ISABEL DE RUEDA
Nació en Jerez de la Frontera, en 1962). Cursó estudios de Filosofía y de Filología Hispánica en la Uned.
Nació en Jerez de la Frontera, en 1962). Cursó estudios de Filosofía y de Filología Hispánica en la Uned.
Ha publicado poemarios como: Al viento (Carmona 2001) De la memoria encajada (Vitruvio, Madrid 2004) Tu silencio en voces
(Vitruvio, Madrid 2006) Pisadas sobre lienzo (EH editores, Jerez Frontera 2009) A propósito del espejismo (Espiel, Córdoba 2011) Pizarras de agua (Autores Premiado2012) Horquillas en la ventana (Los libros de Umsaloua, Sevilla2014)
Ha colaborado con diferentes revistas como: Tres orillas, Luces y sombras, El ático de los gatos y en Antologías como: Versos para derribar muros, La mujer en la poesía hisponomarroquí , Biznaga de poesía Andaluza, Ronda de versos, Alquimia del fuego, De Besos y Versos, Nubes, ,Con&versos, Poetas Andaluces para el siglo XXI
(Vitruvio, Madrid 2006) Pisadas sobre lienzo (EH editores, Jerez Frontera 2009) A propósito del espejismo (Espiel, Córdoba 2011) Pizarras de agua (Autores Premiado2012) Horquillas en la ventana (Los libros de Umsaloua, Sevilla2014)
Ha colaborado con diferentes revistas como: Tres orillas, Luces y sombras, El ático de los gatos y en Antologías como: Versos para derribar muros, La mujer en la poesía hisponomarroquí , Biznaga de poesía Andaluza, Ronda de versos, Alquimia del fuego, De Besos y Versos, Nubes, ,Con&versos, Poetas Andaluces para el siglo XXI
Inspiración
La mañana, a veces, muestra su tibieza,
te toca suavemente, penetra el ángel.
Y ves
las flores nuevamente sorprendidas
con un himno o un canto.
Te sientas, abres las manos, todo
a ti te llega:
la eclipsante fuente, la exhausta
sonrisa que nos lleva a pacer desnudos,
blancos y susurrantes en un destello
de luz inamovible
La entrega
Viene
la blanca sacudida de las flores,
la suave transparencia, la colmena
de un cuerpo hermoso que se ofrece como un agua.
Pétalos de rosas que quisieran
la palabra ungida.
Sí, es mi piel, el río,
la llama que responde, el sonrojo
errante de las alas desplegadas,
el ciervo que quisiera penetrar montañas.
Sí, es mi piel y quiero
trascender en ti,
tocarte con mi cuerpo, desmecer
el mundo.
A veces un poema
Y ya no sé si crezco,
o bien, descrezco con los años.
Me alimento de sueños que me borran
la triste realidad que hoy nos comprime.
Es por eso, que a veces, un poema
es un pan horneado; milagroso
y bíblico alimento que me arrastra
por otras simetrías donde el verbo
es un dios. También un barco
y un mar donde las aguas
tornan al quieto azul de una ventana
donde pego mis ojos y respiro.
Calle vacía
Dibujé con mis manos la figura
de una calle vacía;
los balcones cerrados de las casas,
ningún coche,
ninguna leve estrofa, ningún signo
arrojado en el lienzo.
Sea así,
igual que un cementerio la tristeza,
igual que un frío esquema las palabras,
igual que un ganglio abierto
en la esfera perfecta de la rosa.
Sea así, el dolor…
faroles apagados,
algún árbol sesgado junto al muro,
unos ojos de rejas y portales.
¡Sea así!
tan triste e injusto este dolor.
DESNUDO
Venir desnudo al mundo
para luego vestirnos
con retales de hilachas.
Ser araña, nacer,
escalar la sonrisa,
atrapar
esa cosa que desprende el fulgor.
Venir desnudo al mundo, ataviarse
con pedazos de abrazos o de heridas
que te miran fijamente a los ojos.
Y enfundarnos en la ropa, y alejarnos
de ese imán
que te arrastra a la tierra.
Abrazarte a tu yo,
tu sola circunstancia, ya lo dijo
Gasset,
en esta cruenta nave, en este extraño barco
en donde has arribado.
A Alejandra Pizarnik
LOS ESPEJOS
Como si fuera la Alicia de Lewis Carrol,
traspasé
las normas de las verjas y de los muros.
Registré
las sombras de mí misma
y caminé
por ese desvarío que conduce
al verso y al poema.
Discutí, bramé, soñé,
con ráfagas de lluvia en la delgada
región de la locura.
Y advertí la extracción de la piedra
y me ovillé
en la sed que siempre me contuvo.
LA CIUDAD INVISIBLE
La ciudad
soterrada en las calles,
en las piedras angostas, me alimenta.
Inquietas curvaturas se aproximan,
recorren la pecera cambiante de los siglos,
escarban
en la memoria antigua de los peces
que hay en mí,
sitúa el amor,
al vasto interrogante y voy al verso,
a la espuma de tinta inacabada,
a la huella terráquea de ese mar,
al signo
de las olas impresas, a la lluvia
primigenia del ser,
al verso, al poema.
A Navale Quiroz
CRUZAR EL RÍO
Cruzar el río,
ser un remo de búsqueda en sus aguas,
el ánfora dorada donde mora
la ciudad perlada de los faunos,
las cóncavas raíces del misterio
que sabes está en ti.
Cruzar el río,
con aires de chiquilla, vislumbrar
el limbo misterioso de las rosas,
el cultivo del caos,
infiltrado en sus aguas, la armonía
extrema de los puentes.
Voy por tu cuerpo como por el mundo
IMÁGENES DE ORILLAS
Juntar los dedos,
ver las sombras orando los abismos.
Sentir
el roce de unas manos y el amor
mostrando la silueta,
abriéndose en las charcas,
rumiando,
inflándose de lluvia en cada beso.
Adicto -el amoradicto-
siervo titulado de otras aguas,
otro mar, otro río. Siervo
también de la cascada
oblicua de algún vientre
repartido en fecundas tonadas de silencio.
Imágenes de orillas, así el amor…
ocultos obeliscos para un verso,
salvado…
A Gabriela Mistral
PIZARRAS DE AGUA
Yo tengo una palabra en la garganta,
una pizarra
de agua entre mi lengua, la demencia
de un sueño, tengo, entre mis labios.
Estaciones de un valle perdido en un fonema,
y un poema que baja por mi sangre.
Por mi loco aliento, sé que está la marca
las señales de todo lo vivido,
a veces
el andén del miedo está en mi boca…
Y, como locas muchachas enroscadas
en el tracto inicial de la inconsciencia,
tengo
la palabra pastando,
un arroyo
prendido en un lagar
donde fluyen los niños.
Venir desnudo al mundo
para luego vestirnos
con retales de hilachas.
Ser araña, nacer,
escalar la sonrisa,
atrapar
esa cosa que desprende el fulgor.
Venir desnudo al mundo, ataviarse
con pedazos de abrazos o de heridas
que te miran fijamente a los ojos.
Y enfundarnos en la ropa, y alejarnos
de ese imán
que te arrastra a la tierra.
Abrazarte a tu yo,
tu sola circunstancia, ya lo dijo
Gasset,
en esta cruenta nave, en este extraño barco
en donde has arribado.
A Alejandra Pizarnik
LOS ESPEJOS
Como si fuera la Alicia de Lewis Carrol,
traspasé
las normas de las verjas y de los muros.
Registré
las sombras de mí misma
y caminé
por ese desvarío que conduce
al verso y al poema.
Discutí, bramé, soñé,
con ráfagas de lluvia en la delgada
región de la locura.
Y advertí la extracción de la piedra
y me ovillé
en la sed que siempre me contuvo.
LA CIUDAD INVISIBLE
La ciudad
soterrada en las calles,
en las piedras angostas, me alimenta.
Inquietas curvaturas se aproximan,
recorren la pecera cambiante de los siglos,
escarban
en la memoria antigua de los peces
que hay en mí,
sitúa el amor,
al vasto interrogante y voy al verso,
a la espuma de tinta inacabada,
a la huella terráquea de ese mar,
al signo
de las olas impresas, a la lluvia
primigenia del ser,
al verso, al poema.
A Navale Quiroz
CRUZAR EL RÍO
Cruzar el río,
ser un remo de búsqueda en sus aguas,
el ánfora dorada donde mora
la ciudad perlada de los faunos,
las cóncavas raíces del misterio
que sabes está en ti.
Cruzar el río,
con aires de chiquilla, vislumbrar
el limbo misterioso de las rosas,
el cultivo del caos,
infiltrado en sus aguas, la armonía
extrema de los puentes.
Voy por tu cuerpo como por el mundo
IMÁGENES DE ORILLAS
Juntar los dedos,
ver las sombras orando los abismos.
Sentir
el roce de unas manos y el amor
mostrando la silueta,
abriéndose en las charcas,
rumiando,
inflándose de lluvia en cada beso.
Adicto -el amoradicto-
siervo titulado de otras aguas,
otro mar, otro río. Siervo
también de la cascada
oblicua de algún vientre
repartido en fecundas tonadas de silencio.
Imágenes de orillas, así el amor…
ocultos obeliscos para un verso,
salvado…
A Gabriela Mistral
PIZARRAS DE AGUA
Yo tengo una palabra en la garganta,
una pizarra
de agua entre mi lengua, la demencia
de un sueño, tengo, entre mis labios.
Estaciones de un valle perdido en un fonema,
y un poema que baja por mi sangre.
Por mi loco aliento, sé que está la marca
las señales de todo lo vivido,
a veces
el andén del miedo está en mi boca…
Y, como locas muchachas enroscadas
en el tracto inicial de la inconsciencia,
tengo
la palabra pastando,
un arroyo
prendido en un lagar
donde fluyen los niños.
Abismo
Porque también los dioses le fallaron
y una sola quietud en lo más alto
de su ser, le advertía
de ese hermoso jardín, aún intocable,
donde nada perece sino el frío.
Y dispuso morir y resignarse
y volverse al abismo y ser un astro
y abrazar la quietud,
ser la noche junto a todos los días.
Ser tan sólo
la pirámide quieta,
la penumbra dormida, la callada
longitud de una sombra.
Luna, árbol, sol
Caían una a una las naranjas y la calle
reflejaba ese mar tiznado en las aceras.
Porque también los dioses le fallaron
y una sola quietud en lo más alto
de su ser, le advertía
de ese hermoso jardín, aún intocable,
donde nada perece sino el frío.
Y dispuso morir y resignarse
y volverse al abismo y ser un astro
y abrazar la quietud,
ser la noche junto a todos los días.
Ser tan sólo
la pirámide quieta,
la penumbra dormida, la callada
longitud de una sombra.
Luna, árbol, sol
Caían una a una las naranjas y la calle
reflejaba ese mar tiznado en las aceras.
Luna, árbol, sol,
formaban un libro entre nosotros,
cuyas hojas,
espejo de aquel beso, nos mostraban
el valor de ese monstruo incorrupto,
vagando por las aguas de aquel pozo
purísimo del sueño.
Aquí me tienes
Aquí me tienes amor
adornada de sándalo, fragancia
que ahoga mi recato.
A tus pies de nuevo,
tendida sobre el lecho,
oscilando
si tomar de la luna tus labios
o dejarme llevar por el surco
que remarca tu espalda.
Tan inquieto el deseo se bifurca.
Yo quería
Yo quería
un secreto de estrella,
un latido,
un soplo de anémonas en mi falda.
Yo quería
conquistar ese cielo,
enhebrar un cometa, disuadirlo
con mi único amor,
tentarlo, como hembra primera.
Yo quería ese cielo,
sus blancos hombros como nieve,
y sus viriles muslos,
esa esfera de plata circundando.
Yo quería
ese anillo de cielo entre mis dedos.
No la toques
Un puñado de pétalos sangrando,
una espada en el vientre,
un dolor eclipsado, un vino
tomado a destiempo.
Todo ese nacer ya desgajado;
tronchada está la rosa, no la toques.
Ahora donde un labio allí se posa
y el beso de la muerte es su refugio.
Un puñado de pétalos sangrando,
una espada en el vientre,
un dolor eclipsado, un vino
tomado a destiempo.
Todo ese nacer ya desgajado;
tronchada está la rosa, no la toques.
Ahora donde un labio allí se posa
y el beso de la muerte es su refugio.
Poesía
Fuera el verso la sombra;
inmensas alas
que algún dios nos cediera
una mañana
cuando no estaba enfermo
de la desidia
arrojándole al verbo
toda su alquimia.
Y era un cíclope el verso,
una gran orbe,
una música extraña,
era un galope,
un harén de palabras
todas fluyendo
por el linde secreto
del pensamiento.
Coronada de musas
para el poema
las palabras se agrupan
quieren ser gema,
alimento de un bravo
decir sonoro,
ligadura de un canto,
bello abandono.
¿Es así el poema?
yo así lo siento,
es así como fluye
mi pensamiento.
Es acaso romántico
¡cualquiera sabe!
transitar por las rimas
de lo inefable
ha marcado mi ritmo
sobremanera
la conciencia del arte;
sagrada Meca
y…
deambulando en los brazos
de los fonemas
tras ocultas palabras
que dentro suenan
voy hallando las perlas
y el hemistiquio
me guarece, me eleva,
me da subsidio.
La tres Gracias, jardines
en los grafemas,
es tu esencia poesía
para el poema
Soneto
Sin ropa yo lo quiero, sin careta,
desnudo de abalorio innecesario,
en un hilar de solo abecedario,
artesano y leal, así el poeta
que a rango tal aspire. Una libreta
en blanco sea su alma, un sicario
su voz de la injusticia , que un ovario
de cálamo perviva en la gaceta
de su diario batir. Mas no lo veo:
en vano busco perlas, sólo hallo
palabras huecas, sólo la sutura,
el vacío de mente, la espesura
arcana de la nada. Todo gallo:
la sola vanidad como trofeo.
Soneto
A Domingo F. Faílde
Un soneto me manda hacer Domingo
donde el vino regara con su ciencia
la palabra. Un soneto y la exigencia
de una loa al dios Baco va consigo.
Un soneto obligado, y yo me digo
si, sujeta mi pluma a una venencia,
un buen mosto me diera la cadencia,
fermentara la voz que va conmigo,
si una bota de roble germinara
y en este presto hacer yo me saciara
en un poema sentido para dentro.
¡Amigo, qué grato es irse al centro
y escarbar las raíces de tu casa;
ver tu sangre en la loa que me abrasa!
Voz de la musa
Temblando
bajo el marco de un fondo inescrutable
bajo el pecho monstruoso
de un dios en la sabana
temblando
con el solo tejado de su boca
decidió caer.
Caerse en la llamada, voz de la musa
golpearse
perecer como esclava y entre sus brazos
encontrar el ungüento en la palabra,
en el logos
la noble sinrazón de la poesía.
Fernando Sabido Sánchez, Inma Calderón,
Uriel Garrán López, Isabel de Rueda
y Ana Patricia Santaella
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