MANUEL BALMASEDA GONZÁLEZ
Nació en Écija (Sevilla), en 1857.
Por muchas circunstancias, este libro es excepcional y se erige en uno de los cancioneros que los aficionados al flamenco deben poseer en la seguridad de que lo leerán varias veces. La obra de este semianalfabeto nacido en Écija y criado en Sevilla, obrero de los ferrocarriles, llamado Manuel Balmaseda González, se editó el mismo año que la "Colección de cantes flamencos" anotados y recogidos por "Demófilo" (1881) y un año antes del célebre "Cantos populares españoles" recogidos por Francisco Rodríguez Marín. Hay que apostillar, además, que este es el primer cancionero de autor de toda la historia del Flamenco.
Dotado de una facilidad natural para escribir en coplas su triste vida, a través de esta obra podemos darnos cuenta rápidamente de las circunstancias sociales que rodearon su vida y la de los que como él vivieron en la más extrema de las pobrezas y hambrunas.
El libro recoge los siguientes apartados: "Polos y peteneras", "Jaleo y cantos de soledad", "Playeras o seguidillas gitanas", "Apéndice. Poesías flamencas" y "Significado de las voces caló-castellanas".
Edita: Zero
Ciudad: Madrid-1973
La vi enterraíta
con la mano fuera;
que como era tan desgraciaíta
le faltó la tierra.
las paredes de mi cuarto
lloran cuando a mí me ven
mira si lloro con pena,
que hago llorá a la pared;
Mis penitas son muy grandes
no las puedo resistí,
¡a voses llamo a la muerte
que ya me quiero morí;
Piedrecitas como loco
dicen que tiro yo por ti;
¡pero se han equivocao,
que tú las tiras por mí!
En el suelecito
yo me tenderé;
con las señales que mi cuerpo jaga
un joyo abriré.
Quien quiera bañarse en sangre
que venga a mí y me lo diga,
¡que mi corazón la llora,
de puro pasar fatiga!
En mi pechito hay un pozo,
te juro por mi salú,
no tengas mieo en decirme,
too lo que sepas tú.
En mi pechito hay un pozo,
yo creo no tiene fin,
que en lo que en se ha caío,
no lo he vuelto a ver salí.
En mi pechito hay un pozo,
y lo que en él cae se ajoga,
porque además que es jondito,
también le falta la soga.
Hay un posito en mi pecho,
y es muy grande en su jondura,
y lo que en él se cayere,
tiene allí su sepultura.
Era jondito y sin soga,
el pozo donde caí,
y por más voces que daba,
nadie me sacó de allí.
Mira que desgraciaíto,
que hasta por llorar lloré,
en el vientre de mi mare,
poco antes de nacer.
Cuando me parió mi mare,
al verme se echó a llorá,
y dijo: más desgraciao,
que este niño no lo habrá.
Dame la mano y verás,
lo que yo tengo en mi pecho,
tengo dos llagas abiertas,
que son las que tú me has jecho.
La reedición del cancionero de coplas de Balmaseda trae luz a un libro fundamental del flamenco
SANTIAGO BELAUSTEGUIGOITIA Sevilla
La reedición de Primer cancionero de coplas flamencas, de Manuel Balmaseda y González, supone una buena noticia para los amantes de este arte. Enrique Baltanás, profesor de Literatura Española en la Universidad de Sevilla, se ha encargado de la edición y prólogo de esta obra, que acaba de sacar a la calle Signatura. El Primer cancionero de coplas flamencas populares según el estilo de Andalucía -tal es su nombre completo- fue publicado por primera vez en 1881.
Baltanás recalca el valor de esta obra. 'Es un libro que permite ver el mundo ideológico y sentimental del flamenco en sus primeros pasos. Como si hiciéramos un corte en una excavación arqueológica. Los argumentos, los tonos, los temas...', explica el profesor.
Baltanás señala en el prólogo la importancia decisiva para el flamenco de 1881, el año de publicación de este libro. En 1881, aparecieron también Die Cantes flamencos, un estudio de Hugo Schuchardt fundamental para entender este arte, y la Colección de cantes flamencos, de Antonio Machado y Álvarez, Demófilo. 'Son libros distintos porque el de Demófilo es un cancionero anónimo; el de Schuchardt es un estudio muy científico; y el de Balmaseda es un cancionero de autor. Balmaseda es el primer poeta del flamenco en una línea por la que pasarán desde Manuel Machado hasta Caballero Bonald y Félix Grande', comenta Baltanás.
Balmaseda tuvo una biografía bastante desgraciada. Nacido en Écija en 1857, quedó huérfano de padre. Trabajó en Sevilla como 'limpiador de coches de los trenes de viajeros'. 'Era un hombre del pueblo, sin estudios. Era el bardo popular. Balmaseda llegó a publicar su cancionero porque resultó estimulado por un grupo de intelectuales. No queda muy claro si era totalmente analfabeto. Pero, al menos, sí era lo que hoy llamamos un analfabeto funcional', afirma el profesor. 'Balmaseda componía improvisando, de memoria... No es tan difícil. Porque hacer una cuarteta tampoco es hacer una oda. Hacía estrofas populares de cuatro versos', insiste.
El profesor considera su poesía de un patetismo tan exagerado que, a veces, lleva a la sonrisa. Con todo, 'de vez en cuando, hay alguna letra que todavía se deja leer'. 'Hay letras que siguen siendo válidas, que son bonitas y tienen poesía. Pero bastantes otras están lastradas por la nota excesivamente melodramática', concluye Baltanás.
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