José Luis González (ONOFRE ROJANO para el mundo literario),
Nació en Sevilla. Fundador en 1977, con otros poetas, del "Grupo Poético Barro". Codirector de la Colección "Vasija" de Poesía, editada por "Barro", desde 1978. Entre su obra poética: Las horas caídas, Gentes del sur, Poemas para llorar desde la oficina, Del verde al hombre, Canto a nadie, Memoria de la ausencia, Amordazada luz, El tiempo imaginado, Venustus, De quien persigue alacranes, Vegetal silencio, Juego para solitarios y Flash de la memoria.
NARANJA
Ahora que la tarde redonda se rompe por los bordes,
se sostiene o deshace por sí misma
en gajos furtivos de naranjas;
ahora, oh tiempo,
acércate a mis manos posadas en las hojas,
bajo este olivo en ojos de horizonte.
Ahora tú y yo
- junto a la luz de nunca -
tendidos en la tarde que estalla sus vocablos,
sobre la inmensa piel de la pendiente historia.
Ahora que la edad sabe a mañana:
abierto está otra vez el corazón para la vida.
*(De "Y el Mar Únicamente", 1985).
LAS CLAVES DE LAS SOMBRAS
Ausente estás de mí, pero nunca ignorado.
Callada está la tarde cuando asciendo sin ti
por los atardeceres de las espadañas.
Ausente estás aún, pero pronto la nieve
me acercará susurros, espacios siderales
de nuestro desencuentro. La tarde, sí, la tarde
que llega a cumplirnos con espigas sagradas
y sedientas, pondrá nombres y faros
en esta antigua gruta de mi estirpe
por tanta soledad que me envejece.
Vivamos hoy esta brisa, tan temprana
como el alba de agosto. Esta tarde que
a gritos nos ofrece de par en par las claves
de las sombras, cripta o cenital fluorescente
en la corta distancia de los días,
sabiendo que la muerte nos acecha
las luces que pisamos.
Porque siempre la tarde nos destruye y aplasta
como el pájaro ciego al borde de los cráteres.
Pero también
la tarde nos dispone su sonrisa y sus brazos,
y tal vez su serpiente, enroscada en el sol
con anillos brillantes.
Acércame tu pecho de árbol esplendoroso
y dime cuánta sangre nos queda para el tiempo.
Hagamos hoy el sexo plenamente furiosos
lo mismo que un soberbio seísmo de los astros,
hallemos las posturas que encajen nuestros cuerpos
como un puzle de oro. Los labios por la piel
y los ojos en la noche a la luz de tus ondas.
La tarde se ha escondido y nosotros huimos
en su boca celeste,
buscando la palabra o los gestos que nos hagan
inmortales. Derrámate en mis manos
y levanta mis párpados como dos catedrales
de piedras perdurables
sobre este lecho inmenso de la tarde sin puertas,
de sábanas azules igual que el horizonte;
porque la noche rompe, a nuestras espaldas plenas,
relojes del ocaso.
Vivamos esta tarde inmóvil en el paisaje,
desnuda y relajada como un vaso de aceite.
Apuremos este instante encendido
y perfecto, que nunca más
volverá a entreabrirnos los labios y mordernos
la lengua en un bocado frágil.
La tarde hoy no es tarde, sino toda la vida.
Atareado
Siempre he tenido tantas
cosas que hacer,
tan ocupado estaba en los afanes del mundo,
que no he vivido el dolor
con el suficiente sosiego.
(Lo he tragado de golpe,
como una medicina amarga al paladar).
Y he distraído la espada de los hechos
con multitud de pliegues y hojarascas;
tanto,
que no aprendí en su momento,
–a raíz de la noche– la lección
que, de las lágrimas, me daba
cada oscuro de invierno mi interior.
Hoy daña la luz su vieja cicatriz
abovedada.
CALLE JÚPITER
Cuando yo era joven y amaba como un niño
me crecían bengalas en las manos,
encendidas palomas en los ojos
por un rumor de voces
que vertían en el aire agridulce que aspiraba.
Cuando yo era joven y amaba como un pájaro,
fue terrible la angustia de estar vivo.
Del libro 1943 (1999)
MI PADRE
Mi padre –para mí–
fue como un dios pequeño
un dios a la mano y sin misterios;
ese dios
para andar por el mundo confiado.
(Dios obrero)
Por encima de él
estaba el éter,
toda mano podrida o pedigüeña
por debajo, ¡muy abajo!...
Dentro de él y sobre él un Pedro,
que hasta recuerdo que hirvió
en algún instante de cierta madrugada
cuando el tiempo era lucha.
Un toro y un mar también tenía
entre glóbulos rojos por la sangre;
y el inefable pecho,
con más alma y más noche
que un amor silenciado.
Murió pronto, porque de amarnos tanto,
no tuvo apego por su vida.
Fue un 22 de abril,
de hace ya muchos años,
y desde entonces,
no me he vuelto a encontrar
un dios tan grande.
Del libro Gentes del Sur (1973)
ÚNICO POEMA
fue como un dios pequeño
un dios a la mano y sin misterios;
ese dios
para andar por el mundo confiado.
(Dios obrero)
Por encima de él
estaba el éter,
toda mano podrida o pedigüeña
por debajo, ¡muy abajo!...
Dentro de él y sobre él un Pedro,
que hasta recuerdo que hirvió
en algún instante de cierta madrugada
cuando el tiempo era lucha.
Un toro y un mar también tenía
entre glóbulos rojos por la sangre;
y el inefable pecho,
con más alma y más noche
que un amor silenciado.
Murió pronto, porque de amarnos tanto,
no tuvo apego por su vida.
Fue un 22 de abril,
de hace ya muchos años,
y desde entonces,
no me he vuelto a encontrar
un dios tan grande.
Del libro Gentes del Sur (1973)
ÚNICO POEMA
Vivir es un único poema irrepetible.
Te sale o no te sale.
Este es el juego
el riesgo
las reglas
la vida.
Has de limar las asonancias,
La carencia de ritmo o las imperfecciones.
Has de trascender a esencial lo cotidiano,
o tal vez inventar lo no vivido.
Todo, menos –es lo más duro–
la pérdida total del sentimiento,
el sentido poético del verso:
quiero decir –otra vez– igual que la vida.
Lo siento
Es difícil realmente el poema
Vivir.
Pero a veces no obstante se consigue,
surge la magia
aparece el hallazgo
y disfrutas entonces como un día sin tiempo.
Del libro De quién persigue alacranes (1991)
Te sale o no te sale.
Este es el juego
el riesgo
las reglas
la vida.
Has de limar las asonancias,
La carencia de ritmo o las imperfecciones.
Has de trascender a esencial lo cotidiano,
o tal vez inventar lo no vivido.
Todo, menos –es lo más duro–
la pérdida total del sentimiento,
el sentido poético del verso:
quiero decir –otra vez– igual que la vida.
Lo siento
Es difícil realmente el poema
Vivir.
Pero a veces no obstante se consigue,
surge la magia
aparece el hallazgo
y disfrutas entonces como un día sin tiempo.
Del libro De quién persigue alacranes (1991)
Por favor, me podrías mandar el correo de Onofre Rojano.
ResponderEliminarLe he dedicado una poesía, y me encantaría mandársela.
Muchísimas gracias. Rosa
¿Cómo un poeta tan grande ha sido para mí un desconocido? Pues muy fácil: porque había de ser una gran persona quien me lo descubriera, y hasta que en mi camino no se ha cruzado ese otro grande yo he vivido con esta imperdonable carencia. Gracias Onofre, gracias Isidro.
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