Inmaculada de Pando nació en Sevilla en 1973.
Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Ha desarrollado una amplia experiencia
profesional como responsable de gabinetes de comunicación de distintas organizaciones vinculadas con
la intervención en situaciones de exclusión social.
Es miembro de la Asociación Cultural Apolo y Baco y de la Escuela Libre de Historiadores, además de
redactora-colaboradora en Andalucía del Periódico Diagonal.
Además de la publicación del breve poemario Retazos, re-cuerdos (Padilla Libros, 2002), 1º Premio del IX Concurso de Poesía de C.A.S.A, ha participado en las antologías Poetas en bicicleta (Nuño Editorial, 2007) y Poéticos maullidos (Los libros de Umsaloa, 2009). También ha colaborado con obras poéticas en la Exposición colectiva de pintura de Fundación Fulmen, en marzo de 2010.
Los Hilos esparcidos sobre la tierra es su primera publicación en solitario.
Nos dice, como apunte a la creación poética:
“Concibo la poesía como un acto cotidiano, una manera de respirar, comprenderse a uno mismo, sus emociones, expectativas y miedos, así como una forma de comprender el mundo, acercarlo y mantenerlo vivo a través de la palabra. En este sentido, defiendo que la poesía existe en muchas más bocas y manos de las que podemos imaginar, que nunca se llamarían a sí mismas “poetas”, pero que nos regalan, sin pretenderlo, esa capacidad de retratar el dolor o la belleza, de hacérnosla llegar como un rayo revelador, un instante de lucidez, que nos permite descansar de las corazas del día a día, y mirarnos, a solas, o con los otros, desde la desnudez de la palabra. La poesía”.
Pedaleo
por esta tierra de heridas y lanzas,
de tristes rostros rotos,
de bocas umbrías y calladas.
Pedaleo
y recojo en mi cesto
las penas de la mañana:
En Imagen, una anciana defeca en plena calle,
y un niño harapiento grita hambre (el pecho baldío),
y Antonio, con su brazo de lunares huecos,
pide ayudita pa drogarse...
Las aceras son pantanos de miseria.
Sobre un duro trazo de pena, un alambre que sisea, pedaleo.
sobre esta tierra llameante de tristes rostros rotos,
que cosen sus heridas con chatarras y despojos.
Pedaleo hacia ti: buhardilla de cuento, aroma de cama.
Pedaleo sola y sola,
donde el dolor no se pinta ni asoma.
Pedaleo triste, triste como una niña con bici nueva,
un día de lluvia, tras la ventana.
Inma de Pando
Apenas se como acercarme a tu tiempo
sin convertirte en un trazo vacío,
en un puñado de lemas,
en una utopia que ansío
y hago tuya.
En tu diario niña
descubro asombrada el Miedo
Mi Albún carnal se sobrecoge
con inéditos del alma.
Te entrego mi mirada clandestina
Desde el futuro, te contemplo fijamente.
Entregabas la vida,
entregabas la vida
repito
como un rosario ateo
Como un latido fuerte y ronco, pienso en el olvido.
Me han precedido seres que lo perdieron todo.
Que lucharon por el futuro que ahora habito
Su lluvia se mezcla con las lágrimas
en el puerto de Alicante
Las almas corren como bestias acorrala
y se amontonan
Nunca olvidarás
como tiembla la tierra,
cómo el hambre vacía la mirada,
cómo jaurías de niñez exclaman
un lugar en el mundo
golpeando con sus puños
las ruinas
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