(*)
LUIS AGUILERA SUÁREZ
Poeta de Granada. SIGLO XIX
ACADEMIA CIENTÍFICA Y LITERARIA DEL LICEO DE GRANADA
INAUGURACIÓN DEL AÑO ACADÉMICO DE 1880.
Poema leído en el acto de inauguración por el poeta LUIS AGUILERA SUÁREZ
FRAGMENTO DE UN POEMA TITULADO LA CREACIÓN
PARTE SEGUNDA.
PRIMEROS MOMENTOS DEL DILUVIO.
El Dios tres veces santo, el Poderoso,
el Inmortal, el Fuerte,
el Arbitro glorioso
de la vida del hombre y de la muerte,
miró la humanidad en cruda guerra
y en brazos del orgullo adormecida,
placer libando en copas de amargura,
y la alfombra de musgos y de flores
y de frutos y aromas de la tierra,
por arroyos de sangre enrojecida;
y en atmósfera impura
recargada de sombras y de horrores,
vio los vicios flotar en el profundo
seno de las conciencias, y cegado
de las virtudes el raudal fecundo;
y en su trono de luz se alzó indignado.
Trocó en enojo el amoroso ambiente
que de su excelsa voluntad emana,
y abrió, en las olas de la mar rugiente,
sepulcro inmenso a la soberbia humana.
Con tinieblas cerró los horizontes;
hizo á su voz rugir los huracanes,
y los profundos senos de los montes
con la lava inflamó de los volcanes:
tembló el orbe á sus pies, de su inflexible
y soberana voluntad pendiente;
en honda oscuridad, en noche horrible,
hundió su roja frente
el sol esplendoroso;
el cielo, por las llamas desgarrado,
estalló con estruendo pavoroso,
y el rayo ardió, y en el instante mismo,
dejó al mundo aterrado
la explosión del inmenso cataclismo.
El ser grandioso cuyo acento airado
en mar de fuego las horrendas simas
abrió del hondo abismo;
que hizo brotar en abrasados climas,
como en zonas de escarchas y de hielos,
de la vida los gérmenes fecundos;
el que inflamó la antorcha de los cielos
y en los espacios arrojó los mundos;
con rayos y" explosiones espantosas,
cual Juez, á los mortales se anunciaba:
sobre carro de nubes tenebrosas,
con las veloces ruedas de los vientos
y enmedio de relámpagos, cruzaba
los inmensos espacios, y á su antojo
del huracán los ímpetus violentos
y el furor del occéano impulsaba:
su manto era de fuego, de su enojo
era la tempestad el ronco grito
y el mundo su carrera, y desprendía
de las cimas del monte fragoroso,
las gigantescas moles de granito,
y entera la creación se conmovía.
No era el Dios de bondad, no era el glorioso
manantial do salud, copiosa fuente
quo baña con raudales de clemencia
el valle del dolor; era el Eterno
con el rayo en la diestra omnipotente,
imperioso y terrible, como el dia
que al rebelde Luzbel lanzó al averno;
Dios de tanta grandeza, que podria
fundir el sol y calcinar el mundo
con el fuego no más de su mirada,
y del polvo crear, en un segundo,
mil mundos y volverlos á la nada.
A su imperiosa voz, los elementos,
entre sombras y horrores,
con espantosa confusión lucharon,
y fantasmas sangrientos
de destrucción y muerte precursores,
sobre el mundo sus alas desplegaron;
y alzáronse, cual ecos dolorosos
de la humana conciencia desprendidos,
del espacio en los senos misteriosos,
vagos y melancólicos gemidos;
y olas de fuego, ráfagas ardientes
que de las pardas nubes desgarraron
los vaporosos velos,
y espesa lluvia derramó á torrentes
la catarata inmensa de los cielos:
la mar, antes serena,
cubrió su espalda de flotantes brumas,
y traspasó sus límites de arena
y llevó por los campos sus espumas;
y hondos abismos, por enormes bocas,
fuego y piedras lanzaban;
y sus melenas de erizadas rocas,
las cimas de los montes agitaban:
y del rayo y del trueno á los fragores,
y del viento y del mar enfurecidos,
contestaron, con lúgubres clamores,
los brutos en las selvas escondidos,
los reptiles vagando en las praderas.
las aves en sus nidos,
y en sus antros y lóbregos cubiles
las serpientes y fieras:
y ovejas y corderos baladores
que aterrados dejaban sus rediles
sin escuchar la voz de los pastores;
y caballos fogosos
nacidos en los bosques, y manadas
de antílopes y ciervos, que pacían
al abrigo de espesas enramadas
y en frescos valles y en frondosos llanos,
en pavorosa dispersión huian
por los riscos lanzándose y quebradas:
y del profundo sueño en que yacían
del orgullo y del crimen, los humanos,
con horror despertando en sus hogares,
sintieron del volcan el estampido;
roncos bramando, con furor creciente,
sus turbias olas agitar los mares;
rugir el huracán embravecido;
el relámpago ardiente
de negras nubes desgarrar el seno;
silvar el rayo y retumbar el trueno.
Con choques espantosos,
ruinas sembrando y muertes, en confines
de valles deliciosos
y ricas vegas, sobre campo ameno
festonado de huertos y jardines,
donde hermosas ciudades descollaban
entre frutos y flores, de las cumbres
los peñascos rodaban;
y los gigantes arcos y techumbres
y los macizos muros vacilaban;
y al rudo empuje, al ímpetu violento
de la lluvia y del viento
y del o al furor se desplomaban.
Las llamas, el fragor, la noche oscura,
del mar y de los vientos los rugidos,
de seres sin ventura
lagos de sangre, miembros esparcidos,
y la sorpresa y confusión y el llanto
y los gritos de horror desgarradores,
de las escenas de dolor y espanto,
más y más recargaban los colores.
¡Cuan fútiles los triunfos, las riquezas
y los deleites fueron! ¡qué insensata
la vanidad del hombre! sus grandezas
se disiparon, como el polvo leve
que en su furor el ábrego arrebata;
y quedaron, en breve,
los campos, de cadáveres cubiertos,
convertidos en tristes soledades,
los verjeles en páramos desiertos
y en montones de ruinas las ciudades.
Incendios horrorosos
que las vastas y fértiles regiones
del mundo enrojecían,
devoraron inmensas poblaciones;
fundieron las coronas que ceñian
los grandes de la tierra, y apagaron
el fuego del amor en las miradas
de impúdicas mujeres;
y ecos de muerte y de dolor rodaron
por aquellas atmósferas cargadas
de vanidad, de orgullo y de placeres.
Las jóvenes livianas que, en desdoro
de su altivez, trocaron
sus galas y su encanto y su hermosura
y los perfumes de su amor, por oro;
los que en noche de insomne» y de locura
y entre aromas y ñores,
en lúbricos festines desplegaban
riquezas y esplendor deslumbradores;
los gigantes, los seres poderosos
que el mundo avasallaban
cual tiranos y déspotas odiosos;
los que en ansia de triunfos y de gloria
y de nombres preclaros,
lanzándose á los crímenes, llenaban
las páginas de sangre de la historia;
los sórdidos avaros
que tesoros inmensos apilaban
sin saciar su ambición; los que feroces
la hiél de las venganzas exprimían;
los que apuraban del amor los goces;
los que en el lecho del dolor gemían;
los niños, los ancianos;
en confuso tropel, todos huían.
Ni en los grandes peñascos que se alzaban
del mar en la ribera,
ni en las grutas del monte, ni en los llanos
de bosques espesísimos, hallaban,
ni en los pueblos seguro; donde quiera
el estrago y la muerte los seguían.
Errantes, sin consuelo,
desiertos y arrasados sus hogares,
en vano guarecerse pretendían
contra el furor del cielo,
las rudas explosiones de la tierra
y las violentas iras de los mares:
y valle y monte y sierra,
de innúmeras familias se poblaron;
mientras, en lecho funeral, millares
de seres desvalidos
entre las ruinas del hogar quedaron,
tal vez en los momentos
de amor y de esperanza y de locura,
por escenas de muerte sorprendidos,
y en las llamas, que ahogaron sus lamentos,
de pechos insensibles
ó de brazos amantes desprendidos.
Como en horas terribles
de duelo y de ansiedad y de congoja,
se agitan, en los mares procelosos,
los náufragos que arroja
la tempestad en brazos de la muerte,
y confunden sus ayes dolorosos
y sus gritos de horror, con los fragores
del recio temporal; no de otra suerte
en momentos de angustias y de horrores,
de luchas y catástrofes sangrientas,
cuando el mar y la tierra en sus furores
y el cielo la creación estremecían,
con el ronco fragor de las tormentas
y del viento y del mar con los rugidos,
los míseros humanos confundían
sus plegarias y llantos y gemidos:
y envueltos en sollozos, repetían,
en su extremo dolor, nombres queridos
las esposas y madres, que vagaban
despavoridas, locas,
y por las prendas de su amor lloraban,
buscando asilo en las quebradas rocas
y en los espesos bosques y malezas;
y en su azarosa dispersión, dejaban
padres, hijos, esposos,
y sus galas, sus joyas, sus riquezas,
y estancias y palacios suntuosos
con oro y jaspe y mármoles labrados,
á la muerte y las llamas entregados:
y la cárdena luz esplendorosa
de uno y otro relámpago, alumbraba
en la roca, en la selva, en la llanura
y en la cima del monte fragorosa,
por el rigor unidos de la suerte
con lazos de ternura,
sublimes grupos que el amor formaba
y aterradores cuadros que la muerte
con sus negros colores sombreaba:
y del dolor y espanto
y del pesar brotaban las espinas,
y horror y angustias y ansiedad y llanto,
en medio de cadáveres y ruinas.
LUÍS AGUILERA SUÁREZ
Á GRANADA EN MOMENTOS DE DOLOR,
POR LA PÉRDIDA DEL ESCLARECIDO VATE
Don Felipe Tournelle
SONETO
¡Noble ciudad! Monarcas poderosos,
épicas luchas y héroes vencedores,
te dieron esplendor, triunfos y honores,
y los genios sus lauros más gloriosos.
Tienen tus auras ritmos cadenciosos,
notas de amor tus pardos ruiseñores
y vives entre cármenes y flores
y cascadas y alcázares grandiosos.
Forma de inspiración, tú eres el hada
del arte, de la ciencia y la poesía;
y en fondo de grandezas reclinada,
lágrimas viertes... ¡Pobre ciudad mía!
Hoy cubre los recuerdos de Granada,
un velo de mortal melancolía.
LUÍS AGUILERA SUÁREZ
(*) Nos parece entrañablemente evocadora ésta vista de la Plaza del Campillo, en los primeros años de este siglo ,con los locales del Liceo instalados en el notable edificio del fondo, anexo al Teatro Cervantes y desaparecido el ser derribado éste ya en tiempos cercanos a los nuestros . El Liceo Artístico y Literario – que tal sociedad que aún subsiste en cercano emplazamiento, en el Campillo Bajo-, jugó un papal sobresaliente en la vida cultural granadina durante un siglo. Creado en 1839, sus veladas artísticas ,sus exposiciones sus justas literarias, sus conferencias y actuaciones , le granjearon un inmejorable prestigio en la ciudad. Con todo padeció diversas vicisitudes , estando incluso en trace de desaparecer , en 1888, al ser desalojado de su primera instalación en el Conveto de Santo Domingo , desposeído a los religiosos a raíz de la Desamortización. Fue poco menos que providencial la intervención de Luis Seco de Lucena, el influyente diretor El defensor de Granada , quién –a instancia de los desmoralizados liceístas con los muebles en la calle –, consigió formar una nueva directiva con personas del más alto relieve , al frente de la cual desempeñaba la presencia el Conde de las Infantas , quien se las arregló para lograr de la Diputación una ayuda de 1.500 pesetas anuales ,con la que la empobrecida sociedad pudo costear el alquiler de los salones altos del Teatro Cervantes .
En nuestro siglo, el edificio del Liceo que aquí vemos , con airosa fachada de abundantes huecos de graciosa arquería , imprimía sabor y carácter a ésta céntrico lugar granadino , con su bella fuente del mármol blanco y transparente , en puro estilo neoclásico., que todavía – menos mal. Conserva
El Licero y el Centro Artístico rivalizaron durante bastante tiempo en actividades culturales , gozoso el primero del buen éxito de su iniciativa de coronar a Zorrilla como primer poeta de España , El más inportante círculo social de la ciudad era el Casino principal- en el actual emplazamiento del Teatro Isabel la Católica –, destruido en un incendio durante la II República
Inmediatamente después , el Centro Artístico y el Liceo eran las sociedades culturales y recreativas más acreditadas.
En la parte alta de sus locales , el Liceo tenía un precioso teatro, con un aforo de casi doscientas butacas .En la planta , baja los salones de juego y de fiestas . En la Granada de los años 40/ 50, los torneos de billar , ajedrez y dominó del Liceo compitieron en concurrencia e, interés con los del Centro Artístico .Siempre el uno procurando no ser mejorado por el otro.
El grupo artistico del Liceo, organizado por el recordado Ramón Moreno , daba funciones los domingos y festivos , de cine a siete de la tarde ,con repertorio de la épocas : Muñoz Seca, los Quinteros Arniches , Allí empezó su carrera José Tamayo y allí actuaron o dirigieron Pablo López Manolo Gómez Sánchez –Reina , Pepe Sáchez ,Eduardo Piñar Emilio Prieto, Purita Martínez Gracita del Sacromonte – que entusiamó a la mismísima Carmen Amaya – y en verdad , todos los actores y actrices , cantantes y flamencos de la Granada de aquellos años en la que terraza y lo los salones del veterano y entrañable Liceo eran escenario de Fiestas y verbenas que fueron popularísimas .
http://nacidaenlapeza.blogspot.com.es/2014/01/la-plaza-del-campillo-el-liceo-y-el.html
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