Rafael Rodríguez Almodóvar
Rafael Rodríguez Almodóvar es un poeta jerezano (Jerez de la Frontera, 17 de julio de 1921)
Estudió Filosofía y Letras en Sevilla y en Madrid y fue director del Banco Exterior de España en Ceuta, Zaragoza y Granada, siendo esta ciudad última donde reside.
Sigue muy vinculado a Jerez de la Frontera, su ciudad natal, y a Ceuta
Actualmente es miembro de la Real Academia San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras de Jerez de la Frontera, de la cual fue promotor y fundador.
Su poesía, intimista y entrañable, siempre se hace interrogantes y trata principalmente los temas eternos del amor y la soledad.
Obra
En ningún tiempo (1990)
Ámbar de mi vino (1992)
De Nieblas y silencios (1998)
Memoria del tiempo cumplido (2001)
Vigilia de los días (2006)
Tiempo de contar (2009)
Poemas recogidos en antologías de la Universidad de Granada “Del amor y sus paisajes” (2004) y “Contemplando la vida” (2007) y en “Poetas por la Paz” (2002).
ESPERANZA
CUANDO la tarde crea silencio y soledad.
Cuando la noche llega con una fina lluvia,
como un cristal brillante, que hiere las voces
que se agolpan en la mente,
presiento que tu mano no llegará a mi mano
y te ocultarás de mí con la cansada tristeza
de un largo día, del incierto futuro
que tú sola a recrear te inclinas.
Los años que pasaron son la vida misma
y tuvieron sus momentos en que los gozos fueron
como flor en tu pelo, como sonrisa callada
en una tarde cualquiera, cuando el mundo se abría
con seguras esperanzas de metas imposibles.
Que se alcanzaron luego con dolor y encanto,
pues nada se recibe sin trueque de alto precio,
sin que dejemos, a veces, el oro de los días.
Vuelves aquí y acrecientas en un solo latido
el sol que nace cada día y el aire que respiras
y dejas que el ámbar de mi vino lo sepa tu boca
y que mi ilusión te lleve a la esperanza última.
DÍA DE NOVIEMBRE
QUEBRADA ya la tarde
adelgazando la rosada luz
que baja a la montaña,
un frescor de blancas nubes
se posa en el aire que respiro.
Si el día se marcha
o llega la noche, no lo sé.
¿Sabré algún día
conocer mi soledad,
partida en dos
o en qué predio
se quedarán mis huesos?
Sobre el mármol blanco
un rayo de luz se adivina
y la brisa de la tarde
corona centenarios árboles.
SOLEDAD DE PLOMO
LA alcoba sin su aire
y el corredor vacío.
Sin sostener sus manos
mi sensación de frío
acrecienta la angustia
en mi rincón a oscuras
vencido por el plomo.
Ya no me quedan noches
para sentir sus labios.
No habrán promesas nuevas
ni tiempo renovado
y la viva candela
encendida en sus ojos
no quemará mi cuerpo.
Su tiempo, ya cumplido...
PERDIDA ONZA DE ORO
POR aquella sonrisa
que iluminó su cara
como espuma del mar
en la orilla encendida.
Por el sol que la tuvo
poseída de luz
mientras yo me perdía
sin poder encontrarla.
Porque aspiro a tenerla
como onza de oro,
solitaria y brillante
apretada en mi mano
y sentir el metal
con su frío lacerante
cuando el calor escapa
de su cuerpo rendido.
EL PUENTE DEL TIEMPO
EL puente del tiempo, que aprisiona
el pasado y el ayer por el que anhelo
cruzar la alameda y el parque
donde jugar solía, bajo la vigilante
mirada cariñosa de mi madre solícita.
El otoño triste del árbol derribado
sobre la acera estrecha del pasado
donde jugaba ilusión, jugaba alegría,
donde el destino programaba
la presa rota de una meta
que nunca alcanzaría.
Ahora que la nieve oculta la montaña
y el sol se rompe en dos mil soles,
aquellos naranjos de mi ciudad perdida
se tornan en fantasmas imposibles
de una angustia interior que me aprisiona
como una losa de mármol o un vino amargo
de una mala cosecha, de una sucia vendimia
FUTURO INCIERTO
PASABA de la luz del mediodía.
Me aferraba a las tardes insondables.
Me llenaba de estrellas en la noche.
Buscaba por las luces y las sombras
caminos nunca hollados por el hombre,
enlazando el pasado y el presente.
Perdidos los encuentros en el paisaje,
la propia soledad yo la encontraba
gritando mis palabras en el aire.
Veinte veces el eco repetía
mi propia soledad enardecida
rozando el ramaje de los árboles.
Si el presente está aquí y no lo entiendo
y el pasado me hiere y anonada
ya presiento el futuro que me aguarda.
SOLO ISLA
ESTA es ya solo mi isla y no todas las islas.
El mar que la rodea
recoge los grafismos
rizados de las olas
que la tarde suscribe.
Cuando me alcanza su eco
que llega hasta la orilla,
el aire me lo quiebra
como cristal danzante,
rompiendo voz y timbre.
El mar entre mis manos
y soledad en piedra,
proyecto de futuro.
Y el corazón sosiego
mi tristeza latiendo.
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