Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 23 de agosto de 2011

788.- FRANCISCO JAVIER GARCÍA GONZÁLEZ


FRANCISCO JAVIER GARCÍA GONZÁLEZ

Nació en Ronda (Málaga) en 1960.
POEMAS DE MAR Y CIENO constituye la experiencia de su
estancia en la ISLA DE LA PALMA, concretamente en la ciudad de Santa Cruz, que fue su primer destino como funcionario de Correos. Actualmente cursa estudios universitarios en la facultad de Filosofía y colabora en artículos para la prensa -literarios, políticos o retratos- en cualquier caso con un marcado carácter crítico, irónico o burlesco- como pequeño pago o tributo con el que ganar el derecho a leer, que es lo que realmente interesa.

La poesía, decía Neruda, no es de quién la hace, sino del que la necesita. Y, probablemente, POEMAS DE MAR Y CIENO, fue la experiencia necesaria para una lectura exigida.

Amigo de la conversación, escribió John Gill al final del capítulo XIX de su obra "A CULTURAL HISTORY OF ANDALUCIA..."
Andalucía isthe sort of place where, in one of those moments of magic realism that can happen when you least expect it, you might find yourself having a long chat about Deleuze and Guattari with a friend, Fran, while he is serving you over his counter in the post office, and then you find that
your friend also reads classicals Greek as well as French postmodern cultural teorists...




STULTIFERA NAVIS

Es tu voz quién me invoca
desde la noche más oculta, tu voz depositada,
tu voz sin crispación alzada entre sargazos lejanos
que debelaron tu insana obstinación en existir.
¿es que tantos siglos de mar no te acallaron?
... Apenas te conozco,
pues pronto abandonaste las pisadas comunes
desengañada del trato de rigor que imprimen en el cieno
-o arrebatada en brazos de fuertes marineros
fuiste forzada hacia el viaje ajeno
que grava como incesto tu memoria-.
Pero tu voz, desesperadamente enamorada,
no para de aclamarme
desde el ignoto lugar de desencuentro
que vino a ser un día tu morada.
Dormidos en el sueño
apenas reponemos del trato de inclemencia
con que la luz apremia a otra nueva jornada,
pero tu voz insomne, como enorme garganta
vertida al desamparo de la noche
busca nuevas estelas que aproximen el canto general
que celebró tu paso indoblegable de extranjera desvergonzada
danzando sin pudor en concurridas plazas,
o arrebatada y harapienta entre las piernas desnudas de la doncella
descarnabas en su sexo vagaroso
la flor impúber de la lascivia más perfecta
-o aquel preboste loco
que consumido por una irrefrenable sodomía
vino a ofrecer su fe de apoyo
al latrocinio subversivo de libertinos
y a la insaciable miseria
que avivó el fuego sin rostro del matricida-.
Mil signos evidentes
persisten encubiertos por la razón hostil
que decretó en la arista
la arquitectura pura e inmaculada del magma,
pero dime, ¿tan inmensa pudo llegar a ser tu soledad?
pues me estremece
que preservada tras los surcos del mar
tu imagen anhelante busque acomodo
entre quienes indefectibles
auspician un destino bajo el légamo.
...¿Qué sinrazón te mueve,
es que has perdido el sol,
es que sólo subsistes confinada
bajo la vigilancia perpetua de las estrellas?







PANTOCRATOR

A ti te hablo.
A ti, lúbrico garañon.
A ti, procreador de todo lo visible
e invisible protonauta espermizante
de este espumoso magma cenagoso
concebido desde y para tu imagen...
o fue, tal vez, en tu vuelo de paloma
sobre el vacío inicial
cuando posaste tus escrotos
como por descuido
sobre el plasma del mar,
lubrificando esta enorme pesadilla o ilusión
en la que, por vez primera,
advertimos la enorme diferencia
y el aullido sordo de tus hijos
entullecidos bajo el cieno.

A ti te hablo, mago prolífico.
A ti, iniciático chambelán,
A ti te hablo,
tallado embaucador de chistera, gañán,
porque de tus vacuos huevos
ocultos a los ojos en iconos
sacaste las tablillas enceradas
en las que comenzamos a garabatear
nuestras primeras entelequias...
o fue, tal vez, de tu dedo en alto y amenazante
y de tu libro de representación
suspendido sobre o para preservar tus testículos
de donde partió la orden
por la que la palabra vino a confundirlo todo.

A ti te hablo, misterioso ojeroso.
A ti, telúrico lascivo y carnal.
A ti, que ya bajo tus formas íncubas o súcubas
supiste preñar el cieno y el mar
de la promiscuidad que aún manifiestan,
de la maraña insana en que las lágrimas
quedan vaciadas y espesadas,
encenagadas y desprovistas de su virtud salvífica,
en un mare magnum aciago de crines de hipocampos,
o en la esperanza huera
de que un día, tal vez un día,
encopetados sobre nuestros entumecidos huesos
hallemos acomodo a tu diestra...
o, tal vez, quizá tal vez,
quedemos alojados en el amnios de fétido olor
de tu bajo vientre,
para tu mayor gloria.

Por fín te hablo a ti, protervo mundicida.
A ti, proctólogo precoz y procaz.
A ti, pues de tus sueños
aún nos malnutrimos y te nutres,
coprófago impenitente, insaciable hideputa,
que aún sabes retener extenuado al ángel
chapaleando entre el lodazal...
o fue tal vez, y digo bien, tal vez,
en nuestros desenfrenos
donde tomaste comercio efectivo con los sueños
para venir a regir con voz de hierro
la desquiciada quimera
que dio por colocarte a su cabeza.



http://www.colectivoginer.com/htm/ind7.htm






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