ANTONIO LUIS CARRION
(Veléz-Málaga 1839 – Madrid 1893)
ANTONIO LUIS CARRION personaje polifacético, republicano, periodista, escritor y diputado a Cortes. También fue secretario y amigo del presidente Salmerón, presidente de la I República. Es una persona muy poco conocida por el público malagueño y andaluz en general y no demasiado por los amantes de la historia de España. Mi primer contacto con él lo tuve al escribir “La Gloriosa en Málaga”, trabajo que obtuvo el Premio Málaga de Investigación. Allí vimos que participó primero con sus ideas y luego formando parte de la Junta Revolucionaria local. Más tarde al investigar “La Revista de Andalucía” ,dirigida por él, conocimos su amor por la vida artística, por la cultura y su deseo de informar a las clases más desfavorecidas y acercarlos a este mundo. Era órgano de expresión de todas las provincias andaluzas. Publicada en Málaga, contó con redactores tan brillantes como Cánovas del Castillo, Pi y Margall, Guillen Robles o Josefa Ugarte Barrientos y Francisco Giner de los Ríos, también malagueño, creador de la Institución Libre de Enseñanza en Madrid. De sus numerosos artículos destacamos la difusión de las teorías de Darwin y del contenido de dicha Institución Libre de Enseñanza. También se ocupa de la vida artística, cultural y científica de Málaga. De su biografía no hemos conseguido mucho, pero la abundancia de material escrito ha proporcionado un conocimiento muy completo sobre él y su pensamiento... su labor política y cultural sobrepasa el ámbito local y andaluz, para pasar al nacional con sus discursos en las Cortes y su colaboración con el presidente de la I República. Tengo que decir que, aunque no se ha hecho intencionadamente este libro puede leerse cada capítulo de forma independiente. Espero haber conseguido mi propósito y que los malagueños y el público español aprecien a este singular personaje y su ideología, que como podemos ver es muy actual y se adelanta a su tiempo en numerosos puntos como; Juicio por jurado, abolición del servicio obligatorio al Estado o supresión de todo tipo de impuestos al consumo de subsistencia. Este último aún no se ha conseguido hoy día.
[Tomado de: ROSARIO ALICIA BRETÓN GARCÍA / INVESTIGACIÓN. Páginas: 436 ISBN: 978-84-9115-172-2. Editorial Círculo Rojo]
Libros
Cantos populares: colección de poesías políticas Carrión, Antonio Luis, 1839-1893
Málaga : [s.n.], 1869: imprenta del Papel Verde)
CANTOS POPULARES .
INTRODUCCIÓN.
Los que buscáis la verdad
de la clara luz divina,
que en el cerebro germina
de la nueva sociedad;
Los que adoráis la memoria
de los héroes que pasaron,
y que sus nombres grabaron
con letras de oro en la historia;
Los que tenéis,—porque llena
el trabajo vuestras vidas,—
las manos encallecidas
y la conciencia serena;
Los que en risueña ilusión
corréis en pos de la ciencia,
y alzáis vuestra inteligencia
al templo de la razón;
Los que idolatráis el nombre
del patricio venerando,
que halló la muerte luchando
por los derechos del hombre;
Los que nuestras aflixiones
miráis con profunda pena,
porque el patriotismo llena
vuestros libres corazones;
Los que veis como se empaña
el sol de nuestra grandeza,
y lamentáis la pobreza
y la deshonra de España;
Los que os apenáis al ver,—
cual yo mirándola estoy,—
nuestra miseria de hoy
tras la grandeza de ayer;
Los que lleváis tristemente,
sin esperanzas ni calma,
el desaliento en el alma
y la vergüenza en la frente...
Oid: que el pobre cantor
que por la patria suspira,
como vosotros se inspira
en la virtud y el honor.
Y entusiasta de una idea
que se estiende por el mundo,
en su cariño profundo
tan solamente desea
que llegue á vuestros hogares
el saludo que os envía,
y la modesta armonía
de sus CANTOS POPULARES .
i LOS MÁRTIRES DEL PUEBLO.
La generosa patria de los Cides,
él pueblo de Sagunto y de Numancia,
el colosal gigante que en Pavía
supo humillar las lises de la Francia,
la patria de Pelayo,
el pueblo de Bailen y Zaragoza;
el soberbio león del Dos de Mayo...
con asombroso brio,
para alcanzar la Libertad bendita
que le robara el despotismo fiero,
reluchaba impotente
contra el tirano impío
que con el sucio polvo de su huella
osó manchar su inmaculada frente.
Pero en vano.—La sangre generosa
en torrentes corrió de nobles venas
abiertas por la saña
del déspota sangriento,
que al compás de sus míseras cadenas
arrastraba su carro funerario
por las libres llanuras de mi España.
Y la nación gloriosa
por sus hechos gigantes;
la cuna de los nobles corazones;
la que guarda mas páginas brillantes
escritas por el tiempo
en la historia imparcial de las naciones;
bajo la férrea mano del verdugo,
á su carroza uncida,
se arrastraba sin fuerzas y sin gloria,
sin esperanzas, sin honor, sin vida!
Que el opresor odiado,
sin tener en memoria
las páginas terribles que hay escritas
en la sangrienta colosal historia
de las revoluciones,
olvidó en su carrera de esterminio,
cegado por su encono,
al romper tantas veces
su juramento desleal y falso,
que solo un paso media
de la soberbia magestad del trono
á las infames gradas del cadalso.
Mas el cielo acudió!—Que los gemidos
del azotado pueblo,
en notas lastimeras
al raudo soplo de las puras brisas
llegaron á las playas estrangeras,
donde un grito supremo
de los que allí, por su nefanda suerte
desterrados lloraban,
contestó... ¡Libertad! ¡Victoria ó muerte!
Y su seguro hospitalario asilo
abandonan los bravos
amantes hijos de mi pobre patria,
dispuestos á romper el torpe yugo,
y á redimir los míseros esclavos
luchando hasta morir con su verdugo.
Y rápida su nave
avanza entre la bruma,
dejando entre las olas
nevada estela de brillante espuma.
Y al divisar las costas españolas
Torrijos con su férvida y valiente
débil legión, que busca la victoria,
en su entusiasmo ardiente
saludan nuestras playas entonando
himnos de libertad, himnos de gloria.
Y pisan sus arenas
con audaz valentía,
llenos de fé los valerosos pechos,
los héroes que ambicionan
perder la vida por salvar la patria
y redimir al pueblo que pedia
leyes y libertad, paz y derechos.
«Mas ¿dónde están los héroes que debieran
responder á este grito prepotente?—
A nuestra voz amiga
no responden los hijos del valiente
pueblo malacitano?—
¿Dónde la hueste que á la lid nos siga?
¿Dónde hay un brazo que el acero vibré?
¿Es tan pobre esta patria que no tiene
quien dé su sangre por hacerla libre?;»
A la voz generosa de aquel bravo
responde solamente
el silencio fatal de la agonía!
Este pueblo también triste vivia
la miserable vida del esclavo.
Cambien sus nobles hijos sin ventura,
con el dogal ceñido á la garganta,
cada dia ensangrientan
el patíbulo infame
que el sicario Moreno les levanta.
Por eso el pueblo llora
y retuerce sus bárbaras cadenas,
sabiendo que la sangre de los héroes
en la desierta playa
salpica las arenas.
¡Sangre infeliz que mancha su oprimida
avergonzada frente,
porque es sangre querida
de los patricios que quisieron darle
justicia y paz, y libertad y vida!
Vedlos.—Hacia la triste
playa de san Andrés corren serenos
buscando la corona del martirio.—
Morirán como buenos
colocando en el cielo su esperanza,
ya que á sus gritos permanece muda
la aterrada ciudad, y en vano, en vano
con angustiosa voz piden ayuda;
que al grito ¡Libertad! solo responden
con salvages rugidos de venganza
las estúpidas hordas del tirano.
Torrijos, Flores y Golíin y Pinto,
y otros cuya grandeza
hace latir los libres corazones,
enseñan como mueren
los valerosos mártires del pueblo;
dejando en nuestras almas su memoria,,
y á otras generaciones
señalado el camino de la gloria.
Miradles.—Si las lágrimas acaso
ruedan por las mejillas
de esos libres soldados de la idea
predicada en el Gólgota bendito,
no es el llanto que crea
el pavor en los pechos miserables;
es que tienen con fuerza poderosa
en las queridas prendas de sus almas
sus pensamientos fijos,
el esposo que sufre por la esposa,
el niño que suspira por su madre...
y el anciano que llora por sus hijos!
Helos allí! —Doblada la rodilla,
el pensamiento en Dios, van á ceñirse
á sus pálidas frentes la corona
que el cielo guarda á quien virtud abona
y se encuentra al final de su Calvario.
«¡O muerte ó Libertad!» —gritan cayendo
bajo el rigor de su nefanda suerte...
Y allá de zona en zona,
su valeroso grito difundiendo,
repite el eco: ¡O Libertad ó muerte!
Murieron!—Mas la sangre generosa
que el despotismo impío
vertió con dura saña,
fué provechoso celestial rocío,
que dio vida al gigante
árbol de Libertad, que desde entonces
colora el sol de la valiente España.
Y ese árbol puro, misterioso y santo
que la mano de Dios plantó en el suelo,
regado con la sangre de los mártires
dará fruto fecundo,
y al fin crecerá tanto
que con su aroma se perfume el cielo
y con sus ramas se cobije el mundo.
11 Diciembre 1866.
ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD.
I
Los que pedís la igualdad
con entusiasmo ferviente;
los que lleváis en la mente
un mundo de libertad;
los que amáis la caridad
odiando la tiranía;
bijos de la patria mia,
pueblo generoso y bravo...
¿No oyes de otro pueblo esclavo
la aterradora agonía?
¿No percibes el lamento
que á las costas españolas
van trasportando las olas,
inipelidas por el viento?
¿No agita tu pensamiento
el cuadro desolador
del negro que á su señor
le pide perdón en vano,
cuando azotan á su hermano
y á los hijos de su amor?
Oyendo el agonizante
grito del negro que llora,
¿no es verdad que se colora
de vergüenza tu semblante?
¡Oh, sí!—Ya escucho el gigante
eco de tu indignación,
que ofrece con efusión
aun la sangre de tus venas
para romper sus cadenas
al grito de redención.
Que el mundo asombrado vea
la grandeza de mi España,
y por tan bendita hazaña
mi pueblo bendito sea.—
Hoy se levanta una idea
de sublime magnitud;
hoy se asocia la virtud,
y de caridad crisoles
hoy quieren los españoles
abolir la esclavitud.
Hoy del esclavo vendido
quieren romper la cadena;
que España escucha con pena
su prolongado gemido.
Pues la sangre que ha corrido
del pobre negro doliente,
que atado al yugo, impotente
apura la amarga copa,
de los libres de la Europa
está manchando la frente.
Hoy quiere España en el nombre
de aquel que murió en la Cruz,
hacer que brote la luz
ante los ojos del hombre.
Hoy quiere que al mundo asombre
su férvida caridad;
hoy quiere que la verdad
á los tiranos humille,
y que en América brille
el sol de la libertad.
II .
Ilustre dama nacida
con estrella sonriente,
y por el suave ambiente
de la fortuna mecida:
tu joya mas preferida
venga á calmar la amargura
del esclavo sin ventura,
—seque
al ver cesar sus enojos,
con las perlas de sus ojos
adornará tu hermosura.
Sean tus joyas el consuelo
del porvenir que le aterra;
que el bien que se hace en la tierra,
abre las puertas del cielo.
Rasga de su sombra el velo
y haz que la dicha recobre:
del tesoro que te sobre
al mísero esclavo dale;
que el tesoro que mas vale
es la gratitud del pobre.
Hijas del pueblo: llegad,
y cual amorosa prenda,
también una pobre ofrenda
para los negros dejad.
Tiernas madres, esperad
de aquellas madres la palma;
que al ver sus hijos en calma,
os pagarán su ventura
bendiciendo, con ternura
los hijos de vuestra alma.
Mitiguen las aflicciones
del pobre esclavo que azotan,
esas lágrimas que brotan
Vuestros libres corazones.
Y alzad vuestras oraciones
al compás de su agonía,
pues la plegaria que envía
una madre en su dolor,
la recibe con amor
la pura Virgen María.
Tu, soberbio potentado,
dichoso con tu grandeza,
que al peso de tu riqueza
vas caminando agobiado:
para el negro esclavizado
dá tu fortuna sin duelo,
mira que en férvido anheló
Van todos del bien en pos;
mira que el ojo dé Dios
te contempla desde el cielo.
Dios, que la virtud escuda
y que tus acciones vé;
Dios, que levanta la fé
sobre el mundo de la duda.
Dios, que al desvalido ayuda
y á la maldad pone freno;
Dios que de justicia lleno,
siempre en su ley apoyado,
sabe humillar al malvado
y sabe premiar al bueno;
III.
Los que soñáis, al cantar
pensamientos sobrehumanos,
en una patria de hermanos
á las naciones juntar;
los que lográis despertar
con el laúd la conciencia;
predicando la clemencia
cambiad del negro la suerte,
y ahogad sus cantos de muerte
con himnos de independencia.
Poetas, que con tesón
alzáis la voz redentora,
al ver que la patria llora
en estúpida opresión;
pidiendo la abolición
libres cantos entonad;
que el poeta es en verdad
la luz que en la sombra avanza,
y es el primero que lanza
el grito de libertad.
Tú, pueblo, que en tus prolijos
afanes y en tu despecho,
por recobrar tu derecho
das la sangre de tus hijos...
allá en América, fijos
los ojos, ¿no hay que te asombre?...
¡Son esclavos!—Vé en el nombre
de un Dios que esclavos no quiere;
y si es necesario, muere
para redimir al hombre.
Por el negro envilecido
tu voz soberana vibre;
que no merece ser libre
quien no levanta al caido.—
Responde al triste gemido,
y sus derechos pregona;
la santa empresa corona
con noble y potente hazaña,
y que el nombre de tu España
admiren de zona á zona.
Pobres, ricos, trovadores,
tribunos de la virtud...
¡Abajo la esclavitud!
¡No más siervos ni señores!
Ahuyentemos los horrores
de ese tráfico inhumano,
antes que oprima el tirano
yugo de conciencia al pecho,
gritando...., ¡Caín! ¿Qué has hecho
de la vida de tu hermano?
Hijos de España: avanzad
de la ilustración en pos;
que el negro, imagen de Dios;
ños pide su libertad;
y si sucumbís, pensad
en el ejemplo fecundo
dé Cristo, que en su profundó
Cariño al darnos la luz ,
murió azotado y en Cruz
por la libertad del mundo.
ESPAÑA HAMBRIENTA.
I
¡Pobre España! Tu suerte me dá espanto
hoy que á la cruz de tu Calvario avanzas.—
¡El noble pueblo que merece tanto...
no tiene pan, ni gloria, ni esperanzas!
Cuando la luz de la moderna idea
ilumina los libres corazones,
en nuestro fértil suelo el hambre ondea
sus negros y fatídicos pendones.
Triste sarcasmo que á la mente asombra:
«¡ciencia y fraternidad! ¡llanto y pobreza!»
¿Dó está, pueblo infeliz, la rica sombra
de tu prosperidad y tu grandeza?
¿Qué fué de tu entusiasmo y de tu brio?
¿Dónde tu genio, tu valor profundo?
¿Qué has hecho del gigante poderío
en otro tiempo admiración del mundo?
Ayer el orbe te envidiaba, siendo
de tu grandeza y tu poder testigo;
hoy te desprecia... porque estás viviendo
la vida miserable del mendigo.
Hoy todo ha muerto, pues llegó á tocarte
la imbécil duda con su mano yerta:
¡muerta la agricultura, muerto el arte,
muertas las ciencias, y la industria muerta!
Que entre el progreso de la raza humana,
se queda este pais desventurado,
sin levantar los ojos al mañana,
envuelto en los girones del pasado.
¡Desdichada nación!—Cansada y fria
se duerme con el sueño de la muerte.—
¡Cuándo, España infeliz, llegará el dia
que el llanto de tus hijos te despierte!
II.
En tanto: los que amáis á la criatura,
y amáis la Caridad, tended las manos;
y mitigad el hambre y la amargura
de los pobres, ¡que son vuestros hermanos!
En socorrer al mísero, se encierra
un germen de venturas y consuelos;
que el bien que practicamos en la tierra
abre luego las puertas de los cielos.
Por vuestra inmensa caridad ferviente
el hambriento infeliz su dicha cobre;
que el tesoro mas rico del creyente
es la sencilla gratitud del pobre.
Llevemos al que vierte acerbo llanto
una frase de amor ¡una esperanza!...
hoy que este pueblo, que merece tanto,
hacia la cruz de su Calvario avanza.
En su triste camino funerario
que nuestro amor endulce su pobreza:.,
hoy que arrastra el fatídico sudario
de su prosperidad y su grandeza.
¡Señor!.... ¡que el sacrificio sea fecundo!
¡Y que al brillar la aurora de otra vida,
se levante mi patria redimida,
y vuelva á ser la admiración del mundo!
28 Agosto 1868.
LA VIDA.
Pasan de la primavera
las auras murmuradoras
depositando sus besos
en las flores mas hermosas.
Después, el sol del estío
los horizontes colora;
y cuando el invierno tiende
sobre la tierra su sombra,
los árboles van perdiendo
una por una sus hojas,
los pájaros sus cantares
y las flores sus aromas.
Desparecen de la infancia
rápidamente las horas,
bajo el sol de las caricias
de una madre cariñosa;
dando lugar á las dulces
imájenes seductoras,
que al soplo de juventud
nos sonríen melancólicas.
Mas, al llegar la vejez,
ante su fúnebre antorcha
brilla la verdad y mueren
nuestras ilusiones todas.
Asi la vida, y así
nuestra miserable historia.—
¡Triste lágrima que envuelve
el mar en sus turbias ondas!
¡Pobre gemido sin eco!
¡Nube que el viento evapora!
¡Luz que brilla un solo instante
entre las eternas sombras!—
Nacer; sentir; y soñando
esperanzas ilusorias,
despertar con el sublime
llanto que del alma brota,
al eco de una plegaria
en la orilla de una fosa.
10 Febrero 1865.
i POBRES MADRES!
En un pueblo de las tristes
soledades de la Mancha,
viviendo modestamente
en una casita blanca
pasa su vida llorando
una venerable anciana,
que ayer vivia dichosa
y hoy muere sin esperanzas.
Tenia un hijo que era
el apoyo de su alma,
el jugo de su existencia
y la luz de su mirada.
Pero el rudo torbellino
de las pasiones humanas,
en su revuelta corriente
al bravo mancebo arrastra;
y pierde la pobre madre
al hijo de sus entrañas.
Desde entonces, la infeliz
en la aldea solitaria,
sin tener á su hijo, vive
una existencia de lágrimas.
Y cuando brilla la luz
tras los vapores del alba;
cuando las nacientes flores,
los pájaros y las aguas,
con su aroma, con sus trinos
y con su murmullo, alzan
en armónico concierto
su misteriosa plegaria:
ella, pensando en el hijo
que tiene en tierras lejanas,
recorre triste los campos,
y con sentidas palabras,
dice mirando las flores,
los pájaros y las aguas:
«¡Sois libres! Con libertad
él vivia en mi compaña.
En ese robusto tronco
entrelazáis vuestras ramas:
él también sus fuertes brazos
á mi cuello rodeaba.
Os envidio florecillas:
sois libres. ¡Libertad santa!...
Pajaritos que cruzáis
por la región azulada,
buscando el nido en que anida
la madre que tanto os ama...
yo también tenia un hijo,
y está muy lejos de España.
Lo mismo que ese arroyuelo
de su manantial se aparta,
él se apartó para siempre
del manantial de mi alma.
Las pobres madres, no saben
mas que amar y ser amadas;
¿qué entienden ellas de yugos,
de libertad ni de patria?
Yo tan solo sé que errante
mi hijo por el mundo vaga,
como la perdida hoja
que el huracán arrebata.
Yo solo sé, que si llora
cuando recuerde á su patria,
con el calor de mis besos
no podré secar sus lágrimas.
Yo solo sé que está ausente
y que su ausencia me mata:
las pobres madres no saben
mas que amar y ser amadas.
Ya no veré su sonrisa;
ya no besará mis canas;
ya no entrechare sus manos
entre mis manos heladas;
ni en mi postrera agonía
escucharé sus plegarias!
Y a no cerrará mis ojos;
ni derramando sus lágrimas,
pondrá una cruz en mi tumba
con florecillas tempranas...
Todo acabó para mí,
que en estas luchas infaustas
he perdido para siempre
al hijo de mis entrañas.
Y llorando amargamente
aquella infeliz anciana,
siguió mirando las flores
y las aves y las aguas.
2 Setiembre 1868.
ITALIA.
I
¡O muerte ó libertad! gritan los bravos
ardientes hijos de la libre Italia;
y ansiosos de alcanzar su independencia
contra sus opresores se levantan.
¡O muerte ó libertad! —Ese es el grito
que en noble fuego el corazón inflama,
y que ensordece con sus ecos santos
del infame opresor las amenazas.
Ese es el grito que entusiasta vibra
en ciudades, campiñas y montañas;
ese es el grito del que altivo quiere
perder la vida por salvar la patria.
Ese es el grito que á la vieja Europa
un camino glorioso le señala;
ese es el grito que despierta al mundo
del estúpido sueño que le embarga.
II .
Al fuego de su santo patriotismo
el pueblo italiano se agiganta,
para arrancar su codiciada presa
á las soberbias águilas del Austria.
¡Cuándo llegará el dia en que otros pueblos,
conociendo su fuerza soberana,
contra la impura frente de los déspotas
estrellen sus cadenas funerarias!
¡Cuándo llegará el dia en que se borren
los lindes de naciones ilustradas,
levantando el altar de sus derechos
la pobre humanidad desheredada!
¡Cuándo, reunida en apacible grupo,
olvidando pasiones insensatas,
sin haber opresores ni oprimidos
será dichosa la familia humana!...
A los roncos clarines de la guerra
y al hórrido crugír de la metralla,
muy pronto sobre el campo de la gloria
flotará la bandera italiana.
Y ese pueblo, que lucha porque quier
romper el yugo que su frente infama,
enseña á las naciones oprimidas
que mas vale morir que ser esclavas.
De esa nación, que ofrece por ser libre
la sangre de los hijos de su alma,
sigamos el ejemplo sacrosanto
aunque hallemos la muerte en la demanda.
Que el pueblo que se duerme en la cadena,
insensible á los gritos de la patria,
ni es digno, ni es valiente, ni es cristiano...
ni reconoce á Dios, ni Dios le ampara.
EL REDENTOR DE LOS NEGROS.
BALADA .
—Madre, el trabajo me abruma
y de cansancio me muero:
¿quieres que descanse un poco?
El capataz está lejos...
—Hijo del alma, ¿no sabes
que su látigo sangriento
no respeta ni los niños,
ni los ancianos ni enfermos?
—Pero si no puedo mas;
madre mia, si no puedo!
—Ven y descansa, descansa
bajo el amparo materno.
Recobra fuerzas, no tiembles
estremecido de miedo,
que entre el látigo y tu rostro
yo colocaré mi pecho.
Descansa, mísero esclavo,
nacido para el tormento;
que al crujir de las cadenas
tus pobres ojos se abrieron.
—Madre, me reanima el puro,
dulce calor de tus besos:
si es preciso trabajar
hasta morir, trabajemos.
—Si, trabajar hijo mió
sin esperanzas, que ha muerto
el bravo Lincoln, el padre,
el redentor de los negros.
10 Mayo 1865.
SANTO DOMINGO.
No quisiera ocuparme de esa estéril
campaña que sostienen mis hermanos
por vindicar el nombre
de su pueblo querido,
juguete de un partido
que á temeraria empresa le conduce
por la funesta ceguedad de un hombre.
No quisiera ocuparme de esas luchas
cuyo fin desastroso y humillante
nos marca la esperiencia;
luchas que empequeñecen á los pueblos,
contrarias al espíritu del siglo,
que afectan al honor y á la conciencia.
Mas un eco de angustia que doliente
resuena entre las olas,
y que rompiendo las marinas brumas,
flotando en las espumas
se estiende por las playas españolas...
hace que mi cansado
plectro abandone su medrosa calma
y que vibre las cuerdas de mi lira,
porque el triste gemido de los mares
hace vibrar las cuerdas de mi alma.
Soy español, soy español; y soy
oscuro vate del sufrido pueblo;
soy español, y voy
en alas de mi pobre fantasía
á alzarme hasta la gloria
de rendir un tributo á la memoria
de los guerreros de la patria mia,
que en las arenas de la zona ardiente
sujetos por la voz de un ambicioso
que les habla de honor y disciplina,
llevan á cabo colosal hazaña,
dando su sangre porque honrado vuelva
el pabellón de su querida España.
Helos allí.—Bajo el nutrido fuego
de los dominicanos,
al fúnebre crugir de los cañones,
el valor no se humilla
de los bravos leones
que sostienen la enseña de Castilla.
Bajo el azote horrible
del clima destructor nada le espanta;
porque el soldado ibero
en alas del peligro se agiganta,
y en su puesto sucumbe
mártir de su deber de caballero.
Le repugna la lucha que sostiene;
comprende su injusticia, y bien conoce
que aquella pura sangre
que enrojece los bosques del lejano
confín que el sol con su grandeza baña,
es un aborrecido
sacrificio infecundo,
que triste llora la valiente España,
y que censura con horror el mundo!
Allí el hijo potente de la guerra,
que sereno arrostrando
la aterradora furia de los mares,
con un laurel soñando
dejó la calma de sus patrios lares,
al aspirar la brisa,
que en su escondido seno
lleva letal veneno
que recogió en la fétida laguna,
el pobre peregrino
en vez de su fortuna
toca el rigor de su nefanda suerte;
y pasa de los brazos de la vida
al descarnado seno de la muerte.
Si después del fragor de la pelea
apártase del campo,
huyendo sus horrores,
y descubre su vista en la espesura
ansiado lecho de menudas flores...
también allí le alcanza
la escondida venganza
que le reserva la traición impía,
trocando sus ensueños de ventura
por el sueño fatal de la agonía.
Y esos, que en los ardientes
bosques americanos,
encandecen sus frentes
con la triste corona del martirio...
son padres, son hermanos,
de lealtad crisoles,
que sucumben volviendo su mirada
á los lejanos puertos españoles.
Son españoles, que al feroz rugido
que lanza al despertar el león ibero,
tremolan con potente bizarría,
cubierta de laureles y de sangre,
la noble enseña de la patria mia.
Enseña que en la fúnebre jornada
alzarán á la altura
del soberbio blasón que la blasona,
aunque hallen sepultura
nevando con sus huesos
la ardiente arena de la ardiente zona;
sin pensar que su sangre,
vertida en el lejano
confín que el sol con su grandeza baña,
es un aborrecido
sacrificio infecundo,
que triste llora la valiente España,
y que censura con horror el mundo!
6 Noviembre 1864.
LUZ Y SOMBRA.
—Yo tengo la fuerza, y tengo
el poder y la fortuna;
yo desprecio la miseria
desde mi altura.
Tengo placeres, y esclavas
cuyos amores me buscan;
soy poderoso, soy fuerte...
todos me adulan.
Mió es el mundo, que es mió
todo lo que me circunda;
yo tengo la fuerza, y tengo
el poder y la fortuna.
—Tú eres la. soberbia, y yo
soy mas que tú: yo soy hombre!
y mi dignidad ostento
entre girones.
Tú tienes poder, y esclavas
que te vendan sus amores;
pero ¿y tu madre, tus hijos
dónde están, dónde?
Esa ventura inefable
tu corazón desconoce;
que eres la soberbia, y yo
soy mas que tú: yo soy hombre!
—Si yo no tengo familia,
tengo esclavos, que sumisos,
obedientes se doblegan
á mis caprichos.
—¡Esclavos!... ¿y tú, qué eres,
sino un esclavo maldito
de tus mezquinas pasiones
y de tus vicios?
—Tengo amores y riquezas
y placer y poderío...
—Pues todo eso no vale
una caricia de un hijo.
—En opulentos palacios
mi vida corre dichosa,
entre el vapor de la orgía
fascinadora.
—El trabajo es la oración,
y trabajar es mi gloria;
Dios trabajó, y por nosotros
murió en el Gólgota.
—Yo soy poderoso y fuerte,
y gozo con el que goza.
—Yo sufro con el que sufre,
y lloro con el que llora.
—En las tinieblas, los pueblos
van caminando perdidos,
y su ignorancia sostiene
mi poderío.
—Los pueblos se regeneran
con el estudio bendito,
de las ciencias avanzando
por el camino.
—Yo quiero ver á los hombres
esclavos envilecidos.
— Y yo los quisiera libres
como el aire que respiro.
—Yo soy dichoso mirando
las naciones intranquilas,
disputándose sus leyes
y sus doctrinas.
Yo gozo con el estruendo
de la guerra y su agonía,
—Yo ansio la paz, y por ella
diera la vida.
Que es mi anhelo hacer del mundo
una sola patria digna;
fundiendo á la humanidad
en una sola familia.
—¿Y quién eres tú, que altivo,
miserable me apostrofas?
Sabes quién soy; lo que puedo,
y me provocas!
—Tú eres un error que mata
la ilustración poderosa;
yo una verdad que sublime
del cielo brota.
Tú eres zizaña infecunda;
yo semilla biehechora.
Somos, ayer y mañana;
yo soy la luz; tú la sombra.
10 Febrero 1864.
EL COMBATE DEL CALLAO.
I
Acállense las pasiones
y el fuego de los partidos
que agita en rudos latidos
de rencor los corazones.
A mas nobles emociones
hoy se eleve el pensamiento;
vibre inspirado concento
de la Marina en memoria,
y broten himnos de gloria
al fuego del sentimiento.
Si hoy nos abrasa la tea
de la discordia fatal,
y su carro funeral
por nuestra patria pasea:
si por do quier nos rodea
luto, miseria y espanto,
sequemos un punto el llanto
y respiren nuestros pechos,
hoy que renacen los hechos
de Trafalgar y Lepanto.
Hoy la Marina, crisol
de patriotismo ferviente,
hace que brille potente
el noble pueblo español.
Y bajo el ardiente sol
en apartadas regiones,
al desplegar sus pendones
en fiera y gigante hazaña,
dice lo que vale España
con la voz de sus cañones.
II .
Cambiando nuestros destinos
otro porvenir augura
la incomparable bravura
de nuestros bravos marinos.
Por intereses mezquinos
del oscurantismo inmundo,
Chile miró con profundo
desden nuestro pabellón...
y hoy somos la admiración
de las naciones del mundo.
Honor á los campeones
que obtienen, de gloria en pos,
con el amparo de Dios
del pueblo las bendiciones.
Nuestros libres corazones
eleven votos fervientes
por ellos, y reverentes
tejamos en dulce calma
con ricas flores del alma
coronas para sus frentes.
En sus rigores insanos,
en su constante inquietud,
reciban la gratitud
y el llanto de sus hermanos.
Que si ellos, en sobrehumanos
combates labran sus glorias,
todos en dulces memorias,
de amor nuestras almas llenas,
sabemos llorar sus penas
y celebrar sus victorias.
Héroes de la patria ibera,
que en la desigual batalla
al crugir de la metralla
tremoláis nuestra bandera:
seguid la triunfal carrera
que vuestro esfuerzo corona;
y pues la fama pregona
lo que sois, que en adelante
nuestro pabellón triunfante
respeten de zona á zona.
Oiga el Perú, si ha creido
al león de España insultar,
sobre el rugido del mar
su poderoso rugido.
Y sepa, que si dormido
se encontraba el león ibero,
hoy al insulto estrangero
se despierta en son de guerra,
y va rasgando su tierra
entre sus garras de acero.
Conozca el mundo también
el fuego que nos inspira,
hoy que insultante nos mira
con soberano desden;
pues los héroes que se ven
sobre el Callao triunfantes,
sabrán vencer arrogantes
ardiendo en nobles deseos,
á esa nación de pigmeos
y á otra nación de gigantes.
IV.
Cerrad pronto la campaña,
héroes de la patria fieles,
que os aguardan los laureles
de los jardines de España.
Dejad esa tierra estraña,
aquí vuestros ojos fijos;
porque os llaman con prolijos
afanes, padres y amor...
y el perfume arrobador
del beso de vuestros hijos.
Mártires, que al estallar
de la metralla que zumba
encontráis gloriosa tumba
en los abismos del mar:
por vuestras almas rezar
en santa plegaria anhelo;
mas solo por el consuelo
de llorar vuestra memoria.:,
que el que muere por la gloria,
no muere, conquista el cielo,
Ya España, por el ardor
de los marinos constantes,
sobre escombros humeantes
ha levantado su honor.
Admiremos el valor
que nuestro nombre acrisola.
¡Gloria á la escuadra que asóla
hoy los fuertes peruanos!
¡Honor á nuestros hermanos
de la Marina española!
20 Mayo 1867.
GLORIAS DE ESPAÑA.
(A ENRIQUE GAERTNER. )
Rodrigo, por la incitante
hermosura de la Kaba,
con el cetro y la corona
perdió la vida y la patria.
Y en el turbio Guadalete
se hundió la Cruz, humillada
por el empuje bravio
de las lunas africanas.
Pero el gigante Pelayo,
desde las libres montañas
de Santander y de Asturias
tremoló su enseña santa.
Y al fiero, potente grito
de ¡Libertad y venganza!
en Covadonga principia
la restauración de España.
Ruedan los siglos, marcando
tantas glorias, y tan altas,
que en el mundo no hay cantores
suficientes á cantarlas.
Los Ramiros, en Alveyda
y en Logroño y en Simancas;
en Úceda y en Madrid
don Fernando el de Navarra;
Alfonso el Bravo en Toledo;
y en la sangrienta jornada
de las Navas de Tolosa
don Alfonso el de las Navas;
logran domar, en gigantes
y poderosas batallas,
con la Cruz del Redentor
á las lunas musulmanas.
En Covadonga se emprende
la reconquista de España:
¡loor á Isabel primera
que la concluye en Granada!
Siete siglos de combates
pudo sostener mi patria,
y Dios, por Colon, le otorga
un mundo por su constancia!
En Méjico, Hernán Cortes
nuestra bandera levanta;
la misma que luego ondea
bajo el cielo de la Italia.
Y , con asombro del mundo,
Carlos quinto de Alemania
hace en Pavía girones
la soberbia de la Francia.
¡Lepanto!.. Dia glorioso
cuyo recuerdo entusiasta
conservan los españoles
en lo profundo del alma.
¡Ay! ¡Quién pudiera cantar
las colosales hazañas
que domaron la fiereza
de las turbas otomanas!
Allí luchó el poderoso
guerrero don Juan de Austria,
y el gran Cervantes, orgullo
de las letras castellanas.
Hay un nombre en nuestra historia
regado con muchas lágrimas;
glorioso desastre, hijo
de la traición y la infamia.
¡Trafalgar!.. ¡Cuánta grandeza
simboliza esta palabra!
¡cuántos sublimes recuerdos;
cuánta gloria... y cuánta infamia!
Con la sangre de los héroes
se enrojecieron las aguas...
consagremos á esos mártires
una férvida plegaria.
Al grito de ¡independencia
y libertad y venganza!
rompe el león español
las cadenas de su patria.
Y en las calles de Madrid,
y en las agrestes montañas,
y en Bailen y en Zaragoza,
al crujir de la metralla,
los nietos del gran Pelayo
con fiereza se agigantan,
cortando el vuelo atrevido
de las águilas de Francia.
No hace mucho, que en reñida
desventajosa campaña,
arrollamos la bravura
de las panteras del África.
Regadas con sangre fueron
sus llanuras y montañas;
sangre que brotó laureles
para el altar de la patria.
Muchos cuerpos se quedaron
insepultos en las playas;
mas el soplo de la gloria
al cielo llevó sus almas.
Pero de tanto poder,
de tan heroicas hazañas,
¿qué resta á la patria mia?
¿qué resta á mi pobre patria?
Ayer señora del mundo,
hoy del mundo despreciada,
solo vive de recuerdos,
de recuerdos y esperanzas.
Si un rayo de sol disipa
la sombra de la ignorancia,
y á su perdida grandeza
algún dia se levanta;
Si el león desecha el sueño
estúpido que le embarga,
y sacude su melena
por la soberbia erizada;
Si al cabo los pueblos rompen
sus cadenas funerarias...
esa será la mas grande
de las glorias de mi España.
12 Enero 1868.
EL ÁNGEL DE LA LIBERTAD.
I
¿Quién eres, Ángel de serena frente
que en rápido volar tiendes tus alas,
ya por el ancho cielo de Polonia,
ya por el cielo de la pobre España?
¿Quién eres tú, que á tu divino soplo
renace de los pueblos la esperanza;
y ansiosos de ser grandes y ser libres
candiotas y fenianos se levantan?
¿Por qué, lleno de amor y de ternura,
á los cielos elevas tu plegaria
para que Dios proteja las naciones
que prefieren morir á ser esclavas?
¿Quién eres, Ángel de serena frente
que en rápido volar tiendes tus alas,
y á tu sublime aspecto quiere el hombre
romper el yugo que su frente marca?
II.
Yo soy el Ángel que aspiró la vida
con el soplo de Dios, bajo las ramas
del árbol de la Cruz, que está en los puros
ricos jardines de mi libre patria.
Árbol de libertad que en el Calvario
con la sangre de Cristo se regara;
cuya tierna semilla guardo ansioso
entre la pura nieve de mis alas.
Semilla, que en cosechas de ventura
debe brotar, si la fecunda el alma,
el dia que se estienda por los mundos
reuniendo á toda la familia humana.
Yo soy el Ángel que aspiró la vida
con el soplo de Dios, bajo las ramas
del árbol de la Cruz, que allá en la cumbre
del Gólgota sagrado se levanta.
6 Marzo 1866.
LOS POETAS.
Seres que al cruzar el suelo
corren de la gloria en pos
con santo y férvido anhelo,
con el pensamiento en Dios
y la mirada en el cielo.
Aman cuanto les rodea;
y su entusiasmo profundo
tan solamente desea
ver el mundo de la idea
tras la miseria del mundo.
Seres, cuyo rico acento
lo mas sublime pregona
con sublime sentimiento,
y llevan de zona á zona
gloria, virtud y talento.
Misteriosos trovadores
que al triste vuelven la calma,
y mitigan sus dolores;
seres que cuidan las flores
de los jardines del alma.
Contierna solicitud
y fervoroso cariño,
el compás de su laúd
hace brotar en el niño
el germen de la virtud.
Ellos conservan la historia
de genios que van pasando;
en cariñosa memoria
á nuestros hijos legando
ricos poemas de gloria.
La caridad los inspira;
y ellos calman la aflicción
del infeliz que suspira,
al arrancar de su lira
las notas de una oración.
Ellos quieren, al cantar
sus pensamientos humanos,
la oscura sombra rasgar,
y las naciones juntar
en una patria de hermanos.
Ellos, con dulce pureza,
sus preces á Dios levantan;
y al despreciar la riqueza
en tono inspirado cantan
la virtud de la pobreza.
Ellos muestran la verdad
bañada en celeste luz;
y alienta esa claridad
á la pobre humanidad
que camina con su cruz.
Ellos con ruda potencia
vibran su trompa sonora,
despertando la conciencia
si vén que la patria llora
por su santa independencia.
Que su libre voluntad
conmueve á la Sociedad
con la magia de su acento,
lanzando, inspirado, al viento
un himno de libertad.
Y de fuego el alma llena,
su grito potente y bravo
que en libre nota resuena,
y hace romper la cadena
del pueblo que vive esclavo.
24 Junio 1867
EL PROSCRIPTO.
(A ROQUE BARCIA.)
I .
Yo era feliz, yo tenia
libertad, familia, patria;
hoy errante por el mundo
vuela mi alma.
Yo era feliz con la pura
trasparencia de mi cielo;
yo era feliz con mis hijos
y con sus besos.
Yo era feliz en los brazos
de mi esposa idolatrada;
yo era feliz con la madre
de mis entrañas.
II .
Cual leve grano de arena
que el viento furioso arrastra
me empuja fria la mano
de la desgracia.
Y cruzo pueblos y pueblos
á mi pena indiferentes;
pueblos que miro... y me miran
sin conocerme.
Y las familias se agrupan
en sus chozas solitarias;
y yo vivo, sin familia
y sin cabaña!
Yo vi un hombre, cariñoso
besar la frente de un niño;
yo, desterrado, ¡no puedo
besar mis hijos!...
Yo era libre, y ahora riego
mis cadenas con mi llanto.
¡Dios ampare la familia
del desterrado!...
III .
Yo vi á la Italia romper
sus cadenas opresoras
al eco de sus valientes
himnos de gloria.
Yo he visto que al raudo soplo
de la ilustración sublime
las naciones se levantan
grandes y libres.
Yo en mi camino escuché
á los tribunos del pueblo
defender sus dignidades
y sus derechos.
Por todas partes admiro
la libertad y la dicha;
solo yo vivo... muriendo
sin mi familia.
Solo yo pobre proscripto,
sin ver el sol de mi patria
debo llorar, murmurando
una plegaria.
4 Abril 1868.
EL HIJO DE LOS CAMPOS.
Mecieron mi pobre cuna
las brisas de la montaña,
y en miserable cabana
se deslizó mi niñez.
Yo no tengo un nombre altivo
que su grandeza pregona;
mas, ostento una corona
de inmaculada honradez.
Yo soy pobre, y mi pobreza
en mis plegarias bendigo;
quiero mas bien ser mendigo
que tiránico señor.
No me guarda blando lecho
entre perfumes suaves;
pero me aduermen las aves
con trino acariciador.
No arrastro de la soberbia
los harapientos girones,
á los inmundos salones
de impúdica bacanal;
pero recorro los campos
de la luna á los reflejos,
y vivo dichoso, lejos,
lejos de la sociedad.
Yo no avergüenzo al caído
con altivez prepotente;
pero sirvo humildemente
al que es mas pobre que yo.
No tengo poder, no tengo
dominación opresora;
pero consuelo al que llora
con todo mi corazón.
De la impura cortesana
yo la caricia no aspiro;
que enamorado suspiro
en mi ardiente juventud,
por una muger que envuelve
el velo de la inocencia,
perfumado con la esencia
de la flor de la virtud.
No habito dorado alcázar,
cuya grandeza mentida
pierde al hombre si se olvida
de la grandeza de Dios;
mas tengo, por él creado,
para endulzar mis dolores,
el perfume de las flores,
libre espacio... puro sol.
Con el poder sueñan muchos,
y muchos con la fortuna;
y todos corren tras una
soñada felicidad;
mientras yo, sin ambiciones,
soy feliz... y todo eso
no lo cambio por un beso
de cariño maternal.
A los verdugos que al pueblo
azotaron sin clemencia,
los asusta la conciencia
con su grito acusador;
mientras yo en mis soledades
vivo dichoso y en calma,
sin torturas en el alma,
sin miedo en el corazón.
Porque mecieron mi cuna
las brisas de la montaña,
y en miserable cabana
se deslizó mi niñez;
porque si no tengo un nombre
que su grandeza pregona,
ciño en cambio una corona
de inmaculada honradez.
3O Abril 1866.
GRANDEZAS Y MISERIAS.
(Á ALEJO LÓPEZ.)
I .
Muchos cantan la fortuna,
la guerra, la paz, el genio:
yo guardo para los pobres
mi vida, mi amor, mis versos.
No visto con el ropaje
del saber mi pensamiento;
quiero sentir, que es muy dulce
lo que se canta sintiendo.
En un manto de ternura
mis cantares van envueltos:
yo canto para los pobres,
pues soy un hijo del pueblo.
II .
Todo era sombras.—Un soplo
rasgó de la sombra el seno,
brotando la luz, la vida,
el mar, la tierra y el viento.
Hubo flores con esencias,
pajarillos con gorgeos,
y arroyos que reflejaban
la lumbre de los luceros.
Y el hombre, también creado
por el soplo gigantesco,
para vivir tuvo un mundo
con luz, libertad y cielo.
III.
Han pasado muchos siglos:
el mundo se encuentra viejo
y de sus torpes miserias
agobiado por el peso.
Los hombres, que enloquecidos
no se hallaban satisfechos,
en su avaricia, girones
el mundo de Dios haciendo,
Se disputaron la tierra,
las aves, el mar, los vientos,
el mando, la luz, las sombras,
y la virtud y el talento.
IV.
Esa lucha fratricida
creó dos bandos opuestos:
los libres y los esclavos,
los señores y los siervos.
Desde entonces el humilde
víctima fué del soberbio;
y desde entonces la fuerza
tomó su tirano cetro.
Muchos años su poder
hizo gemir á los pueblos,
hasta que el pueblo cansado
lo destruyó con su aliento.
Mas otro fantasma vino
á dominar, sucediendo
al reinado que moria
el reinado del dinero.
V.
Yo he visto las golondrinas
cruzar con su raudo vuelo
las encantadas regiones
del celeste firmamento.
Yo las he visto después
poco á poco ir descendiendo
y rozar sus limpias alas
el sucio fango del suelo.
Las he visto, desdeñando
el cristalino reflejo
de un pobre arroyo, buscar
las aguas de un lago inmenso.
Y al remover, al tocarlas,
el cieno que hay en su centro,
volar sedientas... ¡manchado
su plumaje con el cieno!
VI.
El mundo, nido formado
con sublime sentimiento,
era del hombre, y el hombre
juzgó su nido pequeño.
Quiso abarcar mas espacio;
forjóse otro mundo nuevo,
y cruzó la inmensidad
en alas de su deseo.
Pájaro errante, perdido,
entre las nubes envuelto,
soñó que al cabo tocaba
la realidad de su sueño.
Mas al creerse en la cumbre
de su dominio supremo,
rodó á la tierra... ¡manchando
su conciencia por el cieno!
VII.
Hay muchos ricos, que tienen
vergüenza de su dinero.
¡Qué pocos pobres podrán
avergonzarse de serlo!...
Dios hizo con su poder
el mar, la tierra y el viento.
¿Quién los honores, los nombres
y los títulos soberbios?
La verdadera grandeza
en el trabajo busquemos,
que la otra es humo, perdido
antes de llegar al cielo.
Y mas que ricos manjares
en palacios opulentos,
vale en modesta cabana
un pedazo de pan negro;
Y hallar abrigo y reposo,
libre de remordimientos,
en brazos de nuestros hijos
con el calor de sus besos.
VIII.
Cuanto naciere, en el mundo
ha de ser perecedero;
solo es eterno, el poder
misterioso del Eterno.
Las flores por la mañana
mece la brisa, mas luego
llega la tarde y sus hojas
son marchitas por el cierzo.
La vanidad de los grandes,
los mas elevados puestos,
tambien se disiparán
cual humo que lleva el viento.
Y mientras que llega el dia
de redención para el pueblo,
y la humanidad recobra
sus primitivos derechos...
en la pobreza los pobres
somos felices, teniendo
un poco de luz, de aire,
de libertad y de cielo.
28 Junio 1867.
INUNDACIONES DE VALENCIA.
(EPISODIO.)
I.
La mano de Dios bendijo
las riveras valencianas;
y hoy de nosotros la mano
de Dios se aparta.
¡Pobres pueblos!—Ayer eran
los mas felices de*España;
hoy son ruinas, al soplo
de la desgracia.
Ayer, el sol con sus rayos
las praderas fecundaba;
hoy mueren pueblos enteros
bajo las aguas.
Y ya el labrador alegre
yendo al trabajo no canta;
pues no hay campos, ni cosechas,
ni pan... ni nada.
Que al estruendo funerario
de la horrible catarata,
el ángel del esterminio
tendió sus alas.
Y los arroyos, que puros
entre las flores rodaban,
son torrentes cuya furia
todo lo arrastra.
Y el apacible roció
precursor de la mañana,
es diluvio que en su seno
la muerte guarda.
Y los cantos de las aves
melancólicos se apa*gan
con los gritos de agonía
que el miedo arranca.
II.
Ayer mis hijos, mi esposa,
mi trabajo y mi esperanza;
hoy solamente miseria
y luto y lágrimas.
Dejo mi hogar, á los gritos
de una desvalida anciana
que vé dos niños revueltos
entre las aguas.
La Providencia me ayuda:
sus pobres hijos se salvan.—
Vuelvo á mi choza.— ¡Y los mios!
¿dónde se hallan?...
En mi cabaña murieron
los pedazos de mi alma;
¡ni aun encuentro las ruinas
de mi cabaña!
Quiero llorar, y llorar
murmurando una plegaria;
¡ni un templo existe do pueda
verter mis lágrimas.
Y no teniendo familia,
ni amigos, ni pan, ni casa,
en un cementerio busco
mis esperanzas.
Busco la tumba que encierra
la madre de mis entrañas;
y ni este consuelo triste
mi pecho alcanza.
Que al robarme el huracán
hijos, muger y cabana...
¡ni aun me dejó las cenizas
de la madre de mi alma!
2 Diciembre 1864.
PENSAMIENTOS.
¡Cuántos corren por el mundo
tras la gloria suspirando!
La mayor gloria que existe
es ser hombre y ser honrado.
Soy mas rico que el mas rico
y mas grande que el mas grande,
pues tengo fé, y es la fé
el tesoro que mas vale.
Si alguien sufre trabajando
no sufra porque trabaja,
que es el trabajo virtud
que hasta el cielo nos levanta.
Sembré una pobre limosna
y recojí muchos bienes
¡Qué gran verdad es que Dios
ciento por uno devuelve.
Ciento por uno devuelve
la mano de Dios bendita;
y aquel que no siembra nada
tiene cosecha de espinas.
10 Marzo 1865.
ESPAÑA CON HONRA.
I.
¡Plaza á la Revolución!—
¡No mas reyes! Que ya brilla
el sol de la ilustración
en la gigante nación
de Lanuza y de Padilla.
¡Fuera el trono! ¡Fuera el yugo
de otro rey!—Cuando le plugo
á España el trono volcar,
¿á qué queréis levantar
el trono de otro verdugo?
Hoy que de libre blasona,
¿no veis como el pueblo entona
sus cantos al porvenir
diciendo... no he de sufrir
el peso de otra corona?
II.
Por ambiciosos ensueños,
de un monarca vais en pos
con estúpidos empeños:
¿á qué hacernos tan pequeños,
si grandes nos hizo Dios?
¿En este supremo instante,
no os colora el arrebol
de la vergüenza el semblante?
¿No teméis al arrogante
y fiero pueblo español?
¿Tan mezquinos vais á ser,
que el grito de la conciencia
no os diga vuestro deber,
cuando asi queréis vender
nuestra santa independencia?
El trono es la sombra oscura
que con nubes de amargura
ennegrece el porvenir.—
La república es vivir
la vida de la ventura.
Esa es la forma divina
que nos dará paz eterna;
y es el trono la mezquina
lepra impura que asesina
á la sociedad moderna.
¡Plaza á la Revolución!—
¡No mas reyes! Que ya brilla
el sol de la ilustración
en la gigante nación
de Lanuza y de Padilla.
3 Octubre 1868.
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