Los poetas Fernando Sabido Sánchez, Mariano Rivera Cross, Carlos Guerrero, Domingo Faílde y Dolors Alberola en Jerez de La Frontera (Cádiz), Primavera 2013

miércoles, 26 de junio de 2013

1718.- MIGUEL JOSÉ CARRASCOSA SALAS


Miguel José Carrascosa Salas
Miguel José Carrascosa Salas (Torreperogil, Jaén, 13 de julio de 1928) es maestro, poeta y escritor español.
Nacido circunstancialmente en Torreperogil, donde su padre ejercía el magisterio, pasó infancia y juventud en Órgiva (Granada), siguiente lugar de destino paterno.
Es maestro nacional, licenciado en Filosofía y Letras por las universidades de Granada y Málaga y diplomado en Psicología y Ciencias de la Familia por la Universidad de Navarra.
Además de la actividad profesional como maestro en Campillo de Arenas (Jaén), director por oposición del colegio público «Gómez Moreno» en el Albaicín de Granada e Inspector técnico de Educación, ha sido asesor del Ministerio de Educación y Ciencia, en la etapa de Federico Mayor Zaragoza (1981-1982), director del Programa Nacional de Orientación de Alumnos del mismo ministerio y consultor de la UNESCO para educación permanente de adultos en Nariño, Boyacá y Bogotá. Presidió, desde su creación en 1994 hasta febrero de 2012, el Centro UNESCO de Andalucía, con sede en Granada.

Obra

Ha escrito desde el punto de vista del humanismo cristiano sobre familia, educación y otras materias, en artículos de prensa, local y especializada, y en diversas obras individuales y colectivas.
Tiene publicados varios libros sobre La Alpujarra, siendo el tratado del mismo título, editado en dos volúmenes por la Universidad de Granada en 1992, su obra más extensa y la más completa escrita hasta hoy sobre la comarca.
Al Albaicín le ha dedicado una serie de cuatro libros que tratan de diversas facetas del barrio.

Lista de obras

A las puertas de la Alpujarra, 1960.
Curso de orientación familiar, 1977.
Las asociaciones de padres de alumnos: Organización y dinámica, 1979.
Participación en la comunidad educativa, 1985.
La Alpujarra en coplas y otros poemas, 1988.
La Alpujarra, 1992.
La Alpujarra, guía para viajar y conocer, 1993.
Estudio preliminar a la edición de Un viaje a la Alpujarra en 1836 de Charles Didier, 1993.
La Unesco y la educación para la tolerancia, 1996.
Derechos humanos, educación y comunicación, 1999. (Coordinador, junto a José Antonio Ortega Carrillo y Manuel Lorenzo Delgado, de las actas del I Encuentro de Educadores de Marruecos y Andalucía).
El Albayzín en la historia, 2001.
El Albayzín en la leyenda, las tradiciones y la literatura, 2003.
El Albayzín y su patrimonio (2007).
Poemario del atardecer, 2010.
El Albaycín y sus monumentos (inédito).

Distinciones

Encomienda de Isabel la Católica, se le impuso en un acto celebrado el 24 de octubre de 2008 durante el «I Encuentro de Centros, Clubes y Asociaciones UNESCO de Andalucía, Ceuta, Melilla y Extremadura».
El Ayuntamiento de Órgiva le concedió en 2006 el título de hijo adoptivo de la localidad.
Es cronista oficial de La Taha.





EL RETORNO DECIDIDO…

Detesto los plaguicidas y los invernaderos,
Y la tala indiscriminada de los bosques,
Y la caza furtiva de especies cinegéticas,
Y la desaparición de las acequias, caminos
Y sendas de la montaña,
Y el abandono de los cultivos,
Y la comida americana,
Y el estrés, y la espiral de violencia
Que azota a nuestro mundo,
Y la asfixiante atmósfera que nos envuelve,
Contamina y aniquila…

Quisiera retornar a los antiguos campos
De donde salí y donde me crié;
A los sembrados y a las eras abandonadas.
Y a las secretas soledades de la serranía,
Donde el sol y el aire se remansan
Al abrigo del viejo roquedal
Y el implacable cierzo brama, enfurecido,
Castigando cimas, ventisqueros y angosturas.

Decididamente, quiero devolver
A la naturaleza maltratada y generosa
Lo que mis sentidos y mi corazón le deben:
¡El aire, el agua, el sol y la rosa!

Y el pájaro, y la mariposa,
Y la diligente y afanosa abeja,
Que aún sigue posándose, estremecida y nerviosa,
Sobre la flor del romero, del tomillo y el orégano,
Como en las azules y lejanas primaveras
De mi añorada infancia alpujarreña…

Retornaré, sí, a las ubres de la montaña,
Para seguir bebiendo en sus majadas
La leche limpia, sabrosa y nutritiva
De los rebaños que pastorean, a sus anchas,
En las altas y reverdecidas praderas de la serranía.

¡Palabra que retornaré! Lo tengo decidido.
Y lanzaré a los cuatro vientos,
Desde sus altas cimas,
El gozoso grito de una liberación recuperada…!

(Del libro “Retorno del atardecer”. Granada, mayo de 2004)





La Alpujarra no se muere

Los hombres de La Alpujarra
saben mucho de fatigas,
de sudores derramados
sobre sus tierras bravías.

¿Dónde se fueron los hombres
que cultivaban la tierra,
que arañaban las entrañas
de sus empinadas sierras?

¿Do están los labradores
que, derrochando energías,
con su bancal y su yunta,
se enfrentaban a la vida?

¿Qué ha sido de las haciendas
que levantaron sus padres,
sufriendo mil estrecheces
y luchando contra el hambre?

Ya son tierras de barbecho
aquellas hazas de antaño;
las acequias ya no corren,
los trigales se han secado.

Los hombres que las labraban
emigraron a otras tierras,
agobiados por las cargas,
las sequías y gabelas.

Mujeres, niños y ancianos
pueblan hoy Las Alpujarras.
Cuando mueran los abuelos,
¿qué porvenir les aguarda?

¡Que el destino no se cebe
en esta tierra olvidada;
que vuelvan ya los braceros
que emigraron a Alemania!

Y que cultiven los campos,
transformando los barbechos.
Y que repueblen los montes
de nogales y cerezos.

Que el viento meza las mieses
que verdean en los bancales,
recogiendo los suspiros
de mozas y de gañanes.

Que resuenen con presteza
las coplas de los muleros,
los cantares de los mozos
que estrenan amores nuevos.

Que se construyan más trojes
para almacenar el grano
de tantas espigas nuevas
que han crecido en los sembrados.

Que se roturen las viñas
que antaño dieron buen vino,
alegrando el corazón
de los viejos campesinos.

¡Quiera Dios que La Alpujarra
se redima de sus males:
de abandonos y estrecheces,
de olvidos y de orfandades!

Es tierra de noble gente:
de hombres recios, singulares,
que hacen fecundar las piedras
y a las colinas, feraces.

¡La Alpujarra no se muere!
Viva está. ¡Quién lo dijera!
Volverán los emigrantes
a repoblar sus aldeas;
a hacer que los hombres vivan,
con dignidad, en estas sierras...




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