Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

lunes, 22 de agosto de 2011

769.- ANTONIO GARCÍA FERNÁNDEZ


ANTONIO GARCÍA FERNÁNDEZ
(Almería, España, 1977)
Licenciado en Filología Hispánica. Ha publicado el libro de relatos La eterna promesa (El Gaviero, 2005). En la actualidad coordina con la Asociación La Candela los banderines poéticos del pub almeriense El Zaguán. Ha sido guionista y director de los cortometrajes Proto, Maikel Nai, Maldigo a dios por otra tarde de domingo, Lugares propicios para el amor, Filólogos: esos tipos extraños, Navidad en El Pardo y El besico. Sus textos han aparecido en revistas literarias como Chichimeca, Salamandria, Kafka y El Coloquio de los Perros. Sus escritos más recientes pueden leerse en el blog Las cosicas del Sr. Curri.





TIERRA QUEMADA

Avanzo y sólo encuentro tierra quemada.
Te guardas en el interior
prendiendo los pueblos antes de que llegue.

Sabes que es invierno y que no tengo refugio,
la intendencia escasea, las fuerzas.

Sólo te queda esperar a ver caer mi cuerpo
en la nieve y observarlo a cierta distancia.

Eres la gran Rusia
y yo el imperio en decadencia.





HUNTER

Mis padres me abandonaron cuando yo tenía tres años. No puedo decir que sienta rabia por eso, pero cuando mi padre volvió un día a por mí a casa de mis tíos, yo no sabía quién era. Me llevó en su furgoneta a encontrarme con mi madre. Quería que volviéramos a ser una familia, pero eso no podía salir bien. Luego no sé bien qué paso, yo era muy chico. Me quedé dormido y soñé que mi madre me abrazaba en un sitio gris y frío, hasta podía sentir su pelo mojado. Cuando me desperté estaba otra vez con mis tíos y era como si nada de eso hubiera pasado.
Como si todo fuera mentira.





JIMMY

Hijo, yo maté a tu madre porque era muy mala. Le abría las huchas del domund a los niños, con eso te lo digo todo. Dime tú si no es para matarla. Al principio yo no me dí cuenta, pero luego, cuando me fijé, Madre mía, qué mala que era... si hasta ponía alcanfor en navidad en la bandeja de peladillas. Cuando tú eras pequeño yo aguantaba, por eso de que no te criaras sin una madre, pero luego, ya sabiendo que estabas en Oklahoma, un día se me hincharon las pelotas, me vino un pronto y la maté. Y, oye, qué tranquilidad desde entonces.









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