Daniel Granado
Nacido en Cádiz, 1973
Licenciado en Filología Inglesa. Comienza a escribir poemas y canciones a los 15 años aproximadamente.
Dispone de más de una docena de libros de poemas auto-publicados que pueden curiosearse y adquirirse en:
Ha escrito una decena de discos con canciones de autoría propia, tanto en letra como en música, que pueden escucharse en la siguiente dirección web:
En otra faceta de autor y editorial, ha escrito y publicado en toda España varios libros de inglés profesional con diversas editoriales (ADAMS, CEP, Ideas Propias), habiendo obtenido con el primero de ellos, "Inglés profesional para servicios de restauración" el Primer premio de España GOURMAND COOKBOOK AWARDS 2013 al mejor libro para profesionales de hostelería.
Deberías aprender a despreciarme
del mismo modo en el que yo te venero.
Nunca fueron productivos
estos viajes nocturnos hacia la derrota
más bella que jamás inventaste
oscilando sobre los ejes absurdos de la nada.
Te advertí de todo esto
pero no era una amenaza
sino un desafío descolgado del silencio
arañando las fronteras de lo absurdo
hacia el anhelo de tu rendición
que nunca llegó.
Deberías haberte detenido
en alguien menos inoportuno
que no comprase cuadernos
en noches como ésta
en la que puedes cortar la niebla
con el filo de una uña rota
si te aventuras tan sólo algo más
en el pánico de la ventana.
Deberías casarte
o al menos intentarlo con
alguien más sereno
que no pasase sus días
y sus noches en estaciones
en busca de billetes
para más tarde no llegar
a ninguna parte.
Deberías desnudarte más lentamente
hasta descubrir la verdad
que te acercase al espejo
y ser capaz de detenerte ante tu cuerpo
devastado en cicatrices,
supurando las llagas con tus propios dedos,
degustando el dolor hasta darte cuenta
de que has agotado la tristeza.
Nada ha cambiado en nosotros
excepto el corazón verde de las hojas
que el viento desnuda,
la vergüenza inerte
de haber traspapelado el pasado,
la locura insana del aguanieve
condensada en la chaqueta,
el desprecio que escupen las piedras,
los reflejos dorados
de una tela de araña,
el delictivo privilegio de traspasar
la privacidad de un diario.
Nada ha cambiado en nosotros
pero tú no comprendes que
el corazón verde de las hojas
lo es todo.
Yo soy mi propia secta.
Construyo templos sagrados
Para destruir iglesias.
Yo soy el maestro,
El líder mesiánico que esperabais.
Me adueño de vuestro dinero
Y de vuestras mentes.
Me alimenta vuestra estupidez.
Yo soy el fin del mundo,
Yo soy la vida eterna
En el suicidio colectivo
Que contemplaré de vosotros
Y del que nuca formaré parte
Mientras hago el amor con
Vuestras mujeres y vuestras hijas
En otro templo
Antes de hacer que ellas
También se suiciden
Para no dejar huellas.
Incluso os haré creer
Que estáis en el camino hacia alguna parte
Mientras me hago con el poder.
Nada nos detiene
Excepto la eternidad
Que nos envuelve en su
Abrazo de infinita locura.
El tiempo que has paralizado
En nuestro regazo
Seguirá pasando para otros
Mientras nosotros
Permanecemos intactos
En nuestro abrazo
De horas insondables,
De miedos remontados,
Ahora que observamos el mundo
Desde la montaña que lleva
Nuestro nombre
Y una bandera de conquista.
Y, desde lo más alto de
Esta cima,
Contemplemos como todo gira
Alrededor nuestro:
Los odios de muchos,
Los amores de algunos,
Permitiendo que sólo estos últimos
Nos rocen.
Donde debo ir
No me espera nadie,
Ni una mueca de odio,
Ni el más leve de los desprecios
Esbozado en una mueca.
Tan despacio como puedo
Me levanto de la cama
Desentumeciendo los huesos,
Recogiendo los huecos
Que han quedado en el sueño.
Tan despacio como puedo;
No me espera nadie,
Donde debo ir
No queda nada,
Ni una boca de dientes negros
Con aliento de aroma mancillado
Por la infección del destierro.
Quizás, tal vez no vaya;
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