Juanma Prieto nació en Córdoba en 1982. Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Córdoba, donde actualmente cursa un doctorado en Literatura y estudia Humanidades.
Ha colaborado en revista como Bar Sobia, Eclipse, Mitad doble y Espacio habitado. Sus poemas fueron incluidos en la muestra poética Sais. Diecinueve poetas desde La Bella Varsovia (La Bella Varsovia, 2010). Es creador y coordinador del colectivo efímero Otoñeces.
Noctívagos (La Bella Varsovia, 2011) es si primer poemario.
Don't get any big ideas
They're not gonna happen
Radiohead
Llegarás a la frontera
refugiada en tu silencio
de vidrio y, una vez allí,
sonreirás
elevarás una torre,
treparás hasta la cima
y entonces
sorprenderás al mundo:
precipitándote en la nada
provocarás un seísmo
de daños incalculables
-diciembre siempre fue
el mes de las catástrofes…-
(una sola víctima,
numerosos daños materiales).
Tocarás el horizonte con los labios,
te quemarás y querrás volver
atrás.
Y en ese punto
el olvido habrá comenzado
su trabajo.
Jugaremos a adivinar
qué es el dolor
y descubriremos, ya en balde,
que no es distinto a la asfixia
a la miel
a una escalera recién pintada
a una isla
a decidir en el tránsito de un segundo a otro
la diferencia entre cien y cientouno
el frío.
La luna llorando dice:
yo quiero ser una naranja.
Federico García Lorca
La luna naranja en la terraza.
De acuerdo, ya te he entendido.
Las yemas se adentran tras la cáscara,
traspasan el ácido caparazón
de una tortuga.
Explota un escalofrío.
Arañan once gajos –uno a uno-
resbalando la sangre entre uña
y carne.
Se abre camino y siente
que sus dedos se humedecen
en el centro de la tierra.
Sobrevive al ataque de un aroma,
al inicio de un invierno más,
al índice que abre las heridas.
"NOCTÍVAGOS", DE JUANMA PRIETO.
«Cuando dejan de parpadear los televisores, se cierran las persianas de las casas y de los bares, los noctámbulos quedan a la intemperie de la noche, esquivando las inclemencias de la madrugada. Buscan un lugar donde descansar una cabeza que hierve de sentido. Se aferran entre sí, cuerpos que se atraen buscando una temperatura distinta, como un náufrago a su tronco en medio de la tempestad. Se preguntan por qué llegaron hasta aquí, si no hubiera sido más fácil tomar la corriente fértil y subirse al tren del confort y la ropa caliente. Esa paradoja también acude a menudo al escritor. Prieto escribe estos poemas a medias entre la observación y la primera persona, asumiendo en carne propia los desvelos de estos seres extraños que pueblan las noches, esos sospechosos a los que se acerca la policía y pregunta, de forma inquisitiva, si tienen un problema» (Pablo García Casado).
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