Tomás Rodríguez Rubí
Tomás Rodríguez y Díaz Rubí (Málaga, 1817 - Madrid, 1890) fue un dramaturgo y políco español.
Hijo de un comandante de artillería de la Milicia Nacional que fue perseguido varias veces por su liberalismo, quedó huérfano a los trece años y trabajó como escribiente en casas particulares y más tarde en el archivo del Conde de Montijo, que le protegió. Colaboró en el Semanario Pintoresco Español, en La Ortiga y en El Clamor, usando a veces el pseudónimo Jávora. Dirigió El Sur (1855-1856). Fue director del Teatro Español y académico de la lengua en 1860; ingresó con un discurso sobre "Excelencia, importancia y estado presente del teatro", en que sostenía que el teatro es a la vez copia y escuela de las costumbres sociales. Perteneció siempre al partido moderado. Diputado a Cortes, director general varias veces, desempeñó la cartera de Ultramar en el último gabinete de Isabel II y acompañó a la reina al exilio parisino en 1868. Allí trabajó por el triunfo de la Restauración y, cuando se produjo, fue nombrado intendente general en Filipinas y comisario regio en Cuba, donde fue administrador de la Aduana de La Habana en 1876. Su jubilación política fue el Consejo de Estado, en el que presidía la sección de Gobernación. Tuvo puesto vitalicio en el Senado.
Empezó imitando a Manuel Bretón de los Herreros y luego cultivó el drama histórico representando un Romanticismo de transición: Isabel de Castilla y Bandera Negra. En sus comedias presagia un costumbrismo más moderno que el de la primera mitad del siglo XIX. Hizo evolucionar el drama romántico hasta la comedia seria de ambientación histórica y sentido político. Fue también uno de los creadores de la alta comedia y perteneció a la Real Academia. Tuvo a su cargo la sección de Crítica de La Enciclopedia moderna. Diccionario universal de literatura, Ciencias, artes, agricultura, industria y comercio, primera gran enciclopedia española editada en Madrid por Francisco de Paula Mellado en entre 1851 y 1855 en treinta y cuatro volúmenes, adaptación de la francesa de Didot.
Con sus Poesías andaluzas (1841) inició la poesía regionalista, caracterizada por su fidelidad al habla popular y la presentación de tipos curiosos. Algunos de sus poemas son verdaderos cuadros costumbristas, como el titulado "La venta del jaco". No faltan tampoco las leyendas locales.
Obra
En Madrid se dio a conocer en el Liceo como poeta. En 1840 estrenó su primera obra dramática, Del mal, el menos. Ganó fama de ser muy rápido escribiendo libretos. Una vez se comprometió con el actor Julián Romea a entregarle una comedia en ocho días y cumplió su palabra. Además, La trenza de sus cabellos (1848) fue un éxito en los escenarios de Madrid e inauguró el género de la comedia sentimental-moral, tópica y superficial; al mismo género pertenece Borrascas del Corazón (1846), La escala de la vida (1857), sobre la penitencia que supone a los hijos atolondrados el tener hijos aun más atolondrados que ellos, y Fiarse del porvenir (1874), que dramatiza la necesidad entre los jóvenes de no embarcarse en nada sin tener un asidero previo. Son dramas Dos validos y castillos en el aire (1842), sobre Peñaranda y el padre Nithard; La rueda de la Fortuna (1843, segunda parte en 1875), respectivamente sobre el ascenso y caída del marqués de la Ensenada, ministro de Fernando VI; Bandera Negra (1844), ambientada en la turbulenta España de Felipe IV, Fortuna contra fortuna, La penitencia en el pecado, El arte de hacer fortuna (1845), comedia que ataca la inmoralidad del mundo de las finanzas, en orden a los cambios políticos que tienen consecuencias en especulaciones bolsísticas; tuvo continuación en El hombre feliz(1848). Se cree que se inspiró en el financiero José de Salamanca. La familia (1866) es un drama moralizador muy conservador y ¡El gran filón! (1874) critica a una sociedad convulsa por la corrupción política, donde domina el compadreo y el tráfico de influencias, la prevaricación y el chantaje; en Isabel La Católica (1844) se aborda como tema el fin de la Reconquista en España y el descubrimiento y colonización de América, y se inventa una trama amorosa entre la reina y el Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba. Comedia costumbrista es La venta de Cárdenas (1842).
Bibliografía
Ricardo Navas Ruiz, El romanticismo español, Madrid: Cátedra, 1982 (3.ª ed.).
Javier Huerta Calvo (dir.), Historia del teatro español. Madrid: Gredos, 2003, dos vols.
Biblioteca Virtual de Andalucía
Poesías andaluzas de Tomás Rodríguez Rubí - 3ª edición
Publicación: París A. Lefevre, editor y librero, 1853 (imprenta Dubuisson)
LA VISITA NOCTURNA
¡Várgame Dioz, esdichao!
¡En lo que vino á pará
tu cabeza! ¿Quién dirá
que eza es la e Paco el Zalao
al vela tan empina?
¿No mablaz ya, Pacorriyo ?
¿No zabes que hasta el Lucero,
tu valeroso tordiyo,
está ya como un cordero
y no come el probeziyo ?
¿No zabes que tu María
y laCurriya tu hermana
yorando están noche y día,
y man jurao esta mañana
que azi estarán toa su vía?
i Y no vez aquí á tu Anton
puesto elante e tuz espojos,
que al cumplí zu obligazion
la augustia e zu corazón
ze le zale por lo zojos?
Míralo bien, camará,
y zi ve tanto pená
esde eze palo no puéz
¡ay¡… jéchame una mirá
esde onde quiera que estéz.
Yo vengo á ve por la noche
tu chola, Paco, y no e dia,
porque temo que la mia
argun puscanó la ezmoche
pa jazerte compañía.
Si alguien aquí ze me encara
el trabuco es mi fortuna;
aquí la zombra mampara...
y pueo verte eza cara
con las lucez e la luna.
¡Paquiyo! ¿Jásia ónde estás?
Di, lumbrera e las lumbreraz,
¿ qué zan jecho tus tonás...
tus zalerozas playeras
no las oiremos ya mas ?
Ya no tendremos pendiente
el ánima e tus clamores;
ya á laz jas no echarás flores,
ni hayaremos un valiente
como tú entre los mejores.
Entre tos ya no tendremos
quien po nozotros responda;
ni hasañas junto jaremos,
ni juntoz á escape iremos
jásia las cuevas e Ronda.
¿ Y creerán ezos jurones
que no tenemos paziones
ni a nenguno enclinazion...
¿Pus qué, zeñó, los ladrones
no tenemos corason ?...
¿No zentimos nuestro mal
lo mezmito que caá cuál?
¿O penzais que no azpiramos
mas que á aqueyo que topamos
y á partilo por igual?
¡Ay !... vozotros los que eztais
en zocieá congregaos,
¿por qué cuando nos juzgáis
vuestra mano no yebais
al costal e los pecaos?
¿En él nenguno tenéis?
¿no oz ezcurrízteis jamás?
¿tan bien lo zojos ponéis....
¿ ó zolo con ellos veis
las culpas en loz emas?
¿No veiz que zomos jermanos?
Zi á tos los largos e manos
ze ajorcára... Voto á Bríos
que entonce, probes guzanos.,
oz ajorcaran á tos.
Porque vozotros pecáis
como un cualquiera jaría...
y aun con maz alevozía,
porque vozotros choráis
con mucha e la hiproquezia.
¡ Várgame Cristo
con la juzticia !
Zi eyoz sescurren
ez sin malicia
ez sin pensá.
¿Pues qué mas da,
gente zin freno,
quitá lo ageno
en un camino
ó en la ciudá?
¿ Y quién oz dió premizo
pa á lombre arrebátale azi la vía?
Ecime, ¿eze poztizo
poer pa dá mulé, quién os lo envía?
¿Quién, zino Dios monarca e sielo y tierra
que alienta á laz criaturas,
y al cabo las entierra,
podrá, zin zé profano,
meteze e zu misterio en la jonduras?
Vozotros, mizerables pecaores,
zois los que armásteis vuestra propia mano
y la nuestra tamien; porque zin tino
con eze zoberano
poer que oz regaláis,
en la pena igualáis
al libre montañez y al azezino.
¡ Paquiyo! ¿no ez la verdá?
contéztame, ¿no igo bien?
Esos pobretez ¿quién zon
pa manda noz den mulé?
Los que en los montez vivimoz
¿no emoz por ezo e comer?
¿no ha de ejarnos aquí el prójimo
ni aun lo que le zobra á él?
i No ! que nozotros marditoz
por ziempre zemos amen,
á la proste toz noz vemos
lo mesmo que tú te vez.
Pero escanza, Pacorriyo,
porque yo te vengaré,.,
zí, primero que me yegue
dacompañarte la vez.
Y estos caminoz y zierras
con zangre las regaré,
pa que zepan ezos mandríaz
que aunque á uno aprienten la nues
mal que lez peze, en la tierra
pa vengalo quean zien.
Y á los que pazen esde hoy
zin lástima esplumaré,
y todo lo que lez atrape
en un mez y en otro mez,
¡ ay ! en mizaz pa tu alma
á los frailes diñaré.
Zí, Paquiyo; y no taflijas
porque aquí zolo te vez,
pues cuando menos lo pienses
á acompañate vendré. —
LA VENTA DEL JACO
Zu mersé mire eza piesa. . .
¡este ez un bicho mu fiero!
¿y esta cola ? ¿ y la cabesa?
vamo... zi no tiene pero.
¿Pues y lo zojos?... ¡no ez na!...
zon senteyas..,¡no hay mas ver !..
miusté ; con eza mirá
está isiendo zu poer.
Y los piños ?... ¡ Jezucristo !
zon mas blancos que el marfin...
y en jamáz aquí za visto
un jaco con tanta clin.
¿Lo quié usté ve caminá?
lo mezmo zale que un taco...
¡Fe !.. ¡ Canina !.. ven acá...
encarámate en el jaco;
y yévalo recojío
hásia el camino e zan Roque...¡
Corto!,.. Canina, hijo mió...
y cudiao no te zesboque.
¿Lo veusté? ¡ Juy… qué pujansa!
es lo mejó que tenemos...
ni el mesmo viento lo alcansa...
¡Zi zon mucho aqueyos remos!
Ahora e mano cambió...
vea lusté... ¡qué gayardía!...
¡ Alabao zea el Zeñó,
que tales fortunas cria!
¡Canina !... ¡ para! al avío;
arrepare osté qué piel...
Vamo, zi quié usté ir zérvío
no hay mas que quearze con él.
¿ Que cuánto?... bien vale... azí
Dios ze olvie e mis pecaos,
lo mesmo que un maaveí...
zobre tresientos ducaos.
¡ Qué ha e ze mucho !... ¿no vusté
que eze potro ez una fiera?
¡Por zan Juan !—¿ Osté no ve
que ez e la casta e Valera?
Y que ze bebe los vientos,
y que los sielos escala...
vaya... vengan los dosientos
y pague osté la alcabala.
¡Ze acabó; no hay mas que hablá!
Zi osté ez el amo, on Jozé...
¡Luseriyo¡... ¡paza aya!...
¡Qué bicho ze yeva osté !!!...
¡Qué animal!... ¡vaya unas manos!..
que las jan pintao parese...
¡Jay!... ¡antez e zapartanos
éjeme usté que lo beze!
¡Lusero, mantente tiezo!.,.
Anda vete, probecico,
y toma mi último bezo...
¡Várgame Dios, qué jocico!
Zeñó on Jozé, no pueo má...
¡llévelo usté, por Jezú!...
que no lo güelva á mirá...
¡gástelo usté con zalú!
Canina... arrímate acá.
Ya lo ves, pazó el potriyo;
juerza el mojalo zerá ;
con que vamo al ventorriyo,
Güen golpe, ¿es verdá, chorré?
y en zeguro lo hemos dao…
¡Várgame Dios, lo que pué
con los jacoz el zalvao ;
y el güen hombre no ha alvertío...
¡zi ez esto una maraviya!,
que el peyejo está cosío
maz acá e la paletiya.
Ni que la clin, ni la cola,
ni los piños, zon verdá...
¡Canina! con mi parola
tó ze lo jize tragá,
¡ Jezucristo!.., ¡vaya un topo!...
no ze yeva mala ardiya...
¡Ja, ja!... Dios jaga que el jopo
ze le tenga hasta Zeviya.
Y pues que tantos ducaos
al fin nos valió el potriyo,
¡Chavó!... con nuestros pecaos
vámonoz al ventorriyo.
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