema mismo, en la eficacia, alcance y mezquindad que tiene el lenguaje poético para nombrar el mundo: 

“una sola palabra/ ese soplo de aire/ esa virtud primera de precisión volátil/ que arrasa y gime y canta y desordena/ todo orden constante en el vacío”. 

Y así cada poema se nos ofrece como una especie de idea poética, de imagen metafórica, de concepción trágica y zozobrante sobre el enigma de la poesía. ¿Con lo que dice el poema está dicho todo? ¿Siempre queda algo por decir? ¿Es la vida inexpresable en su totalidad? ¿El arcano de la existencia no está en la escritura sino en gozar o sufrir la experiencia inmediata y palpitante? ¿Si no podemos aprehender la esencia de la vida humana vale la pena cantar, escribir...? Con un lenguaje culto, exquisito y refinado, sin caer en tópicos manidos y recurrentes, ni en banalidades ideológicas de ocasión, nuestro querido poeta intenta, trata, busca cómo responder, estremecido e inquieto a esta serie de preguntas. Como el águila, ve el mundo desde arriba, con el vértigo que dan las alturas, pero con la valentía y el coraje suficiente para enfrentarse a la tarea de poner nombre de nuevo al universo, sus cosas y criaturas que lo pueblan.”
“El Vértigo del águila” es un excelente poemario en el  que Víctor Domínguez nos ofrece su particular mirada sobre el  mundo al igual que  la acerada visión del águila se cierne sobre el hondo paisaje yendo al fondo de la misma con  la acendrada virtud de su perspectiva. Y se cierne sobre el mundo poético con el afán de ordenación propio de los descubridores, hallando en la palabra el mundo  misterioso del poema con el que a la vez que  el encuentro con el mundo intenta acercarse a ese mundo siempre por descubrir del propio corazón.

Con cuatro partes: Invitación al vuelo, Los palacios de Ícaro, Manual de  cetrería y El vértigo del águila ,se abre con el poema “Alas solitarias “, que es toda una intención programática: 

“ La palabra es el vuelo de la ideas su trazo de sonido,/ la formas encarnada de su canto./…”que se hace realidad en Invitación al vuelo :”Coser/ con hilos de libertad/ las cicatrices del poema/…”  

Invitación que 

“Saca del centro de la piedra / su corazón de lava primigenia…/”. 

Los palacios de Ícaro son fundamentalmente los palacios que construye la memoria con los hitos del devenir del poeta.

”Aquí,/ la vida te devuelve a un viejo cauce:/ Tus ojos,/ el sur,/ la voz,/…”, porque  “Hay un tiempo clavado a sus herrajes,/…”. 

Manual de  cetrería es la labor de cercenar otro tiempo, de ver realizado el sueño en la palabra, pues 

“Has recogido el tiempo que labraste./” porque “…tienen el alma  pura los poetas.”

Mientras en  El vértigo del águila, dice que 

“…la astuta voz del tiempo/ me busca ensimismada y susurrante./”para contestarse que “Fue un tiempo de alas desplegadas/ cuando la vida ardía en el lenguaje,/…” y elevar la ofrenda: “… hoy te traigo,/ cortada a pluma, la carne transparente del poema./”.

Un bello poemario de un excelente poeta, que si ha dado todo por la poesía  y ha abierto los surcos donde ella germina, en esta obra se abre en carne sus propios surcos para desvelarnos la esencia poética que habita en él.

F.Basallote

DIQUE SECO

No solo el devenir
también la espera
y el sabor delirante del silencio,
esa etapa inflexible y anodina,
ese volver a ser
por seguir siendo.

Duele tu canto al fin,
duele tu cuerpo,
honda es la mano terca que te escribe,
lento el saber hacer sin detenerse,
virgen tu mente en blanco
y su desnudo.

Toda tu voluntad,
toda tu fiebre,
todo tu mecanismo inmaculado,
las reservas angostas, tus raíces,
esa fragua que helada
te alimenta.

Abres el lupanar,
vuelan las sombras,
acaricias tu credo irreverente
para volver a ser
lo que no has sido,
para sentir que a veces
sigues siendo.

“El vértigo del águila”



ARS MAGNA

Te encontraré en otoño
cuando enfermen las sombras
y la humedad invada los gerundios,
tus esperas,
y esas secas frases del verano
hayan hecho raíces
en los espejos cóncavos
de tus ensueños.



ARS MAGNA

Ti troverò in autunno
quando le ombre si ammaleranno
e l’umidità invaderà i gerundi,
le tue attese,
e quelle secche frasi estive
avranno messo radici
negli specchi concavi
delle tue insognazioni.

“El vértigo del águila”
Traducción de Paolo Silvestri



ALAS SOLITARIAS

La palabra es el vuelo de la idea,
su trazo de sonido,
la forma encarnada de su canto.

Si callas
las ideas se amontonan como clavos
que atraviesan tu voz en el silencio.

Y el silencio son aves que entrecruzan
insultantes los cielos del vacío
cuando nace el abismo de los miedos.

Y el miedo quizás sea
esa acuarela muda de arcoíris
dueña de los enjambres de la mente
cuando el pensar se abate por el vértigo.

¿Y el vértigo?



ALI SOLITARIE

La parola è il volo dell’idea
il suo segno nel suono
la forma incarnata del suo canto.

Se taci
le idee si accumulano come chiodi
che attraversano la tua voce nel silenzio.

Ed il silenzio sono uccelli che sfrecciano
insultanti i cieli del vuoto
quando nasce l’abisso dei timori.

Ed il timore forse è
quell’acquerello muto d’arcobaleno
padrone degli sciami della mente
quando il pensiero si abbatte per la vertigine.

E la vertigine?

“El vértigo del águila”
Traducción de Paolo Silvestri





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