José Luis Ruiz
Nació en Montefrío, comarca de los Montes Occidentales de Granada, en agosto de 1944. Allí pasó su infancia, aprendiendo las primeras letras hasta ir a Málaga a estudiar bachillerato, desde 1954 a 1960. Comenzó también algunos cursos de música. Se trasladó a Barcelona para iniciar estudios de Química, y una vez terminados ejerció profesionalmente en fábricas y laboratorios.
Los libros Editorial Carena de José Luis Ruiz:
-Una sombra, una ilusión
-Ida y vuelta a Nueva York
De Una sombra, una ilusión
Primero
Notre Père qui êtes aux cieux…
Avec les jolies filles…
Jacques Prévert Pater noster. PAROLES
Un rodal de visiones.
Tira la tierra de su peso humano,
saltan las piedras
y tiritan los corazones
revueltos de paisajes en los ojos.
Rodal de patuleas
que martiriza
a todos los creyentes.
La providencia nocturna
desaloja la soledad
y el mundo en su cabeza,
rebaña a los hombres amoldados…
¡Qué bonitas las cenizas
en el último esplendor
endomingado!
¡Jóvenes impolutos,
cuerpos percudidos!
Las piernas hablan
entre ellas, hijas del sueño,
extendidas en el suelo.
La pasión de las tardes
fija las horas vivas
y un revuelo de estrellas
bosteza entre los dedos.
Segundo
(La muchacha que tenía la sonrisa triste)
Todo el espacio
daba abrazos a sus labios
y la luz íntima
ponía hermosuras juveniles
en las retinas.
Retenía los aires
del cansancio y el gozo,
se mecía en su perfil de aura.
Se extendía un perfume
de bienestar
y penas perturbadas
en el pozo del alma.
(La muchacha que tenía la sonrisa triste)
Todo el espacio
daba abrazos a sus labios
y la luz íntima
ponía hermosuras juveniles
en las retinas.
Retenía los aires
del cansancio y el gozo,
se mecía en su perfil de aura.
Se extendía un perfume
de bienestar
y penas perturbadas
en el pozo del alma.
Tercero
Las aguas dejan su rastro en la ventana,
trasladan el brillo del mármol
hacia el otoño de los corazones
y el jardín
se recoge dentro de los sueños.
Se van las golondrinas
por las turbias cortinas del ocaso
y el pensamiento coge una aurora de nubes
dentro del llanto que cae en la copa de vino.
Toda la fiesta
inútil y viciada
por el mandato mentido
de las palabras.
Se derrama una sangre
tan ácida
como el cuchillo del tiempo.
Las aguas dejan su rastro en la ventana,
trasladan el brillo del mármol
hacia el otoño de los corazones
y el jardín
se recoge dentro de los sueños.
Se van las golondrinas
por las turbias cortinas del ocaso
y el pensamiento coge una aurora de nubes
dentro del llanto que cae en la copa de vino.
Toda la fiesta
inútil y viciada
por el mandato mentido
de las palabras.
Se derrama una sangre
tan ácida
como el cuchillo del tiempo.
Cuarto
(En la memoria del tiempo aquel con mi padre)
Con vino rojo.
Está llena la copa
y la espera reconforta la ansiedad,
el mundo brilla alrededor
con colores oscuros.
Corazón mío,
no te marches tan pronto.
De esta melancolía está hecha la marea
que se lleva todas las cosas
y el viento y la lluvia también.
Las flores cantan con un murmullo de aromas
que traspasa el alma y los años.
¿Se han abierto ya los pensamientos?
¿cuánto queda de nuestra amistad?
¿quién comprende estos tiempos
de oscuro corazón y sendero infernal?
Durante inciertos años
la vida y la pasión lidian
en sombras, sangre y sol.
Entremezclados para deshacerse
finalmente en un turbión
de muerte.
Y así pienso en ti,
para sentir que no puedo olvidarte.
Te debo una oración íntima junto a tu solitaria tumba
que está a más de mil kilómetros debajo de la mar,
Desde entonces no tengo a quien decir mi dolor.
¡Qué pena que no podamos encontrarnos
en un perfil del alma
donde podamos reconocernos!
Mi casa está llena de polvo,
mis cabellos son una luna plateada
que duele ausencias…
Anoche volví a ti en mis sueños
y te vi alegre, mirándome con ilusión.
Nos miramos en un silencio
apenas interrumpido por el corazón.
A mis entornos vuelves
siempre que recorro los barandales
de los recuerdos.
En aquellos parajes una noche de luna…
una colina de verdor como tú querías…
los pinos que sembraste…
el color paternal de aquellos días…
Eran tiempos de primavera y almendras.
Y de proyectos de alegría.
Dejemos los ensueños ya.
Dejemos los murmullos y cantemos.
¿En que época florecían las peonías
en el jardín de mamá?
¿sabrás donde encontrarnos este año que viene?
Despedida eterna.
http://www.ojosdepapel.com/Article.aspx?article=3931
(En la memoria del tiempo aquel con mi padre)
Con vino rojo.
Está llena la copa
y la espera reconforta la ansiedad,
el mundo brilla alrededor
con colores oscuros.
Corazón mío,
no te marches tan pronto.
De esta melancolía está hecha la marea
que se lleva todas las cosas
y el viento y la lluvia también.
Las flores cantan con un murmullo de aromas
que traspasa el alma y los años.
¿Se han abierto ya los pensamientos?
¿cuánto queda de nuestra amistad?
¿quién comprende estos tiempos
de oscuro corazón y sendero infernal?
Durante inciertos años
la vida y la pasión lidian
en sombras, sangre y sol.
Entremezclados para deshacerse
finalmente en un turbión
de muerte.
Y así pienso en ti,
para sentir que no puedo olvidarte.
Te debo una oración íntima junto a tu solitaria tumba
que está a más de mil kilómetros debajo de la mar,
Desde entonces no tengo a quien decir mi dolor.
¡Qué pena que no podamos encontrarnos
en un perfil del alma
donde podamos reconocernos!
Mi casa está llena de polvo,
mis cabellos son una luna plateada
que duele ausencias…
Anoche volví a ti en mis sueños
y te vi alegre, mirándome con ilusión.
Nos miramos en un silencio
apenas interrumpido por el corazón.
A mis entornos vuelves
siempre que recorro los barandales
de los recuerdos.
En aquellos parajes una noche de luna…
una colina de verdor como tú querías…
los pinos que sembraste…
el color paternal de aquellos días…
Eran tiempos de primavera y almendras.
Y de proyectos de alegría.
Dejemos los ensueños ya.
Dejemos los murmullos y cantemos.
¿En que época florecían las peonías
en el jardín de mamá?
¿sabrás donde encontrarnos este año que viene?
Despedida eterna.
http://www.ojosdepapel.com/Article.aspx?article=3931
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