Pablo López Pleguezuelo nace en Almería en 1984, se escapa a Granada, luego a Londres, luego vuelve a Almería y estudia, y sigue estudiando, el vasto idioma inglés (como diría el bueno de Borges), y el infinito mundo de la literatura. Se enamora de Luna Miguel y se sigue enamorando. No ha publicado nada en ningún sitio jamás y su blog mora en lo más profundo del ciberespacio.
CURVA
Caballos desbocados,
barranco tentado.
El eje baila, cruje.
Las ruedas desatan
sus astillas, el polvo.
Trampa sinuosa,
giro brusco, oscila
su carga el carromato.
Contemplo la vertical:
frascos, sedas, huesos
de santos, sirenas, Baco disfrazado,
cascabeles de liturgia.
Vuelven a sus estantes
con el grito del mercante,
férreo ceño, ojos pardos,
el impulso recomponen,
las pezuñas los caballos
de camino a la ciudad.
Morir tan fácil,
sin propósito ni lucha,
vivir el caudal.
sin propósito ni lucha,
vivir el caudal.
PAPIRO DESCIFRADO
Hacia el ocaso el llanto
de mi pueblo, las dunas
sepultan el descanso.
A la tierra vuelve el oro,
las flores y sus tintes,
los más nobles caballos.
Mi cuerpo postergado
entre vendajes, plegarias,
alientos de magia esclava.
Arenas blancas
lanza el viento
el calor de un cuerpo.
ESCRITURA DERROCHADA
Amapola resquebrajada
en su temprano cenit
arrugada
al fondo de la página
ahogada en un suspiro
de incierto dolor
anhelada
tras la noche
no queda nada
CANTA EL ÁRBOL (CON EL VIENTO)
los días se hacen largos
bajo la corteza
hacen pensar en las raíces
bebiendo allá lejos
pero remonto con mi savia
hasta la punta de las ramas
visitadas por tus dientes
en noches ciegas y vanas
caretas y mariposas
en las hojas dibujaste
las dejo salir al viento
para que te encuentren
mientras tiñe el sol presiento
tus manitas trepar
el hoyuelo recogido
en mi tronco, el nido
de hojarasca perenne
envolviendo el banquete
el fervor sobre la castaña
encontrada por fortuna
bajo la nieve.
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