Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

domingo, 8 de mayo de 2011

378.- ALFONSO CABELLO JIMÉNEZ



Alfonso Cabello Jiménez, nace en Montalbán de Córdoba, el día 13 de noviembre de 1932. En agosto de 1956 se marcha a Madrid, donde vive durante 21 años y donde estudia bachillerato y magisterio. Después de ganar las oposiciones al Cuerpo de Profesores de Enseñanza General Básica se licencia en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid.

En septiembre de 1977 es destinado como profesor a Mahón (Menorca), donde vive por espacio de siete años. En julio de 1984, se traslada a Córdoba, donde sigue en la docencia hasta su jubilación.

Es coautor de un libro de Historia, destinado a los alumnos de Formación Profesional, publicado en Ediciones Anaya en 1975. Ha publicado además los siguientes libros de poesía: Flor de otoño (1988), Cadencias y soledades (1990), Vivencias sonoras (1991), Alas de fuego (1992), Brumas (1994), Gelina. Antología poética (1995); Ecos de caracola (1996 y 1998); Promesas del viento (1997); Nenúfares (1998); Sueños de alhelí (1999); Rosas de azafrán (2000); Auras marinas (2001); Olas de cristal (2002); Alba de azahar (2003).

En 1993, la editorial Cultura y Paz de Madrid, publica una segunda edición de los cuatro primeros libros de poesía mencionados anteriormente. En 1985 obtiene el primer premio de poesía concedido por el Ayuntamiento de Madrid y dos segundos premios en Madrid y Guadalajara. Sus poemas han sido publicados en un manual de "Lengua Castellana y Literatura" para la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) por la editorial Editex, en diversas antologías, periódicos y revistas literarias. Además ha publicado gran cantidad de artículos periodísticos y ha prologado varios libros.
En mayo de 1999 es nombrado Académico correspondiente de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes.






VÉRTIGO

Solos los dos, bajo una vieja encina,
una tarde de un cálido verano,
mirando fijamente al horizonte
en el silencio mágico del prado.

La tarde se marchaba lentamente,
y el paisaje difuso y solitario,
dejaba entre las sombras los enigmas
ocultos tras la umbría del ocaso.

Sentimos que hasta el aire nos miraba,
y la encina tan casta sin embargo,
nos cobijó, y en su penumbra surge,
el vértigo candente del naufragio.

Miré sus ojos. Contemplé la aurora
y el paisaje de nuevo iluminado.
¡Qué radiante mañana! ¡Qué armonía!
El aire se nos hizo más humano.

(Agosto de 1999)







COMO EL CIPRÉS

Cómo el ciprés luchando contra el viento,
me siento solitario en la llanura.
Cómo el ciprés. Mi flébil desventura
ha perdido de golpe su argumento.

Ya no sé ni siquiera lo que siento.
Mi frágil corazón siempre procura,
no rendirse jamás a la locura
de un terrible y absurdo desaliento.

Cómo el ciprés que está perdiendo el duelo,
está mi corazón en su morada,
luchando abiertamente con desvelo.

Cómo el ciprés. ¡Qué triste desconsuelo!
Tener la tierra a la raíz pegada,
mientras se mira sollozando al cielo.

(Solsticio de invierno de 1999)









QUINIENTOS BESOS

A mi musa poética.

Tú eres la calma,
yo soy el viento,
tú eres la brisa,
yo soy el fuego.
Tú la certeza,
yo el desconcierto,
tú sinfonía
y yo el silencio.
Tú eres la hora,
yo soy el tiempo,
tú la pradera
y yo el sendero

Tú la esperanza,
yo el desaliento,
tú la armonía,
yo el desencuentro.
Tú eres la rosa,
yo el rododendro,
tú la alameda,
yo el roble viejo.
Tú eres mi aurora,
mi luz, mi aliento
y quiero darte
quinientos besos.

(5 de febrero de 2003)








TODO ES IGUAL

Todo es igual y todo es divergente,
inmutable y cambiante cada día.
El mar, la luz, el viento y la alegría,
siempre inestable y siempre permanente.

La noche extraña, gélida y caliente.
El mismo barco anclado en la bahía.
El mismo corazón. La fantasía
siempre es igual y siempre diferente.


Y en esta permanente diferencia,
se deshoja la rosa con el viento,
rompiendo brutalmente su inocencia.

La misma rosa ecuánime y austera,
siempre distinta y con su mismo aliento,
florece nuevamente en primavera.

(Enero de 2000)







SER Y NO SER

Yo ni sé si es verdad la primavera,
ni tampoco el aroma de las flores.
Si cantan de verdad los ruiseñores
o todo es vanidad, humo y quimera.

Si la existencia es falsa o verdadera
o todo un artificio de colores,
que esconde los amargos sinsabores
en esta singladura pasajera.

Yo no sé si es verdad que estoy muriendo
o es todo una terrible fantasía
en esta sinrazón que estoy viviendo.

Y no sé si es verdad que esta jugada
es vivir o una triste sinfonía
en una desventura hacia la nada.

(Abril de 1995)





SOLAMENTE TUS BESOS

En el canal abrupto de mis venas,
como sutiles ráfagas de fuego,
y auroras que iluminan en mi noche,
tengo ocultos tus besos.

Luminarias de amor y de esperanza,
que calman el dolor de mis recuerdos.
Luciérnagas de paz que van dejando,
en mi sangre tu aliento.

Ósculos que perfuman mi existencia,
y anulan la amargura de mis sueños.
Porque quiero que sepas que me quedan
solamente tus besos.

Abril de 1996







SOLEDAD NOCTURNA

Cuánta amargura en el alma.
Qué insoportable silencio.
Qué triste la madrugada
cuando no encuentro tu aliento.

Cuando te llamo y no vienes,
cuando el frío del invierno
va dejando lentamente
dolor y escarcha en mis huesos.

Cuando pronuncio tu nombre,
cuando me faltan tus besos
y en la penumbra nocturna
busco y no encuentro tu cuerpo.

Cuando pierdo la esperanza
de acariciarte de nuevo.
¡Qué soledad me atormenta!
¡Qué insoportable silencio!

Septiembre de 1995








EFLUVIOS DE MEDIA TARDE

En la orilla de mar,
le di un beso a mi serrana,
y su talle de amapola
se reflejaba en el agua.

Efluvios de media tarde,
el canto de la calandria.
El plenilunio, las brumas
y el aroma de las jaras.

La alameda, sombra y trinos,
horizontes de esperanza,
la sinfonía del viento,
el calor de tu mirada.

El valle lleno de flores,
la nieve de la montaña.
Navegando entre las olas
un pescador con su barca.

Nos cogimos de la mano,
nos tendimos en la playa,
se fundieron nuestras bocas.
¡La luna nos saludaba!

Marzo de 1996









ES EL AMOR

Es el amor quien ríe delirante,
con sus luengos cabellos desprendidos.
Es el amor quien funde corazones
y canta de pasión enloquecido.

Es el amor, henchido de esperanza,
ciego, sordo, angustiado, posesivo,
quien quiere dominar el universo
en lucha sideral consigo mismo.

Es el amor, locura, desenfreno,
eterno frenesí, fiebre, delirio.
Es el amor, un beso que se escapa
mirando fijamente al infinito.

Es el amor, el lirio delicado
que embriaga con su aroma los sentidos.
Es el amor, la excelsa melodía
que vibra en los acordes de un suspiro.

Noviembre de 1994







NOCHE DE LUNA

Noche de luna,
ojos serenos,
una guitarra,
menta y romero.

Brisa y fragancia,
sombra y misterio.
Una mirada
y un sentimiento.

Una caricia,
todo es silencio,
y entre azahares
se escapa un beso.

Mayo de 1996







LA SOLEDAD DEL AMOR

Busco una voz que rompa este silencio,
porque esta soledad me martiriza.
Busco una voz afable, misteriosa,
que arranque de mi boca una sonrisa.

Busco unos ojos mágicos, risueños,
que sientan su calor cuando me miran.
Unos ojos de nítidos destellos
que claven su mirada en mis pupilas.

Busco unas manos llenas de esperanza,
en venero de amores convertidas.
Una manos mimosas, delicadas,
que dejen en mi cuerpo una caricia.

Busco unos labios cálidos, silentes,
una fragua de amor y fantasía,
que dejen en mi boca con sus besos
el sabor de una noche compartida.

Marzo de 1996









INFIDELIDAD

Me dijo anoche la luna,
que me engañabas con otro,
y desde entonces no vivo,
el corazón se me ha roto.

Marzo de 1996










DESENCANTO

TRISTEZA, silencio y llanto,
la soledad me atormenta
y nunca sabré hasta cuándo.

Amarguras infinitas.
Noches de insomnio. ¡Silencioo!
Un corazón que agoniza.

Tinieblas, tristes auroras.
Sentimientos que se rompen
en la cresta de las olas.

Tristeza, silencio y llanto,
la soledad me atormenta
y nunca sabré hasta cuándo.

Febrero de 1996









POCO A POCO

Poco a poco estoy muriendo,
pero nadie se da cuenta
que tengo mi corazón
llorando de tanta pena.

Abril de 1996








MIRAD AL HOMBRE

Mirad al hombre, arrogante,
orgulloso y altanero.
Jactancioso, presumido,
pedante, ufano y soberbio.
Como un magnate en su tierra,
como un monarca en su reino,
como un dios en el Olimpo
creyéndose que es eterno.
Pero miradle a los ojos,
a la raíz de los sueños,
donde se encuentra desnudo
mostrándonos sus secretos.
Miradle al fondo del alma,
a los instintos primeros
y le veréis como tiembla,
como una caña en el viento.
En el fondo siente angustia,
soledad, tristeza y miedo.
Huye, sin saber dónde,
huye siempre, sin saberlo,
porque en el fondo del alma,
está en sí mismo huyendo.

Mayo de 1995








SEQUÍA OTOÑAL

El cielo está nublado,
los árboles sin hojas,
la tierra está sedienta,
la tarde silenciosa.

El campo solitario,
no cantan las alondras,
se secan las encinas,
los campos sin aroma.

Caminos polvorientos.
Bandadas de palomas,
y el cazador furtivo
oculto entre las sombras.

La jara se ha secado,
el chopo se desploma,
y el pino centenario
tiene dos ramas rotas.

La lluvia no ha llegado,
y en las cumbres remotas,
la luna se lamenta
implorando a la aurora.

Noviembre de 1995






SONETO AL VINO

El sol hecho fragancia y ambrosía,
su lento palpitar en la madera.
Esencia de la eterna primavera,
que llena el corazón de fantasía.

La aurora en el cristal. Su sinfonía,
transparente y fugaz, pura y austera
nos llena de pasión y la solera,
dejando entre los labios la alegría.

Catarata de aroma refulgente
que perfuma la brisa con su aliento,
dando fuerza vital al peregrino.

Majuelo, sombra, sol. ¡Y de repente!
Se llena el corazón de un sentimiento.
¡Brindar con una copa de buen vino!

Alfonso Cabello Jiménez





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