Miguel García-Posada
Miguel García-Posada Huelva fue un filólogo, crítico literario y escritor español nacido en Sevilla el 22 de noviembre de 1944 y fallecido en Madrid el 18 de enero de 2012.1
Licenciado en Filología por la Universidad de Granada y Doctor en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid con una tesis sobre Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca, dirigida por Fernando Lázaro Carreter; Catedrático de Institutos Nacionales de Enseñanzas Medias (su último destino fue el Instituto Beatriz Galindo de Madrid, del que fue profesor desde 1973; y director hasta 1997). Así mismo, fue funcionario de la Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma de Madrid hasta su jubilación. Como profesor visitante y conferenciante intervino en diversas universidades españolas y extranjeras y, del mismo modo, en numerosos simposios y coloquios españoles y extranjeros. Fue jurado de los Premios Príncipe de Asturias, del Premio Nacional de las Letras Españolas, de los Premios Nacionales de Literatura, los Premios de las Letras, el Premio Cervantes, el Premio de la Crítica, el Premio Literario Europeo y el Premio Reina Sofía, entre otros.
Crítico del diario ABC (1983–1991) y del diario El País (1991-2001), donde ejerció también como articulista de opinión. Premio Luca de Tena (1988). En sus últimos años se desempeñó como crítico del diario ABC en su suplemento cultural ABCD (2001 - 2009). Sus trabajos de investigación han sido publicados en Hispanic Review, Ínsula y Anales de Literatura Española Contemporánea, entre otras de similar importancia. También fue colaborador en otros medios de comunicación españoles como Informaciones, Cambio 16, Cuenta y Razón o El Siglo y presidente de la Asociación Española de Críticos Literarios entre 1996 y 2009.
Escribió numerosos artículos en diversas revistas especializadas en crítica e historia de la Literatura Española y prólogos a obras de Francisco Ayala, Azorín, Pío Baroja, Adolfo Bioy Casares, Rubén Darío, Alfonso Grosso, Francisco Umbral, Miguel de Unamuno o Christa Wolf. En el periodo 1997–2010 fue Coordinador del Área de Cultura de la Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid organizando exposiciones, ciclos de conferencias, representaciones de obras dramáticas y dirigiendo la asesoría de la colección Letras Madrileñas Contemporáneas (en coedición con Visor).
OBRA:
El Paraíso y las hachas (1968). Poesía.
Lorca: Interpretación de Poeta en Nueva York (1982). Tesis doctoral. Ensayo.
Acelerado sueño: memoria de los poetas del 27 (1999). Ensayo.
El vicio crítico (2000). Ensayo.
La sangre oscura (2006). Novela.
La Quencia (1998–2001). Memorias.
Días precarios (2007). Poesía.
La lealtad del sueño (2008). Poesía.
Inclemencias (2008). Poesía.
La ausencia (2010). Novela.
Obra crítica
40 años de poesía española, Madrid, Cincel, 1979.
Lope de Vega, Poesía, Barcelona, Plaza y Janés, 1984. (Madrid, Libertarias, 1998).
Federico García Lorca, Oda y burla de Sesostris y Sardanápalo, Ferrol, S. C. V.-I., 1985.
Federico García Lorca, La casa de Bernarda Alba, Madrid, Castalia, 1990.
Literatura española: 2º curso de BUP, Madrid, Júcar, 1986. Con Dámaso Chicharro.
Émile Durkheim, La división del trabajo social, Madrid, Akal, 1987.
Federico García Lorca, Primer romancero gitano, Madrid, Castalia, 1989.
Federico García Lorca, Obras Completas, Madrid, Akal, 1980. (Poesía 1 y 2, 2.ª edición, Madrid, Akal, 1982).
Federico García Lorca, Yerma, Madrid, Espasa-Calpe, 1991.
La nueva poesía (1975–1992), Barcelona, Crítica, 1996.
Ignacio Aldecoa, Neutral corner, Madrid, Alfaguara, 1996.
Federico García Lorca, Prosa, Galaxia-Gutemberg, 1996.
Federico García Lorca, Obras completas, Galaxia-Gutemberg, 1996.
Azorín, Valencia. Madrid, Madrid, Alfaguara, 1998.
Max Aub, Mis páginas mejores, Fondo de Cultura Económica, 2000.
Francisco Umbral, Mortal y rosa, Madrid, Cátedra, 2001.
Varios autores, Explorando el mundo: poesía de la ciencia, Sevilla, Gadir, 2006.
José Hierro, Poesías Completas (1947-2002), Madrid, Visor, 2009; con Julia Uceda.
Otros premios
Premio Luca de Tena (1988)
XXIX Premio Ciudad de Melilla de Poesía (2007)
Una flor puede ser
El emblema de la felicidad.
Los poetas de oriente llevan siglos
repitiéndolo, sabios y sutiles;
yo he encontrado ese emblema
en una flor de los cielos abiertos:
la amapola, compacta en sangre generosa,
vecina buena, ubicua compañera,
fiel intrusa de todos los caminos,
musa alegre de todas las cunetas,
revisora segunda de los trenes.
Doncella de los labios carmesíes,
me ha traído mi infancia de la mano,
la niñez transparente, alondra tibia,
y ha voceado sus nombres más queridos
y ha repetido fraternal sus cantos
de cristal, sus sonidos
de sueño limpio y alto en los afanes.
Entonces –era entonces--, mayo
venía con su caballo blanco y puro
a llevarse en su lomo de jazmines
las pálidas cenizas del invierno.
Mundo de la promesa, los mitos y los ángeles.
Desdichado de aquel que nunca tuvo
o no retuvo, el triste,
una flor palpitante en su memoria,
pues empezamos a morirnos
el día que la dejamos
en los sucios desmontes del olvido.
Homenaje a Marcel Proust
Danzaban todos pero estaban muertos,
sus máscaras fingían las vidas clausuradas,
amortizadas en la nada umbría.
Máscaras --Arlequines, Pierrots, Polichinelas,
Colombinas--, disfraces, falsedades.
Adiós, adiós, hubiera habido que decirles,
adiós, adiós y para siempre.
Pero no había lugar a los engaños:
las calaveras se exhibían
en los engolados disfraces,
apenas si velaban
las dentaduras postizas,
sin rubor se asomaban
a las pelucas grises
y se insinuaban eficaces
en las manos de cera transparentes,
habitadas de azules abanicos
que surtían un aire amarillento
y helado.
La orquesta
decía el triunfo de los madrigales,
el rumor inconsútil de las faldas de seda
y el movimiento leve de rizos y de bucles.
Pero otra música sonaba,
rebotaba en los muros ya marchitos
y lloraba las llagas siempre abiertas
del perseguido amor, esa verdad
de los amantes descarriados.
Y muy pocos sabían escuchar
aquella música discreta.
Muy pocos, sí, mas es lo cierto,
las músicas sonaban duplicadas,
leves valses de luna, oscuros réquiem,
y ducados, condados, baronías
contemplaban la oscura ceremonia
del tiempo consumado,
como el aire cruel
de los azules abanicos.
Con el amanecer,
en nada concluidos los telones
y las sombras copando las butacas,
la luz restaurará la falsa historia
de los muertos aquellos
y el paisaje real que transitaban:
el cementerio, sí,
el salón genuino de cristales sin vaho,
donde la luna cumple con sus consumaciones,
y borra laboriosa,
las altas inscripciones de la piedra,
la piedra tan enfática y mentida,
la piedra, carne de los grandes ídolos,
decidida agonista de la muerte
con escudos, banderas y linajes.
Emblemas o ficciones de la historia,
mascarada de las suplantaciones,
pasto fértil de años y de siglos.
De doctrina
Descartados ya todos los afectos,
Abandonada toda cortesía,
No esperar comprensión ni tolerancia,
Ni clase alguna de misericordia;
Ventear bien despierto las insidias,
La deslealtad, la astucia, las traiciones;
Estar siempre dispuesto a abrirle al juez
De par en par las puertas de tu casa:
Observar en silencio, resignado
Cómo se lleva todos tus despojos.
Del breve dolor
Nos podemos morir sin compañía,
madre frutal, musa, cuerpo de oro,
pero tampoco es necesario el coro
de voces proclamando la agonía.
Sin tu mano enlazada con la mía
yo no quiero morirme, yo que adoro
tu presencia de luz, fuego indoloro
que alimenta mi alma día a día.
Quiero morir contigo, vida entera.
Quiero morir mi muerte junto al leve
rumor de tu palabra verdadera.
Así será morir un dolor breve
y el otoño una blanca primavera
donde me borraré como la nieve.
(“La lealtad del sueño”. Granada: Comares, 2007)
TRIANA EN FIESTAS
Velaíta flamenca de Santa Ana
entre jarcias y luces marineras;
con flores, gallardetes y banderas
la veija calle Betis se engalana.
La magia de un cantar, salsa gitana,
que brota por conjuro en sus aceras...
bailaoras..., toreros..., buñoleras...
¡Qué linda y qué bonita está Triana!
En la noche estival, noche andaluza,
la flecha de un cohete el cielo cruza
abriéndose en florón de maravilla:
Un reguero de luz que bebe el río...
Rasguean las guitarras y el gentío
se emborracha de cante y manzanilla.
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