Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

domingo, 8 de mayo de 2011

384.- CAMILO VALVERDE



Camilo Valverde Mudarra nació en Alcalá la Real (Jaén) Andalucía / ESPAÑA, el año 1940.
Hizo Humanidades y Filosofía en el Seminario Conciliar de Jaén. En 1958, pasó a convalidar y terminar el Bachillerato al Colegio del "Ave María" de Granada, donde estudió Filosofía y Letras y obtuvo la Licenciatura en Filología Románica. Tras ganar las oposiciones de agregaduría y, posteriormente, la Cátedra de Lengua y Literatura Españolas, trabajó en Córdoba y después en Málaga. Años más tarde se diplomó en Ciencias Bíblicas y fue nombrado Profesor de la Escuela Bíblica de la Axarquía, donde imparte clases.

La docencia, impartida con vocación y entrega, la lectura amplia y profusa y la pasión por escribir han sido desde siempre su pasión y dedicación.

Ha publicado un manual para Bachillerato "Lengua Española; estudio cíclico", el ensayo "Las mujeres del Evangelio" y el poemario "Arrecifes del alma". Tiene escritos doce libros de poemas más (uno con cien sonetos) y tres ensayos próximos a salir. Ha escrito y escribe en varios periódicos y revistas y algunas páginas de Internet; actualmente escribe en "El Correo de Málaga", en la "Prensa de la Axarquía", en la revista poética "Utopía" y colabora en el "Sur" de Málaga.

Vivió y amó siempre la poesía apasionadamente y siempre escribió, pero, por su intensa exigencia personal en todo su quehacer, añadida a sus "escrúpulos literarios", la iba guardando y ocultando, hasta que llegado a cierta atalaya de la vida en que la edad disipa timideces y reduce neblinas íntimas, la fue resucitando de la pátina del tiempo y, dándole nuevo aliento, la llevó a la luz y a la brisa de la opinión pública.

Aunque practicó variadas formas poéticas, se dedicó más a la estrofa clásica, la auténtica poesía, regida por la métrica que realza y fundamenta el arte literario que a través del ejercicio lingüístico, expresa sentimientos, inquietudes y vibraciones del alma. Y de ella ha hecho el objetivo de su vida y su entretenimiento en la búsqueda del ritmo, del léxico y la función estética, como decía Federico "este juego encantador de la emoción poética tan imprescindible en la vida del hombre cultivado” (F. G. Lorca: Conferencia sobre Góngora, 1928).

Parodiando a Cervantes, gusta decir Camilo "que diera un doblón por" haber escrito, la maravillosa cadencia de San Juan de la Cruz: "decidle que adolezco, peno y muero", el "vivo sin vivir en mí" o el precioso subir de la musa lorquiana en: "Por las gradas, sube Ignacio / con toda su muerte a cuestas". No obstante, cuando recita alguna de sus poesías se emociona, se exalta y se regocija. Y cada día, que amanece su luz y brinda su brisa azul, vuelve al verso y canta, llora y ríe.



COMENTARIOS A SU OBRA
Camilo Valverde desgrana en la presente antología una poesía bien elaborada y sujeta con precisión a los cánones que rigen para la escritura de la correcta y auténtica poesía.

La obra poética que aquí nos muestra, está contenida dentro de la pulcritud de las exigencias que aquí nos imponemos: el verso, con rima y medida.

La temática general de su poesía, delata a un hombre sensible de profundas creencias religiosas y muy atento y preocupado por todo lo que le rodea; de lo cual, retrata en sus poesías las situaciones dramáticas o detestables.

A Camilo le felicitamos y animamos a que siga en el cultivo de este bello arte literario, y al visitante le invitamos a penetrar en profundidad en la lectura de esta selección de sus mejores poesías.





MIMOS AMOROSOS

Cuando siento tus mimos amorosos
y me alienta el calor de tu sonrisa,
vuelo en cálidos brazos de la brisa
a estrellas de jardines deliciosos.

No retires tus ojos luminosos
que muero si les pones cortapisa;
incrústalos en mí, no seas remisa,
que desfallezco en claustros tenebrosos.

Tu generoso aliento me enardece.
Tu atención cuidadosa me captura.
Tu firme certidumbre me guarnece.

Eres la solidez que me satura,
el optimismo diario que establece
mi alegría constante en tu dulzura.



MIRÁNDOLO

Mirándolo, lo miro y lo requiero,
y abrazo su tristeza desolada;
como garra, el terror en su mirada
me resquebraja el alma por entero.

Me siento al lado, callo y delibero;
pronto, noto mi mano ya apretada
y su frente, en mi pecho, reclinada
por la magia de un lazo duradero.

Este niño, despojo de la guerra,
es sólo ojos de llanto y repugnancia,
mudo, junto a una fosa de la tierra.

Es la enseña fatal de la jactancia
con que la sordidez del mal aferra
la vida por acopio de ganancia.



DIME, AMADO

Dime, amado del alma, dónde encierras
tus ovejas y tienes tu majada;
qué verdes pastos andas por las sierras,
dónde duermes y pones tu morada.
Voy preguntando cuáles son tus tierras
y, sin respuesta, quedo conturbada.
Dime, dónde apacientas tus pastores
para yo hallar, amado, tus amores.

Me pareció sentir que ya venía,
salí corriendo a abrirle con premura
y mirra destilada le ofrecía;
adorándolo, absorta en su hermosura,
con la mirra, mi amor yo le traía;
soñando con sus brazos de ventura,
entreabrí, pero raudo había partido;
bajé al camino y verlo no he podido.

Mi amado es mío, mío y muy amado
y yo soy de mi amado, mi elegido;
con la aurora, condujo su ganado;
tras la brisa, busqué de amor transido
subí al monte, bajé presto al collado;
pues, ya, la noche, sombras ha tejido,
vuelve, amado, rebasa las laderas,
corre como gacela en las praderas.



HAMBRES

Un mundo de injusticia tan ingente
perecerá maldito en la impiedad,
con la que impune impone intransigente
el interés, el odio y la crueldad.

Hinchando, con el rico prepotente,
su soberbia, derroche y zafiedad,
damas bufas, de aliño refulgente,
revuelcan su insolencia en pravedad.

Fuera muchos revientan oprimidos
por su ancha sed y largos sufrimientos
y hasta los muertos braman en sus fosas.

Los huesos de los niños desvalidos
clavarán, en los bancos avarientos,
sus gritos de injusticias espantosas.




FUE SILENCIO

Fue silencio la risa de chiquillos
hecha ira por los odios que no cesan;
lucro de negras armas, que progresan,
con furia, destrozó sus cuerpecillos.

Las rosas no verán ya sus ojillos
ni rozarán los labios que las besan;
las madres, en abrazos que embelesan,
no tendrán el calor de sus dedillos.

Caen atónitos, mueren inocentes,
no hacen las guerras, dan paz y sonrisas,
no saben de odios, sólo juegan y aman.

Los niños son los daños indecentes
de poderes que buscan las divisas
llevan el mal y justos se proclaman.



GRANADA Y LAUREL

Granada y laurel
¡Ay su risa
de sol y clavel!

Laurel y Granada
¡Ay su risa
de mora gitana!

Suspira y calla
¡Ay su brisa
de nieve y playa!

Laurel
¡Qué bien soñaba
el ciprés!

Granada
en sus colinas
rosada.

Granada y Genil
¡Ah el Darro
de talle gentil!

Genil y Granada,
misterio sutil,
sultana nevada.



LA ALHAMBRA

Es la Alhambra princesa misteriosa
sitiada por devotos pretendientes;
la abruman de requiebros tan ardientes
que, tímida, se oculta silenciosa.

Su incisiva mirada brilla airosa,
prendida en sus ojazos complacientes,
al rumor de arabescos relucientes
ebrios de sol en brisas armoniosas.

Doncella recatada, con finura,
encubre su elegancia recoleta,
reservando discreta su hermosura.

Al arrebol, se adorna muy coqueta,
y, vistiendo de aromas su ternura,
sólo espera el abrazo de El Veleta.




GRANADA, SOBERANA

Granada, de quereres soberana,
por las verdes acequias de arrayanes,
desgrana los suspiros de galanes
en sus lunas moriscas de sultana.

Absorta en su labor de filigrana,
tras visillos, trabando los hilvanes
con hilos de agua, labra tafetanes
que envuelven sus hechizos de gitana.

En su imagen henchida de fragancia,
se desvela el embrujo misterioso
que paulatino exhala su prestancia.

Adornada de porte prodigioso,
embriaga con tan lúcida elegancia
que introduce en deleite delicioso.



SÓLO RESPIRO

Sólo respiro por ella,
yo no tengo vida mía,
sólo su aliento me guía
en mis noches sin estrella.

No tengo ilusión más bella
que rendirle pleitesía,
correr y seguir su huella
abismado en su armonía. 

Si alguna vez la perdiera,
dejaría en mi tristeza
que la muerte me venciera.

Y, ya muerto, si pudiera,
la amaría, con franqueza,
más y más, donde estuviera.


VILLANCICO

Manitas de armiño
expuestas al hielo.
Recordad al niño

Su carilla es de rosa
y su boca un clavel.

Manitas de mi niño
que darán la salud.
Retirad con cariño
el cáliz de la cruz.

Su carilla es de rosa
y su boca un clavel.



[http://usuarios.multimania.es/autenticapoesia/t5.htm]





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