Rosa María Nadal
(El Fargue, GRANADA 1947) quien a los 7 años abandonó su Fargue natal para pasar a residir en la calle Santa Bárbara de Granada y que convirtió el Paseo del Salón, primero, y la Avenida Cervantes, después, en sus escenarios más habituales.
También nos descubre su temprana vocación poética que le ha permitido codearse con la crème de la crème de la poesía granadina de las últimas décadas y eso que su profesión como funcionaria del Ministerio del Interior le llevarían a tierras onubenses y lojeñas, hasta regresar a la capital. También se autocalifica de "la poesía secreta", es decir, de los que escribían mucho pero luego lo rompía y asidua de los recitales en la Casa de América, Centro Artístico, Librería Paideia,...
Siempre ha conservado una enorme sensibilidad poética que le han llevado a publicar, pese a iniciar esta actividad superada la barrera de los 40, seis libros: "Entre el dolor y el éxtasis", "El parque de los sentimientos", "Tiempos que desemboca", "La huella del amor", "La otra cara de Adán" y "Rama de Luna", a los que ahora añade "La cárcel del mar" (Ed. Dauro).
Escritora prolífica su marido entendió que "era demasiado sensible para estar en un grupo tan idealista, muy distinto al de los poetas de ahora" por lo que le apartó de los círculos poéticos. No es balde la poesía sigue siendo para Rosa "una vida diferente" o también "otra forma de vida". Un conocido poeta granadino del que prefiere omitir su nombre le recomendó que en este mundo siempre trate de ser ella misma en tanto que explica que los cuatro pilares sobre los que construye este poemario son “el Amor, la Amistad, el Tiempo y la Belleza. Los mismos que sostienen la existencia de su autora”. Rosa se manifiesta, así mismo muy agradecida con José Manuel.
"La cárcel del mar" (Ed. Dauro).
Libro con casi 70 poemas, de ellos dos haikus compuestos “tras la aparición de las musas” que suelen visitarle paseando donde hay naturaleza”, también con la abundante lectura de poesías y libros en la sobremesa, suele llegarle el primer endecasílabo o heptasílabo que anteceden a todo lo demás. En referencia al título señala que está en relación con la dificultad de encerrar los sentimientos, o como dice su prologuista “la palabra nunca podrá estar encerrada, pues la voz como el mar, se escapa traspasando las barreras en busca de la esencia”. Rosa que no puede imaginarse el mundo sin poesía, pues está en todas partes, incluso en el alma de las personas y que a ella le ha servido para seguir adelante pese a las dureza de la pérdida temprana de su marido y de sus padres que fallecieron en poco intervalo de tiempo.
Para Rosa el hecho de que Granada sea la cuna de muchos e importantes poetas se debe a la herencia de García Lorca, Luis Rosales, Rafael Guillén, Ladrón de Guevara, Miguel Ruíz del Castillo, entre otros. Reconoce que lo más bonito que le han dicho de su poesía es que muchos se identifican con ella, “es más en algunos casos he visto como se le ponía el vello de punta”. Muy agradecida con todos los que han sido sus maestros y han estado con ella en los últimos años y especialmente a sus “amigos, esos pocos, los verdaderos los que siempre están en los momentos difíciles” a los cuales les dedica el libro que cuenta con una portada diseñada por Agata Lech y en la solapa una pintura de José Manuel Romero, al que agradece efusivamente su trabajo.
LUNA CRECIENTE
(...)
Es mi sombra, lo veo en otros ojos,
al cruzar un extraño oigo su voz
y lo respiro por los plataneros
del río cuando la luz de septiembre
es milagro entre las nubes oscuras
que se concentran en huelga de sed.
Se dice en Santa Rosa, centinela
de mis sueños, cuando al fin me evado
de quimeras, de grandes soledades.
Esta noche un rasguño, claro imán,
ilumina el paseo polvoriento.
Seguro que en su torre lo divisa,
de otra dimensión, de otro matiz. Mar
próximo que distancia.
Qué dolor
tanto vacío humano por la arena.
Existen otros mares. Quizás duelan mejor.
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