Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013
sábado, 3 de septiembre de 2011
834.- FRANCISCO PÉREZ FERNÁNDEZ
FRANCISCO PÉREZ FERNÁNDEZ
La Guardia - Jaén - España 1953
Tras estudiar el bachillerato en Loja, Zafra y Don Benito, cursó estudios de magisterio en Jaén.
Actualmente ejerce como maestro de E.S.O. en el I:E.S. “Torreolvidada” de Torredelcampo.
Ha obtenido varios premios literarios entre ellos los siguientes:
Primer premio internacional de poesía Pedro Alonso Morgado de Palma del Condado
con el poemario titulado Siete sonetos de amor
Primer premio internacional Antero Jiménez de poesía, en su XV edición,
con el poemario titulado Blanca Sombra
Primer premio internacional Nuevos Poetas de Internet, en su primera edición
con el poemario titulado Insomnio 24
Ganador del I Certamen Internacional de Poesía Social Poetas Solidarios 2007
con el poemario Antártida
CASTRO
Rodeado de espías y matones,
con la cara más dura que alabastro,
estaba el comandante Fidel Castro,
repartiendo de Lenin bendiciones.
Y en vez de buenos quesos y jamones,
sólo a los persignados del catastro
olla exprés les regala, comicastro,
el rey de demagogos e histriones.
Entonces una negra, de la Habana
-que no temen a cárcel ni a tormento-,
mostrando con descaro la olla vana,
le dijo: "papasito", buen invento,
del mejor aluminio de los zares;
pero falta llenarlas de manjares.
DAVID SHARP
(Chomolungma)
Bajabas orgulloso de tu hazaña
pensando que vendrían, pobre ufano,
para decirte enhorabuena hermano…
Quien vino fue la dama y su guadaña.
Iluso, cuan más alta es la espadaña
más pequeña resulta al ojo humano
la campana que cuelga de su vano;
no hace el monte mejor nuestra calaña.
Cien ojos contemplaron tu agonía.
La diosa madre, corazón de hielo,
al fin te concedió morir de frío.
Con la altitud creció la hipocresía
y la gloria menguó cerca del cielo.
¡También al Everest llegó el hastío!
LA AVISPA ALFARERA
Esa avispa alfarera,
que con tesón trabaja
el barro, construyendo un bello nido,
ved cómo deposita unas arañas,
sedadas con veneno,
en esa hermosa ánfora;
así provee a sus crías de alimento
cuando a la vida nazcan.
Pero el hombre no aprende,
cuando esquilma los mares, cuando mata
a palos a las focas,
cuando vierte venenos en las aguas
e infecta los acuíferos
de nitratos de plata,
cuando quema los bosques
para tener madera más barata,
cuando busca petróleo
en el vientre de Alaska,
cuando al coche, que el aire contamina,
como un dios idolatra,
cuando aniquila insectos
que la flor polinizan de las plantas…
EFECTO INVERNADERO
Un día mataremos los delfines
y sembraremos piedras en los valles;
y focas de metal en los fiordos
para soñar glaciares extinguidos.
Seremos nieve extinta de sabana,
kilimanjaros dioses derretidos,
imprevisores mares desbordados
pidiéndole una prórroga a las nubes.
El cielo será espejo impertinente
y alfombrarán los bosques las espinas;
los cauces volverán a ser senderos
y el lodo, como el ámbar, adorado.
No habrá para el planeta moratoria;
de un Sol joven en plena adolescencia
los rayos que antes eran de alimento
ahora serán de muerte y exterminio.
Torres serán alfombras, y entre el humo
el oro buscarán pródigos hijos.
Quien era Dios ayer es hoy demonio
y el más fiel patriota es ahora apátrida.
No habrá para los ídolos caídos
más tumbas que la piedra asesinada,
más horcas que los olmos deshojados,
más cuerdas para el cuello que sus lágrimas.
POLO NORTE
Ya ha ardido la banquisa
que un camauro
de rojo y blanco virginal ponía
en la laguna azul del Ártico
(para la cuenta atrás solo diez años
los optimistas fijan a la Antártida);
y piden los hermanos amarillos
al clorocarbonado gas
perdón y moratoria.
Negra de hollín la estratosfera
del sol devuelve las saetas
al pez ultraviolado.
En las tierras del norte
los osos previsores ya no hibernan,
y cien mil salamandras
en mares clausurados
bajo el fango se inmolan
tratando que el oxígeno
de sus pulmones
retarde algún minuto la tragedia.
Mientras esculpen los Inuit
en jabón de esteatita
a Sedna y Amorak, sus ídolos,
un dios ozono precavido
de auroras boreales se hace cómplice
reservando en Laponia,
cuando todo se extinga,
un nuevo Edén para un más fiel primate.
NANA
Tu llanto silenció al de las hogueras
cuando -la carne al sazonar-, crepitan;
pensaste que era el ascua una cereza
y se durmió en la lumbre tu manita.
No llores niño mío, ea, ea,
que ya el dolor te quitan, ía, ía.
¡Cómo ibas a pensar que quien le diera,
sólo hace veintiséis meses, la vida,
que quien llenó tu mano de promesas,
sus dedos gangrenarse dejaría!
No llores niño mío, ea, ea,
que ya el dolor te quitan, ía, ía.
Y sanarán tu llanto, y pondrán cremas
en tu piel; volverá otra vez la risa
tus labios a habitar, pero esa pena,
cuando mires las manos circuncisas…;
No llores niño mío, ea, ea,
que ya el dolor te quitan, ía, ía.
y aunque escondas en la hemeroteca
-trece de abril-, tu propia historia escrita,
nadie podrá curar la otra gangrena
que morderá tu pecho mientras vivas.
No llores niño mío, ea, ea,
que ya el dolor te quitan, ía, ía.
ALMERÍA
¿Quién dijo que Almería es un desierto inhóspito,
en el oriente cálido de la Iberia racista,
a quien los dioses premian con un cielo candente
que hace perlas las frutas?
Almería,
si viniste a nacer en el Zapillo,
jugaste a las canicas
o usaste pantalón zurcido
por las calles barrosas del Puche y de la Chanca,
es un Oasis imposible
en mitad de la galaxia.
Almería es una plaza donde juegan las horas
a enamorar la prisa; un cósmico poema
escrito a cerbatana por Titán
antes de que la Tierra fuera átomo en el caos
o del seno solar protoplaneta.
Almería: pecado original
de fabricar sandías amarillas,
caquis sin amargura,
o tomates azules sin pepitas.
Almería, caricia endunecida,
sonoro restallar de opalescencias,
calmo silencio,nube pródiga,
mosto y castaña, plástico escarchado;
parra proscrita, rambla exhausta…;
y el higo en los barrancos encendido.
Almería es un gusano de hierro que en el mar
hinca sus fauces orovivas;
un aroma culpable en los cayucos
a las gachas con rape ya olvidadas.
Almería, cuaderno;
y su gente el poema.
AGUA
A veces, cuando hablas
con la voz anegada de cánticos y arrullos,
yo me acerco taimado
y te sello la boca con un beso,
tratando de beber
la esencia del mensaje en esos labios
frescos igual que sorbo en el cansancio.
Y al ver que nunca logro
saciar la sed con tus palabras
(porque imitan al ahogarse
el rumor homicida
de oscuros pozos de mi infancia),
prefiero amanecerte muda
-barredora sonámbula
de quejas y reproches-,
e imaginar elogios
igual que el niño consentido
que espera de la madre parabienes.
Pero tú nunca callas,
y colmas con tu esquila
las estancias
de desahuciadas voces
(porque eres como el agua de la acequia
que consuela a los sauces
o riñe a las acacias);
y en la espiral recóndita
del duro caracol de mis oídos
yo adoro la armonía
del círculo vicioso
de tu pecho ondulante,
tomando el aire justo
para la frase exacta;
y cada amanecer contigo afronto
la duda de inventarte en los silencios
o hallarte repetida en las palabras.
De Insomnio 24
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