Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

domingo, 2 de marzo de 2014

1899.- JAVIER REVELLO SÁNCHEZ



Javier Revello Sánchez 

Nació el 13 de mayo de 1992 en Sevilla. Residente en Mairena del Aljarafe. Sus principales aficiones son sus amigos, la música y la escritura.




“Poemas o cartones mojados” (Editorial: Jirones de Azul, Colección Caleidoscopio, 2009), supone una incursión en la realidad que Javier Revello observa, interpreta y traduce para el lector en forma de poemas con un gran sentido crítico y literario.

Aunque existe un trasfondo amoroso (lleno de deseos y ausencias) en todo el poemario, encontramos también entre sus textos imágenes crudas y ausentes de hipocresía, hiladas con una fina ironía, sobre temas tan actuales como el mundo de la información o la publicidad entre otros.




Voz.

Voz hemos tenido todos en las bocas,
y por eso todos hemos visto nuestros ojos.
Voz hemos tenido casi siempre después de ti,
y en tus ojos de perfume hemos encontrado paz.
Voz hemos tenido, más bonita o menos pura,
y en la voz que regalamos encontramos tu sonrisa.
Voz hemos tenido, todos,
siempre que hemos estado dormidos;
y en las veces que tu piel ha tocado nuestra piel
hemos murmurado
un momento, no te vayas.
Voz hemos tenido todos para ti
y nunca ninguno te hemos dicho que tú eres
cada día
una voz para nosotros.







Después de la oficina.

Respira tranquila y prepara un masaje
para todos los ojos que usas en bata,
esos que son como dientes de rata
y se clavan allí donde duele el mensaje.
Respira tranquila y no destroces mi viaje
con tu estúpida charla y tu negra corbata,
que me encanta besar y que sabe a hojalata,
y debajo, una piel que sabe a maquillaje.
Ven con nosotros donde el ruido nos sienta,
ese ruido que hacemos cuando estamos cansados
y bésame siempre con tu boca grasienta.
Ven con nosotros y nunca ames mis lados,
ni mis momentos de día con sabor a polenta;
respira viniendo mientras pensamos enfados.








Droga.

Y las paredes temblaron como cientos de expertas manos lentas.
Temblaron imaginativamente, antes aquí y después allí, antes de derrumbarse en una lenta reverencia.
Una lenta reverencia con nosotros debajo.
Capítulo 1. Pastillas que las personas boca abajo usan para colocarse.
Son de color amarillo, pequeñas, con letras dibujadas como lluvia en nuestra piel.
Son de color amarillo, como nuestra piel bajo la lluvia.
Las venden en todas partes donde se suele vender droga,
En algunos soportales,
En ciertas comisarías.
Las venden personas como tú y como yo,
Personas que no piensan en mañana,
Y para las que el sabor de una manta es el sabor a estar caliente
Para ganar dinero mañana.
Y, lo más importante,
Son las pastillas que tenemos ahora en la mano.
Me resulta gracioso la forma en cómo vomitas en la alfombra.
En cómo buscas otro aire.
Tan gracioso que vomito de la risa,
Que vomito de la risa,
Y mi vómito se funde en la alfombra con el tuyo.
Es lo más romántico que te diré nunca.
Lo primero que haces cuando vuelves a respirar es besarme entre los dientes,
y me da igual que sepas mal,
porque sé que con los dientes limpios sabrás bien.
Y te ayudo a levantarte para ser yo el que se caiga,
Y tú no puedes ayudarme a levantarme porque no sabes dónde estás.
Cuando anochece y hace frío, ahora ya volvemos a ser nosotros, porque el frío
Eriza nuestros brazos y acelera el ritmo cardíaco,
Y la droga fluye más rápido y se consume antes.
Nos sentamos en el sofá para estar un poco más calmados,
Y te abrazo lentamente para que sepas que te abrazo.
Ha sido una noche de mierda, ciertamente;
Una noche de mierda que nos encanta compartir.
Nadie llama a nuestro móvil y tenemos toda la noche para nosotros;
No nos quedan pastillas, no nos quedan pastillas ni nos queda comida.
Pero tranquila, nos queda una risa llena de odio.
Capítulo 2. Una mañana después de una noche.
Hoy ya es de día, quiéreme por primera vez en estas horas. Vamos a salir a buscar algo de comer, que tengo hambre.
El de la tienda de enfrente nos observa lentamente, y se plantea si llamar o no a la puta policía; es comprensible, dado que nuestra pinta no es lo mejor de nuestra vida.
Cogemos cuatro Cocacolas y unas bolsas de patatas. Pagamos con un billete de cincuenta, porque la droga la compramos en grandes cantidades. El de la tienda sigue pensando que llamar a la policía le va a salvar del charco de sangre detrás de la caja registradora, pero no sabe que nosotros no matamos. Nosotros no robamos.
Antes de irme me doy cuenta de que tienes la camiseta manchada de vómito. El de la tienda sigue mi mirada, ve la mancha, nos pide que nos marchemos ya. Nosotros sonreímos y nos vamos.
De vuelta a casa leemos algo de poesía en otro idioma, me parece que es checo. Me acuerdo de lo que hicimos al volver a casa aquella mañana después de aquella noche porque recuerdo lo mucho que te gusta no entender la poesía. Lo muy tremendamente irónico que te parece convertir un mensaje escueto en un larga retahíla. Lo interesante que suena el checo en la boca de alguien que no sabe pronunciarlo.
Era algo así:
Naše těla jsou vyrobeny z vlny.
Naše životy jsou pohromou.
Nemáme vlastní nebo rukou;
ale máme rádi hliněné podlaze.
Luego nos comemos las patatas antes de que sea mediodía, y antes de acabarnos la bolsa ya nos estamos desnudando.
Y por la noche vamos a comprar pastillas, para que el día siguiente nos parecezca igual.
Capítulo 3. Hornos donde ardemos cuando estamos muertos.

Sigues igual de viva mientras entras en las llamas.
Y las llamas son azules durante cinco breves vidas.







Creo que ese es mi sitio.

Amigos que no parecen estremecerse cuando mueren
son mi único desayuno en cada día que me muero.
Ellos y mi trapo de alquitrán
desafían a los hombres y a las piedras
para hacerse un hueco en mis dedos.
Ropas que jamás criticaré se afanan en
alcanzar mi ventana
y no dejamos de pensar nosotros,
nosotros lana que creemos,
que la ropa caerá y los ojos se abrirán.
Pero ya es de noche hace tiempo y los hombres
ya andan desnudos porque sus casas arden
con sus mujeres dentro.
Pero ya es de noche dentro de la noche hace tiempo y
los hombres andan desnudos en sus cuerpos caminando
por un beso.





Creo que la entrada se llamaba Kiwi.

Hace apenas un mes desde aquello,
y ya sonríes y amas y olvidas las tardes.
Hace apenas un mes que creíamos en poder
desayunar cada mañana.
Hace apenas un mes,
y ya nunca te acuerdas.
A la Luna,
a los conciertos,
a la poesía,
a tu latín,
a mi inglés,
a tu café,
a las carreteras,
a todo,
lo has matado:
ahora ya no existe más,
nunca ha sido,
y si fue,
disculpadme,
ahora lo borro.
Hace apenas un mes y aún se leen
las cosas que decías sobre mis ojos
en papeles,
en el blog ése que escribes,
qué decías sobre mis ojos,
tu vida,
algo así,
y amarme,
algo así.
Hace apenas un mes y ahora los pronombres
son los mismos
pero los nosotros que son ellos ya no somos nosotros.
Ahora son otros y hace apenas
dos te quieros de los nuestros,
quizás media taza de café
y
tu forma de decirme
tranquilo no llores no vas a perderme.
Hace apenas un mes y yo no sé cuántos me quedan
de estar en este mundo bajo este sol con este tiempo
sin poder saber tu risa tus mentiras tu enfado intrascendente.
Y yo te decía tranquila no llores somos inmortales,
y resulta que ahora escribo esto
muerto.







¿Y él te hace inmortal?

Sí, en el momento del que habla el poema estábamos escuchando R.E.M.


Sólo se escucha el ruido del agua.
Aquí, donde estamos, no queda nada
de nuestras vidas,
                                                        de nuestros horarios,
del llegar tarde.
Hemos tardado cinco meses en llegar
a estar sentados
en esta fuente:
sólo la Luna es más lenta que
                                       nosotros.]
Sólo se escucha el ruido del agua
                                      y de tus labios]
al respirar calmada y a mi lado.
Tú y yo sabemos que las guerras
                                 no han parado,
que sigue habiendo hambre, tabaco, muerte y democracia;
sabemos que nuestro mundo ahora
no es el mundo viejo y moribundo
en el que estábamos hace poco;
pero nos basta con poder sentir el aire frío.
                                      
con darnos la mano y formar
                                 nuestra propia noche en la palma.
Ahora hace una hora que estamos aquí.
Aún no hemos hablado.
Cuando sonríes porque sí,
                        puede que alegre del sonido
del frío y el agua, puede que por
la luz infinita de la Luna,
se te descoloca la noche alrededor
y yo pierdo toda idea de suicidio.
Tienes la risa grande y fuerte
como las verdades que no duelen
y los ojos claros por el frío.
Aún no sé que voy a perderte,
                                y creo que tu pelo es eterno,
y que nunca odiaré las estrellas.
Sólo se escucha el ruido del agua
y el sonido de metal y voz
                                  suave]
de nuestros ojos y nuestros labios.
Nadie sabe qué es el cielo,pero nosotros lo sabemos:
                             
hemos olvidado y aprendido las estrellas,
pintado con tu aliento el espacio,
vestido con tus guantes el silencio.
Nadie cree en la inmortalidad,
y nosotros tampoco,
pero tenemos ahora mismo cada uno                     
una razón por la que nos da igual.
Tienes los ojos grandes y fuertes
                                    como la risa,
y los labios tranquilos por la noche.
Sólo se escucha el ruido del agua.
Aquí, donde estamos, somos sólo tú y yo,
y sólo suenan el agua y la Luna,
y ahora nunca te voy a perder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario