José Luis García Clavero, nació en Castro del Río, pueblo de la Campiña Este-Guadajoz Provincia de Córdoba (España) bañado por el Guadajoz, en 1956. Estudió el Bachiller Elemental en el Instituto de Enseñanza Secundaria de su pueblo y más tarde, el Bachiller Superior, en la localidad cercana de Montilla. Es licenciado en Historia y diplomado en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid.
Tras aprobar las oposiciones en 1980 ha estado destinado en Institutos de Bilbao, en donde conoció durante dos años y de primera mano los mil vericuetos del tema vasco, Chiclana (Cádiz), Montilla y Córdoba – en el I.E.S. Maimónides - desde 1990.
Está casado y es padre de dos hijos, el menor de los cuales falleció hace tan sólo cuatro años.
Ha sido un buen lector de poesía y desde la adolescencia ha escrito poemas, aunque por asuntos y empresas familiares ha estado fuera o muy lejos de los círculos literarios. Se declara admirador e influenciado por la obra de grandes poetas: los hermanos Antonio y en menor medida, Manuel Machado, los escritores del veintisiete – Federico, Cernuda, Vicente Aleixandre, las generaciones posteriores a nuestra contienda civil en la obra de Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, Antonio Gamoneda, y un largo etcétera.
Y cómo no, la obra del grupo cordobés Cántico le parece de un valor extraordinario: Ricardo Molina, Juan Bernier, Vicente Núñez, Mario López… Llegó a conocer personalmente a dos de ellos, a Vicente cuando era director de la Biblioteca Pública de Aguilar, y a Juan en su doble vertiente, como poeta y arqueólogo. Recuerda las excursiones con él y otros profesores de su pueblo a Ategua y otros yacimientos: Torreparedones, Izcar etc. En aquellas primaveras y amaneceres de verano era un lujo desplazarse a estos enclaves. Allí también las bicicletas eran para el verano…
También tiene especial agradecimiento a un profesor y formidable poeta, Manuel Tomas Sigüenza. Durante su estancia en Castro supo formar alrededor de él a unos cuantos adolescentes sedientos del universo literario: ¡cuántas veces con Manolo ensayaron la obra Escuadrón para la muerte, de Alfonso Sastre!, ¡cuántas veces leyeron a Cernuda y a García Lorca! Allá en los años setenta y poco, en un pueblo cualquiera, se hablaba y se leía la obra de Cesare Pavese, Whitman, Kavafis y un largo etcétera.
Por tanto, los autores nacionales y los extranjeros -en especial los aludidos- y Oddiseus Elytis, Pasternak, Esenin, Mayakovski han gozado de su predilección, a pesar del estigma que pesa sobre la traducción en poesía.
Sus publicaciones han sido escasas. En su etapa gaditana colaboró en diversos números de la revista “Sancti Petri” del Ayuntamiento de Chiclana, y en la Revista Sal Marina editada por un grupo de autores. En Córdoba ha publicado poemas en la Revista Feria de Mayo, y en el número uno de Suspiro de Artemisa, en todas las publicaciones de los Institutos en donde ha estado como profesor y en publicaciones de su pueblo.
AVE FÉNIX. ©
Berlín, desnudo cielo tras el martirio,
cruce de caminos , gloria e infierno
en abrazo, sublime caja de Pandora
de la condición humana, terrible don
perecedero, imposible pesadilla,
mueca, herida, huella, extraña belleza,
espejismo, tras las fanfarrias triunfales,
la tragedia engarzada trabando tus pies.
Tu historia, la historia, grapada, cosida
en carne viva, muros de la derrota,
costurones, bajorrelieves de un siglo,
haz y envés, fuego y azufre, despojado
delirio en el vacío de millones de ojos,
franjas moradas de dolor: destrucción.
Berlín,la savia viva en el crudo invierno,
ave fénix en el corazón de Europa,
siempre habrá primavera tras noche negra;
urbe y desmesura, intensa sinfonía
placentera, días estivales que alumbran
de alegría la plenitud de las cuatro
estaciones; Avenida de los Tilos
donde el viento húmedo orea de topacios
y esperanza el estío; cuando tus ríos
cercanos trazan siluetas desvaídas
en las aguas violáceas, y los cuerpos
se liberan de ataduras, de hojarascas….
A un hombre íntegro
(Al cantaor E. Morente)
Fuiste soplo,
queja arcana
de la raza del bronce,
generoso derrame
del arte, sentimiento,
raíces, gallardía,
cristalino torrente,
limpio chorro de voz;
tu garganta, hondura
abisal y deleite,
agonía.
La vida, Enrique, es vuelo
de amor y muerte, arrebato
fiero, pellizco y duende,
manantial inagotable.
¡Que el agua fresca alivie
y no sellen jamás tus labios!
¡Que las lilas rocíen
ascuas y fuego al ocaso,
allá donde mora, desnuda
entre las nieves, tu alma!
CALLE CAIRUÁN.
(Al cantaor E. Morente)
Fuiste soplo,
queja arcana
de la raza del bronce,
generoso derrame
del arte, sentimiento,
raíces, gallardía,
cristalino torrente,
limpio chorro de voz;
tu garganta, hondura
abisal y deleite,
agonía.
La vida, Enrique, es vuelo
de amor y muerte, arrebato
fiero, pellizco y duende,
manantial inagotable.
¡Que el agua fresca alivie
y no sellen jamás tus labios!
¡Que las lilas rocíen
ascuas y fuego al ocaso,
allá donde mora, desnuda
entre las nieves, tu alma!
CALLE CAIRUÁN.
Desnuda luce
la luna desierta.
El arrabal y la medina
se funden en la noche evanescente;
tras las acequias
de la puerta de
Almodóvar
discurre la melodía cristalina
el rumor quedo y acuoso del agua…
Llegué a ti tras un naufragio
arrastrado por la marea
una tarde lejana y silenciosa
de noviembre. Fuiste
bálsamo para mis llagas
tibia morada
remanso de paz
soledad herida.
A espaldas de la ciudad
reencontré el amor
el desasosiego,
las turbulencias del tiempo
y sus volubles estaciones,
los fuertes aguaceros
y el estío,
la fragancia inquietante
de la melia
la fragilidad del jazmín
la picadura de la daga traicionera
el azote de un vendaval
cercenando
y arrebatando
en invierno cruel
mi propia sangre,
las acometidas del viento frío
el refugio de una flor
tu cáliz saciando
generoso
mis sedientos labios
en la moruna y recoleta
calleja.
EL ENCUENTRO
la luna desierta.
El arrabal y la medina
se funden en la noche evanescente;
tras las acequias
de la puerta de
Almodóvar
discurre la melodía cristalina
el rumor quedo y acuoso del agua…
Llegué a ti tras un naufragio
arrastrado por la marea
una tarde lejana y silenciosa
de noviembre. Fuiste
bálsamo para mis llagas
tibia morada
remanso de paz
soledad herida.
A espaldas de la ciudad
reencontré el amor
el desasosiego,
las turbulencias del tiempo
y sus volubles estaciones,
los fuertes aguaceros
y el estío,
la fragancia inquietante
de la melia
la fragilidad del jazmín
la picadura de la daga traicionera
el azote de un vendaval
cercenando
y arrebatando
en invierno cruel
mi propia sangre,
las acometidas del viento frío
el refugio de una flor
tu cáliz saciando
generoso
mis sedientos labios
en la moruna y recoleta
calleja.
EL ENCUENTRO
Córdoba
diadema de oro y esmeraldas
belleza altiva
e indolente
blanco jazmín
escarcha verde
talle de lirio
piel que estremece
en primavera.
Guadalquivir augusto
de perezosos y sutiles
meandros ,crecido ,
confiado, rotundo, pleno;
atrás dejaste el crudo invierno
orillando de arabescos
las violáceas
y cárdenas sierras
perfumando el aire con una brisa
ancestral.
Vago crepúsculo
que inunda la cadencia del agua
arquerías y noria solitaria
Puente Romano, molino de San Antonio
sotos de la Albolafia
de uno y mil requiebros
sois testigos
besos ansiosos
y frío alabastro
el ascua desnuda
de renuncias y entregas
abandono
y vértigo.
ATALAYA (de la Córdoba eterna)
diadema de oro y esmeraldas
belleza altiva
e indolente
blanco jazmín
escarcha verde
talle de lirio
piel que estremece
en primavera.
Guadalquivir augusto
de perezosos y sutiles
meandros ,crecido ,
confiado, rotundo, pleno;
atrás dejaste el crudo invierno
orillando de arabescos
las violáceas
y cárdenas sierras
perfumando el aire con una brisa
ancestral.
Vago crepúsculo
que inunda la cadencia del agua
arquerías y noria solitaria
Puente Romano, molino de San Antonio
sotos de la Albolafia
de uno y mil requiebros
sois testigos
besos ansiosos
y frío alabastro
el ascua desnuda
de renuncias y entregas
abandono
y vértigo.
ATALAYA (de la Córdoba eterna)
Pálidos y frágiles grises mezclan
la tenue pátina al despuntar el día,
briznas de aire abren
heridas manifiestas
desde el altozano celeste
sobre la altiva medina,
la flor de azahar embriaga de silencios
el caserío blanco
de la inabarcable Axerquía:
Colación de San Andrés,
palacio de Orive,
rosetón de San Lorenzo,
espadañas, alminares
y el tiempo suspendido.
Desde una magnífica atalaya
de nombre judío
el nuevo día alumbra
entreverado de sutiles
y confusas impresiones,
veteando dudas e incertidumbres,
orillando el vértigo de ser tanto
el peso de la historia.
Una niebla espesa vela mis ojos,
¿cautivos somos,
prisioneros en
tanta belleza?
¿O viento fresco, aire nuevo
en la Córdoba de siempre,
las ventanas abiertas?
la tenue pátina al despuntar el día,
briznas de aire abren
heridas manifiestas
desde el altozano celeste
sobre la altiva medina,
la flor de azahar embriaga de silencios
el caserío blanco
de la inabarcable Axerquía:
Colación de San Andrés,
palacio de Orive,
rosetón de San Lorenzo,
espadañas, alminares
y el tiempo suspendido.
Desde una magnífica atalaya
de nombre judío
el nuevo día alumbra
entreverado de sutiles
y confusas impresiones,
veteando dudas e incertidumbres,
orillando el vértigo de ser tanto
el peso de la historia.
Una niebla espesa vela mis ojos,
¿cautivos somos,
prisioneros en
tanta belleza?
¿O viento fresco, aire nuevo
en la Córdoba de siempre,
las ventanas abiertas?
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