Antonio César Morón
Dramaturgo, poeta y ensayista
Antonio César Morón (Cádiar, Granada, 1978). Dramaturgo, poeta y ensayista. Doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Granada, en donde trabaja como profesor. Ha publicado recientemente un conjunto de cinco monólogos bajo el título de Monólogos con maniquí (Granada, Dauro, 2012) que comprende los siguientes títulos: Los hombres interrogan a la muerte, Amada azul, Lasciate ogni speranza, Herencia de la desidia y El pendejo electromagnético.
Se suma a esta producción un conjunto también de cinco obras agrupadas bajo el título de Estado antimateria. Pentarquía de dramaturgia cuántica (Melilla, Consejería de Educación / GEEPP Ediciones, 2011), que comprende los títulos Dámada, Renacimiento, Mariana Pineda, Lady Pichica y La Tata Macha.
Su producción se incrementa con dos trilogías de teatro, una de comedias, Retórica del sueño de poder (Melilla, Consejería de Educación / GEEPP Ediciones, 2011) que engloba los títulos Pitas Payas, Academia e Índice de siluetas, y otra de tragedias, El metal y la carne (Melilla, Consejería de Educación / GEEPP Ediciones, 2010) que engloba los títulos Aullido de títeres, Tránsito para un azar y Triángulo escaleno.
Ha publicado también obras de teatro sueltas como la comedia Siseos de venganza (Melilla, Consejería de Cultura, 2009) o la tragedia Eurídice (Melilla, Centro UNESCO de Melilla, 2011). Su doble vertiente de investigador y creador toma cuerpo en el libro titulado La dramaturgia cuántica. Teoría y práctica (Granada, Dauro, 2009), que recoge un ensayo en donde se exponen las bases teóricas de esta nueva técnica dramática ideada por el autor, además de una práctica dramática siguiendo dicho paradigma, que lleva por título Dámada.
En 2008 crea y dirige el Grupo de Teatro Universitario ACTÚA (más tarde integrado dentro del Aula de Artes Escénicas del Centro UNESCO de Melilla) y con el mismo dirige los montajes de Siseos de venganza (Facultad de Educación y Humanidades de Melilla, 2009), Tránsito para un azar (Facultad de Educación y Humanidades de Melilla y Facultad de Educación de Granada, 2010), Índice de siluetas (Palacio de Congresos de Melilla, 2011) y Dámada (Palacio de Congresos de Melilla, 2012).
Como investigador y teórico del teatro ha publicado, además del ya citado ensayo de La dramaturgia cuántica. Teoría y práctica (Granada, Dauro, 2009), Teatro y sentido. La interpretación frente a sus límites (Granada, Dauro, 2007), La escena y las palabras. Ensayos de teatro y dramaturgia (Granada, Zumaya, 2010), y la que fue su tesis doctoral José Martín Recuerda en la escena española (Granada, Universidad de Granada, 2007). Dentro de su producción poética destaca la obra Fragor de incertidumbre (Granada, Port-Royal, 2009). Y como investigador acerca de la poesía contemporánea española cabe citar su libro El Grupo Ánade de poesía (Granada, Port-Royal, 2011 y Granada, Dauro, 2006).
SOLILOQUIO DEL POETA EN LA NEW YORK PUBLIC LIBRARY
Se gastó mi ilusión. Yo que tanta tenía
la perdí en unos ojos de indefinible mar.
Irresponsablemente fabriqué mi agonía
cuando más feliz era; y aun pudiendo alcanzar
parnasos literarios y alejarme del mundo,
mi cuerpo sigue anclado a un recuerdo de plomo
sin más alternativa que un llanto muy profundo
ahogado en pensamientos. No sé si vino como
un contagio de auroras por hilo telefónico,
una sangre acorchada revestida de gris,
o fue solo una lágrima que en su acento más tónico
rodaba entre mis pasos deshojados de lis.
La amé como una idea cargada de materia.
Podría haberla amado con hambre de volcán.
Pero un dato rebelde me mostró la miseria
de elevar una idea robada al alquitrán.
Su risa era un perfume de sonidos volátiles.
Su voz una sentencia contagiada de amor.
Su llanto una tormenta de nenúfar y dátiles
que a toda incertidumbre bañaba en su licor.
Pero luego el silencio visitaba mi frente.
Tocaba mis pupilas haciéndolas metal
para trazar un rostro de signo intermitente
con triste olor a fango y venas de animal.
Llegó una nube negra que tejía mi aurora.
Nunca tuve una herida tan trágica y tan firme
absorbiendo delirios de experiencia motora,
paralizando el ánimo hasta desasistirme.
Llevo sobre mis labios un postre de caverna.
Me lame una rutina de piel de acordeón.
Y hacia tus ojos vuelvo, con mi tristeza eterna,
unos versos mojados en ánimo de clon.
Lo que pudo haber sido se quedó en esos versos.
Somos solo reflejo de una materia azul
que erigiéndose diosa de nuestros universos,
al ritmo de su estética, nos hundió en su baúl.
Es muy tarde. Deseo que no comience el día.
Me bastan unas sombras para sentir mi piel.
Aquí descansaré, en mi melancolía
y en cuartos alquilados y en navajas de hotel.
El tiempo se detiene. La suerte ya es ninguna.
Hay dos estalactitas que mis lágrimas riegan.
Tus ojos que eran mar se volvieron laguna.
Navego hacia una tierra donde sueños no llegan.
Donde no llegan sueños porque no llega luz.
Así no podré verte en tierra tan oscura.
Será como un refugio que del amor marfuz
defiende al triste amante como una sepultura.
Acaso el llanto frío un mármol desvanece.
Mutilé tu recuerdo rompiéndome a mí mismo.
Ya no queda materia. Todo desaparece.
Las palabras no pueden describir el abismo.
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