MANUEL NADAL MADRID
Nació en Encinas Reales (Córdoba) en 1951, (aunque se siente totalmente mellariense). Tras el Bachillerato, cursó los estudios de Magisterio en la Escuela Normal. Desde 1976 ha compaginado su tarea educativa con la pintura, con el teatro y la poesía, que ha enseñado y transmitido a todo su alumnado. Actualmente de la Escuela está jubilado, pero no del Arte y la Cultura que sigue cultivando.
Desde muy joven gustó y practicó el teatro, y en 1977 funda en Fuente Obejuna el grupo independiente “La Cruz de Piedra”, en el que dirigió una trilogía del autor cordobés Antonio Gala: “Los buenos días perdidos”, “El cementerio de los pájaros” y “Petra Regalada”, consiguiendo con ésta última el Primer Premio del Certamen de Teatro de Ronda, en 1980. Entre 1989 y 1991 escribió tres comedias para ser interpretadas por sus alumnos-as, y estrenadas al finalizar el curso. Fueron presentadas en el Certamen de Teatro Escolar “El Viso del Alcor” (Sevilla) en tres convocatorias consecutivas, acaparando para su alumnado en las tres ocasiones los premios de, mejor actor, actriz y conjunto de actores, y para sí, la mejor obra original y la dirección. Sus títulos: “Marquesaza de Aire”, “El muerto Vivo” y “Periquillo con Mandillo”, de inolvidable recuerdo para los más de doscientos alumnos-as que alternativamente las han interpretado.
Aunque siempre trazó versos, no sería hasta 1990 cuando le fue publicado su primer poemario, “¡Por hoy, siempre!”. Ha tomado parte en los tres libros que en años diferentes ha publicado el Excelentísimo Ayuntamiento de Fuente Obejuna a los poetas mellarienses. Ha colaborado ininterrumpidamente en la revista “Fons Mellaria” desde su reaparición en 1976 con poemas y artículos de opinión, así como en el periódico “Fuente Abejuna” hasta su desaparición. Ha escrito y pronunciado dos pregones: Romería de San Isidro y Semana Santa, y una Exaltación a la Saeta. Su segundo poemario, “De la Luz a la sombra y viceversa”, fue concluido en el 2010 y espera su publicación. Acaba de terminar un conjunto de relatos titulado, “De miel y canela”, en la que narra trece vivencias de su infancia y adolescencia retratando aquella época entre los cincuenta y sesenta, de nostalgias plena. Años que ya no eran de posguerra pero sí de muchas carencias, y en la que los niños y las niñas jugábamos en las calles a juegos tradicionales, los juguetes nos lo hacíamos y nos bastaba con un pincho, un trompo y un aro. Y éramos obedientes por estar bien educados. Y cuando nos ganábamos el castigo lo aceptábamos. Y los recuerdos son felices sin embargo.
RELACIÓN DE LIBROS DE MANUEL NADAL MADRID:
Por hoy: ¡Siempre!, Excmo. Ayuntamiento de Fuente Obejuna
Poesía en Fuente Obejuna, Excmo. Ayuntamiento de Fuente Obejuna
El Poeta en su Tierra, Excmo. Ayuntamiento de Fuente Obejuna
Obra: “DEL AMOR A LA ANGUSTIA POR LO SOLO”
LO TEMIDO
Y cuando la inquietud busca
del sosiego su “aquiles”,
se sienta, en tronco de terciopelo negro,
la duda, que sarcásticamente rie
tras velos de azabaches y crisantemos.
¡ Campanas …
evocad aquellas glorias, pero
con susurros de mortaja ¡.
¡ Callad …
que el silencio habla ¡.
¡ Callad, por Dios,
que puedo morir sin haber unido el alma ¡.
¡ Campanas … ¡
¡ Campanas … ¡.
DE NADA
Se me apetece la evasión
ante el desengaño, pero
es que no puedo.
Deseo el ansia,
y me amarga la hiel del desencanto.
Evoco apresurado el pasado,
felicidad ficticia,
y no consigo ni añoranzas.
Me miro en mi espejo,
y al no verme nada,
quisiera ahogarme en la nostalgia.
Y a donde mire, no veo
sino sombras de nubes sin color,
sin formas,
sin nada.
Y se siente, porque lo sientes,
una pena, y tan grande, que sólo se compara
con aquella que del amor se siente,
cuando es falso porque nunca estuvo
El Eterno Presente.
Y la ausencia no es ansia de presencia,
y la presencia, ¡qué pena!, apaga
aquella lucecita que luz daba
al sueño, que alguna vez se sueña
que al despertar, no despiertas.
Y si supiera el deseo que
la flor solo espinas regala
no se hubiera hincado aquella espina
que fue estaca.
Pero el deseo no sabe,
porque no le dicen nada;
se imagina, eso sí, que siempre hubo y habrá esperanza…
Pero no en tu cara, que en ti,
no es reflejo del alma.
SIN NADA
Prefiero de la soledad lo solo
porque me pesa el sentimiento.
Busco de mi lumbre el rescoldo,
y me lo apaga el viento, poco a poco.
Escucho el silencio,
y no oigo.
Me miro la mirada en estos huecos –antes ojos–,
y no veo.
¡Maldito sea el espejo¡.
¡Maldito sea el sueño!.
QUE NO NADRE
Que ya no quiero la vida, madre.
Que huelo el perfume de la flor
que no huele nadie.
Que oigo, de lejos, el murmullo del río
en el que no puedo bañarme.
¡Qué se calle el río, madre!.
¡Qué no huela el aire!.
ADIÓS
Y llegó a serle todo
un ir y venir, y sin moverse,
como un paseo sin pasos entre
sus circunstancias y sus inconvenientes.
Y no le gustó.
Y le hirió el alma.
Y no luchó.
Y no supo seguir.
Y no avanzó.
Y se quedó.
Y se perdió.
Y nunca volvió.
“Anduve andando el amor
ni él me encontró
ni lo encontré yo”.
EVOCANDO
Alguien me dijo
que por qué te cantaba de lejos
y no estaba contigo.
Le respondí
que cada cual estaba en su sitio.
“Y … ¿Dónde está el otro sitio?”, continuó.
“¡Si yo lo supiera!” le respondí yo.
“¿No tienes caminos?”, insistente preguntó.
La respuesta fue el silencio, y él continuó:
“¿Ni veredas, ni senderos?” …
Y con movimiento de cabeza,
tristes los ojos, le dije que no.
LA MÁS GRANDE
El ángel perdió sus alas
y el pájaro su pluma,
la flor olvidó el perfume
y el arroyo su espuma.
¡Pena como ninguna!.
¡Esas no son penas
comparadas con la mía!
HASTA EN LA NADA DEL AMOR HAY TRAICIÓN
¡ Ay amor, que viniste del aire !
¡ Ay amor que nunca llegaste y
Presente estuviste en una llama que no arde ¡.
Ojos negros, no profundos,
Viento de espumas manchadas de tizón.
¡ Ay dolor, que al fondo llegaste ¡
¡ Ay del dolor que vence el amor ¡.
Traidor de sí mismo, el campo negro
arrastra su desolación.
¡ Ay amor, que de la nada llegaste ¡.
¡ Ay de ese viento, de esa espuma y
de ese aire
tiznados con carbón.
SIEMPRE ES OTOÑO AL CAER LA TARDE
Septiembre,
oráculo crepuscular de rojos,
donde el verde torna a pardo, y
el amarillo lo llena todo.
¿Otra vez tú, Septiembre?.
¿Otra vez la lágrima a mi ojo?.
¿Otra vez …?.
¡Otra!.
EL SOPLO
Y el viento
–mensajero fiel del suspiro–
trae
–con la lluvia de primavera–
un manojo de aire,
que coloca, donde seguro sabe,
no reina el olvido.
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