Francisco Vargas Fernández
[Almería, 1969]. Licenciado en Filología Hispánica, profesor de Lengua y Literatura en secundaria. La mayor parte de su obra permanece inédita por decisión propia de momento. Es miembro de varias asociaciones de escritores hispanoamericanos. Editor del blog www.poetasargaricos.blogspot.com. Algunos de sus relatos y poemas aparecen en libros conjuntos como I Antología de Narrativa Corta Hispanoamericana [Ediciones Alicia Rosel, Bilbao]; Antología del poeta y artista virtual [Ediciones Monsieur James, Quebec-Canadá]; Antología del poeta virtual [PR Ediciones, Madrid]; Orgón poético. Antología de poesía voluptuosa [Edición de Osvaldo Torres Santiago, New Jersey- EE.UU.]; Un poema a Pablo Neruda. Homenaje [Edición de Alfred Asís, Chile].
Insomnio
La memoria es como un yunque
donde vamos dando forma a la materia
de los sueños no cumplidos.
Palabras, imágenes súbitas,
rodar de labios en el vacío,
aquella camisa sin estrenar,
tardes de verano que surgen irreverentes
de antiguos altares de silencio...
Y es en noches de insomnio
cuando pinta sigilosa el delirio
y deja desolados paisajes interiores.
Y es en noches de calma
cuando destiñen estampas borrosas
que guardamos en viejas galerías.
Así, la memoria con mano desatada
emborrona las horas pasadas,
alienta nostalgias
y nos hace tercamente humanos.
OTOÑO
Serenidad y brisa pausada,
sin el vértigo estridente y deslumbrador
del gran sol verano.
Otoño, tiempo de nostalgias maduras...
Preludiando la estación del arte sereno
los árboles se desnudan ante los ojos entornados
de los poetas.
Paisaje de mar y cielo, hermanos, hoy, en lo azul,
y el pájaro aquel del poniente
que nunca repite rama, amor o arroyo.
Se oye la letanía de las olas a lo lejos.
Va la mente de lo enorme a lo minúsculo,
de lo efímero a lo cotidiano insalvable,
balanceando de un momento a otro,
de aquel misterio a esta certeza.
En el aire frío de la tarde
voces y ladridos cristalizan y las risas infantiles
quedan suspendidas en el camino.
Desaparecen los ancianos
de las, ya apenas tibias, aceras.
Una quietud hecha de sueños líquidos
cae sobre los tejados hasta la tierra.
Se hacen necesarias las luces eléctricas,
inevitables las horas frente al resplandor
mecánico de las pantallas.
Afuera queda un silencio cósmico
como un bostezo ahogado.
SABOR DE SEPTIEMBRE
Esta noche me sabe a septiembre
y vuelvo a contemplar la vida a través de un libro.
Esta noche es gentil y pagana,
sin aparente motivo.
Sentirse septiembre
en mitad del verano es una derrota,
es nostalgia de otra vida.
El tiempo se adelgaza
bajando por el embudo,
vertiendo las horas a la deriva de los días,
levantando del suelo
nubes de color de violines.
Lucho por permanecer en mi centro,
reclamo mis sueños dispersos,
las ilusiones que me abandonaron
en días de batallas perdidas,
extiendo mis brazos para abarcar todo el ser que soy,
para volver a ser simplemente infinito.
En las noches de verano
que saben a septiembre
veo desfilar la retahíla de las vidas
que me quedan por vivir.
Hipótesis en torno a los días nublados
Amanece más tarde
cuando la mañana
se aferra a su manto de nubes.
Prisionera en las alturas
queda la luz. Las sombras
desdibujan el duermevela de las calles,
amortiguan los llantos sepultados.
El sol tiene un cascabel
que agita las aguas dormidas.
En el dintel del sueño, incautos, los ojos se abren
como espigas maduras,
asaltados por la conjura de los relojes.
Ajeno a todo, menos a sí mismo,
el mar balancea sus dudas.
Caminamos con pasos sumergidos.
Los días nublados
lentifican el indeciso fluir de las horas.
Pluviofilia
“Yo prefiero quedar en la penumbra;
quedarme en el secreto de las cosas.”
Adonis
Yo prefiero escuchar la lluvia
danzando lentamente
alzar los ojos al cielo
remover la memoria estancada
las raíces del subsuelo
se fusionan con límites de piedra
y orillas invertebradas
ahondando hacia el esqueleto
hay una lucha sin vencedores
una derrota de pequeños universos
estáticos
hay un eclipse que se repite
yo prefiero ser lluvia
musitando en la penumbra
permanecer neutral
Caligrafía
me he acostumbrado a leer
las líneas incompletas de tu rostro
-los días que nos amanecen
repliegan sus velas en altamar-
he aprendido de tus labios
las colinas y los silencios
-las horas vierten viejos odres
de vino sobre el crepúsculo-
hay en tu frente cada noche
olvidados bosques submarinos
-el tiempo derrama en tu ausencia
temblores de hojas nuevas-
sobre tu espalda
-caligrafía de carne y calma-
escribo estos versos
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