Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 27 de abril de 2011

352.- INMA CALDERÓN





INMA CALDERÓN GUTIÉRREZ

Nació junto al mar de la bahía gaditana en San Fernando pero despertó a la vida en Puerto Real y en su adolescencia marchó a Sevilla donde estudió Filología Clásica y Teología.
Librera y editora, ha sido ganadora del Premio “8 de Marzo” de Poesía en el año 2005 con su obra Corred, mujeres y en el mismo año finalista de la primera edición del Premio “Plumier de Versos” con el poemario Tejedora de anhelos, publicado por Nuño Editorial. En el 2007 con Ronda de la rima rima gana el Premio de Poesía Infantil “Plumier de Colores” y la obra es editada. Su poema Reencuentro forma parte de la antología Poetas en Bicicleta de Nuño Editorial, habiendo participado también en la antología El Aljarafe y el Vino de Aconcagua Libros y en La mujer en la poesía hispanomarroquí. Ha dirigido y prologado tres antologías: en 2008 Mujeres en el Espejo, donde se recoge su relato Despertares, y en 2009 Poéticos Maullidos, en la que también se encuentra su poema Mi pequeña Bastet, y Versos para derribar muros en donde se puede leer su poema Caligrafía .






I

PLEGARIA

Hoy mi pecho se viste
Con el luto de madres y viudas,
Atravesado por el rayo
De la lúcida y terrible clarividencia,
Y mi corazón doliente lleva
Blanco pañuelo
Cual mortaja
Que envuelva tanto cuerpo mártir.
Hoy mis entrañas
Preñadas de dolor,
Parturientas de desesperanza
Gimen la angustia,
Estériles de cualquier alegría,
Por los hijos e hijas de otras,
Que podían ser el fruto de mi vientre,
Por el cuerpo huérfano de caricias
De la novia del lecho vacío,
Luna de hieles.
Y en mis lágrimas busco las tuyas,
Madre eterna, tu que eres
El inmenso regazo de la Vida,
Recoge con tus brazos
La impotencia sufriente de tus criaturas,
Para que los hombres de ojos cegados
Y corazones escleróticos
No osen tornar
Los novilunios de tus menstruos sagrados
En noches de sangre inmolada
Sobre el ara de ídolos sin rostro.



II

MALEDICTUS

Por el regazo violado
De la madre que amamanta,
Por la parturienta reseca
De pechos agostados,
Por el anciano desposeído
Hasta de la hermana muerte,
Por la criatura mutilada
Y el varón envenenado
De odio ciego,
Por el feto de la vida
Que no es vida,
Y el embrión malformado,
Yo te maldigo, monstruo
De entrañas de frío acero
Con sangre de negro crudo,
Bestia de zarpas de fuego
Con letal aliento oscuro.
Yo te maldigo, animal
De faz sin rostro,
Y maldigo a tus sumos sacerdotes,
A tus idólatras adoradores
En los templos del mercado,
A tus apologetas y predicadores
Desde las cátedras y tribunas
Donde se enmascaran tus horrores.
Yo os maldigo,
Porque sólo maldiciéndoos,
Vomitando sobre vosotros
La dolorosa hiel
Que el corazón me embota
Podré volver a contemplar
En el brillo de los ojos de mis hijos
La promesa de la vida que se impone,
Y no el reflejo de esas otras
tristes miradas infantiles
a las que el misil y el tanque
han arrebatado para siempre
el don más preciado: su inocencia.



III


PASCUA FLORIDA

Por más que el monstruo negro
De abismales fauces abiertas
Pisotee con demoledora bota
Todo lo bello
Que de mi entraña nace;
Aunque la ambición sin colmo
Y la razón de estado
Continúe haciendo cristos
Sin brazos
Para ser crucificados;
Aun en el caos tumultuoso
O en el silencio de la tumba
Que guarda los restos
Más queridos
Cruelmente arrebatados;
Recordad:
Yo soy la Vida,
La brisa siempre renacida
En un amanecer de esperanza.
Yo, la tierra Madre,
Para recoger en amoroso regazo
El dolor de mis criaturas.
Yo, claro manantial,
Pozo de aguas renovadas
Que saciaran la sed de justicia.
Yo, lengua de fuego,
Zarza eternamente ardiente
Para prenderos de amor en lo más hondo.
Recordad:
Yo soy la Vida.





Fernando Sabido Sánchez, Inma Calderón,
Uriel Garrán López, Isabel de Rueda
y Ana Patricia Santaella











CONSUMACIÓN
                                                       A Vicente Aleixandre
                                                    
La mar es un segundo que traga la mirada,
la sombra de una ola engulle edén perdido
y en retirada deja algas de turgentes besos.


              Sólo la luz.


La luz amante de vírgenes cristales,
la luz que de la tierra hace nacer los cuerpos,
heridos pájaros por el filo de unos labios,
en inocente aurora de criaturas cristalinas.
En la consumación del tiempo las historias
dejan los márgenes manchados de su paso,
los bordes del existir en el espejo cóncavo,
cenizas en combustión de la existencia.
La nieve del olvido quema la memoria.












CUANDO SE ENCIENDAN LAS LUMINARIAS ARCANAS DE LA NOCHE


Cuando se enciendan las luminarias arcanas de la noche,
esas que no estallaron para alumbrar amaneceres,
las bocas sin cuento de ardientes oleadas,
abatiré mi vuelo para planear tu sombra.
Enredaré mis alas en las zarzas de tu abismo,
lacerando mi alma al roce de sus aguijones,
punzantes elfos alerta en la penumbra
que gotean su sed de carne y de delirio.
Será la espiral en rayos descubierta
del tiempo que en mi piel sin prisa se atesora
y hace reverberar la luz de mil caricias
que resbalan morosas por el alféizar de mi pecho.
Quiero exprimir los enigmas sin respuesta
del espíritu carnal que aviva el cuerpo etéreo
y que sus saberes se abran al conjuro
del roce aleve del aire en nuestras dunas.
Unir universo y tierra en un suspiro,
abrazar las galaxias que manan de tus labios,
licuarme en nebulosas colmadas de vacío
y quebrarme en la explosión magmática de su vórtice.


(Del poemario Con la venia de Erato)








LLEGARÁ UN DÍA


Ese humus voraz del vertedero
que se empeña en revolcarnos en su fango
es el vómito de hiel que nos impregna
y nos rebaja al fondo del abismo.
La perversión silente de los necios,
la contumaz mentira de las lenguas
revestidas de retruécanos y oropeles
celebran sobre el ara su alianza,
sus nupcias manchadas de muerte y de dolor.
En una noche sin luna y sin luceros
bailan macabra danza sobre las fosas
de las vísceras pútridas de los vencidos
y exhalan sin piedad su negro aliento
sobre los cuellos sumisos a sus yugos.


Mas llegará un día en que broten amapolas
en los pechos ateridos de los hombres
y habrá besos fecundos de vida
para calmar la sed de sus labios.
Florecerá el grito en las gargantas atrofiadas
en un alborecer de luz transformadora,
que cegará a las tinieblas y a sus hijos,
ante la prístina claridad de su evidencia.


(Del poemario Sangre de nómada)




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