Francisco Díaz Velázquez
(Sevilla, 1942), fue letrista de Camarón.
Ha publicado Mínimas y coplas como primer volumen de la colección de poesía Carbones Encendidos (Sevilla, La Carbonería, 2006).
Acerca de estas Mínimas y coplas", ha escrito Fernando Ortiz: "En estas breves líneas suele haber una imagen. Una imagen memorable, casi arquetípica, que ejemplifica en instantáneo vislumbre la alegría, el sufrimiento y las ilusiones de toda una vida, toda una vida que es todas las vidas. [...] Misterio, refinamiento, imagen súbita o cuchillo repentino que nos hiere hondo, he aquí los sencillos elementos con los que Francisco Díaz Velázquez compone sus coplas."
I. MÍNIMAS
ANTE LAS MÍNIMAS DE FRANCISCO DÍAZ VELÁZQUEZ
Hay mínimas que son máximas.
Las verdades de la vida,
Tan oscuras y tan claras.
FERNANDO ORTIZ
MÍNIMAS
1
Se asomaba a la ventana
de sus sueños y veía
lo que le daba la gana.
2
¡La felicidad...!
Cuando está no estoy,
cuando estoy no está.
3
Estando despierto
soñé haber nacido
y soñé haber muerto.
4
No sé qué me ocurre
con los espejos:
en unos me miro
y en otros me veo.
5
¡Qué amarga es la soledad!
Es verdad...
y no es verdad.
6
Un rompecabezas:
al pasar los años
la memoria queda.
7
Se fue a una montaña.
Lo sabía todo,
no decía nada.
8
Aquella mañana
me miré al espejo:
no me vi la cara.
9
Un sueño dentro de un sueño,
delirios de la razón...
La verdad no tiene dueño.
10
¡Hago lo que quiero!
-Decía una hormiga
en el hormiguero.
11
Lo bueno que tiene la vida
es que pasa pronto
y pronto se olvida.
12
Un laberinto de espejos
en donde sólo encontré
nieblas, sombras y reflejos...
13
¡Lo que te da la gana...!
Di que haces, como todos,
lo que Dios manda.
14
Antes de volverse loco
dijo que al fin veía claro
y que lo entendía todo.
15
Para el gusano de seda
el universo consiste
en su hoja de morera.
16
Como en un espejo:
al mirar el mundo
nuestros sueños vemos.
17
Al mirar las cosas
nos tapa la luz
nuestra propia sombra.
18
Ese digno caballero
es en realidad tan pobre
que sólo tiene dinero.
19
Que, si bien se mira,
la verdad es simple:
la vida es mentira.
20
Sólo se recoge
lo que antes se siembra.
Si fuera tan fácil
lo haría cualquiera.
21
En la mar de veras
nunca sopla el viento;
no sirve la vela
de tu pensamiento.
22
Sabe lo que pasa.
No le preguntéis;
se quedó sin habla.
23
Tened los ojos abiertos,
que mientras que dura el sueño
hay que andarse bien despierto.
24
Como el regaliz:
pequeño el arbusto,
larga la raíz.
25
¡Cerrad bien las bocas!
Silencio y secreto:
ésas son las gotas
que horadan la roca.
26
El colmo de la soberbia:
se sentía el más humilde
de la tierra.
27
¡Quién fuera como las flores,
que despliegan para nadie
su abanico de colores!
28
Al borde del precipicio:
detrás la afilada espada,
delante el profundo abismo.
29
¡Qué milagro!
Si cierro los ojos
te tengo a mi lado.
30
¡Quién pudiera hacer
que fuera mentira
lo que verdad es!
31
La vida es muy corta.
La vida es muy larga.
Dos grandes verdades.
¡Qué cosa tan rara!
32
Se tomó la vida en serio
y consiguió ser el hombre
más rico del cementerio.
33
Su ambición era tan grande
que sólo le interesaba
lo que no puede comprarse.
34
Cosas raras de los hombres...
Buscando entre los más ricos
encontrarás los más pobres.
35
Mocita de barrio:
qué linda tu cara,
qué alegre tu paso...
36
(En recuerdo de don Antonio Machado)
En el naranjal
escuché a los grillos
soñar y cantar.
37
En la tarde quieta
el cielo tenía
color de violeta.
38
Al fondo del arroyuelo
un pececillo relumbra
como si fuese de acero.
39
Silencio azabache.
La plata de un pez
relumbra un instante.
40
"Que tus deseos se cumplan".
Ésa fue su maldición.
¡Qué lista era aquella bruja!
II. COPLAS
LAS COPLAS FLAMENCAS DE FRANCISCO DÍAZ VELÁZQUEZ
Pocos autores cultos han escrito buenas coplas de sabor popular: Ferrán, Bécquer, los Machado, Montesinos, Salvago... Escribir una copla es arte de difícil sencillez, sutil y delgado refinamiento que consiste en trazar una indeleble raya en el agua, en tejer el viento de la tarde en la delicada malla del verbo... Y, así, unas breves líneas pueden quedar vibrando en nosotros, porque su aldaba nos ha golpeado con fuerza.
En estas breves líneas suele haber una imagen. Una imagen memorable, casi arquetípica, que ejemplifica en instantáneo vislumbre la alegría, el sufrimiento y las ilusiones de toda una vida, toda una vida que es todas las vidas.
Debe haber también, para que nada falte, misterio. ¿Recordáis al Conde Arnaldos? ¿Recordáis la respuesta del marinero, cuando aquél le preguntaba por su cantar?
Yo no digo mi cantar
sino a quien conmigo va.
Misterio, refinamiento, imagen súbita o cuchillo repentino que nos hiere hondo, he aquí los sencillos elementos con los que Francisco Díaz Velázquez compone sus coplas.
FERNANDO ORTIZ
COPLAS FLAMENCAS
1
Lo tuyo no tiene arreglo;
habiendo tantos colores
tú sólo miras lo negro.
2
Cuando paso por tu vera
los ojitos de tu cara
brillan como dos candelas.
3
Yo me voy a volver loco:
me estás matando a disgustos,
primita, poquito a poco...
4
Te enamoraste de otro;
cogiste tú el caminito
y a mí me dejaste sólo.
5
He pasao grandes duquelas,
yo me he visto en el invierno
sin techito y sin candela.
6
Tú te tienes que quedar
sentadita en tu ventana
mirando el tiempo pasar.
7
No me puedo confiar:
yo tengo por compañera
al Ministerio Fiscal.
8
En la soledad del campo
una casita muy chica
con cuatro muros muy blancos.
9
En un calabozo estrecho
me pasé toda la noche
despierto y mirando al techo.
10
Yo me enamoré una vez
y no me quiero acordar
de lo mal que lo pasé.
11
Me cogió la policía:
como no tenía papeles
fuimos a comisaría.
12
Yo sé bien lo que es la vida:
de cinco calles que tiene,
cuatro llevo recorridas.
13
El barbero de la cárcel
calentaba en un cacillo
el agüita pa afeitarse.
14
Tú quieres tenerme a mí
el día entero de servicio
como la guardia civil.
15
Con un cubito de agua
apagaba por las noches
los carbones de la fragua.
16
Como en la plaza de toros
esta gitana me ha dao
un pase detrás de otro.
17
Permita Dios que te veas
lo mismo que yo me he visto:
llorando solo en la calle
como si fuera un chiquillo.
18
Te quiero de tal manera
que mi corazón parece
una ascuita de candela.
19
Por la tarde ella regaba
las macetas de albahaca
que tenía en su ventana.
20
¡Qué trabajoso es hablar
contigo, que siempre tienes
la escopetita cargá!
21
Y ahora... ¿dónde estarán
aquellos ojillos negros
que a mí me hacían suspirar?
22
Pa mí el mundo se acabó
el día que te vi en la calle
del brazo de aquel gachó.
23
Se ponía en la cabeza
un ramito de jazmines
con una horquillita negra.
24
Mira qué pena llevaba
que los grillos del camino
a mi paso de callaban.
25
¿Cómo quieres que te quiera
si tú me has hecho pasar
el purgatorio en la tierra?
26
Por la calle la encontré
y se le puso la cara
como un pliego de papel.
27
Al amanecer del día
gotitas de diamantes
las amapolas tenían.
28
A compás de bulerías
hasta la pena más grande
se convierte en alegría.
29
¡Mira qué pena tendría...!
Vasitos de vino dulce
a vinagre me sabían.
30
Se tomó la vida en serio
y llegó a ser el más rico
de toíto el cementerio.
31
Cuando salí de Herodes
caí en Pilatos;
que al que no quiere coles
le dan dos platos.
32
En el tesoro, niña,
de mi memoria
guardo hasta tus mentiras
como una joya.
Que en mi tesoro
las monedas de cobre
se vuelven de oro.
33
Mi candil no tiene aceite,
no queda sal en mi casa,
el cántaro se me ha roto,
se ha derramaíto el agua.
34
Tres sitios hay en el mundo
que yo no quiero pisar:
las cárceles, los cuarteles,
primita, y el hospital.
35
Se coge lo que se siembra
dicen los sabios doctores.
Pero hay también malas hierbas
que nacen entre las flores
sin que las siembren los hombres.
36
Maresita mía,
qué mala gitana:
yo de rodillas la llamé llorando,
no volvió la cara.
37
La vida es muy larga,
la vida es muy corta,
como se trata, primita, de un sueño
el tiempo no importa.
38
Me paso llorando
la noche y el día:
estas duquelas que me están matando
no las merecía.
39
Me levanto y miro
cómo sale el sol
porque se salgan las arañas negras
de mi corazón.
40
La vi por la calle,
me volvió la cara.
¡Ay, maresita, qué trato tan malo
me da esta gitana!
41
Cuando yo me muera
quiera Dios que sean
las estrellitas de tus ojos negros
lo último que vea.
42
TANGOS DE LA SULTANA
Rasgueando las cuerdas
de su guitarra
un sultán se quejaba
de su sultana.
Son dos pozos de estrellas
tus ojos negros
y una noche sin luna
tu negro pelo.
A matas de romero
huele tu cuerpo:
no hay en la tierra mora
jazmín más tierno.
Siendo un rey poderoso
soy un mendigo
si me faltan las llamas de tu cariño.
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