José Sancho Rodríguez -Poeta Sancho-
Nace el Poeta Sancho Rodríguez en Villanueva de San Juan (Sevilla) el día 12 de Marzo de 1.902, muere el 4 de Febrero de 1.982 seis meses antes de ver cumplido sus sueños que eran ver el PSOE en la Moncloa, no pudo ir nunca a la escuela, aprendió a leer en los libros que le prestaban sus amigos.
Durante la República militó en el PSOE y fue secretario de la UGT en Villanueva de san Juan (Sevilla). El golpe de estado lo llevo a Málaga y luego a Almería, tres años luchando por el socialismo, se entregó a los franquista en Pinos Puente (Granada). Una vez que mandaron por los informes al pueblo, y comprobaron que sus manos solamente estaban encallecidas del trabajo, pero limpias de sangre, pudo volver a su pueblo, aunque tenía que presentarse todas las noches en la Casa Cuartel para garantizar que estaba en el pueblo. Así estuvo mucho tiempo, pero pudo abrazar a su mujer e hijos, lo que otros no tuvieron la misma suerte de poder hacer.
Pero Sancho nunca fue un poeta rebelde aunque él, nunca ignoró la pobreza de los pobres, como responsable de los obreros, los mandaba a los cortijos a trabajar, aunque sus dueños no querían darle trabajo. Una vez realizadas sus horas, volvía al pueblo, para poder cobrar el jornal y dar de comer a sus hijos. Todo esto ocurría antes del golpe de estado, que dio el dictador Franco.
WEB DEL POETA SANCHO DONDE LEER SUS POEMAS: http://poetasancho.blogspot.com.es/
Por algunos poemas que componía, tuvo problemas con la Justicia, porque contaba en sus versos cosas que no eran del agrado del régimen. Pero todos sus poemas eran referente a los obreros, los que defendió toda su vida, de aquella experiencia son estos desgarradores versos:
Yo soy de aquellas gente que arrastraban cadenas,
Riendo alegremente por no llorar sus penas,
Curtido por el frió y el calor natural
Por el sol del estío y la brisa invernal,
Cargado de trabajos, ligero de alimentos,
Vestido con andrajos y arando con jumentos,
De aquellos pobres seres que no usaban reloj,
Que e hijos y mujeres jamás veían con el sol,
Soy de aquella gente del pretérito oscuro
Del injusto presente y el dudoso futuro.
POR MOTIVOS QUE NO SÉ.
Yo nací de la pobreza coronado,
no fue en el pesebre del Mecía
pero sí, en una choza sucia y fría,
y el canasto del pan desocupado.
Crecí por la miseria amedrentado,
el recuerdo me hiere todavía
y a me Dios le juré que moriría,
con tan inocuas causas sublevado.
Yo quisiera saber hacer poemas,
de los prados, los ríos y otros temas
que el ánimo plebeyo dan la calma.
Y poder desterrar cierta tristeza,
que el espectro cruel de la pobreza
me dejó tatuado sobre el alma.
EL LABRIEGO
Que bien pintan los pintores,
la cabaña de un labriego
pero de su interior luego,
no pintan los sinsabores.
Pueblan sus alrededores,
de flores y de animales
y entre auroras boreales,
los grandes genios desgranan
paisajes donde dimanan
mil encantos terrenales.
Pero de puertas a dentro,
nadie copia la tragedia
que el clan de continuo asedia,
y que allí tiene su epicentro.
Cuando en la cabaña entro,
de algún labriego alcanzado
siempre me apena su estado,
y aún encuentro denigrante
de que un ser tan importante,
se tenga tan olvidado.
Y en invierno y en verano,
madrugar y trasnochar
y con paciencia esperar
hasta que limpia su grano.
Luego dice don fulano,
que no puede pagar más
y presionado por las
deudas que tiene a su cargo,
sigue su camino amargo
sin poder volverse atrás.
Un poco se desenreda,
para otro ciclo empezar
ni termina de pagar
ni una peseta le queda
y aunque esto le suceda
el labriego no se arredra
y trepa como la hiedra.
Uno y otro impedimento,
contribuyendo al contento
de quien a su costa medra.
El modesto productor,
contadas veces acierta
su vida es la lucha abierta
contra una fuerza mayor
contra el tiempo tan traidor
que en una u otra estación
ha de dejarse un jirón
por lo que siempre precaria
será su solución.
Historia de Casas Viejas, Cádiz.
Durante el mandato de Hazaña, un grupo de obreros del pueblo de Casas Viejas, capitaneados por un tal llamado el seis (dedos), suplicaron al Gobierno que todo el dinero que invertían en pagas indebidas deberían de damnificarlo en socorrer a miles de padres de familia campesinas que se morían de hambre. Contestación que tuvieron un escuadrón de guardias de asalto del Capitán Bojas, y al grito de tiros a la barriga.
No quiero ni presos ni heridos, por lo que se entabló un nutrido tiroteo entre los manifestantes y la fuerzas armadas.
Pero los manifestantes menos disciplinados y con menos medios de resistencia se guarecieron en una choza, la que pronto fue rodeada por los de asalto y como estos veían que los sitiados no se rendían le prendieron fuego y allí sucumbieron bajo el terror de las llamas.
Por esto José Sancho Rodríguez escribió lo que sigue.
Si Cristo resucitara,
dice nuestro director
el corazón le arrancara,
el sentimiento y el dolor.
Antes la tumba horrorosa,
de los honrados cristianos
que fueron en una choza,
quemados por sus hermanos.
Los quemaron vivos,
como en el infierno
siendo los motivos,
pedirle al Gobierno.
Al que no trabaja,
no se le debe de hacer
ninguna ventaja,
ni debe comer.
Hay tanto vago en la nación,
que él, eliminarlos quiere
por ellos mueren,
sin caridad ni perdón.
Estas leyendas son copiadas de unos cuadernos que tenía un amigo de Sancho de los años cuando en España era Republicana de cuyo cuaderno amarillento del tiempo recopilo todos estos relatos tan impresionantes.
CORAZÓN TRAICIONERO
Me lo decían la gente,
pero yo no lo creía
es verdad que la tenía,
por una mujer decente.
La quería desde niño,
y nunca pude dudar
porque siempre mi cariño,
tuvo en su pecho un altar.
Mi familia y mis amigos,
creí que la calumniaban
cuando escenas me contaban,
de los que fueron testigos.
Todo creí que era envidia,
de lenguas de doble filo
no creí que tal perfidia,
tuviera en su pecho asilo.
Pero un día, que ausente me creía,
y la espié vigilante
en los brazos del amante,
la sorprendí en plena orgía.
Nunca pude presentir,
que pudiera un corazón
ocultar tanta traición,
y tan falso amor fingir.
Ni me expreso, como llega a tanto exceso,
una mujer infiel
que tan distinto papel,
hace con un mismo beso.
Otro cualquiera en mi caso,
no sé lo que hubiera hecho
yo sin alterar el paso,
proseguí muy satisfecho.
FILOSOFÍA INFALIBLE.
Si es usted hombre del campo,
que de letras nada entiende
yo he visto la luz de un lampo,
una ley que usted comprende.
Con ella se auto defiende,
de la legislación dada
por la tumba colegiada,
que inmersa en su esnobismo
ni nunca dice lo mismo
ni nunca renueva nada.
Sí usted divisa un ladrón,
procure de ser más fino
salga rápido al camino,
y róbale a discreción.
A cien años de perdón,
el código le castiga
en cambio, como usted diga,
que a un señor ladrón ha visto
usted buen hombre está listo
si no hay una mana amiga.
Si al entrar a la oficina,
con un Matesa se encuentra
usted, tranquilo se entra,
y reverente se inclina.
Oiga atento su rutina,
y haga cuanto le mande
y ande por donde ande,
aquel señor estupendo
usted, diga que está haciendo
una España libre y grande.
Y si ve a un holgazán,
informase de sus planes
que a veces los holgazanes,
valiosos consejos dan.
Ellos, capturan el pan,
con un sentido moderno
no digamos que el Gobierno,
le preste directo apoyo
pero no le falta el bollo
blanquito caliente y tierno.
En cambio si ve a un labriego,
y acelere marcha a tras
de prisa por no quizás
en aquella empresa ruda,
qu9iera que le preste ayuda
cuando él, no pueda más.
Y si ve al abogado,
que le quiere defender
trate sus iras vencer,
y deje el pleito parado.
No sólo es complicado,
porque el señor lo haga mal
es que la Ley Judicial
tiene por norma y estilo,
el no dejarlo tranquilo
mientras le quede un (real).
Si ve a un chico con melenas,
que andando se balancea
nada deshonesto se crea,
aunque la señal, no es buena.
Aquí la prudencia ordena,
el contagio prevenir
porque pueden invadir,
los microbios su organismo,
y que no pueda usted mismo
la tentación de resistir.
Si ve a una chica coqueta,
aunque insistente le mire
conténgase y no se tire,
al colmenar sin careta.
Que a lo mejor la sujeta,
es una mujer cualquiera
que trasiega zalamera
mientras usted la corteja,
y un consorte no le deja
un céntimo en la cartera.
Para terminar, si observa,
la celotipia en su esposa
no mire hacia la diosa,
si el templo va de Minerva.
Pues la que pisa esa hierba,
al exorcismo se inclina
y todo se le imagina
que son peces de colores,
y entre amargos sinsabores
la felicidad termina.
El Poeta Sancho, lean sus versos fue en aquella época un rebulicíonari porque él defendía a los trabajadores.
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