Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

viernes, 6 de mayo de 2011

373.- MIGUEL PASTRANA



Poeta nacido en El Puerto de Santa María(Cádiz), en 1975. Reside en Madrid. Ha servido durante ocho años en la marina de guerra y en su arma aérea. Ha publicado los poemarios Trilogía del centurión (1994) y Lisboa (2008).
También narrador, fue premiado por el Instituto Español de Lisboa en los
concursos de 1992 y 1993. Es miembro de la Asociación de Escritores, en Madrid,
de su grupo de jóvenes poetas Nocturno y es coordinador de un ciclo poético que
organiza este grupo con "Círculo Ágora".





EL REINO DE LOS TÉMPANOS

Lo más bello es lo incumplido;
es el futuro perfecto
como un glaciar, un río
que no desemboca, yerto.

La esperanza, lo entrevisto,
por siempre fijo en el hielo;
el mañana detenido
en la flor del pensamiento.







(Árbol mamut)

Como una secuoya en piedra
cuya eternidad se alzara
en el centro del jardín.

La simiente de los siglos,
no derramada, intacta.

Y el buen hielo sombreando
el fruto de lo increado.








Así, por fin... amor tan quieto;
ni un colorear de nada que nada altere,
guardado para un nunca tan cercano,
el beso, para el beso; en ti,
tu mejor tú, y no cesar
de amarme así tan siempre.

(Del poemario
: El reino de los témpanos.)





CANCIÓN TERCERA

TÚ no eres tú
(nocturna paradoja),
pues eres yo;
dentro de mí, en espuma
y en aurora
mental.

Eres yo. Yo
soy tú, nadie;
repoblador de lácteas
efusiones.

Tú y yo,
nada. Ella quizá,
constelación urbana, tinta
agónica y eslabón
en acuoso haz
forjado.

Tú, yo,
ella, poco
o nada. Entrecortados,
sin retoñar o
difundir; creación, letra,
paraíso mental. Hombre:
Nada.

Juego, delirio
mío; piel
etérea
por mí ensamblada,
torneada, conformada.
Por mí. Yo: nadie, humo
evaporado, liviana
efusión.

Yo, hijo de Ella, mater
helada, hormigón
creador. ¿Padre?
Un millón de muertos
por las flores
(y el cielo).

Tú eres yo, aunque
no lo sepas
(tranquila, yo lo sé)
Entre algas
y corrientes.
Anegado, confundido,
kilométricamente
despoblado.

Yo soy.
En cosmos propio,
ionizado, ignoto,
colectivo.

No, no eres tú.
Soy yo
(por eso no te pierdo);
y yo, Ella, esto
(por eso no te encuentro).

(Del poemario, Lisboa)






A DESHORA

Bajo la viva luz de estrellas muertas, anticipadamente,
aguardo la futura llegada del pasado,
y cuanto hay en mí, lo que forma “Yo”,
vive –o no– presente de recuerdos,
de lo que fue y no supimos cuando era, y es ahora
una dulce nostalgia de lo que nunca existió.






ES LA HORA

del café, y... ¡Ah!; sales
a luz (porque ahora puedes
salir), y es la calle, es
la gente, son las obras
y lo de siempre sucesivo
con renovado resplandor. Y cómo
aprecia esa luz, el aire
adolescente en la mañana,
quien estuvo en el subsuelo
y su memoria, las calderas.
Y bebes de la taza humilde
viendo pasar la parte
de vida que te toca
como un rey en su trono
de claridad.
Porque Grecia y Roma y todo
lo demás, está aquí;
y a lo cerca un martillo
neumático va golpeando
en la fragua del día.
Porque el mundo está
mal hecho, y si puede
bastarnos con tan poco
(que ya es mucho),
qué no podría ser...







HOJA CAÍDA

Se reconstruye el mundo los domingos
lentamente. Con la demora
del amor. Por las calles
el agua corre y choca en los bordillos
como un dique sin fin, hecho de ramas
caídas, hojas, papeles
de periódico de un sábado
caído a tus pies: lo arrastra el agua.






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