Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

domingo, 28 de agosto de 2011

823.- JOAQUÍN LOBATO


Joaquín Lobato Perez fue un poeta, dramaturgo y pintor nacido en Vélez-Málaga (Málaga) en 1948 y fallecido el 7 de abril de 2005. Aunque se dedicaba fundamentalmente a la poesía, hacia también incursiones en campos tan distintos como son el teatro y la investigación literaria, la pintura, el dibujo, y dedicándole especial atención a la técnica del cartel.
En su juventud participó en diversas reuniones de poesía e incluso crea un “Club de poetas cabreados con Platón” que debe su nombre al hecho de que Platón echó a los poetas de su ciudad ideal.
En 1967 se trasladó a Granada, donde se licencia en Filosofía Románica. Rápidamente se introdujo en los cenáculos de la joven poesía andaluza. Publicó su primer libro : "Metrología del sentimiento" en Granada en 1967.
Diversos artículos y dibujos acompañaron esta primera publicación. Colabora en la fundación de la revista "Tragaluz" con Manuel Alvar Ezquerra, Antonio García Rodríguez y Álvaro Salvador.
En 1970 realiza su primera exposición de dibujo en la Galería "Zíngara". Durante sus estudios universitarios, los viajes tras los grandes poetas españoles son pan de cada día. Vicente Aleixandre, Blas de Otero, José Luis Cano, Federico García Lorca, Francisco Giner de los Ríos, ... son algunos de los maestros que van dejando su impronta personal sobre Lobato. De Granada se despide con otro libro: "Primera antología de las cosas" publicado en Málaga en el año 1972.
De vuelta a Vélez-Málaga funda las "Reuniones de Poesía" con Miguel Berjillos, José Antonio Fortes y Antonio Segovia Lobillo. Poco después, en 1973, crea con José Andérica y José Bonilla, la fundación "Arte y Cultura", que se dedicada a la expansión plástica y literaria de Vélez-Málaga, firmemente apoyada con la editorial del mismo nombre. Alterna en esta época como manifestaciones de un sentimiento unitario, pintura y poesía.
En 1975 expone en la Caja de Ahorros de Antequera de Málaga y publica "Dedicadas formas y contemplaciones" (poemas a la pintura contemporánea) en la ciudad de Málaga en 1975. Al año siguiente son dos libros que lanza al mercado: "La careta" publicado en Málaga en 1976 y "Farándula y epigrama" publicado igualmente en la capital de la costa del sol en 1976.
Granada se mantiene como puerta abierta al mundo para Joaquín Lobato. En ella funda en 1977 el grupo cultural andaluz "Colectivo 77" y recibe el Premio García Lorca,2 de ese año por su primera obra teatral "Jácara de los zarramplines" Granada, 1978. Paralela a su actividad literaria, ejecuta infinidad de carteles y una serie de óleos, grabados y dibujos que expone en el Museo de Málaga en 1979, aportando una personalísima manera de interpretar la realidad desde la estilística naif.
Fue nombrado Hijo Predilecto de su localidad natal de Vélez-Málaga3 por unanimidad de todos los grupos políticos.
Tras su fallecimiento, su familia, cedió su legado al ayuntamiento de su localidad natal, Vélez-Málaga siguiendo los deseos de de Joaquín Lobato en marzo de 20074
Obras
Entre otros, escribió los siguientes títulos:

Metrología del sentimiento en 1967
Primera antología de las cosas en 1972
Dedicadas formas y contemplaciones (poemas a la pintura contemporánea) en 1975.
La careta en 1976
Farándula y epigrama en 1976
Jácara de los zarramplines de 1978
Infártico de 1982.
Poemas del Sur de 1984.
Breve Antología de 1984.
Antología Malake de 1985.
Antología en Ciudad Jardín de 1989.
Atardece el mar de 1993.










Joaquin Lobato: Pincel de poeta y pluma de pintor

Ha sido un personaje amado por gentes como Miró, Aleixandre y Alberti; un intelectual a quien sus seis décadas de vida no han arrebatado su forma de enfrentarse al arte y a la literatura, con las armas de la lírica y la ingenuidad.

Hoy, recién salido del hospital, y en una situación de salud sumamente precaria, Joaquín Lobato es un referente cultural importante para Andalucía; un intelectual a quien sus seis décadas de vida no han arrebatado su forma de enfrentarse al arte y a la literatura, con las armas de la lírica y la ingenuidad.

Nació en 1943 en Velez Málaga, cerca del Mediterráneo, y conoció una infancia en lo que lo lúdico y lo sacro se daban la mano... Y conoció a un cine que le permitía ver películas de Glenn Miller y la atractiva Silvana Mangano.

En su primera juventud pintaba, escribía y hacía teatro ...y se deslumbraba en las tardes de cine. Luego marchó a Granada para estudiar Filosofía y Letras. Es la época en la que empieza a publicar y entra en contacto con vanguardias artísticas y poéticas. Participa en diversas reuniones de poesía e incluso crea un “Club de poetas cabreados con Platón” (Platón echó a los poetas de su ciudad ideal).

Irónico, alegre, culto, Joaquín Lobato llega a su sexta década con la salud sumamente maltrecha, que le liga más al hospital que a la creatividad. Aún así, es capaz para sacar lírica hasta del sufrimiento y componer versos hasta de sus accidentes clínicos.

Uno de los últimos poemas – tierno y dramático- está dedicado a su caída de la cama hospitalaria y pertenece a un poemario experiencial realizado a raíz de su última estancia, de tres meses, en un hospital malagueño.

Secretario de la fundación María Zambrano, radicada en Vélez Málaga, su localidad natal, desarrolla en la medida en que puede físicamente una labor comprometida con el pueblo, al que implica en la defensa de la cultura.

Libros como “Farándula y epigrama”, “Infártico”, “Atardece el mar” y “Dedicadas formas y contemplaciones” certifican una actividad poética que se remonta hasta sus días de estudiante. “Jácara de los Zarramplines”, premio García Lorca de Teatro 1977, es una muestra de su actividad teatral.

La sencillez es su arma:


“Atiendo
si
dicen
mi nombre
las anémonas. O
cuando
llaman
a mi puerta
las palomas.

Me hago el
tonto
cuando los muy
serios
señores
de rabiosas corbatas y
espantosas
calvas
me
señalan.”


Juvenil, alegre, candoroso, el poeta es un paisajista luminoso. En “Atardece en el mar” narra:


“De cuando yo niño
me asomaba sobre los hierros
de la baranda de mi azotea
para ver el caballo que volando
iba hacia el mar. Cruzaba el cielo
con la brisa azul sobre su lomo,
desnudísimo. Elegante
y fiero hasta alcanzar la orgullosa
plenitud que proyecta
su codicioso y navegante vuelo”.


Pero ese amor a la literatura también está unido al arte. Practica el cartelismo y la pintura al óleo y ha realizado diversas exposiciones individuales, básicamente en Andalucía; donde existe un gran aprecio a su obra tanto literaria como pictórica.

Ese amor al arte se denota también en sus versos, como éste dedicado a Tolouse Lautrec:


“antiguo Paris de humeante
atmósfera esperpéntica de
mujeres fetiches de altos
cocos ligeramente
despeinados.
Soledad todavía romántica (nostalgia
de una vieja canción) color azul íntimo
sepia
difuminándose
Acordeones en la madrugada del Sena
otoñal
trasnochadas levitas y rociadas
lentejuelas
tristeza incontenible bajo la
máscara
antifaz solitario ya
sin gota alguna
de
champaña en
la copa
rota
de su
mano
Enaguas de encajes rabiosamente
blancos y las medias de la bailarina
borracha
entre serpentinas grises.”


Joaquín pinta a su aire. Tiene influjos de Miró, con quien aprendió arte del pincel, pero no es mironiano; a veces recuerda a Modigliani...y hasta Braque o Saura. Pero es todos y ninguno. Es un amante de la cultura, un renacentista que aprende, pinta y aplica en sus cuadros un color vivo, cargado de luz, algo inherente al sur mediterráneo donde vive.
La cercanía de su pintura a la poética es plena. Nace para la poesía en 1967, cuando publica “Metrología del sentimiento”; pero en esas fechas ya estaba experimentando la pintura, y en 1970 hace su primera exposición. “Asombrado y disperso es el corazón del poeta”, dijo María Zambrano, también nacida en esta tierra, como recuerda Rogelio Blanco, escritor y filósofo, uno de los mejores conocedores de María Zambrano y de Lobato.
Pero también está cerca la pintura de Lobato de su amor al teatro. Lo testifican sus “goliardos”, caras-máscaras que impregnan sus cuadros de un aire más misterioso que trágico.
Joaquín Lobato está entrando en los sesenta, pero es un niño-poeta-pintor. Y eso es muy difícil a ciertas edades.
Tomas Alvarez




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