Juan María Robles Febré
Huelva, 1918-Badajoz, 2001
Nacido y criado en Huelva, inició su carrera eclesiástica en los PP. Agustinos de Calahorra, la continúa después de la guerra con los Claretianos de Jerez de los Caballeros (Badajoz) y la termina en el seminario de Badajoz, donde se inicia su labor de editor y promotor de poetas. Allí encabeza un grupo de curas poetas, con quienes más tarde funda la revista de poesía sacerdotal, Jaire y en Mérida funda la revista Olalla; además colaboró en el periódico Hoy asiduamente. En sus últimos años emprendió una nueva empresa editorial, impulsando las Hojas de poesía UZIEL. Fue un cura sabio y un poeta querido.
Su primer poemario salió a la luz en 1954, Poemas de las dos orillas; ilustrados por Asensio Sáez, era una recopilación de poemas dispersos en los que se apuntan temas y estilos. Hasta 1982 no vuelve a publicar, aunque durante el paréntesis aparecen algunas poesías en revistas esporádicamente.
Desde 1982 muchos son los libros que han visto la luz, y quizá haya más. Muchos de ellos tienen una deuda literaria con la poesía clásica, personalizada en San Juan de la Cruz, pero no sólo en él. La poesía J. M. Robles Febré es la de un hombre profundamente tierno, preocupado tanto por lo humano como por lo divino. Que escribe los poemas más elevados y los más sencillos. Hay en él al menos dos poetas, uno directo y comunicativo, otro reflexivo y complejo, cuyo estilo ha ido evolucionando a lo largo de los años, se ha ido depurando, ha ido abandonando retóricas superficiales, al mismo tiempo que se ha ido deshaciendo de formas clásicas y las ha ido alternando con versos de ritmo y métrica más libres.
Fuente que mana y corre y Cántico Universal son poemarios escritos al estilo de San Juan, pero no son los únicos, porque el aliento místico recorre muchos poemas de este poeta incansable. Ruta enamorada, por ejemplo, está dedicado a Santa Teresa.
La poesía de Robles Febré es variada y atiende a diversos temas y formas, la poesía religiosa, la poesía trascendental, casi existencialista, la poesía de la esperanza; como diversas son también sus lecturas y referencias: Kavafis, Cernuda, Juan Ramón, Lorca, Tagore, Vallejo, Octavio Paz, etc. Lecturas, vivencias, el recuerdo, reflexiones humanas, imposible resumir su poesía en unas líneas. Del retoricismo a la desnudez de la palabra, de la soledad a la ilusión (divina y/o humana), todo lo intentó Robles Febré, sin levantar la voz, con una poesía tierna, tranquila, culta, emotiva, sin renunciar en ningún momento a lo religioso, intentando comunicar, mostrar al lector, compartir, más que convencer. Si hemos de destacar algunos de los libros, diremos que los que publicó en los últimos años, por su brillantez de estilo y por su hondura contemplativa del mundo que le rodea. Tanto el que dedica a la biografía de San Juan como el que dedica a San Pedro de Alcántara, son libros unitarios, en los que al valor de su poética hay que añadir el de la empresa intelectual que supone llevar a la poesía la biografía de dos Santos tan apasionantes.
Delgado Valhondo dijo de él que era un poeta “auténtico, intenso y profundo” que escribía entre “la seria y melancólica postura de una poesía oracional”
F.J.J.B.
BIBLIOGRAFÍA:
Poemas de las dos orillas. Madrid, 1954.
La llama y el aire. Badajoz, DPDB, 1982
Ruta enamorada. Badajoz, DPDB, 1982
Badajoz siempre. Badajoz, Aprosuba, 1982 .
El hombre de la Mosca en la frente. Madrid, 1983.
El laberinto. Salamanca, Col. Álamo, 1984.
Poemas del “Nodalomismo”. Col. Álamo, Salamanca, 1985.
Semidiario de Flavio Sereno. Sevilla, Cuadernos de poesía Kylix, 1986.
La huida y el regreso. Mérida, Kylix, 1987.
Badajoz también. Badajoz, Excmo Ayto Badajoz, 1988.
Duración del sigilo. Badajoz, Kylix, 1988.
Badajoz siempre. (Ed. Renovada), Badajoz 1989.
Argentonio decía. “Calle Mayor”, Logroño, 1989.
Tienda en la duna. Hojas de poesía Kylix, Badajoz 1990.
Dulcísima armonía. Kylix, Badajoz, 1991.
Fuente que mana y corre. Badajoz 1991 (Biografía de San Juan).
Altas mira de gaviotas. Caja Rural de Extremadura. Badajoz, 1992.
Mientras el alba llega. Antología poética. Badajoz, 1993.
Profundo centro. Kylix, Badajoz 1994.
Cántico Universal. Ed. Menfis, Badajoz 1995.
Dios Escondido. Hojas poéticas Uziel. Badajoz 1998.
Más leve que el aire. Ed. B. Gil Santa Cruz, Badajoz, 1999.
El laberinto, de Juan María Robles Febré.
Relojes de arena
estrellados en las esquinas.
Terminen
los besos
a oscuras.
Cuélgame
ante mi vista
el sol de tu cara.
Queme mi cuello
tu aliento.
Bien empleada está
larga noche,
si ha sido pasillo
para verte.
También en tus pies
hay agujeros.
Más que en los míos.
Tú
has corrido velozmente,
vendaval del Amor .
Ya tu presa.
Voluntario
cautivo
de tu brasa.
Deja
que el gozo
gima.
Esto ha sido
lágrima breve.
Todo evaporado
por el calor
de tu boca.
Ahora pegado a tu panal.
Grano de salina
diluido en océano
de infinita miel.
Fuente que mana y corre,
de Juan María Robles Febré.
Cantares del preso enamorado
"Fray Juan de la Cruz es llevado a la cárcel conventual de Toledo...después lo llevaron a otra, angosta y oscura".
(Vida. Miguel Gil de Sandoval, pág. 52.)
"¿Desde dónde me llamas?
Viento llamante trae tu sonido.
Porque sé que Tú me amas,
aunque ocultes tu nido,
el ansia de encontrarte me ha crecido.
A verte me convoca
tu dulce y suave voz, insinuada.
Roja rosa en tu boca
la inefable llamada
a la sedienta mía trasladada.
Baja, Amado, al estambre,
que tanta sequedad en mi alma pide
me sacies sed y el hambre
que por Ti se decide. '
De todo, por hallarte, se despide.
Creí que regresabas.
y galopé por bosques no pensados.
Conmigo cabalgabas,
calor en los costados.
¡Oh momentos en sueño acariciados!
Sin vacilar veía
en la noche tu cara, toda albura.
El pecho se crecía,
a pesar de la oscura
presencia que se oculta y me tortura.
Son tus palabras brumas,
las nieblas que me están martirizando.
A tal martirio sumas
el seguirte ocultando.
Crecida comezón te está clamando.
Bien saben las estrellas
cómo atraviesa rejas mi sollozo.
Pregúntale Tú a ellas.
No me estorba este pozo
de la cárcel caer en beso y gozo.
Cuándo será el momento
en que la hiel me sea azucarada.
Recrecerá el contento
de que tu sombra amada
me rompa la ceguera enamorada.
Y caigo de rodillas,
echando en esta tierra aéreos dados.
Que tu amor haga astillas
estos cielos cerrados,
volviéndolos tus ojos estrellados.
Sólo Tú eres Vida,
por eso me enamoras. Tanto amarme
es única bebida
que logrará saciarme.
De estos hierros de muerte liberarme ".
Velado encuentro
En Beas de Segura termina el "Cántico Espiritual".1578-79.
Los muros derribados,
más cerca tu Belleza sobrehumana,
pisando los helados
ríos; abajo mana
el agua que a este enfermo de amor sana.
Subiendo la pendiente,
llevado por tu mano a la colina,
el ruiseñor presente
mis cantares afina
y es la música acorde y cristalina.
Cómo ha subido el grado
de tu proximidad. Arde con creces.
Con roce delicado
me arrobas y enfebreces
el gozo que me dabas otras veces.
¡Oh Verbo sugerente
que copos de frescor en mi alma nieva!
Me quemaba el ardiente
amor que a Ti me eleva
y a divina fruición acerca y lleva.
Haz que se calle el coro,
no estorbe la alegría del regreso.
En tus cabellos de oro
se perderá mi seso,
tus ojos regalándome embeleso.
Cántico Universal, de Juan María Robles Febré.
La luz
El vértigo era música.
En el espacio
-gemelo hermano del torbellino-
se encabritaba todo,
la semilla de lunas y de estrellas
-fosforecentes ojos ciegos-
lloraba por ser flor
en el desierto oscuro e infinito.
No quería el vacío,
la nada miedosa, fugitiva,
en su escalofriante soledad.
Afinaba Poeta Dios aquel pedazo
cosido con la sombra,
agitado, estallante,
primer mendigo pendiente de su mano,
con hambres de armonías,
de espaldas al silencio.
La música ascendía
con gargantas de rayos
atados a sus sueños,
despertando por grados,
al compás
de un secreto pentagrama
que tenía Poeta Dios
guardado
para el atril inmenso,
en sus vísceras
de pétalo y gorjeo.
EL AGUA
Y tejió la vida con hilos transparentes,
acercando a Sí, cada vez más,
el flotante suspiro,
el ruido, llorando melodías,
inyectando amor a la materia,
muerta de frío por fuera,
con las venas del agua
recién nacida
de su misma entraña,
y el asombro.
Bajó la Palabra hasta la mano,
bebiendo su alegría,
y el nombre de cristales
dentro de la cortina iba surgiendo,
clave de ópera prima
por la fresca y fluyente cabellera
Y la excitó el amor,
volando los suspiros,
a hacerse bebida y almohada.
DURACIÓN DEL SIGILO
VIII
Morir sin ti, palabra,
es hacerme hermano de la piedra,
huir de su corriente el río
que en tu seno esperaba superarse.
Pero tiras de mí,
ata tu cuerda
alma y cuerpo de hombre.
Llégame,
habita mi deseo,
por fin.
Atrás quede el puente
que me cansa.
Tu amanecer rasgue
el sueño incompleto
y me despierte.
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