ISABEL TEJADA BALSAS
JAÉN.
Nací en Lisboa en 1973, aunque vivo en Jaén desde mi infancia. Estudié Diplomatura de Ciencias Empresariales, siendo Psicología mi vocación frustrada. Escribo de forma intuitiva desde que recuerdo. Actualmente soy miembro de la asociación Lapislázuli Literaria. He publicado algunos relatos, junto a otros autores, en el libro digital Lagartija de Colores; en el periódico Ideal el relato “Límites” y algunos poemas en revistas digitales como “La Esfera Cultural” y próximamente en “Sea breve por favor” y “TerceroCé”. Mis poemas pueden leerse en mi blog, Restos de un Naufragio, en el que publico asiduamente (http://susurroypienso.blogspot.com/)
Ya lo dijo alguien
Aquí
es otro día en la periferia.
Dentro, en el silencio,
ese que no toca,
donde todo nace,
un sólo pensamiento verdadero
la destruía:
El reto es ca(l)lar
cuando no hay nada que decir.
Malas hierbas
De tanto frecuentar la distancia
me ha crecido en el sexo una barba
de ortigas
La peligrosa quimera de alzar el vuelo
Robadas las alas,
nada queda del mañana
de los gusanos de seda.
Alquimia popular
Teme al forastero
enfermo de romance,
perro ciego de celo que te
arroja su deseo a la cara
con el anhelo fuera de ti.
Huye de su tránsito no-gratuito.
Inabarcables como horizontes.
Arden como soles.
Aman crueles como dioses.
Soy observadora muda,
exploradora de abismos,
funambulista sin red.
Escribir
es el rincón donde me defiendo.
La letra como sangre,
subtítulo
de aquello que me invade
y que pasa desapercibido,
reptando invertido,
cabalgando hasta el accidente
para no morir de absolutos.
A VECES ME PASA
que me quedo como mirando
dentro algo
indagando los por qués de todos los
silencios que me brotan y que me perfilan
y es sobre todo en los días inmisericordes
con la terca poquedad de su engranaje
donde descubro el rumor inquieto de mi identidad
y su latido
donde ideo todo el cielo que me queda por hacer en
cada una de mis alas
donde caigo en la cuenta de que a la vida hay que subirse
como se sube a un árbol.
No pido Perdón
Yo soy la sola la sin raíz de lengua sonajera
que esquiva todas tus preguntas
La que se calza las noches
y amansa el arrabal de fieras que la tajan
La que se expone incontable pero no se revela
La errante
de cuerpos por los que pasa sin pena ni gloria
La hilandera intestina
que constela una secta de revelaciones
una prótesis de persianas cuando tristea
con un cráter en el pecho de la última estocada
la cabeza llena de grajos el pubis empachado
de invisibles
Poco ruido para tantas nueces
Estar enfermo
era una vergüenza un ejercicio
de contorsionismo
Estar
en
medio
y
ahogarse
Pudrirse en un vertedero de tristeza querer
cambiar de posición
estratégicamente hablando
Metamorfosearse en otra cosa en cualquier otra
puta cosa
que no te diera tanto asco
como tú
Es
ca
par
de todo el dolor hermosamente puro que era respirar
y no sentir nada
más que ruido en la cabeza y el impulso eléctrico
de aniquilarse
Fui una guerra
Temblé
mientras intentaba no recortar
mi propia piel
De escalar el agujero entre las uñas me quedan restos
usurparme
para
alcé
Me
Heredé de mí
un equilibrio débil un nuevo nombre
y el síndrome postraumático de saber que he llegado tarde
para curar a los heridos
he llegado de todo lo que huye
regresará el aire a la habitación oscura
se abrirá perplejo a la altura de la luz
y me preguntaré qué significa esta tregua que me toma de las manos a
[hurtadillas
y me obliga a escuchar lo que dicen las piedras
y las hojas
y los animales que no duermen
y la voz será la misma
y las palabras serán las mismas dichas para nadie
¿está conmigo o contra mí?
el miedo el miedo el miedo
se revela en todo lo que me acontece
(del poemario "Alguien dijo cero y me volví")
Esta mujer que ves
no es un animal pacífico
sabe de la doma y de su semen
y dice no es inevitable
escribe y cicatriza
se aferra a su sangre
aún no ha cedido
aún está sin acabar
pero mírala también como se cansa de tanto iluminar lo oscuro
de albergar todo este amor aún en su matriz
porque amar sienta precedentes
y es algo incómodo
y llaga saber que otros no vendrán
donde sólo una voz sería suficiente
porque ahora es esa su responsabilidad
hacer de su sombra algo palpable
ser huella de lo no pisado
hacer lo necesario para no tornar
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