JOAQUÍN MARÍN ALMENARA
Fernán Núñez (Córdoba)
-Obra antológica El color de los días, editada por Ediciones Puerta de la Villa
con la colaboración del Ayuntamiento de Fernán Núñez
María Rosal, autora del prólogo, dice: "Consta de dieciséis breves capítulos en los que el autor nos ofrece una crónica serena y optimista de lo vivido con intensidad y cromatismo".
El libro cuenta con 48 poemas con formas cultas y populares, desde el clásico soneto hasta la soleá o seguidilla, en los que la paleta cromática dibuja paisajes internos y externos en los que Fernán Núñez se constituye como centro simbólico.
A MAYO
Yo te saludo, Mayo esplendoroso
mes de la luz, los besos y las flores,
de la mies ya en sazón y mes gozoso
de los campos rotundos en colores.
Mayo, yo te saludo tan hermoso
pleno de juventud y de sabores;
Mayo de claridad, maravilloso,
del amor, los amantes, los amores.
Y te saludo, Córdoba florida,
pues tremolas a Mayo por bandera,
que es símbolo de abrirnos a la vida.
Brindo por ti en esta primavera,
ciudad inmortal, de nuevo renacida,
Córdoba del clavel y la palmera.
UNA TARDE
Una tarde de pueblo te esperaba
acechando en la esquina de mi pena,
escondido en silencia te anhelaba
una tarde de pueblo como aquella.
Entre sueños mi mente dibujaba
tu bello rostro, flor de primavera,
mi corazón, sensible, adivinaba
tu presencia, tu cuerpo: mi quimera.
Aferrado a tu ausencia deliraba
con la ilusión intacta del que espera.
Una tarde de pueblo te esperaba
tras la esquina, en silencio, con mi pena.
QUIERO PENSAR QUE DUERMES
Ante la fotografía de una niña sudanesa,
exánime a los pies de su madre.
Quiero pensar que duermes, pequeña sudanesa.
Quiero pensar que estás por unas horas
aislada de este mundo que te ha tocado en suerte.
Quiero pensar que el sueño que tu madre vigila
es el sueño gozoso de un niño acomodado.
Que al despertar, tu madre te ofrezca con cariño
el calor de sus brazos y sus feraces pechos.
Que al despertar, tuvieras cunas de blancas sábanas,
y una sonrisa tierna de maternal mirada.
Quiero pensar que duermes y tranquila descansas
al amparo amoroso de tu progenitora.
Pero no tienes cuna y tu madre está exhausta,
cansada y abatida; apenas ya con fuerzas.
Si es que le queda alguna, si es que le quedan lágrimas,
sólo podrá llorar y velar tu cadáver.
OTOÑAL II
Las hazas tenuemente se cubren de esperanza.
Descansan los barbechos.
Onduladas colinas y pequeños ribazos
de cardos y de hinojos conforman el paisaje.
Profundos acirates y, al fondo, en la hondonada,
unos mustios almendros olvidados del mundo.
Las azuladas pitas castigan con su espada
al viento que, en la tarde, navega entre los árboles
y agita los penachos de los cañaverales
donde escondidos trinos dormitan su otoñada.
Latencia de las cepas de desnudos sarmientos,
duerme su sueño eterno el mágico elemento,
que alegrará los rostros en los días de fiesta
y enjugará las penas de los desamparados.
UNA VETUSTA CAJA
Una vetusta caja en madera de teca;
en su interior, intactos, avíos de coser:
el dedal, las tijeras y as finas agujas.
También tiene un pañuelo con unas iniciales
que bordaran sus manos soñadoras y jóvenes
y que guarda ese aroma de los años pasados,
ese olor que transmite la pátina del tiempo.
Dedal que protegiera sus dedos tantas veces,
delicadas tijeras de blondas y vainicas
y agujas que trazaran puntadas primorosas.
Y en un pequeño espejo incrustado en su tapa,
¡cuántas veces su rostro, joven, se reflejara
LA SOLEDAD
Bajo palio la virgen nazarena
cruza el cancel silente y temblorosa,
ilumina el jardín su luz serena,
la luz de su mirada luminosa.
Mas viene atenazada por la pena,
rota de sufrimiento y pesarosa,
calladamente sufre la condena
resignada, transida y dolorosa.
Que llevan a su hijo en penitencia
camino del Calvario hasta su muerte,
pues todo estaba escrito y revelado.
Se cumple inexorable la sentencia,
en la cruz quedará su cuerpo inerte
para salvar al hombre del pecado.
NUESTRO PADRE JESÚS
El jardín se ha teñido de violeta,
encogidos están los corazones,
estalla fervorosa la saeta
afloran a la luz las emociones.
Parece que se paren las veletas,
una de las tantas bellas sensaciones,
las palabras de amor ya no están quietas,
convertidas en cantos y oraciones.
Nuestro Padre Jesús en su tortura
vacilante camina hacia la muerte
a paso lento el sacro itinerario.
Pena la Soledad en su amargura,
ser resigna a su sino ya su muerte.
¡Llora secretamente su calvario!
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