Alicia Choín Malagón
(Córdoba, 1975) desde pequeña sintió una gran obsesión por la lectura y la escritura. De este modo, se encerraba a leer y a escribir como si de una terapia se tratase. De adolescente obtuvo varios premios en concursos literarios para jóvenes. Fascinada por el mundo de las letras, se licenció en Traducción e interpretación, profesión a la que se dedica desde hace trece años. Cursó el último año de carrera en la Universidad de Miami donde participó activamente en talleres literarios de la universidad en lengua inglesa.
Hasta hace pocos años, escribía para ella misma en un acto de exorcizar las sombras y avivar las luces. Comenzó a participar en numerosos eventos literarios de la mano de la asociación Granada13artes de la que es miembro, y empujada por el calor y el ánimo de numerosos amigos, familiares y escritores, así como otras personas del mundo de la música y la cultura, se decidió por fin a desabrochar estas palabras en un libro de poemas.
Poemarios: Versos desabrochados (Ediciones Dauro, 2012)
El día que “tú” será otro
Pasará el tiempo.
Un día vendrás y te buscarás en mis versos.
Y cuando me preguntes: esto lo has escrito para mí, ¿verdad?
Te contestaré quizás triste, quizás contenta,
como haces tú,
que no, que no lo he escrito para ti.
Primero no te lo creerás y escuadriñarás cada letra
en busca de un recuerdo, de una historia reconocida.
Pero nada hablará de ti.
Eso sí; será auténtica poesía
- como ocurre ahora con tu nueva musa -
de esa belleza exultante que te escuece,
que duele tanto
porque no eres parte de ella.
Y no sabrás qué dolor es peor,
si imaginar mis dedos en su piel
o saber que ahora él
es el dueño de mi verbo.
Y querrás zarandear todo el poema, escupirle a la cara,
apartar a patadas los puntos, todas las palabras,
y acorralar contra tu espada y el papel
a ese “tú” que ya no eres “tú”,
arrancarle la tinta a tiras,
preguntarle en qué lugar se enamoró de mí,
y odiarás su acento y la forma en que se mueve libremente
por cada estrofa
como si estuviera en su casa, en tu casa;
mientras te mira burlón, desde arriba, henchido de gozo,
arropado por esos adjetivos de placer
que tampoco serán para ti.
Sentirás a las hordas de una legión de gusanos,
que una vez fueron mariposas,
devorar tus entrañas,
darles la vuelta y dejarlas tiradas
en una carretera desierta,
mientras se secan bajo
un sol de injusticia.
Y te acordarás de que alguien escribió
que el pasado es un lugar,
y querrás volver a él,
pero la vida circula en una dirección;
sin billete de ida y vuelta.
Bien sé lo que me digo.
OTOÑO DE MESA CAMILLA
Me acurruqué en una tarde de mesa camilla.
Bajo el faldón de nubes algodonadas
pasaba el calor de las últimas ascuas
con las que me mirabas.
Era otoño. ¿Lo recuerdas?
Los deseos caían a nuestros pies
junto a las otras hojas
en el boulevard de la avenida…
aquellas miradas, las manos cogidas…
y todas las cartas sobre la mesa.
No habías más viento
que el de tus susurros en mi oído
cuando me escribías secretos en el
tronco
y subías hasta la copa de mis cabellos.
Pero cogiste un camino.
El que te llevaba al invierno.
Tantas veces bebí de tus labios
que tengo un sueño:
La escarcha de tu boca se hace agua,
te asomas y ahí…
ahí sigue mi reflejo.
Versos desabrochados (Ediciones Dauro, 2012)
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