Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

jueves, 1 de noviembre de 2012

1413.- FUENSANTA MARTÍN QUERO



FUENSANTA MARTÍN QUERO
Nació en Coín (Málaga) en 1963. Cursó estudios de Derecho que no ha concluido, y desde 1983 trabaja en la Administración Local. En el año 2001 ingresó en la Asociación de Mujeres por la Literatura y las Artes, ALAS, de Málaga.
De su obra cabe destacar los poemarios "Hojas de calendario", "Un lugar para la Nada" y "La esencia hallada", éste último publicado en internet en el año 2007 a través del editor digital publicatuslibros.com. Asimismo, ha publicado las plaquettes "Parajes del silencio" (Colección de poesía Wallada, Málaga 2002) y "Lugares y figuras" (Colección de poesía Wallada, Málaga 2007). Es coautora de seis libros colectivos de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de Málaga, Colección Homenajes, así como de la antología poética "Versos para la Libertad" (Editorial Corona del Sur, 2007). Igualmente, ha colaborado con la publicación en formato digital de poemas en la revista Almiar (Margen Cero) y en la revista sobre arte y literatura latinoamericana, con sede en Toronto, Cañasanta. En prosa, ha publicado varios relatos en el libro "Breviario, de ALAS" (Málaga 2003). En marzo de 2008, con motivo del Día Internacional de la Mujer, participó en la exposición "Imágenes y palabras de Mujeres Malagueñas" (Archivo Municipal de Málaga) y "Vinilos en el asfalto" de calle Larios, promovidos por el Área de Igualdad de Oportunidades del Ayuntamiento de Málaga.






CUERDAS

Cuerdas.
Existen cuerdas en los tejados,
y en los ojos profundos existen libélulas nocturnas.
Existen hilos, cuerdas transparentes
que surcan las brumas del día urbano
y los inmensos mares verdes
de los campos.
¡Tantos años!
No hay libros para tantos años.

Mientras galopan las auroras sin destino cierto,
y alborotan los relojes de cuarzo
la tela gris de los sueños,
corren las horas frívolamente por las venas:
las cavernas oscuras de los tiempos.
Mientras las camas, incansables, recogen
sudores nuevos, lágrimas nuevas, nuevos muertos,
entonces, mientras tanto,
se cruzan temblorosas las infinitas cuerdas,
nocturnas, ancestrales, frágiles cuerdas de los miedos.
Se inflaman las manos que no tocan nada,
los ojos que no ven;
se retuercen los temblores y el vacío,
y el horizonte ambiguo sólo describe
un eco perpetuo de silencios.

Cuerdas. Ardores de deseos y oraciones,
úlceras de esperanzas y de credos.
Miedos. ¡Tantos miedos!
No hay libros para tantos miedos. 

(Del libro “Interludio.Poesía escogida”. Editorial Vértice.
Publicado en Málaga, año 2011)







(A la poeta y amiga Aurora Gámez)


PEQUEÑAS COSAS

Con sus manos de espuma el mar
deposita caracolillas y conchas
sobre la cálida arena confiada
abierta a la pureza de la luz y la lluvia.
Así, yo misma,
paciente arena que su verdad expone
en la amplitud que el mar limita
recibo por la mano próxima y amiga
pequeñas cosas –caracolillas finas-
en la intemperie fugaz de mis horas.
Detalles que en la memoria prende su señuelo,
diminutas semillas apenas perceptibles,
sin precio y sin comercio,
que la bondad del tiempo multiplica
para que luego yo se las devuelva
a quien su ofrenda me hizo
con la noble alegría
de la buena cosecha.







LA PIEDRA

No me des la dureza compacta de la piedra,
dame su suavidad y su calma,
el color apacible de su cuerpo;
no golpees bruscamente con su canto
en la frente del rostro que te observa
hendiéndole una brecha amarga
de dolor y desprecio.
La piedra, a solas, es materia inerte,
pero entregada con dulzura en otras manos
es una flor
no perecedera.







poema del libro LA ESENCIA HALLADA

PARÍS “LA NUIT”

París, La Nuit.
Emergida la piedra redobla sus campanas,
las luces dislocadas sobre las vías fluyen,
aceras luminosas de árboles celestes
-eternos bulevares donde desfilan solos-,
y un álgebra de aristas buscando la distancia.

París, La Nuit.
Amores ya perdidos entre las hojas muertas
de parques que dormitan como los mares lentos
circundan las miradas junto a la piedra oscura,
cuando la fuente llora infinitos deseos
sobre la quieta calma de la noche desnuda.

París, La Nuit.
En tu vientre ya rugen las voces de los muertos,
de los vivos que mueren, de los muertos ya muertos,
y de aquellos que reptan la vida en los pasillos
-inmensos laberintos de paredes inertes
donde el músico eleva un canto que no vuelve-.

París, La Nuit.
Cañerías humanas transitan por tu vientre,
veloces en su huida, donde el rastro concluye;
hay ratas al acecho y una mugre de años
junto al silencio absorto de los miles de rostros
y cuerpos atrapados entre los largos túneles.

París, La Nuit.
Los siglos ya pasados esculpen tu figura.
Inmensa la mirada, esplende la silueta
del cuerpo pluriforme de tus ansiados sueños.
La quimera perpleja de Notre Dame observa
qué pequeña es tu alma junto a la augusta piedra.







EL SEMÁFORO CERRADO

La mujer del semáforo cerrado,
la oscura mujer oscura, la mujer
de los periódicos por siempre suyos
vendiendo sus días, su juventud.
Sus lágrimas corren por el asfalto,
donde no hay cama, ni mesa, ni hijos;
derrama sus ojos en el silencio
del estrépito loco de motores.
La oscura mujer oscura, la mujer
del semáforo cerrado, espera
que se ponga la luz verde para ella,
siempre apagada, siempre oscura,
como ella, siempre y desde siempre.
No hay quien le mire ni quien le hable,
tan sólo motores encadenados
que le dejan el aire corrompido
de un pozo profundo sin salida.
No hay palabras ni encuentros, sólo
las horas que esperan en el asfalto,
siempre suyas, bajo el sol y la lluvia.
Siempre suyos los periódicos, siempre.
No hay saludos ni sonrisas, sólo
la estela ciega y sorda de motores,
y un oscuro semáforo cerrado.

(De “Parajes del Silencio”, publicado en la Colección de poesía
Wallada, nº 3, del grupo literario ALAS. Málaga, 2002)






No hay comentarios:

Publicar un comentario