FRANCISCO JAVIER CASADO
Málaga. Poeta
Francisco Javier Casado (Málaga, 1977) es filólogo del espíritu. Su primer poemario fue un apenas práctico Manual de instrucciones para usar los brazos (Monosabio, Málaga, 2000).
Su segundo poemario "Chatarra de un niño muerto" (DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE MÁLAGA, 2008)
Licenciado en Filología Española por la Universidad de Málaga. Ha colaborado en diversas revistas literarias y periódicos culturales con relatos, poemas y artículos, así como en la Editorial “On-line” Atramentum con labores de crítico. También es cofundador de Ediciones Parnaso. Ha recibido menciones especiales de Narrativa Breve en las Muestras de Literatura Joven “Ciudad de Málaga” (1997 y 2001); y de Poesía por el libro Sci-fi lullabies: 13 poemas fantásticos (2003). Fue finalista del III Premio de
Poesía “Generación del 27” (Centro Cultural Generación del 27, Málaga, 2000), con la obra Los ballets, la sangre, las caretas antigás.
Ha sido incluido en las antologías: 4x4 Dieciséis Poetas (Árbol de Poe, Málaga, 1999), y Licántropos (Chupacabras, Málaga, 1999). Ha impartido clases de Lengua Castellana y Literatura en Rabat, Jaén, Granada, Málaga…
Migraña con aura
Si pudiera tocar la pureza
sin tocar la pureza
sacar de la chistera
una cabeza nueva
bendecir los pensamientos
de un ateo moribundo
si pudiera ser feroz
en la blindada transparencia
del palacio de los espejos
todo lo que imaginas en formol
ningún sustantivo más abstracto
que cielo y tierra bajo tu lengua
si la fiebre conjugara
la persona del verbo
si mi herida sangrara invertida
y mis sueños reventasen
las carótidas del tiempo
si tachando el siguiente verso
éste borrase el anterior
(y quedara menos que silencio)
si pudiera apagar
la palabra palabra
y dormir la mona cenicienta
si pudiera dejar de desear
este poema con migraña con aura
pero el daño está hecho
y cuanto más me alejo
del centro del laberinto
más siento
el ojo de la espiral.
Me odio cuando tiemblo de la emoción
cuando no puedo dormir porque bajando por el espino del día me he dejado las zarpas, los cuernos y el instinto de no pensar
y en la raíz cuadrada de la noche roo tubérculos rosados
y doy vueltas perdido en la feria en que me amaste de niño, entre espantajos y manzanas de caramelo
hasta que me limpio los besos a restregones contra la almohada, rezando con las branquias en flor
Dios salve a la Virgen Fantasma que calienta mis ojos al fin, en la hora de la muerte amanecer
(De Chatarra de niño muerto, 2008)
ternura radical
Hay una mujer en cueros que sin paraguas intenta borrarse bajo la lluvia. Su figura se diluye en la noche como el significado de un lunar sobre la piel. Vomita un guante y de seda tropieza. Escupe el izquierdo enrevesada se tambalea. Las manos de una tarantela suben por sus rodillas muslos ingles caderas. Aprietan los glúteos. Pálidas arañan. Marcan. Llagan la nana carnosa. Cae en un charco. Toca fondo de encías. Besa el barrizal. Se llena de tierra. Abarca el humus contra sus tetas. Mea. Se descome a gatas. Chupa minerales entre el légamo. Se deshacen con su lengua. Saliva preciosa sal savia moco. Su cuerpo es infección de aguacero. Estertor. Nubarrón de pus. Musgo. Raíz. Grumo y arteria. Su figura desaparece en la noche como la piel de un lunar. Sólo queda un paraguas abierto sobre la sed del asfalto.
(De Chatarra de niño muerto, 2008)
el gorrión y el fondo del mar
Cuenta la Lengua Infinita que vivió una vez en mi mente un rey con cabeza de gorrión caído. En la melancolía del pájaro pensante buceaba una tembladera que en lugar de sombra tenía dudas. La sombra de este pez de los abismos había naufragado en un punto entre las estrellas de la constelación del verbo ahogar. Durante años, compartió agua y luz con un deseo reprimido llamado Arruga en la Falda. Su reino era pequeño, ojeroso y de huesos de cereza; pero cada noche imaginaban una cosa sexual saliendo de la tarta. En el acantilado de leche de loba, donde florecen la nomeolvides y el olvido, construyeron un balcón de piedra para conjugar cada noche su triste tonada: yo ahogo, tú ahogas, él ahoga, nosotros… Y llegaron guerras civiles y hambrunas con ojos de juez que dictaron sentencia: el verbo será reflexivo o no será. En ese instante se apagó el corazón eléctrico de la abisal tembladera. Su sombra escuchó una explosión en la lejanía de las trincheras cósmicas y rezó por la Arruga de su alma. Los olvidos y nomeolvides se marchitaron bajo el balcón vacío, mientras la leche de loba rompía y rompía contra los peñascos sin nadie que rompiese su silencio nupcial. Sólo un gorrión coronado de cirros y bocanadas de arsénico se asomó a la balaustrada una tarde, décadas, siglos después, cuando ya todo era fondo de mar, y a punto de sentir el precipicio pió: yo me ahogo.
Y con él todos nos ahogamos; y colorín colorado, este cuento se
(De Chatarra de niño muerto, 2008)
EL VALS DE LOS MONSTRUOS
Adolfo se comió las tetas de mamá
y a mí me dibujó con el pulgar
un claro de luna en la frente
me besó
me cubrió con un manto de hiedra
y me dijo Blancanieve
ahora eres la niña más bella de este baile de puercas
ahora eres el Dios de los enanos
Ahora
vivo sola en el bosque con siete enanos retrasados
y no sé cómo llegué a los sótanos del origen del mundo
pero sé que aquí lo blanco y lo negro se confunden
y los engendros encienden hogueras de versos
y bailan invocando al Claroscuro hasta el amanecer
bailan
bailan en torno a mi cabeza
mi cabeza
mi pobre cabecita
Ahora vivo sola en el bosque con algo que aúlla
que babea que desteje que coagula que chapotea que tiembla
que devora
ahora espero a Adolfo dentro de mi ataúd de cristal
con un cigarrillo encendido en el estómago
media luna envenenada bajo la lengua
y el corazón de un cordero en las manos
sangrando
y ni los espejos me devuelven ya la sonrisa
miradlos
tan gordos y feos como un enamorado
los espejos
no comprenden mi poder mis miradas en el metro
mi fugaz reflejo de niña muerta
Mamá murió en el lago
abrazando la quimera de la belleza
mamá murió calva y sin tetas
Adolfo se las comió y tocó su vientre
y dibujó en mi rostro un claro de luna
Ahora vosotros
apagad las luces
vosotros no comprendéis mi poder
vosotros pensáis que tengo la cabeza llena de enanos
vosotros que no entendéis mis versos
que me escucháis como lluvia estropeada
vosotros que me abandonasteis en el bosque y crecí
entre malezas y animales salvajes crecí
y ahora yo soy el bosque
y ahora yo soy la hija del cáncer y de la nieve negra sí
vosotros
miradme
Dios es una niña subnormal
que os sueña en un claro del bosque
Ahora oh esta noche
buscaré en el cajón la pistola de papá
se la daré a Adolfo y acabará con el mundo
de un disparo en mi frente.
ELEFANTIASIS
Volverás a ser enano. Te atraparán de nuevo en la mentira y te morirás de
vergüenza. Muy pronto, antes que la Culpa, marcharás a dormir buscando el lado más profundo de la almohada. Quieres que el tiempo desordene tu memoria. Ansías que las serpientes de cascabel que tu pecho escupe devoren el espacio que queda entre tus berridos y el silencio. Una tempestad invisible en el Pacífico. Un esturión descomponiéndose en la bañera. Te arrancarás la máscara y dejarás que la sangre cubra los globos oculares para leer en el espejo: la conciencia es un tumor maligno, alucinante, cornudo. Alguien no humano velará esta noche tu sueño y cuando despiertes un bebé monstruoso habrá nacido a los pies de tu cama. El lenguaje, las matemáticas, la química,
la poesía, el deseo, la música, las adelfas son síntomas de esa enfermedad espiritosa y amor
tajante. Animales fantásticos rasgan la tela metálica hasta echar chispas.
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