GUILLERMO BUENESTADO LEÓN. (SEVILLA). Falleció en el año 2010
Sus libros: “Raigambre,” “Venus Andaluza” “Revuelos y Requiebros” o “El gólgota y Sevilla”
El Padrenuestro.
Yo nunca lo recé, y sin embargo,
lo aprendí como muchos lo aprendieron,
y como muchos, pronto lo olvidé
y hoy me pesa, Dios mío, el no saberlo.
De los sagrados labios de mi madre
lo aprendí de ella siendo muy pequeño
cuando a Dios le rezaba al acostarme
y, estrechando mis manos en su pecho,
me lo iba así diciendo en alta voz
para que yo lo fuera repitiendo.
Y así lo aprendí de ella:, entre sus brazos,
en las muy crudas noches del invierno,
cuando ya terminados sus quehaceres
conmigo a Dios rezaba unos momentos
Y así de ella aprendí con Dios a hablar
y así aprendí a rezar el “Padrenuestro”
pero hace ya de aquello tantos años,
ya hace Señor de aquello tanto tiempo,
que por mucho que quiero hacer memoria
casi apenas de nada yo me acuerdo;
y es que no sé el porqué nos olvidamos
de aquello que aprendimos de pequeños,
de esa santa oración que nuestras madres
también ellas de niñas la aprendieron,
la misma que en sus brazos me enseñó
que olvidé y que dice “Padrenuestro”
SEVILLA LLORA QUE LLORA
Sevilla llora que llora
se está destrozando el alma,
porque a ella quieren quitarle,
poquito a poco su gracia.
Cómo sufre y se tortura
abrazada a su Triana,
mirando en su río moro,
contemplando su Giralda.
No sé qué tiene en sus ojos,
ni qué tiene ella en su cara,
que hasta los cielos le besan
las puntas de sus pestañas.
Macarena y Gran Poder,
tristes enjugan sus lágrimas;
no quieren que se torture,
al verse menospreciada.
El Parque de Maria Luisa
entre palmeras y acacias,
gozosa, la piropea
mientras con ella se abraza.
Estrellitas y luceros
alumbran sus madrugadas,
adornando sus caireles
con flecos de luna clara,
Por entre nubes cantando
ángeles corriendo bajan
y, adormecido el silencio,
su cuerpo rizan sus alas.
Con tu cintura de mimbre,
tu finura y tu elegancia,
cuando te atraviesa el río,
¡cómo disfrutan sus aguas!
TIERRA DE SANGRE BRAVÍA
Los cortijos se visten de terciopelo y,
de noche, se alumbran con tú der sielo.
¡ Ay, qué alegría de esta tierra tan
verde de Andalucía!
Por los campos de Lora,
pastan toritos bravos de gran trapío.
pá que los vieras
me encantaría yevarte,
si tu quisieras.
Apartando los toros
pá una corría,
me he yevao entre jarales
tó el santo día.
Brisa de mayo
acaricia er galope
de mi cabayo.
Carma, niña, tus nervios
que estás temblando;
que ese toro tan sólo
te está mirando.
Sube a esa higuera,
pá que pronto se carme
tu temblaéra.
CRISTO DE LA SANGRE
Cómo, Señor, mi Dios, has permitido
que tu cuerpo haya sido maltratado,
y vilmente, mi Dios, crucificado
Tú, entre mofas maltrecho y ofendido.
Cuando te veo, Señor, tan malherido,
y pienso que al pecar yo te he clavado,
también en cruz de muerte, avergonzado,
quisiera en ella verme arrepentido.
Ni corona de espinas que ciñera,
ni clavos que en mi cuerpo yo clavara,
nunca por mucho y mucho que sufriera,
nunca, Señor, tu afrenta reparara,
a menos que yo en cruz también muriera,
y con mi sangre, ¡oh Dios! yo te enjugara.
"El Gólgota y Sevilla"
1969
Dimas y Gestas
Lamentos de Cristo curvan
los meridianos del Orbe.
Sobre un Gólgota de sangre,
medrosa llora la noche,
que alumbra su oscuro rostro
con luz de los horizontes.
Fláccido, sin vida, inerte,
Jesús llama por sus nombres
a dos conciencias que gimen,
y una a Cristo no responde.
¡Ay, Gestas! ¿Por qué a tu Dios
con odio tu cara escondes?
¿Por qué tú, con tu desprecio,
quiebras del Cielo sus moldes,
cortas filos de cristales,
hieres a Dios -hecho Hombre?
¿Por qué, Gestas, tú a tu Dios,
sin rencor, no le respondes?
A un buen Dimas, que agoniza,
Cristo en sus ojos le pone
luz eterna, viva luz,
cuajada de resplandores.
Ntra. Sra. del Mayor Dolor en su Soledad
Sevilla, Virgen, quisiera
no ver tristeza en tu Cara;
ver lo sonrisa en tus labios,
ver el gozo en tu mirado.
No te atormentes, no sufras,
y sostén yo Tú esas lágrimas,
que tu Arenal sevillano
blanco sudario prepara
para Cristo que en la cruz
con dos ladrones se abraza.
Todo el Gólgota trepida,
al ver quebrarse los moldes
de un Justo, que en cruz se abraza,
maltrecho, a dos malhechores.
Y cuando ya los tres cuerpos
en la oscuridad se esconden,
ángeles de los espacios
abren surcos en la noche.
AMARGURA TE PUSIERON
Amargura te pusieron,
por ser amarga tu pena,
la pena que llevas dentro.
Dolor que a tu cara asoma.
Daño escondido en tu pecho.
Es penar que, lentamente,
te va matando en silencio.
¡Ay, Virgen, como una llama
que te quema con su fuego!
Es tu amargura tristeza,
profundo llanto en secreto.
Es cual puntiagudo clavo
que, desgarrando tu cuerpo,
te traspasa el corazón
y hondo se clava en tu pecho.
Por ser amarga tu pena,
la pena que llevas dentro,
no hay para Ti mejor nombre
que el nombre que llevas puesto...
que por sufrir como sufres:
AMARGURA te pusieron.
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