Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 3 de agosto de 2011

693.- ESTHER JIMÉNEZ LÓPEZ


Nací en Antequera (Málaga) hace 36 años. Pero pronto me fui a la capital pues desde pequeña el mar era mi meta. Soy licenciada en Filología Hispánica y después de pasar por varios pueblos de la Andalucía profunda me he quedado en Benamejí.






I

Imagínate entonces tú, que yo
jamás hubiese hablado de “muslos hermosos” y ajenos
¿Lo hice?
Imagínate que buscase ese atardecer
sencillo, en que las mentes cansadas
hablan de las otras vidas hasta agotarse
de sinceridad y silencio.
¿Cuándo vistes en mis ojos
“cuerpos entrevistos ni escaleras sin luz”?
La explicación estuvo alguna vez
detrás de un frío comentario
que se irguió para siempre, como
barrera inquebrantable, entre tu alma y la mía.
Yo no anhelo el “dulce amor”
ni anhelo “la pasión del conocimiento”
sino la amistad eterna de los cuerpos
limpios y las mentes lúcidas que,
en tardes de eclipses del corazón,
te impulsan con su cálido aliento
hacia la superficie de la vida nueva.
Aspiro a sentir que mi reflejo
es el amigo antiguo que
conoce mi mente a través de los
siglos, para siempre,
sin mediar palabras
sin el sonido impreciso de la voz
que yerra siempre el sentimiento puro.
Aspiro, al fin, a coger tu mano y
reírnos, ocasionalmente juntos, del cuerpo amado
y del orgasmo, de los atardeceres del mundo.









Málaga otra vez.

El viento acaricia mi rostro
como una mano maternal.
Me trae recuerdos de la infancia
mi mar amigo,
siempre desde aquí,
desde este rincón del mundo,
contemplo la bahía
en la que se agolpan mis recuerdos.
Esas tardes de risas y juegos
y la palpitación de los besos
y un dolor de despedida
y un olor a sexo.
El mar despliega mi vida en presente:
la risa de mis hijas,
la mirada incierta de mi amor…
su miedo a que me vaya
justo en frente de mis ojos ciegos.
La rendija que filtra una esperanza,
sentir que aún me amas,
entre esta arena desgastada,
plagada de un efímero devenir eterno.
Es mi vida entre los dedos
que destilan viejos relojes,
aquellos que marcaron mis labios
cuando todavía era niña y
soñaba con ser quien soy:
un corazón desierto frente a un mar inmenso.
Y es Málaga al desnudo,
el paraíso tantas veces ansiado
que me traía desde el norte
los cálidos vientos del sur
y los diamantes tiernos
de un reluciente sol generoso.
Nada es posible lejos de ti
adorada ciudad de mis desvelos.










Punto de partida

El sol nace de nuevo
entre los escombros de un presente inquieto.
Amar, amarte es un cajón de olvido
abandonado tras la puerta de los deshechos.
Hoy brillan las olas alejadas
de ese norte azul al que me acerco.
En esta casa, mi casa, llena de vida nueva,
se amontonan papeles, ventanas, recuerdos…
tazas devoradas, esperanza, monotonías y versos.
Te has ido para siempre, molesto arrullo,
escondido en lo que se imagina y no existe
nada más que entre nosotros y los cuentos.
La brisa helada de diciembre
me dice al oído, muy despacio,
que nunca hubo lunes mágicos en tu pecho.
Sólo en presente lo entiendo.
Desolada, aturdida y sedienta
la luna renace cada noche del siniestro año.
Y sonrío levísima y firmemente
sobre laberintos del pasado que nunca existieron
porque amor : amar, amarte…ahora es un cajón de olvido

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