Rosario Sabariego Gómez, Jaén, 13 de Febrero de 1980. Maestra en Educación Musical por la Universidad de Jaén. Obtuvo una Beca en el Departamento de Didáctica de la Expresión Musical Plástica y Corporal colaborando en la experiencia piloto para la implantación del ECTS (Sistema de Transferencia del Crédito Europeo). Amante de las letras desde edad temprana. En 2002 sus poemas se enjaularon en cristal para ser leídos en la sala del Colegio Oficial de Arquitectos de dicha provincia. Ha publicado poemas en la Decimosexta Edición de la Antología de la Nueva Poesía Hispanoamericana de Ediciones Lord Byron. Finalista del Primer Certamen Internacional de Poesía Social “Poetas Solidarios 2007” con su obra Cielos Dilatados. Poemas publicados en Revistas y Web literarias tales como Remolinos, Voces Nocturnas, Territorio de encuentros... Sus poemas en edición impresa puedes encontrarlos en "Te mandaré mi aliento"; tercer libro de la colección Versos sobre el Teclado 2006, "Más allá del Cristal"; cuarto libro de la colección Versos sobre el Teclado 2007, "No los levantó la nada"; segundo libro de la colección Poetas Solidarios 2008, ambos editado por la ACP (Asociación Cultural Poesía en la red) junto con publicaciones de otros poetas. “I Certamen de Poesía Social Poetas Solidarios 2007” editado por la ACP (Asociación Cultural Poesía en la red).
AGUA
Si tu camino es largo
y tu cántaro cae…
el agua responde.
La tierra es la pupila
que absorbe tu silencio.
Emana la verdad
de unos pies lasos.
Si tu pena es punzante;
ebria huella de una lágrima,
¡no calles!
Que el viento tiene la acústica
del cielo
y la velocidad de la luz...
La lluvia es la vitamina
que siembra tu cosecha.
Mas no llores,
rostro vencido,
que existen “nadies”
más allá de tu costado,
capaces de caminar
por donde tú ya has andado.
Que el viento tiene la acústica
del cielo
y la velocidad de la luz…
Y tu cántaro esparce la savia
que la sed de la esperanza
enjuaga en el silencio
de los “muchos”.
Si tu camino es largo
y tu cántaro cae…
el agua responde
TRES SÍLABAS
Una nube que estalla,
se aprieta en un montón de escombros de colores,
suscita de la nada,
almacena recuerdos,
incomprensiones…
Polvorea en el viento la incoherencia
de las alas que fallan…
Decepciones de tonos grises
que se funden en el agua.
Los susurros son suaves gemelos del aire,
se esconden en la sombra
para volar en la noche
y ahogar a corazones sonámbulos…
Pero el tiempo es el hermano
del que habla y del que calla,
aunque su vacilo sea rutinario,
las horas, al fin, lo atrapan.
MI VOZ
Quiero escuchar mi voz
para sentir mi vida,
estallar en carcajadas,
disfrazar el mar con sonrisas…
Jugar a volar cometas
por cielos dilatados
y recoger cada recuerdo,
sembrarlo y no olvidarlo.
Pero mi vida cesa.
Quiero ser un pirata
en juegos de niños
y no ser un esclavo
sin alma ni cuerpo.
Colorear familias en papel
y no borrar siluetas injustas.
Fabricar sueños deseables
y bailar al caer la tarde.
Pero mi vida cesa…
AMBAS
En la esquina de un susurro
las nostalgias balbucean
como sombras en cautiverio.
La visión perdida
se desenfoca
entre neblinas caducadas.
La chiquilla ya no llora…
Se perfilan de silencios
las noches obsoletas,
mas las lunas venideras
esconden el color que,
en su vestido,
la noche le ha robado.
Y la mujer llora.
Alas Rotas
¡Otoño seco que reciclas hojas de cristal!
Sólo soy el precipicio de una latente llama,
taciturna, muerta,
víctima del tiempo…
¿En qué ojos se ha clavado el recuerdo?
Tu luz se sacude en mi lecho.
Se retuerce el alma
como un demonio en desecho,
su débil equilibrio agoniza
en la esquina de mis vísceras….
Paulatinas horas que tropiezan con la luna,
esfera absurda de una roca muerta.
Ni sal, ni arena, ni olas, ni mar…
El instinto de un transeúnte desalmado
acecha en la puerta de mi piélago.
¡Invierno triste que estrenas lluvias de metal!
Sólo soy la constelación de una anoche amarga,
abatida, lánguida,
presa del viento…
¿En qué gotas se ha mezclado el silencio?
Tu rabia se apodera de mi pecho.
Se agrieta la estampa
como una tierra en deterioro,
su clara imagen declina
en la túnica de mi sombra…
Paulatinas horas que tropiezan con la luna,
esfera absurda de una roca muerta.
Ni sal, ni arena, ni olas, ni mar…
El instinto de un transeúnte desalmado
acecha en la puerta de mi piélago.
Cae
Genio fallido que aglutinas mi coraza,
susurro impalpable en la noche audaz,
deseos escondidos que yacen en cruel muelle
donde las almas aguardan estar, no más.
Sueltos los astros se despiden cada Luna
con lágrimas de silencios
y cadenas al pecho muerto.
Un nido de pájaros que se alimenta del viento,
Inútil melodía que suena al despertar.
No es la idea preconcebida
ni el sueño fatal.
Ni son las horas eternas
que se alimentan de mi soledad.
Guardo las caderas de mis brazos
en el rincón donde duerme el mar
y los brazos de mis huellas
se unen a la tierra con mi pisar.
Siento el frío que alcanza a mi sombra
el poema embotado que llora,
la cristalina capa que almuerza mis ojos
derretidos de infinitas mezclas.
Olores insípidos, malgastados,
desolados, amoratados, yertos,
espolvoreados en la angustia.
Se abren las puertas de la incomprensión,
vacías de sustancia blanca,
es negro el color de la ignorancia
y duele tanto no saber
y creer que todo fue real.
Pero hiere el silencio con la noche,
aturde los sentidos de mi rostro.
Cae el poema,
cae la flor…
mis labios caen
y se devoran los momentos.
Cae la lluvia, cae al mar,
cae la ola, cae al mar…
y caen las lágrimas
como cenizas de agua libre.
Somos
Somos el mismo ser bajo diferentes disfraces,
la misma ola bajo diferentes mares,
el mismo reflejo bajo diferentes espejos
y la misma huella bajo diferentes pies.
La palabra misma de tu voz… somos,
eclipsada en el espacio del Silencio.
Déjame
No me niegues el silencio,
sólo es soplo de mi alma.
No reclames ya mi cuerpo,
ya no existe ya no es nada.
Déjame quieta, callada.
Tu recuerdo es un espejo
de miradas
donde las alondras se asoman
y sólo toman frío cuerpo
en sus alas.
Déjame triste, muda.
Mi nostalgia es un valle
de susurros
que el viento empuja
hacia el olvido
sin ningún éxito.
No pretendo tu fama
ni tampoco tu gloria.
Déjame atada a tus sueños;
mañana serán ventanas
donde la mar se muestre
agotada…
tras el vaivén de sus
trenzadas olas.
Déjame sola, abrazada…
No me niegues el silencio,
sólo es soplo de mi alma.
Déjame.
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