Manuel Domínguez Senra ( Nombre literario: Manuel Senra).
Nacido en Arcos de la Frontera (Cádiz), vive en Sevilla desde hace ya bastantes años, en cuya prensa local ha colaborado ampliamente, así como en diversos talleres literarios.
Premios y publicaciones:
En poesía (publicaciones):
Autor de los poemarios “Presencia del amor” y “Oasis Prohibido”. Y “Antología personal”. Más dos poemarios inéditos listos para ser publicados.
En teatro infantil (publicaciones) “Dignipiritutifláutico” y “Lunáticos”.
(Premios)
Ganador -todos primeros premios- de Alhoja de Oro (Sevilla, 2006); La Bella Quetaria (Albacete, 2000); Juegos Florales de Sevilla (1997). Villa de Montefrío (2009). El 2º de Alfambra (Teruel 2007). Los 3º de Alcandora (Albacete, 2005); Semana Santa de Cádiz (Jerez, 1997); Cervera de los Montes (Toledo, 2007) y el Bustarviejo (Madrid, 1991). Finalista en Poesía Digital (2007 y 2008), así como varias menciones de honor, y seleccionado en distintas antologías.
Finalista del Premio Internacional de Poesía Miguel Ángel Pozanco (2008).
Finalista del certamen de poesía “Nicolás del Hierro” 2010.
En prosa:
Además de artículos de opinión en prensa, varios premios de relatos. Y en teatro, una obra representada. Y una de teatro infantil publicada.
RÍO
Es mi río de siempre
donde me baño todas las mañanas.
Donde mi piel se moja
con la piel de sus manos.
Es agua amiga, agua tibia y dulce.
No para bautizar. Ni para pez en sal
entre las olas.
Ni agua de playa de sonora arena,
donde comienza y muere el infinito.
El río -este río,
casi tan silencioso como el miedo-,
es agua que se escapa para siempre.
Agua
que otros no bañarán
cuando yo me haya ido.
¿ADÓNDE?
(La tristeza de verme
en un espejo roto)
Me suena este olivar y esos manzanos.
Y su olor me recuerda cercanía de otras veces. Pero
desconozco el paisaje.
E ignoro el sitio que bordea el camino.
Y no sé adónde voy.
Todavía recuerdo
la arena resbalando por la arena.
Y el canto de los pájaros,
tan familiar como mi propia voz.
Y no es que yo esté loco,
pero a veces la vida nos juega estas pasadas:
venimos de algún sitio,
y huimos sin saber a donde vamos.
I
Con el cielo en mis ojos
y la negrura cegándome el alma)
TUVE un instante en la cara la risa
y largos años los labios sin besos.
Fragua y carbón. Ascua de sangre nueva
puso mi risa cerca de las lágrimas:
aquella infancia sin apenas música
fue en cambio el nido en que guardé mis versos.
Llegó y se fue. Larga senda de pasos
-no los que ahora intento dar, aquellos
que antes di sin sentirlos siquiera-
rozaron peligrosas lindes ciertas.
Primero un día y luego diariamente
oliendo miedo y masticando llanto,
infiernos inventados, y cigüeñas
-con niños en el pico- procedentes
-decían- de París. Y todo un cuento.
TUVE un instante en la cara la risa
y largos años los labios sin besos.
Fragua y carbón. Ascua de sangre nueva
puso mi risa cerca de las lágrimas:
aquella infancia sin apenas música
fue en cambio el nido en que guardé mis versos.
Llegó y se fue. Larga senda de pasos
-no los que ahora intento dar, aquellos
que antes di sin sentirlos siquiera-
rozaron peligrosas lindes ciertas.
Primero un día y luego diariamente
oliendo miedo y masticando llanto,
infiernos inventados, y cigüeñas
-con niños en el pico- procedentes
-decían- de París. Y todo un cuento.
Con esponjosas lluvias en invierno
y las candelas ardiendo en agosto,
aquel infierno que -sin ser- pasaba
royendo diariamente mi conciencia.
Nido de espanto, el corazón huía
rumiando llantos que arrancaba miedos,
en tanto luces sin brillar temblaban
al otro lado de la cristalera.
(¿Hay más espacios donde no amanezca?)
De “Oasis prohibido”
EL POZO
(Una ciudad sin nadie es el destino
de quien todo lo tiene ya perdido)
Qué prodigio de luces resurgidas
de avenidas pintando resplandores.
Qué ingrávida existencia, no mineral.
emerge de las voces, de los pechos,
voces y pechos que no chillan, cantan.
Es la enfermiza sed que grita el agua:
la más cercana historia hiriente mía,
bella como un pasaje de la Biblia.
Pero cerca de mí -lejos de todo-
nace un ópalo rojo, refulgente,
que lo destrona mientras va cayendo.
Dos bocas funden besos en los labios
y pronto surge un adiós sin palabras.
Ay.
No todo viene dado
a la exacta medida del deseo.
NO UNA NOCHE CUALQUIERA
(Los ojos del silencio están despiertos)
En la encalmada noche,
el aire es una estatua de silencio.
Y hay hojas de perfume
colgando de las ramas de los vientos.
Un camino lunado me recuerda
esos días tranquilos
en que no pasa nada…
Noche de luna es noche de presagios.
De poemas y besos
en las hojas verdísimas de laurel perfumado.
La noche guarda en sombras
fiestas en risas y coplas en llantos.
Y los ojos,
esos felinos ojos de la noche.
Renacido ya el sol,
subía los escalones de la luz,
hasta el momento justo de su muerte…
La noche es otra cosa.
III
(Entró en mi cuerpo un duende
que envenenó mi sangre)
Ahora siento los pasos del tiempo
como si ayer siguiera siendo hoy.
Se acuesta el hombre, duerme y, al instante,
otro que ya lo habita
abandona su cuerpo, y se despierta.
Suenan las voces del insomnio, y siente
los tenebrosos dedos de la noche
tocando, muy despacio,
el respirar de una página en blanco.
Vuelve el sueño. Descansa. Resucita
y nace un hombre nuevo en su conciencia
que lo abraza y habita.
En cada amanecer renace el hombre
y, por la tarde, muere con la noche.
La noche pasa lenta, como el hambre,
y yo modulo el verso de mi sueño.
De “Oasis prohibido”
OLVIDO
No alquimista, poeta.
Mientras ella miraba distraída,
veía en su pupila un nuevo paraíso.
No quisiera quererla (aunque la quiero).
Mas si me amara un poco todavía,
todo sería suyo enteramente.
Tan cerca estoy de mí, y ella tan lejos:
tiempo que une y tiempo que se abraza
justo en el mismo tiempo que se separa.
Si tú preguntas, todos callan. Pero
hay gris oscuro en la palabra olvido.
De “Presencia del amor”
IV
(Fue la luz de mi vida
la improvisada crónica del alba)
Tiempo robado de guitarras rotas,
época infiel grabada en mi memoria.
Aunque en las cuerdas del violín no estaba,
ni sentí nunca su mano en mi mano
para que diera a mi sangre el viático.
Mas enseguida descubrí el engaño
que ahora destruyo demasiado tarde.
Si aquel ayer se ha convertido en hoy,
ya no tienen sentido los infiernos,
ni rescatar aquel tiempo robado.
Todo azahar del naranjal caído
sin tan siquiera oler su aroma blanco.
Pego mi oído a la mentira cierta
-escaso de caricias, apagados los labios…-
y veo nubes lloviendo mentiras,
un tiempo en que las mariposas eran
relámpagos de viento, espuma blanca,
alada flor, abril hecho concierto.
¡Qué corta eternidad, qué larga vida
de miedos y abnegados tiempo en llantos!
Gracias a que la infancia -la inventada-
me alzaba al cielo en su risa de aire.
Y desde entonces procuro que siempre
cada mañana me despierte el alba.
De “Oasis prohibido”
TODO EL AMOR (I)
¡Pero no importa! Gira el mundo y dame,
dame de tu amor, y muera yo en la ciencia
fútil, mientras besándote rodamos
por el espacio y una estrella de alza.
VICENTE ALEIXANDRE
Sigo buscando, siempre corriendo
los túneles oscuros de mi mente.
No sé vivir en mí, o estoy ausente…
No sé si en esa ausencia estoy muriendo.
Me despierto de nunca estar durmiendo:
los pensamientos matan mi consciente.
Pues vivo sin futuro y sin presente.
¡Es un morir este sufrir viviendo!
Me duele el largo tiempo de agonía.
¡Cúrame tú el dolor (tanta tardanza).
¡Cúrame, con tu amor, tan honda herida!
Aquel dolor, amor, no se me olvida.
¡Dos años largos llevo ya esperando!
¡Y te sigo queriendo todavía!.
¡Dos años largos llevo ya esperando!
¡Y te sigo queriendo todavía!.
De "Presencia del amor"
TODO EL AMOR (II)
De par en par he abierto la ventana,
pues el dardo de amor se me ha clavado,
Mi corazón, dormido, ha despertado
como despierta al sueño la campana.
De par en par he abierto la ventana,
pues el dardo de amor se me ha clavado,
Mi corazón, dormido, ha despertado
como despierta al sueño la campana.
Aquello de morir fue cosa vana,
pues con amor mi vida se ha salvado.
¡Ahora quiero reír lo que he llorado!
Entre el ayer y el hoy está el mañana.
¡En el hondón del alma tengo vida,
y siento un palpitar de corazones!
¡Brinca mi cuerpo de dulce alegría!
Siempre renace lo que no se olvida.
¡Noto el amor cantando mis canciones!
Dos corazones en el alma mía!
De “Presencia del amor”
II
¿QUÉ puede uno pensar cuando se piensa
lo que a los años le niegan los sueños?:
piedras cayendo en un estanque, y círculos
concéntricos se cierran al instante.
¿A qué pensar en más? Sólo la muerte
sabe esconder muy bien sus pensamientos.
Y pese a todo, hoy aún sigo buscando
el dulce paraíso de mi infancia.
De “Oasis prohibido”
VII
Sé bien que hay otros mundos en la Tierra,
en el bello país donde los niños
cantan, brincan o trepan la cucaña,
y montan en lo alto de una luz
o en escobas que hacen de caballo.
O navegando espacios infinitos...
Y abultados estómagos que sufren
la pedrada del hambre en la memoria.
Aquí, sin pan… ¿por qué sobran las armas?
¡Tanta agua en el mar sin que se beba!...
¡Ay, mata el hambre más que las espadas!
Y por la orilla de los ojos iban
las lágrimas gritando.
De “Oasis prohibido”
LLUVIA
AHORA llueve.
-Y ¿cuánta lluvia cae?
No cuento yo la lluvia:
ella me cuenta.
De “Oasis prohibido”
CHARCA SUCIA
La nostalgia es vivir sin recordar
de qué palabras fuimos inventados.
GIOVANNI QUESEP
EN una charca de basura y cieno,
¿ves cómo se refleja, en leve sombra,
un cielo casi muerto?
Ojalá alumbrara
no la estrella amarilla que parece
dormida entre la sombra.
Ojalá alumbrara enteramente,
y casi sin oírse
-lento blues en la noche-,
dejara entre mis manos
la muerte de la tarde.
¿Charca de espejo pestilente miro? (Malos
muy malos han de ser mis pensamientos).
LA PEQUEÑEZ DE LAS COSAS
(Ya no son alas las que a mí me vuelan)
Más cerrados los ojos de los años,
lo veo ahora todo más pequeño. Ayer
-hace más tiempo, si, hace más tiempo-
todo lo que veía era más grande,
como dos mares juntos,
como montes muy altos. Como el viento
(que ahora aquí es sólo aire).
Mas con los años
hasta el azul añil del mar se ha vuelto más celeste
-y más gris en invierno.
Y el estanque y el lago parecen más pequeños.
Las cosas abarcaban
el doble del espacio que hoy ocupan
Y todo parecía un universo.
Las olas de mi infancia
vuelan por mi memoria.
Y digo la verdad cuando me miro
y me veo más pequeño.
RECUENTO
Salir de un sueño y soñar despierto
es como ver el sol de madrugada
-perpetuo esclavo de la voz callada:
tragar arena y vomitar desierto-,
es querer descubrir lo descubierto,
sembrar la vida donde todo es nada,
tener por vivo lo que ya está muerto.
Al final, el ayer es el recuerdo
de ese tiempo pasado, de los sueños:
historia-fósil de una vida hermosa.
Es lo irreal la voz de un puro cuento:
imposible intentar los desempeños
cuando hasta ni la rosa es ya una rosa.
De “Oasis prohibido”
OSCURIDAD
(Nada se queda detrás del olvido)
Marchábamos despacio.
El viajero buscaba en mis ojos
al hombre que no iba en mi camisa.
Yo no le vi la cara.
La luna no asomaba hasta más tarde.
Con el paso más vivo,
las escasas palabras, salpicadas,
se iban quemando como hojas sueltas.
Los dichos infecundos,
el decir por decir, como dice la gente,.
se los tragó el silencio,
o los oídos sordos de la noche.
Yo no lo habría conocido nunca,
aunque lo hubiese visto veinte veces.
De “Presencia del amor”
PEQUEÑO PARAÍSO
Quedan atrás los que más se detienen:
los que siguen el vuelo de los pájaros.
Esos que esperan, esperan, esperan, esperan…
Esos que nunca acaban lo que empiezan;
o los que empiezan demasiado tarde.
Esos que, con la vida entre las manos,
buscan el paraíso de sus sueños.
Atrás se quedan los que nunca llegan,
o llegan ya con la puerta cerrada.
Los que se llevan la vida esperando
a que en invierno cante la cigarra.
Y los que esperan, esperan, esperan…
aun sabiendo que el tiempo no es de nadie.
De “Oasis prohibido”
LO QUE EL OLMO NO SABE
(Tan próximo al recuerdo y tan lejano
al mundo que buscabas)
Si tras un tiempo vuelves a tu casa,
¿verdad que sientes alegría cuando
los ojos del que cruzan te conocen,
y habla de un tiempo en que fue tu amigo?
Lo que no sabe el olmo, cuyas hojas
dejan volar cicatrices al viento.
Nada está aquí porque nace de pronto.
Las cosas son porque la luz las nombra.
De ”Oasis prohibido”
X
Menos mal que aún me queda el verde (poco)
de la dulce esperanza,
pues no hay lugar al sol donde no asome
el canto de los pájaros, el beso,
el amor y la muerte.
Vida y materia y, en mitad, ceniza.,
y la ceniza se la lleva el viento.
Sé bien que tanto tiempo me ha enseñado poco,
y ni siquiera me hizo mejor hombre.
Yo ya no soy aquel. ahora soy otro.
Aquel no era tan viejo.
De “Oasis prohibido”
y ni siquiera me hizo mejor hombre.
Yo ya no soy aquel. ahora soy otro.
Aquel no era tan viejo.
De “Oasis prohibido”
Es en verdad una pena verdad una pena que tan ingente obra, editada por FERNANDO SABIDO SÁNCHEZ, no haya podido seguir el mismo ritmo con que él la llevó. Gracias Fernando. Pero estés donde estés, siempre entenderé tu esfuerzo. Ese vivo esfuerzo de llegar a hacer tan difícil trabajo en tan escaso tiempo. Y que te agradecemos con infinito amor. MANUEL SENRA.
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