JUAN BERBEL
Nació en 1907 en Las Pocicas, pedanía de Albox, Almería, y murió en el año 1977.
Tras las huellas de Juan Berbel
Fue uno de los grandes poetas almerienses del siglo XX pero su extrema humildad, su proverbial timidez y su absoluta entrega a la docencia le privaron de que su talento le colocara en el lugar que reclamaba, por derecho, su obra. Para reparar esta injusticia y dar a conocer su trabajo a nuevas generaciones, un grupo de periodistas, pintores y escritores del Almanzora prepara un libro que busca recuperar el patrimonio cultural de Juan Berbel, el maestro de Las Pocicas que se convirtió en el poeta del campo, de los niños y de las pequeñas cosas.
Juan José Ceba es el impulsor y coordinador del proyecto, que verá la luz en primavera bajo el nombre de ‘Nieve en flor. Álbum del Almanzora’. Será la mayor selección de sus poemas jamás editada, entre inéditos y obra publicada con anterioridad. Incluirá también más de ochenta canciones inéditas, una completa biografía y dibujos inspirados en sus poemas.
“Estamos trabajando muy a gusto porque hay una relación de afecto, cariño y admiración entre todas las personas que forman el equipo”, explica Ceba. Marta Rodríguez, redactora de la sección ‘Vivir’ de LA VOZ, traza el recorrido por la vida del albojense. “Será una biografía definitiva, viva, consultada con gente que le conoció. Además está buscando documentos que serán muy importantes para esta publicación”, detalla. Por su parte, José García Ibáñez trabaja en las ilustraciones. “Es un pintor menos conocido que su hermano pero de una sensibilidad poética extraordinaria que conecta muy bien con la poesía de Berbel”. Por último, Andrés García Ibáñez se encarga del diseño del volumen, un proyecto que ha sido respaldado desde sus inicios por la Mancomunidad de Municipios y el Instituto de Estudios del Valle del Almanzora (IEVA).
Un maestro extraordinario
Juan Berbel nació en 1907 en Las Pocicas, pedanía de Albox a medio camino entre el pueblo y el Santuario del Saliente. Era de una familia de agricultores muy humilde y le costó mucho llegar a estudiar. “Hizo Magisterio en la capital y su pasión por la enseñanza le duró toda la vida: fue un maestro extraordinario”, recuerda Juan José Ceba. Durante muchos años fue docente en Almanzora e inauguró el Centro Escolar ‘San Valentín’ en Almería, del que fue director hasta su jubilación, poco antes de su muerte, en el año 1977.
Su mujer, María, también era maestra y como nunca tuvieron descendencia se volcaron con sus alumnos. “Al igual que con su hermana menor, Jerónima Berbel, a la que querían de forma extraordinaria, como a una hija”.
Juan José Ceba destaca que la poesía del albojense es “exquisita, muy en contacto con el campo, con los niños, plena de sencillez y emociones”. Sin embargo, por su carácter, muy pocos sabían de esta faceta. “Muchos descubren que es poeta cuando se va de maestro del Almanzora: él no lo decía por timidez”, relata Marta Rodríguez, quien ha tenido acceso a los diarios que en cuadernos escolares escribió durante la década de los cincuenta. “Fue un hombre autodidacta, hecho a sí mismo. Leía muchísimo, iba al cine casi a diario, colaboraba con varias revistas. Me ha sorprendido su enorme bondad. Es rarísimo que hable mal de alguien, la puerta de su casa siempre estaba abierta a religiosas, intelectuales... Incluso llegó a prestar dinero, unas 10.000 pesetas de la época, que era mucho, a compañeros que atravesaban dificultades”, cuenta la periodista.
“Nos gustaría que la escuela de Las Pocicas llevara su nombre”
La huella de Juan Berbel en la provincia no hace justicia a su figura. “Su hermana, Jerónima, sí tiene una calle en la capital y en Albox la biblioteca lleva el nombre del poeta. También hay una ruta de senderismo que organizan las asociaciones Somos Albojenses y Amigos del Palacio del Almanzora que recorre los rincones de la comarca más vinculados a su vida”, apunta Juan José Ceba.
‘Nieve en flor. Álbum del Almanzora’ quiere ayudar a llenar este vacío. “En Las Pocicas se acaba de inaugurar este curso una escuela rural donde hay muy poquitos niños, la mayoría ingleses. Hablando con Domínica Navarro, hija de Juan ‘El Canija’, primo hermano de Berbel, comentamos que sería muy bonito que el centro llevara su nombre, ya que el único rastro en Las Pocicas es una placa con un poema dedicado a su tierra”, señala Marta Rodríguez.
Asimismo se busca crear una sala museo, en esa escuela o en otro lugar, donde mostrar algunos de los objetos personales que le acompañaron en su vida y obra. “Es esencial para recordarle, incluso para que la gente pueda seguir estudiándolo”, dice Ceba, quien subraya la vocación didáctica de la publicación. “Va dirigida a todos los lectores pero será un libro para poder trabajarlo en los colegios: hemos escogido cerca de cien poemas especialmente pensados para la infancia”.
Por Evaristo Martínez
Periodista
(La Voz de Almería)
Maestro
Vocación tempranera y siempre bien sentida,
esta de ser Maestro por amor entregado,
este ir alumbrando caminos por la vida,
ilusionadamente, de niños rodeado.
Poner alma de artista en la noble tarea,
con fuerza misionera y mano delicada;
saber irse quemando en aras de una idea,
saber seguir la estrella del bien entresoñada...
Sembrador sin pereza, poner en la besana
al par del rubio trigo semilla de amapolas;
estrenar alegría y fe cada mañana,
y en el trance difícil quedar con Dios a solas.
La poesía
Yo cogí a la Poesía de la mano, y la hice entrar en mi escuela.
Aquí -le dije- andarás como en tu propia casa. Nada te ha de faltar. Ni candela, pues un lucero arde siempre entre nosotros; ni flores -tú que tanto las amas-, ni corazón, ni un laúd de luna y de fe para tus canciones...
Y la hice entrar en mi escuela.
Y ya todo se llenó de su gracia sin palabras, de su celeste aliento creador...
Alguien, incomprensivo, murmuraba:
-¿Pero qué dicen a esto los poetas, desde sus . torres de marfil?.. Y los juglares, ¿qué hacen, cruzados de brazos?.. ¿Adónde vamos a parar?..
La vara
Hallé en la escuela una vara, recia y amarga, no sé si de baladre, como las que llevan los arrieros para tormento de sus pobres asnillos, y en una esquina del día la quemé, y eché al aire sus cenizas...
¡Así! ¿No había de poder más el amor?..
Con mansedumbre y caridad, con la tea encendida de mi desvelo, ¿no había de darse el milagro?...
... Eché al aire sus cenizas, y una alondra vino a cantar en mi mano.
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