Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

viernes, 2 de mayo de 2014

1.988.- CONSTANZA OSSORIO



Constanza Ossorio 

(1595 - 1637) fue una poetisa española nacida en Sevilla.
A los ocho años entró en el convento de Dueñas de aquella ciudad. Diez años de permanencia en el claustro hicieron de ella música eminente, hasta el punto de que su dominio, tanto en el órgano como en el canto, le valieron ser nombrada maestra de capilla, cargo que desempeñó por espacio de más de cuarenta años. En breve tiempo y sin maestro alguno, aprendió a la perfeción la lengua latina y cuando por orden de su profesor Fernando de Mata, comentó tres capítulos del profeta Isaías, mostró fian agudeza y claro entendimiento.
El opúsculo de san Bernardo que comienza Ad quid venisti ad Religionem? le inspiró su preciosa obra titulada Huerto del celestial esposo, que se imprimió después de su muerte en Sevilla (1686). También es de su pluma la Exposición a la profecía de Jonás y un manuscrito de 558 hojas titulado Exposición de los Psalmos, fechado el 21 de noviembre de 1622 y en el que después de unas Reflexiones acerca de las copias antiguas y de la presente, firmadas por la abadesa doña Gertrudis María de Castilla, con fecha 17 de abril, se incluyen otros trabajos de la misma índole mística.
En 1626 fue elegida abadesa de su convento, cargo que desempeñó con prudencia y discreción sumas. "La ingenuidad de su inspiración religiosa (dice Méndez Bejarano en su Historia literaria) se moldea sin esfuerzo en versos de sabor clásico y en liras que no desdeñaría el salmista.


OSSORIO (Doña Constanza). 

Pocas noticias biográficas tenemos de esta religiosa eminente, reducidas á lasque consignó D." Benita Levanto al principio del Hverto del celestial esposo. Nació en el año 1 595 y su patria fué Sevilla; ignoramos quiénes fueron sus padres. Sólo tenía ocho años cuando entró en el convento de Dueñas de aquella ciudad. Á los i8 de su edad era consumada en canto y órgano, por lo cual la nombraron Maestra de capilla, cargo que desempeñó por espacio de más de cuarenta años. Aprendió el latín sin necesidad de maestro y en poco tiempo. Por mandato de su confesor, Fernando de Mata, comentó tres capítulos de Isaías, mostrando la agudeza y penetración de su entendimiento. 

Habiendo visto un día casualmente cierto opúsculo de San Bernardo, escribió el Huerto del celestial esposo, y más adelante una exposición de los Salmos por el orden que se hallan en el Breviario cisterciense. 

En el año 1626 fué elegida abadesa y gobernó con suma prudencia. Falleció santamente á 3 de Octubre del año 1637. 


(I) Correspondencia dtl Conde de Gondumar D. Diego Sarmiento de Acuña, tomo LXX, folio 68. 


273 — Huerto del celestial esposo, fundado sobre el opvscvlo de N. P. S. Bernardo; que comienga: ¿Ad quid venisti? Compvesto por Doña Constanza Ossorio natural de Sevilla, Religiosa en el convento de Santa María de las Dueñas del Orden del Cister. Dedícalo después de la muerte de esta sierva de Dios el dicho convento de las Dueñas al Eminentíssimo y Reverendíssimo Señor Don Luis Portocarrero Cardenal de la Santa Iglesia de Roma del título de Santa Sabina y Arzobispo de Toledo, del Consejo de Estado de Su Magestad &c. Con licencia. — En Sevilla. Por Thomás López de Haro. 1686. 

Un vol. en 4." de 224 págs. más 12 hojas al principio. 

Port. — V.''en bl. — Al Eminentíssimo Señor Don Luis Portocarrero, el convento de Santa María de las Dueñas. 12 de Noviembre de 1680. — Aprobación del Reverendíssimo P. Juan de Cárdenas, de la Compañía de Jesús. Sevilla 20 de Marzo de 1684. Licencia del Ordinario D. Ambrosio Igna-cio Spinola. Sevilla 22 de .Marzo de 1684. — Censura del P. Fr. Diego de Salazar y Cadena. 4 de Septiembre de 1684. — Privilegio Real. 4 de Septiembre de 1684. — Fe de erratas, por Martín de Ascarza. Madrid 21 de Octubre de 1686. — Tasa, por .Manuel Negrete y .4ngulo. .Madrid 3o de Octubre de 1686. Vida de la Autora.— Preámbulo ó exclamación á la Santíssima Trinidad sobre lodo lo escrito.— Índice de los capítulos. — Texto. 

Libro intitulado Huerto del celestial Esposo. Fundado sobre un opiísculo de nuestro Padre San Bernardo, que comienza: ¿Ad quid venisti? Escrito por la V.<= SJ Constanzia Ossorio, Religiosa en el convento de las Dueñas de Sevilla, Orden del Cister de N.« P. S." Bernardo. Año de 1686. 

Mss. autógr. de D." Constanza desde el fol. 228 V. al 263 y último; lo demás letra de otra mano. 

Un vol. en 4." Biblioteca Nacional.— Mss. S. 461, 


SALMO LXIV 

A tí, Dios, en Sión den alabanzas, 
tus queridos devotos; 
los que en Jerusalén ¡oh! Rey, alcanzas 
también te rindan votos. 

Y entre unos y otros yo te pido 
dando al alma trasiegos, 
que inclines tu amoroso y fiel oído 
á mis humildes ruegos. 

Pues á tí sólo todos los mortales . 
van á pedir remedio 
de sus crueles y incurables males 
como á su único medio. 

Contra nosotros han prevalecido 
las palabras dañosas 
de nuestros enemigos, y han vencido 
sus lenguas venenosas. 

Si desto causa han sido los pecados 
que habemos cometido, 
de tu piedad seremos perdonados 
cual siempre lo hemos sido. 

Porque es dichoso y bienaventurado 
aquél que tú recibes, 
y por mil siglos vive coronado 
á donde tú resides. 

Que es tu sagrado templo donde hay bienes 
y premios de honra y gloria; 
allí tu mano coronó sus sienes 
con triunfos de victoria. 

Dando con igualdad á cada uno 
el premio que merece, 
quedando de honra y gloria siempre ayuno 
el que el mundo engrandece. 

A los que somos tuyos, salud nuestra, 
óyenos del altura 
y muestra en nuestra ayuda tu gran diestra, 
¡oh! mi esperanza pura. 

Que aunque al fin de la mar y de las tierras 
esté de tí apartado 
me aparejas los montes y las sierras 
que sirven de collado. 

Donde con tu poder y fortaleza 
mientras el mar se altera 
me ciñen de valor y de firmeza 
guardando mi fe entera. 

Viendo tu gran saber y tus señales 
las gentes te temieron 
y aunque eran enemigos capitales 
tu poder conocieron. 

Que alegras y entristeces cuando quieres, 
que ordenas noche y día, 
que sanas y das vida, matas, hieres, 
que eres del alma guia. 

Y para encaminarla á tu alto cielo 
visitaste la tierra 
dejando enriquecido nuestro suelo 
de el bien que en tí se encierra. 

El río caudaloso y de contento 
del tesoro del Padre 
para dar á las almas su sustento 
nación de Virgen Madre. 

Y los demás arroyos enriquecen 
de peces nadadores; 
las plantas y las flores reverdecen 
y respiran olores. 

Con tu rocío manso y amoroso 
se alegran los sembrados 
y crece el trigo grueso y espígoso 
en los verdes collados. 

Y viéndolo tan fértil y abundoso 
tu bendición le echaste 
benigno, afable y misericordioso, 
que en verlo te alegrante. 

Los campos ya desiertos y agostados 
primaveras parecen 
y en los cerros más altos y empinados 
la rosa y clavel crecen. 

Y las ovejas mansas parideras 
con los demás ganados 
pacen la fresca hierba en las riberas 
de gozo rodeados

Y todos con balidos, brincos, danzas, 
te dan mil alabanzas. 

Folios 228 á 230. 




SALMO LXXIV 

Alábente los cielos y la tierra 
¡oh! Hacedor del hombre, 
y todo cuanto dentro de sí encierra 
bendiga tu alto nombre. 

Cuente tus maravillas y hazañas 
todo el orbe universo, 
tus obras y proezas tan extrañas 
y tu saber inmenso. 

Si ciño el tiempo, dices, y recojo 
para hacer venganza 
del malo que me ofende y yo me enojo 
con súbita mudanza

Haciendo al cielo y suelo fiel testigo 
yo juzgaré las obras 
de aquél que ha sido justo y es mi amigo, 
sus faltas ó sus sobras. 

Más por ser todos flacos, ahora ofrezco 
mi diestra, que en sí encierra 
valor, pues con un dedo fortalezco 
las columnas de tierra. 

Pero hablando del malo solamente 
dices, por merecello, 
pues eres siervo del pecado tente 
no levantes el cuello. 

Ni engrías la cerviz para encumbrarte 
con tan loca osadía 
contra el que sólo puede castigarte 
con penas noche y día. 

Pues si vas fugitivo hacia el Oriente 
do nace el sol dorado 
6 vuelves con su carro al Occidente 
donde ha su luz dejado

Ó á los desiertos montes enriscados 
do no hay yerba ni hoz 
jamás se vio cortar, pues no hay sembrados, 
oirás allí mi voz. 

Y como de juez te pondrá espanto, 
que esperas la sentencia 
de mí, que á unos humillo, á otros levanto 
con mi admirable ciencia. 

En tu mano, gran Rey de las alturas, 
está el cáliz divino 
con que brindas á veces tus criaturas 
del adobado vino. 

Y está de suerte lleno y mixturado 
para beberle todos 
que gustará la hez aheleado 
el malo por mil modos. 

Estos prodigios raros que he contado 
cantaré noche y día, 
y al gran Dios de Jacob que los ha obrado 
que es bien del alma mía. 

Oyéndolos humíllate, arrogante 
que levantas penacho, 
y tú, justo, que te has hecho ignorante, 
y cual tierno muchacho, 

en Dios tu padre has puesto amor y gloria; 
celebra tu victoria. 




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