Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

viernes, 25 de abril de 2014

1.960.- MANUEL PÉREZ CARRASCOSA


MANUEL PÉREZ CARRASCOSA

Manuel Pérez Carrascosa, el poeta del pueblo (Puente Genil, Córdoba)

Por Susana Pérez Bernad 

    
Al poeta Federico García Lorca, desde que se celebró el I Concurso de Cante Jondo* en Granada, andaba rondándole por la cabeza la fórmula estética de Manuel de Falla “de lo local a lo universal”. Con este sentir, el 7 de abril de 1924, el granadino comienza a escribir “El Romancero Gitano”.

En esa misma fecha, en el Cuartel de Las Cien Luces en Puente Genil, el Juez Municipal Fernando Cortés Gálvez va a leer un poema de Manuel Pérez Carrascosa “Las fiestas de mi pueblo”. Si Lorca hubiese tenido ocasión de leer estos versos sencillos, seguro que habrían sido de su agrado. Él hablaba así del cante jondo en sus conferencias: “Causa extrañeza y maravilla cómo el anónimo poeta del pueblo extracta en tres o cuatro versos toda la rara complejidad de los más altos momentos sentimentales de la vida del hombre”.

Manuel Pérez Carrascosa, el poeta del pueblo

Pérez Carrascosa no tiene el reconocimiento de otros poetas pontanenses como Manuel Reina, Ricardo Molina o Juan Rejano. Sin embargo, para muchos es un poeta meritorio, dueño de ese raro talento de contactar con el sentir del pueblo, tan apreciado por Lorca.

En la comida de Función de “Las Cien Luces”, se oyen por primera vez unos versos que el pueblo ha hecho suyos y pasan de padres a hijos o se recitan a los forasteros: “Pa ver prusesionej / güenaj y con grasia,/ vente, chache, conmigo a “La Puente” / pá Semana Santa…”. Conozcamos a su autor.

La obra poética de Manuel Pérez Carrascosa (Puente Genil)

Manuel Pérez Carrascosa era un artista bohemio que no se preocupó en vida por publicar su obra. Como apunta Manuel Medina, "durante su vida no dejó de hacer versos, sin pensar en aplausos, honores ni gloria; su pluma tenía el temple espiritual de la bohemia de su tiempo". De hecho, escribió muchas de sus composiciones en simples servilletas de bar, en papel de oficio de los Juzgados o en los folletos de cine que repartían en el Sebastián Linares.

Por eso, su obra completa se encuentra dispersa. Solo han llegado hasta nosotros los “Versos casi olvidados” y los poemas que José Arroyo Morillo recopiló con paciencia y publicó en el volumen VII de la Colección Anzur, en 1978. Medina alaba el trabajo de Morillo, su "labor terca, de búsqueda, archivo y selección" de los versos del poeta.

No obstante, nos consta que parte de su obra continúa inédita y en poder de algunos de sus amigos (permanentes u ocasionales), a los que sería oportuno solicitárselas a fin de darlas a conocer.

Biografía breve de Manuel Pérez Carrascosa

Nació en Puente Genil, el 14 de abril de 1892, a las cuatro y cuarto de la tarde, en la casa número 13 de la Cuesta Romero (la casa en la que después estuvo tantos años la Central de Teléfonos).

Era hijo de Manuel Pérez Rivas, profesor de Instrucción Primaria (natural de Puente Genil) y de Enriqueta Carrascosa Guerrero (natural de Sevilla).

Fueron sus abuelos paternos Manuel Pérez Cejas e Isabel Rivas Baena, naturales de Puente Genil. Y los maternos, Miguel Carrascosa Giménez, natural de Ucera (Soria) y Doña María del Valle Guerrero y Guerrero, natural de Écija (Sevilla).

Al pequeño Manuel lo bautizó Don Enrique Muñoz en la Parroquia de La Purificación de Puente Genil, un 18 de abril de 1892. Le pusieron los nombres de Manuel, Tiburcio, Valeriano del Sagrado Corazón de Jesús y de la Santísima Trinidad. Sus padrinos fueron Marcos Bajo Martínez y su hija Elisa Bajo y Daza. Actuaron de testigos Miguel Cáceres y Antonio Barcos.

Manuel hizo el Bachilllerato en el Instituto de Aguilar y Eslava de Cabra y la carrera de Leyes en la Universidad de Granada. Precisamente, es en su época de estudiante cuando se despierta su vocación poética, que lo acompañaría hasta momentos antes de su muerte.

Ejerció de abogado, con estudio abierto en Puente Genil. Prestó juramento ante el Juez de Primera Instancia e Instrucción de Aguilar de la Frontera, el día 15 de octubre de 1928. En alguna ocasión, ejerció como Juez suplente de Puente Genil. Es destacable también que prestó “magníficos” servicios como letrado asesor del Ayuntamiento de la Villa.

El poeta que escribía “¿Me caso o no me caso?” (“Oye bien que la razón/ es quien mejor te aconseja/ deja esa rutina vieja/ de la humana condición…") acabó por casarse el día 26 de un frío enero de 1963. A la edad de 70 años y en la misma Parroquia en la que lo bautizaron, contrajo matrimonio con Doña Mercedes Nieto Fuentes, de 52 años, natural de Sevilla. Los desposó el Reverendo Don Julián Sánchez, con licencia de Don Antonio Liébana Santiago, siendo testigos Manuel Muñoz Juárez y Manuel Reina de Porras.

Llevó una vida bohemia, no dando nunca valor a lo material lo que, casi al final de su vida, lo llevó a situaciones de extrema precariedad, pues vivía al día. Al crearse la Mutualidad de Previsión de la Abogacía, no causó alta en la misma, por lo que no devino en él el derecho a percibir la pensión de jubilación.

Unos abogados (a los que es de justicia nombrar: Pascual Crespo Chacón, Daría Giménez Ruiz-Matas, Manuel González Aguilar, Bartolomé Vargas Escobar, Fernando Sillero de la Rosa y Leonardo Velasco González) lograron que le fuera concedida una pensión graciable en marzo de 1972, lo que ayudó a nuestro poeta a vivir dignamente los últimos cinco años de su vida (murió el 11 de abril de 1977).

Anécdotas de Manuel Pérez Carrascosa

En una ocasión en que estaba el Juzgado en la Cuesta Borrego, tenía un juicio con un cliente huertano (en una época, tuvo mayoritariamente como clientes a hortelanos de la villa). Trató de informarlo sobre cómo contestar a las preguntas del Juez y del Fiscal. La escena tuvo lugar en el portal de la casa contigua. Como quiera que el cliente no aprendía con prontitud, tras varios intentos, optó por llevarlo a la Sala de Juicios. Con tan mala suerte que, al llegar, habían perdido el juicio por incomparecencia de una de las partes.

Sus compañeros de Los Apóstoles comentan sobre él que era “un ameno y gran conversador, dado su gran equipamento cultural. No era dado a la polémica, aunque no rendía fácilmente su opinión. Trataba de convencer y no de vencer a sus interlocutores”.

Tenía una habilidad especial para los trabajos manuales. Por ejemplo, con una cartulina de color negro y unas tijeras hacía en el acto una magnífica silueta de perfil de cualquier persona que posara para él un momento. También acostumbraba a cortar sus propios pantalones, para lo que tenía unos patrones especiales. Enrique Aguilar sonríe al recordar: “es de fácil recuerdo la altura a la que los sujetaba, con tirantes”.

Influencias en la obra poética de Manuel Pérez Carrascosa

José Arroyo Morillo detecta en la poesía de Pérez Carrascosa un fondo machadiano. En efecto, en los versos del pontanés hay un eco de la poesía de Antonio Machado, “exenta de metáforas brillantes, sonoridades hueras… y rica en formas métricas ahítas de sencillez y simpleza… versos desnudos, sobrios e impregnados de gravedad”.

Valgan estos versos de ejemplo: “Un pedazo de cielo y un pedazo de río,/ en la tierra parduzca, unos espinos secos,/ unos álamos blancos, cuyos troncos entecos/ se levantan desnudos retorcidos de frío…” (Cuadro de otoño).

El que fuera cronista de la Villa también encuentra en su obra influencias de Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, García Lorca, Gerardo Diego, Luis Cernuda y Vicente Aleixandre.

Pero lo mejor de Pérez Carrascosa quizá sean esos versos leídos por vez primera en el Cuartel de “Las Cien Luces”: 




“Yo no sé si m´habré yo explicao, 
yo no sé si la hijtoria ejtá clara. 
Maj lo dicho: pá ver prusesionej
güenaj y con grasia, 
vente, chache, conmigo a “La Puente” 
pá Semana Santa”.





Agradecimientos

Este artículo está basado una biografía breve que Enrique Aguilar regaló a mi padre, hermano del poeta.

* Una curiosidad: casualmente, el citado I Concurso de Cante Jondo (celebrado en la Plaza de Los Aljibes de la Alhambra) lo ganó Diego Bermúdez Cala, el "Tenazas", un moronense asentado en Puente Genil.

Bibliografía de Manuel Pérez Carrascosa (Puente Genil)

Arroyo Morillo, José (Comp.) (1978): "Toda la obra poética del pontanés Manuel Pérez Carrascosa". Colección “Anzur”, Vol. VII. Puente Genil.
Pérez Carrascosa, Manuel (1976): “Versos casi olvidados”.
Medina González, M.: "Magisterio de la poesía. Epílogo".







CORAZÓN; SI ERES DURO…..

Corazón; si eres duro, como el viejo castillo roquero
Que en la cumbre empinada levanta sus rotas almenas,
Funda Amor, cada día, con su llama tu costra de acero,
Como el sol enrojece su mole, las tardes serenas.

Corazón; si orgulloso olvidaste la ley de tu fuero
Y en los siete pecados mortales tu sangre envenenas,
Que el dolor, mientras vas en tu cárcel, sea tu carcelero
Y una pena, mayor cada instante, se sume a tus penas.

Corazón; como el viejo castillo que se alza sombrío
Te has de ver,- si eres duro y altivo;- aislado y vacio,
Sin más huésped, que el ave nocturna de tu propio encono..

Corazón, corazón que caminas:
No seas nunca castillo en ruinas,
Si no quieres morir de abandono.






SOY, QUIERO SER PONTANÉS

Puente Genil tierra hermosa
Gracia y sol de Andalucía
Todo el mundo te conoce
Por tu rango y simpatía
No hay nadie que te iguale
En belleza e hidalguía
Ni nadie que te iguale
En cariño y alegría.

De tus verdes olivares y
De tus membrillos de oro
Nacen el aceite y el dulce
Que son tu mayor tesoro
Torrentera de emociones
Tu bella Semana Santa
Que por amor y arte
La más singular de España.

Río Genil viejo y pardo
De caminar bullicioso
Eres fiel a nuestro pueblo
A su paso generoso
Pueblo de mi Nazareno
Orgulloso estoy de ti
Eres lo que más venero
Porque en tu tierra nací.

Soy, quiero ser pontanés
Manantero y humilde cristiano
Quiero darle un abrazo a la gente
Y ofrecerle la ayuda a mi hermano
Subir cantando a la ermita
Llorar ante mi Nazareno
Y pedirle perdón por mis culpas
Y pedirle perdón por mis culpas
Y rezar pa que el mundo sea bueno.
Laj fiejtaj de La Puente

Pá ver prusesionej
guenaj y con grasia
vente, chache, cormigo a “La Puente”
pa Semana Santa.

Yo que jui antaño
con chacha Tomasa
me queé pasmao, viendo aquellaj cosasj
como a loj mochuelos cuando se lej baila.

¡Qu’ej un pueblo mu majo aquel pueblo
y ej su gente las maj campechana;
loj mosoj, jormalej;
laj mosaj, toaj guapaj!

Dicen qu’en Sevilla son las prusesionej
entavia maj majaj
pa mi, qu’estoj dichoj son figurasionej
de cuatro aburriosj con sangre d’horchata;
por que vomoj a dar qu’en Sevilla
lleven toj loj santoj muchasj luminariaj,
y loj mantoj talmente de oro
y loj palioj talmente de plata
y maj abalorioj,
y maj filigranaj;
y tamien que se canten saetaj
por artijtaj que sepan cantaglaj
y en dijpuej qu’haiga toroj y baile
de que llega el domingo de pajcua;
pero no se derrama to er vino
qu’en ejtoj diaj se derrama,
ni te ejtaj con aquella alegría
y aquella bullanga,
juevej santo por la tarde,
viernej santo de mañana,
cuando espera el pueblo que pasen
loj romanoj, tocando dianaj,
con suj trajej de raso y de oro
y con suj ejcudos y suj alabadaj,
y suj cajcoj de blancoj penachoj
com`un bandurillo de palomaj blancaj
que volaran, inquietaj, juendo
de la chiquichanga.
¡Vaya juerga, chache!
toj le jasian parmaj
como cuando vimoj acá la comediaj
el verano que juimos a Málaga.

Y de to, lo qu´a mi maj me gujta
ej el priendimiento qu´hasen en la plasa,
seij u siete romanoj que prienden
a la virgen, crusando laj lansaj;
un cura, lej grita dende un barconsillo:

¡Dejagla pasar, dejagla, dejagla!
¡Qu´ej su madre buscando a su hijo!
¿No suj dá ya lájtima?
Y maj cosaj que ya no m´acuerdo
tamien dichaj con guenaj palabraj
que t´armaban un nuo aquí dentro
y te sartaban, asina, laj lagrimaj.

Elloj s´hasian sordoj hajta laj trej vesej,
Qu´hasta laj trej vesej no podian dejagla,
porque dicen qu´asin lo jisieron
cuando Dioj por er mundo s´andaba.

Luego están laj figuraj, que forman
una carrefila mu larga, mu larga…
con suj vejtimentaj bordaj por lo fino,
y con suj martirioj, cuasi toj de plata,
y con suj rojtrilloj, y con suj diademaj
y con suj pelucaj, y con suj sandaliaj,
y toj, calle arriba, mu tiesoj, tan tiesoj,
que manque son hombrej, te paesen ejtatuaj.

Endijpuej tamien cantan saetaj,
y´o m´acuerdo de doj qu´ampesaban;
–“Alondraj y ruiseñorej”—
–“La sangre pura brotaba”—

De que vide a Jesuj Nazareno,
qu´en “La Puente” ej el amo laj cargaj,
y a quien toj le desian “Er Terrible”
y a quien toj con fervor imploraban,
comensé a trasudar por la frente
y sentí en lo maj hondo del alma,
como si unoj martilloj mu juertej,
pum-ba, pum-ba, pum-ba me martillearan;
y jinqué mij roillaj en tierra;
y de mij sojoj saltaron laj lagrimaj,
y resé sin haber aprendio,
que pa Dioj no hasen farta palabraj;
quien no sabe resá con la boca
¡Resa con el arma!

yo no sé si m´habré ya explicao;
yo no sé si la hijtoria ejtá clara;
maj lo dicho; pá ver prusesionej
guenaj y con grasia,
vente, chache, cormigo a “La Puente”
pa Semana Santa.

Autor: Manuel Pérez Carrascosa



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