Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

martes, 10 de mayo de 2011

393.- ANDRÉS MIRÓN


Andrés Mirón, poeta. Nació en Guadalcanal (Sevilla) el 8 de septiembre de 1941 y falleció en un accidente de tráfico ocurrido el 8 de octubre de 2004.

Cursó Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid al mismo tiempo que iniciaba su actividad poética publicando algunos poemas y dando recitales. Residió en Sevilla donde ejerció de profesor. Se casó con la pintora granadina, Conchita Díaz Cerezo -Condic- con quien tuvo dos hijas, Soledad y Esperanza.

Tiene cerca de treinta libros de poemas publicados, y obtuvo numerosos premios de carácter nacional e internacional. Parte de la obra de Andrés Mirón ha sido traducida al inglés, portugués, francés, italiano y alemán. Tras su muerte en accidente de tráfico fue nombrado Hijo Predilecto de la Villa de Guadalcanal en el 2005.

Obra literaria
La obra de Andrés Mirón es muy amplia, especialmente en verso:

Poesía
La selva en esta orilla. Palencia: Rocamador, 1965
Crónicas de una andadura (1966). Sevila, 1971
Las mariposas de Palas Atenea. Sevilla: Editorial Católica, 1974
Elegía de Sisip. Col. La Peñuela. La Carolina (Jaén), 1974
Trenos para un verano en Navaespaña. Granada: Caja General de Ahorros y Monte de Piedad, 1976
Cantoral de un tiempo marchito. Sevilla: Diputación Provincial de Sevilla, 1977
El llanto de los sauces. Algeciras: Ediciones Bahía, 1977
El polvo del peregrino, Col. Álamo. Salamanca: 1978
Libro de las baladas. Granada: Caja de Ahorros y Monte de Piedad, 1979
Concierto para brisa y crepúsculo, Col. Ángaro. Sevilla, 1980
Aicila. San Sebastián: Caja de Ahorros de Guipúzcoa, 1981
Libro de las estatuas de los héroes. Madrid: Rialp, 1984
Huerto de Betania. Córdoba: Diputación Provincial de Córdoba, 1987
Galería Nacional: Sala de Retratos. Granada: Antonio Ubago, 1988
Coro de alejados. Córdoba: Ayuntamiento de Córdoba, 1989
Rimado de topacio. Ferrol: Sociedad Cultural Valle-Inclán, 1990
Salterio. Guadalajara: Ayuntamiento de Guadalajara, 1990
Antología poética. Granada: Antonio Ubago, 1990
Las niñas del hotel blanco. Badajoz, 1995
Carta de navegar. Almería, 1997
Andrés Mirón. Málaga: Diputación de Málaga, 1997
Marabú. Alicante: Aguaclara, 1999
Rumbo tarumbo. Málaga: Diputación de Málaga, 2001
Otoño en Benalixa. Sevilla: Fundación Aparejadores, 2005
Teoría de las sombras. Las Palmas: Cabildo Insular de Gran Canaria, 2005
Territorio del tigre. Dos Hermanas (Sevilla): Ayuntamiento de dos Hermanas, 2005
Número Homenaje al poeta Andrés Mirón. En El molino de la pólvora, nº 1, 2005

Narrativa
Bálago. Sevilla: Qüasyeditorial, 1991
Poesía de tema arqueológico / selección de Rafael García Serrano. Ciudad Real: Horcisa, 1977
A la orilla del sol. Un panorama y seis poetas postcontemporáneos: estudio y antología / Juan de Dios Ruiz-Copete. Sevilla: Aldebarán, 1978
La poesía sevillana de los años setenta (aproximación y análisis) / Manuel Jurado López. Sevilla: Barro, 1980
Guía de Guadalcanal. Ayuntamiento de Guadalcanal, 1989.
Poesía sevillana 1950-1990 (estudio y antología) / Pedro Rodríguez Pacheco y Javier Sánchez Menéndez. Brenes (Sevilla): Muñoz Moya y Montraveta Editores, 1992
Quinta antología de Adonais. Madrid: Rialp, 1993
III Premio de Poesía Fernando Villalón. Ayuntamiento de Sevilla 1998
La línea interior (Antología de poesía andaluza contemporánea). Córdoba: Cajasur, 2001
Poetas en Sevilla. Ayuntamiento de Sevilla, 2002
Historia de Guadalcanal. 2006

Premios
La obra de Andrés Mirón fue reconocida mediante numerosos premios a lo largo de su vida. Curiosamente, los tres últimos premios los recibió justo después de haber fallecido:

Seminario de Estudios (Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Granada, 1976, 1977)
Bahía (Algeciras, 1977)
Archivo Hispalense (Diputación de Sevilla, 1977)
José María Lacalle (Barcelona, 1977)
Ignacio de Luzán (Ayuntamiento de Zaragoza, 1979)
Jorge Guillén (Gobierno Civil de Burgos, 1979)
Ciudad de Irún (Caja de Ahorros de Guipúzcoa, 1980)
Luis Rosales (Diputación Provincial de Granada)
Florentino Pérez-Embid (Real Academia Sevillana de Buenas Letras, 1983)
Searus (Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca, 1986)
Luis de Góngora (Diputación Provincial de Córdoba, 1987)
Ciudad de Guadalajara (Ayuntamiento, 1988)
Ricardo Molina (Ayuntamiento de Córdoba, 1988)
Esquío (Caixa de Galicia y Sociedad de Cultura Valle-Inclán de Ferrol, 1989)
Luis Carrillo y Sotomayor (Ayuntamiento de Baena, 1993)
Villa de Aoiz (2004)[2]
Orippo (Ayuntamiento de Dos Hermanas, 2004)
Tomás Morales (Cabildo Insular de Gran Canaria, 2004)





AUSENCIA REAL

QUIERO entonar un canto que describa
la furia enmascarada de esta ausencia.
Podría empezar diciendo que en lo alto
la noche está girando y que mis voces
están nadando en ella. Mas no acierto;
no es esto exactamente lo que veo,
sino que, aunque la noche tiene forma
de inmenso mar oscuro, son tus ojos
los que sueñan encima de los astros,
los que brillan por ti, los que me alumbran
si se extinguen los surcos que me llevan
a orbitar por tu rostro o a morirme
como se muere el cielo por tu frente.

Las mariposas de Palas Atenea










MAS ¿CÓMO TE DEFINIERA?

MAS ¿cómo te definiera?
¿Con qué infinita alambrada
señalaría tus límites?
¿En qué drama, en qué poemario,
en qué ofuscada espelunca
de lírica destrucción
encontrara una elegía
que se asemejara a ésta?
¿A qué dolor se parece
el dolorido latir
de esta pena de sentido?
¿Con qué nombre estrafalario
se conoce la condena
de saber que eternamente
no volverá de tu exilio?
Preguntas al aire son.
Ámbitos, luces, arcanos,
gemidos, tribulaciones,
aventuras, derroteros,
cenizas, tardes, abrazos,
milenios, algarabías,
ausencias, mares, distancias…
¿quién se debe todo eso?
Lo que os digo: indefinible.







EL SUR

Ya estaba el Sur muriéndose de olvido
cuando Juan puso en él su primer llanto;
tronaban los quejidos en el canto,
y él hizo de su canto este quejido.

Con su antiguo dolor recién nacido,
metido en la médula de su espanto,
se puso a proclamar este quebranto
de ser, como su tierra, incomprendido.

¿Quién iba a sospechar que aquella cuna
albergara un oscuro revoltijo
que ni siquiera hablaba y ya decía?

Las cábalas volaban, hasta que una
persona de su sangre, grave, dijo:
"A este niño le duele Andalucía".

El llanto de los sauces (Algeciras, 1977)








Trenos para un verano en Navaespaña

DEBO decir, y digo
que soy un purasangre de tristeza
que, en una tarde dada, puedo
confundir una rosa con un cardo,
un madrigal de tórtola
con un aullido anónimo
o un verso
con un río que se secara
en los veranos.
Es la vieja historia
de un triste campeador de amor fallido
que encareció las lanzas en Castilla.
Y si ahora llego a este lugar del tiempo
como un juglar herido
por el canto, no es sólo
porque el dolor es flecha
que eterniza el verano, sino
porque con los despojos
sangrantes de tortura
por las batallas que perdí, me hice
una coraza humana
color humana piel.
Y así camino;
pero con la tristeza de nacer
subida, también, hasta la cúspide del pecho
que soporto y me soporta.
Así me miran por las tardes
los lúgubres adelfos del paseo,
los entonces con cara de ceniza,
el quiosco de Felipe,
los viejos en los bancos, que musitan
“ése en el nieto de don Pablo.
Y dicen que es poeta”.











Cantoral de un tiempo marchito

DESMORONAS, de un sueño, la alta tapia
que limita el otoño en que florecen
los años no ya tuyos ni de nadie,
y allí se agolpa el mundo alucinado
que estabas presintiendo desde el día
siguiente al despertar de tu nostalgia.
Te preguntas qué dicen las estatuas,
qué silencia el ciprés, qué canta el agua
cuál es la identidad del crisantemo,
quién pone una caterva de sollozos
en el crujir de dientes de las hojas...
Preguntas y preguntas porque sabes
que existe una mudez impenitente
poblando cada sombra y cada olvido.
El ángel de la lluvia desparrama
su lirismo otoñal en los parterres
que ardieron con el paso de tu sangre,
y en la ceniza de unos claros fluye
una danza de flores sin aroma.
Quisieras naufragar por el estrecho
que separa el vivir de lo vivido,
pero un socaire de bellezas muertas
te encadena al relente en que atardeces.
Y así es como te nacen las ortigas
que pueblan el sendero que te trajo
a este lugar del tiempo. Si contemplas
la luz ensimismada que trasunta
el polen que fecunda tus latidos,
un huracán se engolfa en tu costado
y lleva hasta las nubes de tu frente
el rayo de tu fiel melancolía.
Cuando amanece, elevas a los ojos
el cáliz de otro otoño que te mustia.









El llanto de los sauces

LA COPLA

El pueblo respiraba por la herido
profunda de la copla. Aquella hondura
penetraba la pena prematura
de su andaluza sangre florecida.
La copla, corno hiedra por su herida,
cubría la ascensión de su estatura,
se adensaba en la amarga arquitectura
de unos ayes de piedra estrernecida..
Por la garganta conoció a su gente,
comprendió la razón de su lamento
y supo cuándo el aire calla o sopla.
Y desde entonces, Juan, oscuramente,
sentía el alacrán del sentimiento
si escuchaba a su tierra en una copla.









LOS EMIGRANTES

Una mañana gris de penitencia,
contemplando a la gente que se iba.
jornalera y doliente comitiva,
conoció los rigores de la ausencia.
En trenes de esperanza o de impaciencia
-que todo puede ser de pecho arriba-
cada uno tragaba esa saliva
del que pierde de pronto una querencia.
Lo, adioses herían los oídos
caían cual pedrisco en la besana
y tronaban al aire su agonía.
Y en tanto Juan, con ojos encendidos,
y anclado en el dolor de la mañana
miraba cómo el pueblo se moría.










El polvo del peregrino

MIENTRAS RONDA LA NOCHE SOBRE EL MUNDO
escribo este poema.
Puedo empezar diciendo que esta casa
conoce cada palmo de mi sombra,
que mi hija Soledad de veinte días
llora desesperadamente,
o bien que Condic sueña con sus óleos.
Pero yo no he venido aquí para deciros
lo que de puro mío no interesa
a nadie sino a mí. Por eso callo;
callo lo que me duele en exclusiva.
Mas un estanque en un lugar del mundo
donde la noche clave su ceguera
puede que esté a estas horas escuchando
por el abismo oscuro de su orilla
a un lirio que cantara como un cisne.
Y esto sí nos incumbe a todo el mundo.









Libro de las baladas

UN ÁNFORA

¿De qué barro esta figura
que se alarga y no es humana?
¿Qué brillo de qué mañana
policromó su hermosura?
Si fue remota su hechura
y su condición vencida,
como todo barro olvida,
cualquiera, tarde o temprano,
la alzará –cáliz en mano-
para beberse la vida.








UNA FÁBULA

No era llama de andar por los alféizares
del alma a vueltas con la luz más firme,
sino la forma de entender el canto
la cigarra.
El planeta del cardo amanecía
con garzos mares de sedientas olas,
y allí se acomodaba a su naufragio
la cigarra.
Era un clamor tendido a los caminos
que surcaban las siestas abatidas
lo que exhalaba al viento desmismado
la cigarra.
En la estridencia de los pastos daba
con su esqueleto y tráfago el estío,
y en tanto deshojaba un grito abierto
la cigarra.
--¿Para qué tanta vana juglariá?,
preguntaba la hormiga. --Porque tengo
un pie en la oscuridad, le contestaba
la cigarra.









Concierto para brisa y crepúsculo

POR LA ARENA
que dora la mañana
de rosa desvaído,
las olas sucesivas, bruscamente,
desmoronan rumores de las islas.
Estos son los derrumbes
del ansia transmarina,
y aquello que no cesa, su son lóbrego.
Los amantes que aquí se confundieron
perdiéronse en volandas.
Lo que existió no es ya porque hubo un soplo
que puso en el desmayo de la espuma
el vértigo de un vals inacabado.
Lo mismo que el fotógrafo
de un parque colecciona
instantes que otros dieron por perdidos,
la sombra del pinar cobija huídas
de gentes que arribaron
para escucharla música inefable
que expele este gigante rumoroso.
Ninguno que haya vuelto ha comentado
“conozco este paraje”.










Libro de las estatuas de los héroes

LA CAVA

PRIMAVERA vendrá en que las adelfas
naufraguen bajo el peso del escombro.
Torres más altas se rindieron.
Mientras
se asome el chamariz, juglar en gozo,
al verdor de este caz y torne al tilo
nupcial con el temblor de las lombardas,
la tarde irá dejando sus violetas
en la piedra.
Después vendrá el embate.
Y luego, un nombre absurdo.
Ojos que veis,
mirad que la mudanza puede helaros.
OTOÑO
OTRA vez el prodigio de las uvas
por el atardecer…
Cuando me vaya,
¿en qué pecho no usado
alentará la dicha que he vivido?










Territorio del tigre

DESTINO

Este que aquí se afana en sofocar el tiempo
con gotas de oro turbio, apostó su existencia
en contemplar el mundo desde asombros no usados.
Le afectan gravemente los soles que se ocultan
y siente que unas alas le llevan a algún sitio
que ignora por costumbre. Se sabe de memoria
que si no vuelan juntos el roce y la codicia
el canto se alivence y se puebla de plumas
el cielo que navega. Y hasta teme encontrarse
clamando en el desierto que queda al otro lado
de esta tarde de lluvia. Cuando el oro se oxide
y la luz desfallezca, acaso lo encontréis
perdiéndose en las brumas de un mar nunca surcado.






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