María José Romero Medina
Natural de Granada. Reside en Madrid. Estudió Magisterio, Música e Historia del Arte. Es Catedrática de Historia del Arte. Docente en Instituto de Enseñanza Media y Escuela de Arte. Ha realizado cursos de Investigación Didáctica y es coautora de dos libros.
Galardones y Premios: Desde niña se integró en movimientos literarios y artísticos participando en Concursos Literarios con ilustraciones, recibiendo Premios en Redacción y Cuentos Ilustrados con publicación de los mismos en la Prensa. Ha realizado exposiciones de Pintura, obteniendo Primeros Premios. Tiene Obra Plástica y Poética recogida en Pregones, Catálogos, Carteles, Recitales, Periódicos y Revistas; y poemas con ilustraciones en la Revista Universitaria de Granada “Extramuros”. Beca de Paisaje en Segovia y Medalla de Plata por el Exmo. Gobernador Civil. Exposición en la Caja Ahorros de Segovia. Finalista en Concursos Poéticos, como: el del Ayuntamiento de Alcalá de Henares y “Ruta de la Plata”; Cáceres.“IV Premio Oliva de la Frontera de Poesía”. Ha obtenido: Tercer Premio “Certamen de Poesía Carabanchel Ayuntamiento de Madrid”; Primer Premio ”XX Premio de Poesía Cafetín Croché” San Lorenzo de El Escorial (Madrid); y ha sido posterior Jurado del mismo.
Según el juicio del Jurado del XXVII Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística: “El poemario La llama en el cristal de María José Romero Medina se hace luz en palabra enamorada, desnuda, sincera, que busca ver y leer la inmensidad de lo divino:
“Ver tu rostro, leerte
palmo a palmo en tu abierta geografía”.
Pero lo hace desde el dolor del amor:
“amor hecho de luz donde duele la luz”.
Su mística experiencia de la gracia es “herida de luz”:
"Soy yo.
La que espera tu diluvio de luz,
la luz de tu misterio
en mi doliente llama hasta tu fuego."
Pero se hace también gratificante experiencia poética:
Pues sé que estás ahí,
mi duro amor,
mi lejano amor, mi amor cercano.
LA LLAMA EN EL CRISTAL
Pasa el viento tramando enjambres de metal
con su oscura parábola de noche
y sé que estás ahí,
detrás de aquella sombra. Tú deslumbras
allí donde no hay luz porque eres luz
“yo soy la luz del mundo.” *
Y pasa
la gravedad que urdiera en la memoria
como un blanco descenso de palomas
sin conciencia de altura,
—áptera libertad— y un corazón
que lloró su torpeza.
Porque tu nombre me alza y me sostiene
hasta filtrar mi palabra en tu luz,
diadema que rodea tu blanca posesión,
tu presencia de pétalos,
tu cíngulo de aliento,
tu corona de mares y de espumas,
tu confusión de vientos y naufragios,
el viento inerme
del corazón profundo que te busca,
del corazón profundo que hoy te nombra.
Porque marcar mi paso con tu paso,
mi pulso al pulso tuyo,
es ya verte sin verte.
Pues sé que estás ahí,
mi duro amor, mi lejano amor, mi amor cercano.
Hoy escribo y Tú eres el poema,
La llama en el cristal del aire.
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