Paula Bozalongo
(Granada, 1991) Estudiante de Arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid, nunca ha descuidado su formación literaria, desde que a los quince años publicó su primer relato; y combinando ambas disciplinas en la realización de proyectos de escenografía de La vida breve, de Manuel de Falla, y El gran teatro del mundo, de Calderón de la Barca, en cursos organizados por la Universidad de Granada y el Festival Internacional de Música y Danza, también de Granada, y como antóloga y prologuista de A las órdenes del viento, de Raquel Lanseros.
Premio Hiperión de Poesía, 2014, con un libro titulado Diciembre, y nos besamos. Se trata de la primera mujer en lograrlo en los últimos nueve años. A sus 22 años, la joven poeta ha logrado el prestigioso premio con su primer libro, que ha logrado imponerse por unanimidad. Entre los ganadores anteriores se encuentran poetas como Benjamín Prado, Luis Muñoz o Luisa Castro.
En Corea del Norte ya se ha acabado el año.
Fuegos artificiales, aclaraban los rótulos en el telediario.
Diciembre, y nos besamos.
Fue la primera fiesta de sus vidas.
Descubrían atónitos
qué forma tiene el cielo.
En el último beso
del primer día juntos
las luces se apagaron.
El último cartucho de pólvora festiva
ya ha explotado, preferirán a ratos
no haber vivido nunca un fin de año
cargado de artificios,
ahora todas las noches les parecen oscuras.
En el amor la pólvora
son gestos entregados
a un miedo que no quema,
si es que la pirotecnia es solo un juego.
Si el aire de la noche nos recuerda
que en el negro no existen los colores
sin un fuego encendido,
vuelve a tomar mi mano,
que el azul se haga rojo,
el amarillo, día
y las noticias traigan la novedad que esperas,
la no verdad paciente.
Esta maleta llena
es un faro encendido que ilumina lo incierto,
la claridad inestable de una luz sobre el mar
que nos muestra a la vez
el miedo y la llegada.
A contraluz,
todo camina firme hacia el pasado,
ya sólo existe el mar
y su falso rumor de compañía
LA VIDA BREVE
¡Malhaya el hombre, malhaya,
que nace con negro sino!
¡Malhaya quien nace yunque
en vez de nacer martillo!
(La vida breve, ópera de Manuel de Falla,
libreto de Carlos Fernández Shaw)
La percusión del tiempo es una fragua
al final del pasillo,
ya no la escuchan más los hijos del herrero,
tan solo la perciben cuando para:
cuando el tiempo descansa
ellos paran también,
por si acaso al sacarle a la prisa ventaja
solo encuentran la muerte.
Las nubes de la tarde
resuenan en la lluvia de esta noche.
Los gritos de la casa
tiemblan en el eco de un llavero que cae
en el salón vacío.
En el ruido metálico de un andamio
se quejan las reformas
de lo que ya no existe.
El invierno te grita en el deshielo,
el verano cruje en las hojas que pisas
ahora que ya es octubre,
fue entonces cuando alguien pensó en ti,
y hoy susurra una carta debajo de la puerta.
Si se escucha un disparo,
hay redoble de lágrimas
en el cuarto del huérfano
y un suspiro entre sueños
despierta al asesino.
En este llanto estallan nuestros sueños,
y no llora el pasado,
el futuro se queja de no ser quien creía.
La prisa nunca prometió ventaja,
si bailas con el eco
pero no con su causa,
el tiempo de la música no es tuyo todavía.
UN INSTANTE DE LLUVIA
I
but come, girl, get your raincoat,
let’s look for life in some café behind
tear-streaked windows,
perhaps the fin de siècle isnt really finished,
maybe there’s a piano playing it somewhere
Un instante de lluvia,
¿es esto lo que quiero?
¿era lo que esperaba?
Y después la tormenta,
poemas metro cuadrado.
La fuerza incontrolable sobre el mundo
y las palabras justas para seguir nadando
por los charcos que la calle ha escondido
debajo de baldosas
que quedan despegadas de la tierra,
son el mejor lugar
para gritarle al tiempo adormecido
de cielos despejados;
empaparse de miedo,
de nuestra propia historia
llena de conjeturas, teóricas y desveladas.
Sorpréndeme buscando el amor en el frío
en el tráfico lento de los días de lluvia.
Las manchas de humedad que muestran
el camino vertical de los puentes
nada tienen que ver con la vida
que el agua arrastra por sorpresa.
Vamos a ser, al menos este instante,
anfibios de ciudad, vivir de las palabras.
El agua entre nosotros ya es inevitable.
II
Well, goodbye, then,
I’m sorry I’ve never gone
to the great city that gave Vallejo fever.
Piano practice, DEREK WALCOTT
Sé que nunca leerás este poema.
Soñar es acertar en el pasado.
Una vez nos cruzamos por la calle,
hemos estado juntos en París,
¿recuerdas aquel día que un poeta contó
que siempre hay en el mundo sonando algún piano?
Nos dimos cuenta entonces
de que cada momento sin mirarnos
se perdía igual que cualquier nota
lo hace con la siguiente.
Y nos dimos la mano.
No soñé tus sonrisas,
yo sé que las viví y serán mías
mientras suene en el mundo algún piano.
Si vivir va a ser siempre un buen pronóstico
es hora de contarte que también una vez,
en esta habitación, hicimos el amor.
EL HOMBRE QUE NO QUISO SER DESTINO
El hombre que no quiso ser destino
se prometió a sí mismo
no fallarle al presente,
no acertar en pasado
ni prevenir errores
que su piel no pudiera imaginar.
Aún así, cada día, cuando iba a la oficina,
evitaba las calles con andamios,
le aterraba mirarse en el espejo
y cruzaba los dedos cuando los gatos negros
pasaban por delante
con ojos amarillos que decían:
-¿por qué nos tienes miedo?,
si tú nunca has querido ser destino.
-Tenéis razón, pensaba,
maldito el adivino que se sentó a mi mesa:
serás lo que decidas y no tendrá el azar
nada que ver contigo.
En un papel guardaba la promesa
que ahora le asustaba.
Que mis pasos no sigan un camino,
mejor que sean mis manos
las que busquen tu amor.
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