Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

domingo, 8 de septiembre de 2013

1793.- MARIÁ DEL CARMEN RAIGÓN


Mariá del Carmen Raigón Borrego

Nace en Ibiza, un 16 de junio pero la mayoría de su infancia y juventud transcurre en Loja, pueblo originario de sus padres, en la provincia de Granada.

Desde muy pequeña siente la necesidad de llevar sus sentimientos a los demás, a través de la poesía y la pintura, tanto es así, que a los dieciséis años publica sus primeros poemas en la revista literaria Alfeia de Loja y en otras de la provincia.

A los veinte el primer concurso de poesía, a los 22 primer recital poético, pero es a partir del año noventa y dos, cuando se traslada, por motivos de trabajo, a Villamartín provincia de Cádiz, para ejercer como Profesora Técnica de Formación Profesional, y cuando comienza una nueva andadura literaria, participando en eventos literarios más asiduamente.

Obtiene premios de poesía en Peligros (Granada), Sierra de Cádiz, en Loja (Granada), Las Gabias (Granada) y Córdoba, y lleva a cabo exposiciones literarias y pictoliterarias.

Actualmente pertenece al grupo “Indocentes”, formado por escritores y poetas docentes de la provincia de Cádiz.

Entre sus poemarios publicados: “Sueños, Canciones de una nube rota”, “Versos y Canciones de amor”, “Versos para caminar”, “Versos de la Noche Eterna”, “Sueños de Luna”, “Caminos de Otoño”, “Alma en Verso”, y “Terapia de Mujeres”.

Ha participado en varias antologías: “Escritos con tiza”, “Autores docentes de la provincia de Cádiz” y “Poetas andaluces de ahora”.




Si estoy sola,
si los pasos me lloran,
descalzos los separo
de mi alma.
Si me alejo,
olvido y no regreso,
me quedo atrás
prendida
de mi cuerpo.
Son mis versos cautivos,
los que me dan alas,
me siembran
y desnudan
para que nazca siempre.
A mi manera ando,
a mi manera llego
a donde nunca estuve.
Son los versos que escucho,
a los que llamo,
los que hablan por mí
cuando me callo.




II

Cántame  una canción
que nunca recuerde,
que solo escuche una vez,
que nadie sienta ni entienda.
Cántame una canción
que atrape mi alma,
que sepa lo que quiero,
que explore lo que amo
sacando todo de mí,
cántame esa canción
que nunca ha sido escuchada,
que tal vez fue dueña de tus sueños,
o coautora de deseos olvidados.
Cántame una canción
que no tenga letra,
que sólo de voz llame a mis oídos,
y de mis oídos al corazón,
donde todo espera
y donde todo llega
aunque no tenga voz.





III

Me he despertado esta noche
para hacerle fotografías a mis sueños
y revelarlas mas tarde por las esquinas.
Era la luna flash de mis recuerdos,
anémona de mi voz apagada,
un ovillo de luz candente
sobre mis muslos agrios.
Anhelaba un contenedor donde echar los desperdicios
de las horas pasadas y perdidas,
quizás del día anterior,
cuando mis medias plegadas en el armario
buscaban un par de piernas
y se sentían tan vacías de carne como yo.
Quizás encerrar mi vida dentro del cajón
donde guardo mis medias,
y de paso con ella algunos de mis sueños
antes de que amanezca.






IV

Suena el móvil, casi las nueve de la noche,
me abofetea el viento abrigado de otoño,
respondo y una voz brillante y diminuta
se apodera de mi estómago.
Dan las campanadas
justo al entrar en el supermercado,
una voz brillante y diminuta
recorre en unos segundos
un río de sueños
mientras se esconde;
me derriba justo al lado de la cámara frigorífica
mientras mis ojos encuentran el yogurt natural azucarado;
de pronto desde dentro el paisaje se vuelve infinito,
la oscuridad suprema,
al ras del suelo el peso de mi cuerpo me sonríe
mientras busca entre mis labios el antídoto
de una sombra pegajosa.
Meto el corazón en una bolsa de asas,
me mira la cajera
mientras me pide que le enseñe el bolso.
Llueven en mí trozos de hilos
que como una madeja
se enredan en mi garganta,
mientras salgo por la puerta
esperando encontrarme
a mí misma.






RECUERDOS.

Buscando mis recuerdos,
en un cajón perdido,
de esos que se miran
después de mucho tiempo,
buscando entre mis fotos
para saber el cuando,
el porqué de las cosas,
como llegué hasta aquí,
quien me empujó llegar,
si de mis propios pasos
anduve yo el camino,
sola, supongo,
como hasta ahora todo,
siempre mi soledad,
erguida sobre mí,
como escapar ahora,
como volver atrás,
si no tengo maleta,
donde llevar mi nada,
y aunque la tuviera,
no sé ni donde está.





ÁNGELA.                                


(A mi hija unos días antes de su nacimiento)

En la plaza del olvido,
junto a los naranjos
de las ramas pálidas,
esas que alcanzan los niños,
los que sus hojas tristes me hablan,
en un banco teñido
junto a la iglesia blanca,
me deshacen las sombras,
las que apagan las ramas,
las que el viento dejó alborotadas,
en una tarde mustia
de esas que se escapan,
y te llenan de voces perdidas
desbarato mi alma,
apenas las escucho
cuando me habla Ángela.
¡Qué será de los nidos
que enredaban las ramas!,
¡cómo será la cuna
en que cante una nana!,
serán como las hojas
cuando las flores nazcan,
serán ramas mis brazos
y las raíces alas,
serán sus ojos soles
que abrirán la mañana,
será la tierra mar,
y mis pechos su barca.






QUISIERA

Quisiera ser una pequeña nube
para ver donde nace la lluvia,
a donde van las gotas que mueren,
donde termina el mar,
donde mueren las olas
si es que mueren,
a donde van los versos
que no nacen,
o los que emanan impasibles del olvido,
los que simplemente
quedan dentro,
a donde van los versos,
los que nunca se fueron,
los que van llegando……,
si están en lo más hondo,
si  están en lo más alto,
si una voz bastara
para poder hallarlos,
la voz o la palabra,
el alma en todo caso.







JUEVES  SANTO.

Jueves Santo,
el aire huele a incienso
y a corazón agrio,
tú no me miras
y siento la distancia
doblar mi herida.
Detrás del paso
van sonando campanas
de pies descalzos
que sí me miran,
y van bordando las huellas
por la avenida.
¡Quién te tuviera!,
Como poder decirte
que mi alma vuela
para pedirte.
Y las lágrimas suenan
palpitando la noche
entre las velas.
Detrás del paso
una mujer camina
con pies descalzos,
y en ellos siente
un corazón pequeño
para su vientre.
¡Quién lo tuviera
para poder besarlo
en la primavera!.
Con pies descalzos
me abrigo de plegarias
un Jueves Santo.
Y ya amanece,
te espero en mi ventana
para quererte,
si tú vinieras
me pondría zapatos
de piel de cera,
si  tú estuvieras
romperías mis sueños
de primavera

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