Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

sábado, 27 de agosto de 2011

811.- ANTONIO MARTÍNEZ MENCHÉN


Antonio Martínez Menchén, escritor español, nacido en Linares (Jaén) en 1930.

Antonio Martínez Menchén nació en Linares aunque pasó su infancia y primera juventud en Segovia donde su familia se encontraba de vacaciones al iniciarse la Guerra Civil Española. Estudió Derecho y Psicología industrial en Madrid y en 1960 ingresó como funcionario público en el Cuerpo Técnico de la Administración Civil. Está casado con la pintora Jesusa Aguirre con la que ha tenido tres hijos. Es hermano del también escritor Andrés Sorel y padre del poeta Carlos Martínez.
Dentro de su amplia trayectoria intelectual hay que destacar dos facetas: la de narrador y la de ensayista. En la primera, a su vez, se distinguen dos tendencias: la narrativa para adultos y la narrativa infantil y juvenil. Como ensayista ha tratado temas fundamentalmente literarios, ya sea en monografías o en publicaciones periódicas de prestigio como Cuadernos para el Diálogo, Cuadernos Hispanoamericanos, República de las letras o el diario El Sol.
Su iniciación en el mundo literario se produce a principios de la década de los sesenta de la mano del editor Carlos Barral con quien publica Cinco Variaciones (1963) y Las Tapias (1968), novelas en las que apuesta por la renovación formal utilizando el monólogo interior, el flujo de conciencia y otras técnicas tomadas de autores anglosajones como James Joyce. En estas obras aparece otro elemento que será esencial en su producción literaria posterior: la crítica frente al ambiente social y cultural de la posguerra.
En la literatura juvenil el autor vuelve a tratar los temas ya presentes en su narrativa adulta así como en sus trabajos de ensayista (Narrativa infantil y cambio social (1971)) y folclorista (Cuentos populares Españoles (1981)). Así su primera obra para jóvenes Fosco (1985) es parte de una trilogía ambientada en la Segovia de posguerra al igual que algunos de sus libros de relatos para adultos como Inquisidores (1968) o Una infancia perdida (1992). También es importante en su obra juvenil la influencia de la novela de aventuras clásica, muy presente en obras como Con el viento en las velas (1996) o La espada y la rosa (1993).
Obras

Narrativa
Cinco Variaciones, Madrid, Seix Barral, 1963.
Las tapias, Madrid, Seix Barral, 1968.
Inquisidores, Madrid, Zero-Zys, 1977.
Pro Patria Mori, Madrid, Legasa, 1980.
La caja china, Jaén, Dip. Provincial, 1985.
Una infancia perdida, Madrid, Mondadori, 1992.
La Tortuga y Aquiles, Madrid, Libertarias, 1993.
La edad de hierro, Valencia, Epígono, 1998.
Veinticinco instantáneas y cinco escenas infantiles, Madrid, Gens, 2004.
Patria, Justicia y pan, Jerez de la Frontera, Barataria, 2006.
Espejos de soledad, Antología de cuentos. Edición y prólogo de José María Merino, Menoscuarto, Palencia, 2010.

Literatura infantil y juvenil
Fosco, Madrid, Alfaguara, 1985.
Una historia sin nombre, Madrid, Anaya 1987.
El despertar de Tina, Madrid, Alfaguara, 1988.
La huida, Madrid, Espasa-Calpe, 1988.
Del seto de oriente y otros relatos fantásticos, Madrid, Edelvives, 1988.
Fin de trayecto, Madrid, Alfaguara, 1991.
Mi amigo el Unicornio, Madrid, Anaya, 1992.
La espada y la rosa, Madrid, Alfaguara, 1993.
En mi casa hay un duende, Madrid, Anaya, 1995.
Con el viento en las velas, Madrid, Alfaguara, 1997.
La niña que no quería hablar, Madrid, Anaya, 1997.
Los narradores cautivos (con José María Merino y Jesús Martínez Sánchez), Alfaguara, 1999.
La puerta de los sueños, Madrid, Anaya, 2003.
La plazuela de San Justo, Madrid, Lual ediciones, 2008.

Ensayo y ediciones
Del desengaño literario, Madrid, Helios, 1970.
Narraciones infantiles y cambio social, Madrid, Taurus, 1971.
Baroja y la crisis del canovismo, Madrid, Cuadernos Hispanoamericanos, 1972.
La novela de aventuras y la naturaleza perdida, Madrid, El viejo topo, 1976.
La tierra de Alvar González en la poética de A. Machado, Madrid, Cuadernos Hispaonamericanos, 1976.
Edición de don Juan Manuel, El conde de Lucanor, Madrid, Editora Nacional, 1978.
Cuentos populares españoles, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 1981.
La literatura realista de carácter infantil y juvenil, Madrid, Cuadernos Hispanoamericanos, 1986.
Cuentos, trabalenguas y adivinanzas de la tradición española, (Ed. conjunta con Jesús Martínez Sánchez), Madrid, Akal, 1991.
La narrativa española contemporánea, (Ed. conjunta con Jesús Martínez Sánchez), Madrid, Akal, 1992.
El conflicto del autor de la literatura infantil, Madrid República de las Letras, 1997.
Teoría de la literatura infantil y juvenil, Jaén, Diputación provincial de Jaén, 2005.



Llora hoy mi corazón tierno y doliente
y llora por la dicha que da el llanto,
por ver el lloro transformarse en canto
¡oh gemir cantarino de la fuente!

Y siente que el llorar va, dulcemente,
envolviéndole en tierno y claro encanto
que adormece el dolor que, mientras tanto,
surge en el corazón pujante, ardiente.

Dolor que no es de ahora, que ha nacido
al sentir que lanzaba en su latido,
con la sangre vital, también su vida.

Y el corazón, preñado de temores,
quiere llorar, por nada, por las flores...
y cantando este llanto, ver si olvida.






El dolor que me agobia es ya muy viejo,
es el que da el morirse lentamente,
sin estridencias...¡ oh dolce far niente
de este largo morir cara al espejo!

Y estoy muriendo aquí mientras bosquejo
un verso melancólico y doliente;
mientras, vana aventura de la mente,
pongo en rima el dolor de que me quejo.

Y estoy muriendo aquí, sin un aullido,
sin que mi sangre exalte su agonía
en protesta feroz, desesperada...

Sin novedad heroica...En un latido
apagado y vulgar que, día tras día,
me empuja inexorable hacia la nada.








Canciones

Atardece ...En mi cuarto se desangran las rosas.
En el cuarto en penumbras, en un jarro azulado
un manojo de rosas se va tornando muerto.

Lentamente su sangre brota y brota, mecida,
por el tic_tac monótono de un reloj grande y viejo.
Atardece...en la sombra la más dulce agonía:
Un perfume liviano y un desmayo de pétalos.






¡Ha florecido el sol en el camino!
El sol en el camino es ya cristal y nieve.

Campánula de alegre mirar
¡qué alegre tu mirar de amanecida!
Campánula, mi alma espera tu latir celestial.

Rompa la miel añil de este cielo el tañir
cristalino, argentino, de tu cáliz de nieve.

Mediodía gentil en el camino.
Blancor humilde y breve.
¡Flor del espino!






Era, amor,
sobre los trigos en flor,
mi carne un rojo clavel.
Ahora, los trigos segados
mi carne, jazmín ajado
sigue soñando con él .
¡ Ay, amor!
¡ Ay, clavel !






Y ahora llueve...Gris fino en las mejillas
de una tarde de otoño que enfermó de improviso.
Gris nostalgia en los ojos azules de una niña
blanca y débil _sonrisas entre un toser cansino.

Y ahora llueve...Chabolas goteantes,
gris de fango, _traperos a la orilla del río.
De la tierra se eleva un perfume de vida
y en el cielo aletea la esperanza de un lirio.






Campo de Marte..... Vagan los fantasmas
de olvidados guerreros.
La pluma real del indio...El oriflama
de la proeza idílica y sangrienta...

Éramos niños...Tristes fantasías
de una marchita historia.
Cuando el verano despojaba al río
de su veste de sierpe congelada,
cuerpos desnudos, saltos, zambullidas...

Grecia ya rota, roto ya Alejandro.
Invisible chicharra trepanaba
el erial silente y ardoroso...
La cizaña, los cardos, los lampazos,
resecada miseria...








Y muy cerca también, bajo el profundo
azul y azul, iglesias y palacios,
acueducto sin agua, caserones,
desfile de cadetes caballeros,
pardos seminaristas, negros frailes,
levítica ciudad, colegio umbrío,
mes de las flores, sexto mandamiento,

Historia Universal, Gloria de España,
traducción de latín, racionamiento,
tercer año triunfal...Campo de Muerte...







LA LLUVIA

Llueve. Llueve en el campo...Ya son grises
los agrios amarillos de los secos rastrojos,
los patatares verdes, que, junto a los trigales
tendidos, al pobre brindan monótono alimento.

Llueve...Llueve en el campo, y el cielo de Castilla
tiene un color hermano al de la llana gleba.
Y el aire es una masa de gris constante y frío,
uniforme atonía que une el cielo y la tierra.

Una yunta de bueyes mansamente camina,
húmeda mansedumbre que sufre el agua mansa.
El hombre que los guía, en un capote envuelto,
se pierde, oscuro barro que en el barro se hunde
en el gris sucio...Llueve en el campo...Llueve..

Llueve...Llueve en el río. Corazón fugitivo
que late largamente con mil saltos de peces.
Agua turbia y fangosa, gris movedizo y sucio,
antes claro camino que el cielo reflejaba.
Como un jardín soñado, en su espejo temblaban
los álamos y chopos que pueblan sus riberas
y la lluvia ha borrado aquel parque fingido,
mientras se inclina el sauce como un perro mojado
y los chopos y álamos, tristemente desnudos,
se agrupan y tiritan...Llueve en el río...Llueve...

Llueve...Llueve en la urbe. Y el asfalto anticipa
un Iris que las casas taparán en el cielo,
y mil patios se limpian con el agua tranquila
y las calles calladas juegan a ser arroyos
y lánguidos paraguas lloran lutos extraños
y la gente se agrupa en los anchos portales.

Llueve ...Llueve en la urbe. Sobre fuentes radiantes
coronadas con mármoles de dioses mitológicos,
sobre las anchas losas de las cuadradas plazas
jalonadas por viejos faroles melancólicos,
sobre parques cuidados con un marchito esmero
de un pasado Versalles, flor de la geometría,
sobre avenidas largas, con el grito ondulado
de las rojas serpientes de las luces de neón,
sobre avenidas largas, con la melancolía
esférica y humilde de tranquilas acacias,
sobre avenidas largas, donde los automóviles
con sus ojos anfibios rompen el gris informe,
sobre plazas pequeñas y humildes, cual las viejas
que en ellas toman, lentas, el dulce sol de invierno,
sobre blancos palacios y polícromos cines,
sobre el brillante vidrio de los escaparates,
sobre los vertederos, en donde las cloacas
se abren plenas de un agua fangosa y turbulenta,
sobre los vertederos, donde ratas inquietas
se amontonan, hinchadas y grises como fango,
sobre tristes chabolas, que en lejanos suburbios,
se amontonan, hinchadas y grises como ratas,
sobre tristes chabolas y plazas y palacios
y calles asfaltadas, llueve en la urbe...Llueve.

Llueve...Llueve en el mundo. En el mar gris de acero,
en el mar gris de acero y azul de las tormentas,
en las playas crujientes de mariscos podridos
y en espesos pinares de un azul ceniciento,
en pequeñas ciudades provincianas dormidas
lluvia en turbión, furioso barbotear de las gárgolas,
en pequeñas ciudades provincianas dormidas
lluvia tranquila y lenta y cansada y monótona,
en aldeas perdidas en la seca planicie,
en aldeas desnudas y solas como niños,
en las grandes ciudades y en los puertos oscuros,
en estaciones viejas, grises y abandonadas,
en selvas tropicales, como un bosque furioso
que se desploma trágico sobre el bosque dormido,
en iglesias ruinosas y aislados cementerios
como una humilde muerte sobre la humilde tierra.
¡Oh la lluvia, la lluvia! ¡La lluvia sobre el mundo!

Lluvia rauda y furiosa, o tranquila y eterna.
Solo algo gris y lento que baja gota a gota,
que baja gota a gota como algo gris y lento,
como algo gris y lento que baja eternamente,
que baja eternamente, largo y viscoso beso.
¡Oh la lluvia, la lluvia, la lluvia sobre el mundo!
La lluvia sobre el mundo, la dulce y triste lluvia:
como surcos o álamos eternos y constantes,
como lágrimas grises o como grises días.
Tiempo, tiempo tranquilo, tiempo tras los cristales,
tiempo que se desliza insensible y cansado,
tiempo que se desliza, la mano en la mejilla,
insensible y cansado, lluvia tras los cristales.

Huida gris y lenta de días melancólicos
como un agua continua que baja gris y lenta.
Sobre el campo y las calles y la vida que fluye,
como días iguales y grises y constantes,
en el campo, en la calle, en el río que fluye
igual gris y constante, llueve en el mundo...Llueve...

















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